La muerte de Matías Bragagnolo y la sociedad
Un nuevo episodio de violencia nos sacudió esta semana. Los hechos son claros, Matías murió injustamente tras una pelea sin sentido. La noticia nos indigna e instantáneamente nos asaltan las emociones y elaboramos juicios al respecto. Pero creo que es importante detenerse en la opinión que nos suscita el hecho a aquellos que no sufrimos la tragedia de cerca.
Los términos con los que se describió el episodio llevaron a una separación, como suele hacerse, entre buenos y malos, culpables y víctimas, salvajes y educados. A esa visión corresponde la explicación del hecho que deposita toda la responsabilidad en la pandilla. Por otro lado, está la idea de que fue un accidente, un problema de salud (congestión edemopulmonar) que fue detonado por la situación de alta violencia sufrida. En este caso, la responsabilidad se relativiza.
Creo que la clave de la visión de la problemática está en la última actitud. Fue un accidente. Obviamente los adolescentes agresores no eran conscientes de lo que hacían, y si Matías realmente falleció por el golpe de la baldoza, la intención no era matarlo. Con esto no pretendo negar que la causa eficiente de la muerte de Matías sean ellos. Pero la pregunta es ¿quién tiene la culpa?
La pretensión de establecer criterios según los cuales caracterizar a agresores y víctimas, en los casos de violencia juvenil de este tipo, es muy osada y riesgosa. Si vamos a los casos en que dos grupos se enfrentan vengándose uno de otro sucesivamente, la confusión es mayor. En tal caso la culpa se diluye. Entonces se vuelve necesario hacer referencia a la anomia, la familia, la retórica del gobierno, los valores, etc. Decididamente encontrar dicho criterio nos haría más fácil el proponer una solución. Si algunos jóvenes fueran claramente malos y otros claramente buenos, entonces disminuyendo la edad de imputabilidad podríamos atrapar a los malos sin dificultad y no correr el riesgo de encarcelar a alguien injustamente. También dejaría en paz al resto de la sociedad, depositando en “los malos” toda la culpa y liberándose de toda responsabilidad.
Con esto no quiero decir que no haya responsabilidad en la pandilla agresora, pero sí que no se los puede considerar adolescentes anormales, outliers, porque los conflictos de este tipo son cotidianos y extendidos entre los jóvenes de esa edad. Eso significa que el problema es estructural. Si es estructural, las culpas no son tan claras.
Así, entonces, tanto desde lo político como desde lo social, creo que simplificar la visión, reduciendo la realidad a categorías vagas, es muy riesgoso. Tanto porque puede llevar a la aplicación de normas injustas, como porque puede llevar a que se sostenga la ausencia de compromiso de la sociedad con sus adolescentes y dejar viva la primer causa del problema: la falta de contención. Obviamente esta observación no es nueva, la escuchamos hace poco luego de la tragedia de Cromañón, pero parece que no aprendemos, o que es una actitud profundamente arraigada en nosotros…necesitamos chivos expiatorios. No cuestiono las actitudes personales de los seres queridos de las víctimas, sino que critico nuestra conducta como sociedad.
Los términos con los que se describió el episodio llevaron a una separación, como suele hacerse, entre buenos y malos, culpables y víctimas, salvajes y educados. A esa visión corresponde la explicación del hecho que deposita toda la responsabilidad en la pandilla. Por otro lado, está la idea de que fue un accidente, un problema de salud (congestión edemopulmonar) que fue detonado por la situación de alta violencia sufrida. En este caso, la responsabilidad se relativiza.
Creo que la clave de la visión de la problemática está en la última actitud. Fue un accidente. Obviamente los adolescentes agresores no eran conscientes de lo que hacían, y si Matías realmente falleció por el golpe de la baldoza, la intención no era matarlo. Con esto no pretendo negar que la causa eficiente de la muerte de Matías sean ellos. Pero la pregunta es ¿quién tiene la culpa?
La pretensión de establecer criterios según los cuales caracterizar a agresores y víctimas, en los casos de violencia juvenil de este tipo, es muy osada y riesgosa. Si vamos a los casos en que dos grupos se enfrentan vengándose uno de otro sucesivamente, la confusión es mayor. En tal caso la culpa se diluye. Entonces se vuelve necesario hacer referencia a la anomia, la familia, la retórica del gobierno, los valores, etc. Decididamente encontrar dicho criterio nos haría más fácil el proponer una solución. Si algunos jóvenes fueran claramente malos y otros claramente buenos, entonces disminuyendo la edad de imputabilidad podríamos atrapar a los malos sin dificultad y no correr el riesgo de encarcelar a alguien injustamente. También dejaría en paz al resto de la sociedad, depositando en “los malos” toda la culpa y liberándose de toda responsabilidad.
Con esto no quiero decir que no haya responsabilidad en la pandilla agresora, pero sí que no se los puede considerar adolescentes anormales, outliers, porque los conflictos de este tipo son cotidianos y extendidos entre los jóvenes de esa edad. Eso significa que el problema es estructural. Si es estructural, las culpas no son tan claras.
Así, entonces, tanto desde lo político como desde lo social, creo que simplificar la visión, reduciendo la realidad a categorías vagas, es muy riesgoso. Tanto porque puede llevar a la aplicación de normas injustas, como porque puede llevar a que se sostenga la ausencia de compromiso de la sociedad con sus adolescentes y dejar viva la primer causa del problema: la falta de contención. Obviamente esta observación no es nueva, la escuchamos hace poco luego de la tragedia de Cromañón, pero parece que no aprendemos, o que es una actitud profundamente arraigada en nosotros…necesitamos chivos expiatorios. No cuestiono las actitudes personales de los seres queridos de las víctimas, sino que critico nuestra conducta como sociedad.
6 Comentarios:
Si bien estoy de acuerdo en que los de la patota "son como son" por circunstancias ajenas a su voluntad, el hecho puro y duro es que entraron a pelearse y mataron con una baldoza a otra persona. No importa si tenían la intención de matarlo, ya de por sí es terrible que haya pasado esto como para agregarle la intención. Además, la decisión de pelearse no fue un acto reflejo o involuntario; ellos comenzaron una pelea y terminó como terminó. Es por esa decisión y por los resultados que tuvo que deben ser hechos responsables. Nuestra conducta como sociedad sería totalmente criticable si tomáramos los atenuantes que mencionás como justificaciones que anulen el peso de la responsabilidad propia.
En cualquier acción se distinguen 3 partes: intención, sujeto y objeto. Corresponde al derecho juzgar los objetos de los comportamientos. El objeto, en este caso, fue una pelea comenzada por un sujeto claro (la patota), que terminó con la muerte de un inocente (Matías). Tal vez el "sujeto" de la acción no tuvo como "intención" matar al agredido, pero está más que claro que sí quiso infligirle un daño. Entonces, ¿quien es culpable por lo sucedido? Sin dudas la "patota", y su comportamiento, atenuado o no por la falta de intención de homicidio, merece el repudio de la sociedad.
Una cosa que no nos tenemos que olvidar, esto no es unico de nuestro pais... piensen en lo q paso en usa cuando fue lo del asesinato en la escuelaa q todos le tiraban la culpa a marilyn manson, como si las personas no tuvieran conciencia propia. como si la no hubieran sido responsables de sus actos.
Lilith, es más facil echar la culpa a lo desconocido o lo que a uno no le gusta, que aceptar el hecho que la violencia está instalada en la sociedad en todos sus niveles. Además, hay casi infinitas manifestaciones de violencia de las cuales uno muy seguido es autor sin darse cuenta: truchear un CD o DVD, tirar un papel al piso, colarse en fila del colectivo, no dejar pasar al peatón cuando este tiene la prioridad, no seguir las normas de tránsito en general, tirar las pilas usadas al tacho de basura, sacar al perro a que defeque la vereda del vecino (porque nunca lo hacen frente a su propia casa h.d.p.) sin juntar la torta, y un largo etc. Obviamente que hay grados de daño igualmente variados, pero no por ello dejan de ser ofensas. Si queremos un país de verdad y no una pobre excusa de republiqueta bananera, estas conductas tienen que irse.
Mas claro que tu comentario, Alfo, imposible. Demonizar a la patota (o darle mas culpas de las que tiene) es tambien un mecanismo para no asumir nuestra responsabilidad. La respuesta debe tender a disminuir la violencia, ya sea la ejercida por los jovenes o la ejercida por el Estado (encarcelar a un pibe de 15, aunque no nos demos cuenta porque en los diarios no aparece la realidad de las carceles, es un acto de extrema violencia, y que ademas la multiplica), y debe empezar por la sociedad.
Respecto de su tercer párrafo, recomiendo leer respecto de la preterintencionalidad para el derecho penal. Ahí encontrará la respuesta que a Ud. se le escapa sobre la atribuibilidad del resultado dañoso.
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