Argentina, tierra de inmigrantes
Ya es parte del folclore nacional desde hace varias décadas, destacar cómo los argentinos recibimos a nuestros antepasados inmigrantes. Hombre y mujeres de otras latitudes (europeas y más tarde asiáticas) que emigraron a nuestro país en busca de mejores oportunidades de vida para ellos y para nosotros, sus descendientes. Llama la atención entonces, cómo tan solo más de medio siglo después, en la Argentina mueren bolivianos en un taller clandestino. Y en seguida, televisión, revistas y radio, no dejaron pasar este “pez gordo” de la comunicación: mostrar la esclavitud que sufren estas personas cuando llegan a nuestro país y se emplean en este tipo de talleres. La ilusión de una nueva vida que se desvanece.
Sin embargo este hecho no parece aislado en el mundo. Sin ir más lejos, Francia despidió el 2005 en medio de convulsiones y denuncias sobre el maltrato que reciben en ese país los inmigrantes árabes y africanos.
¿Qué es lo que pasa entonces en el mundo globalizado? ¿Es cierto, cómo tantas veces nos dijeron, que este fenómeno propicia el mayor intercambio de personas e información en a través de los países; que las fronteras nacionales se desdibujan progresivamente? Vivimos la paradoja de un mundo que se unifica en muchos aspectos, pero que sólo beneficia a los que son “bienvenidos” en otras tierras. Este fin de semana se pudo leer cómo los muros que existen hoy en día han causado ya la muerte de más gente que la que causó el muro de Berlín. Y es que, en el fondo resulta claro. El muro de aquélla ciudad separaba personas que hasta ese momento habían sido compatriotas, personas de una misma religión, una misma lengua y una misma identidad nacional. ¿Qué pasa cuando los que quieren pasarse de un país a otro, son personas con diversas creencias, distintas lenguas, distinto color de piel? Es más, ¿qué pasa cuando al sistema le conviene que haya inmigrantes ilegales que cobran un tercio de lo que gana un empleado en blanco, que no tiene gremio que lo defienda, que se alimenta del trabajo de chicos explotados?
Tal vez pensábamos que nuestro país estaba lejos de la globalización. Que el mito de la Argentina inmigrante iba a ser cierto por siempre. Pero no. Cada vez estamos más cerca. Y en el mundo actual, la facilidad de movilización no es para todos. Y los que quedan afuera, no son ciudadanos del mundo, sino parias del mismo.
Sin embargo este hecho no parece aislado en el mundo. Sin ir más lejos, Francia despidió el 2005 en medio de convulsiones y denuncias sobre el maltrato que reciben en ese país los inmigrantes árabes y africanos.
¿Qué es lo que pasa entonces en el mundo globalizado? ¿Es cierto, cómo tantas veces nos dijeron, que este fenómeno propicia el mayor intercambio de personas e información en a través de los países; que las fronteras nacionales se desdibujan progresivamente? Vivimos la paradoja de un mundo que se unifica en muchos aspectos, pero que sólo beneficia a los que son “bienvenidos” en otras tierras. Este fin de semana se pudo leer cómo los muros que existen hoy en día han causado ya la muerte de más gente que la que causó el muro de Berlín. Y es que, en el fondo resulta claro. El muro de aquélla ciudad separaba personas que hasta ese momento habían sido compatriotas, personas de una misma religión, una misma lengua y una misma identidad nacional. ¿Qué pasa cuando los que quieren pasarse de un país a otro, son personas con diversas creencias, distintas lenguas, distinto color de piel? Es más, ¿qué pasa cuando al sistema le conviene que haya inmigrantes ilegales que cobran un tercio de lo que gana un empleado en blanco, que no tiene gremio que lo defienda, que se alimenta del trabajo de chicos explotados?
Tal vez pensábamos que nuestro país estaba lejos de la globalización. Que el mito de la Argentina inmigrante iba a ser cierto por siempre. Pero no. Cada vez estamos más cerca. Y en el mundo actual, la facilidad de movilización no es para todos. Y los que quedan afuera, no son ciudadanos del mundo, sino parias del mismo.
3 Comentarios:
Totalmente de acuerdo con lo que decis, Lilith. Ademas, si tenemos en cuenta que la mayoria de los jovenes del mundo son parias para el sistema, mas deprimente aun se vuelve el panorama. No olvidemos que la juventud es la generacion del cambio y de mayor movilizacion. Si las barreras que le imponen se refuerzan, tendremos que estar atentos para ver la habilidad de los administradores de las grandes estructuras para ir incoroporandolos, o para callarlos. Tambien habra que ver la cobardia o coraje de los jovenes para sobrevivir sin traicionarse. Por lo pronto, la juventud francesa de las manifestaciones callejeras parece elegir por la inclusion en el camino trazado por sus padres, revolucionarios del 68.
creo q esta en c uno hacerse valer sea negro amarillo o blanco
coincido totalmente con lilith.
aparte creo que en argentina faltan argentinos (en el sentido "patriota", no sanguíneo)... acá cada uno cuida su bolsillo o su "traste" (si me permiten el término). faltan argentinos, falta una sociedad que se identifique y quiera formar parte de la vida y los intereses de su vecino. basta de ser individualistas y de "si me conviene a mí, no abro la boca"... ¿qué es esto? tendríamos que aprender a cuidarnos entre nosotros y a quienes vienen a nuestro país en busca de crecimiento o mejor vida.
Creo que no aunque "nignún hombre es una isla", no estamos capacitados como para llamarnos sociedad. x
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