¿Choque con la realidad?
Después de la derrota electoral en la provincia de Misiones sufrida por su aliado el gobernador Carlos Rovira, el Gobierno de Néstor Kirchner parece, según comentan varios medios y analistas políticos, haber caído en la cuenta que muchas de sus actitudes y métodos prepotentes le están costando imagen positiva en la opinión pública y por tanto votos. El Gobierno, dicen, "chocó con la realidad".
A partir de este choque, siguieron una serie de medidas por parte del Gobierno y sus aliados para presentar un perfil más "moderado": el abandono de los intentos re-reeleccionistas de los gobernadores aliados en las provincias, el proyecto de reducir de 9 a 5 el número de miembros de la Corte Suprema, los pedidos para limitar a dos el número de mandatos consecutivos de los intendentes, la eyección de Luis D'Elía de su cargo de Subsecretario de Tierras para el Hábitat Social, la maratón de fotos de funcionarios con el nuevo embajador de EE.UU. e incluso un discurso de Kirchner con tonos conciliadores hacia las Fuerzas Armadas.
Son todas medidas y acciones necesarias para darle un poco de cordura al ambiente político.
¿Pero se trata de un verdadero choque con la realidad? En mi opinión, sólo se trató de un choque con la realidad de que las acciones del Gobierno le pueden costar votos a Kirchner o a Cristina.
En efecto, el impresentable piquetero D'Elía finalmente fue expulsado del Gobierno, pero sólo después de que encabezara una marcha de apoyo a Irán frente a los pedidos de captura ordenados por jueces argentinos; sin embargo, no era la primera vez que D'Elía ponía en problemas al Gobierno. Por otro lado, siguen existiendo numerosos "piqueteros-funcionarios" en los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Los proyectos re-reeleccionistas de los gobernadores no fueron abortados por el espíritu republicano del Gobierno, sino porque no querían exponerse a otra debacle como la de Misiones.
Por otro lado, un verdadero choque con la realidad incluiría contener a los sindicalistas y sus reclamos y patoterismos, atraer inversiones en vez de espantarlas a los alaridos y formular políticas a mediano plazo en vez de gobernar para el día a día de las encuestas.
No deja de ser un buen comienzo este supuesto cambio de actitud. Aún si fuera solamente por cuestiones tácticas de no perder votos, siempre es preferible hacer algo positivo por malas razones que no hacer nada. Esto no quita que se le siga exigiendo un verdadero cambio de actitud al gobierno y que corrija sus vicios.
Por otro lado, y para conservar un sano escepticismo ¿es factible creer que Kirchner puede cambiar las mañas y hábitos de tres años de gobierno?
La respuesta la darán Kirchner y el tiempo.
A partir de este choque, siguieron una serie de medidas por parte del Gobierno y sus aliados para presentar un perfil más "moderado": el abandono de los intentos re-reeleccionistas de los gobernadores aliados en las provincias, el proyecto de reducir de 9 a 5 el número de miembros de la Corte Suprema, los pedidos para limitar a dos el número de mandatos consecutivos de los intendentes, la eyección de Luis D'Elía de su cargo de Subsecretario de Tierras para el Hábitat Social, la maratón de fotos de funcionarios con el nuevo embajador de EE.UU. e incluso un discurso de Kirchner con tonos conciliadores hacia las Fuerzas Armadas.
Son todas medidas y acciones necesarias para darle un poco de cordura al ambiente político.
¿Pero se trata de un verdadero choque con la realidad? En mi opinión, sólo se trató de un choque con la realidad de que las acciones del Gobierno le pueden costar votos a Kirchner o a Cristina.
En efecto, el impresentable piquetero D'Elía finalmente fue expulsado del Gobierno, pero sólo después de que encabezara una marcha de apoyo a Irán frente a los pedidos de captura ordenados por jueces argentinos; sin embargo, no era la primera vez que D'Elía ponía en problemas al Gobierno. Por otro lado, siguen existiendo numerosos "piqueteros-funcionarios" en los poderes Ejecutivo y Legislativo.
Los proyectos re-reeleccionistas de los gobernadores no fueron abortados por el espíritu republicano del Gobierno, sino porque no querían exponerse a otra debacle como la de Misiones.
Por otro lado, un verdadero choque con la realidad incluiría contener a los sindicalistas y sus reclamos y patoterismos, atraer inversiones en vez de espantarlas a los alaridos y formular políticas a mediano plazo en vez de gobernar para el día a día de las encuestas.
No deja de ser un buen comienzo este supuesto cambio de actitud. Aún si fuera solamente por cuestiones tácticas de no perder votos, siempre es preferible hacer algo positivo por malas razones que no hacer nada. Esto no quita que se le siga exigiendo un verdadero cambio de actitud al gobierno y que corrija sus vicios.
Por otro lado, y para conservar un sano escepticismo ¿es factible creer que Kirchner puede cambiar las mañas y hábitos de tres años de gobierno?
La respuesta la darán Kirchner y el tiempo.
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