¿Qué se decide mañana?
Formalmente, en las elecciones de mañana se renueva un tercio del Senado, es decir 24 senadores en representación de 8 provincias de la República, y la mitad de la Cámara de Diputados, es decir 130 diputados.
Además, en ciertos distritos se va a producir una renovación de sus legislaturas locales. Tal es el caso de la Ciudad de Buenos Aires, en donde a nosotros los porteños se nos pedirá que elijamos a 30 diputados para la Legislatura de la Ciudad (sobre un total de 60).
Eso es lo que "técnicamente" se elige. En la práctica, sin embargo, vamos a estar eligiendo cosas mucho más grandes y trascendentales.
Primero y principal, mañana se decide quiénes van a estar en la línea de largada para las presidenciales del 2011. Hay muchos figurones que ya se están probando el traje de presidenciables para dentro de dos años, y que justamente dependen del resultado de estas elecciones para ver si siguen en carrera o no.
El más claro de todos es el hombre que convirtió a unas elecciones legislativas de mitad de mandato en una lucha de vida o muerte, hipotecando en el proceso al gobierno de su esposa: Néstor Carlos Kirchner. De más está decir que si Néstor "gana" (con todos los condicionantes que se le pueden oponer a una "victoria" de K) en Provincia de Buenos Aires, se va a sentir en condiciones de seguir peleando para el 2011, aunque va a serle difícil el control del aparato pejotista. Si pierde, empero, difícilmente el PJ le dé una mano a Kirchner como para competir como tercer concejal en Río Gallegos.
Manteniendo una muy ambigua relación con Néstor está el módico Daniel Scioli. El capanga de La Plata se está probando el disfraz de heredero de Kirchner, cuidando siempre de mostrarse como una versión más light del loco santacruceño. La ambigüedad viene por las decisiones que el resultado electoral le traerá a Scioli. Si Kirchner gana, deberá archivar su plan de suceder a Kirchner aunque puede aprovecharse diciendo que "él" aportó los votos claves para la victoria, pero si pierde Kirchner, será la oportunidad perfecta para despegarse de él y empezar a ganar algo de vuelo propio, quizás como amigo de las viudas del kirchnerismo.
Pero hay otros competidores por el poder pejotista.
Carlos Reutemann, que hasta hace algunas semanas ganaba en su provincia haciendo la plancha veía como el próximo gran líder del justicialismo, ahora está sintiendo a Rubén Giustiniani respirándole en la nuca. Si los socialistas dan un segundo batacazo en Santa Fe (el primero fue quedarse con la gobernación), eso deja a Reutemann sin chances de mostrarse como un líder "ganador" capaz de dirigir la próxima resurrección del peronismo. Sin mencionar que confirma la tradición del Lole de salir segundo en todo.
Sin mencionar a un Néstor que espera ver perder al Lole por razones obvias, de este lado de la General Paz a Mauricio Macri no le molestaría demasiado que pierda Reutemann en Santa Fe. Macri ya se siente listo para pegar el salto a la Rosada, y dado que el PRO es en ese sentido como el subterráneo, que no llega a la General Paz, ya eligió al peronismo como su propia plataforma de salto.
Para eso, no sólo hace falta que pierda el Lole. Es más importante para Macri que De Narváez le gane a Kirchner en Provincia de Buenos Aires. A pesar del rejunte que por momentos parece el PRO-peronismo, hay una cosa que les juega muy a favor: cada uno tiene ambiciones distintas. Macri quiere la Presidencia, premio al que De Narváez no puede aspirar por su condición de nacido en Colombia. En cambio, el Colorado ya le echó el ojo a la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, mientras que Gabriela Michetti tiene bastante interés en hacerse cargo del kiosquito porteño cuando a Macri se le acabe el turno.
Queda fuera de la repartija Felipe Solá, condenado aparentemente a la Cámara de Diputados. Pero ya se sabe cómo es Solá: para él sólo hay dos clases de personas, aquellos a los que traicionó y aquellos a los que va a traicionar. Macri, De Narváez y Michetti harían bien en no pelearse con el testaferro de Duhalde.
Y por fuera del amplio y generoso universo peronista, la pelea va a ser entre Julio Cobos y Elisa Carrió, mientras hay un tercero que despacito y en silencio está esperando. Por el momento lo único que tiene Cobos es una buena posición en las encuestas a base de no hacer nada hasta que llegue el momento apropiado, y el calorcito que despierta en los corazones de los radicales; fuera de eso, es poco lo que tiene Cleto para pelear una candidatura presidencial. Pero lo puede tener, siempre y cuando gane en su propio terruño mendocino y pueda así disfrutar del sol, el buen vino y la candidatura por la UCR.
En cambio, Carrió no se puso primera sino que va tercera en Buenos Aires, al frente de una coalición bastante difusa y bastante más inestable de lo que parece. Ella tiene un peso (político, no caigamos en el chiste fácil) del que carece Cobos, pero a diferencia del Cleto, Elisa anda bastante desgastada y cuestionada dentro de su propio armado político. Sabe que el Acuerdo Cívico y Social sale segundo en Capital, pero si llegara a quedar tercero detrás de Pino Solanas, eso sería el fin para ella. Un segundo lugar todavía le daría oxígeno para plantarse y pelearle a Cobos la conducción de las viudas del radicalismo.
Y después, quietito en Santa Fe capital, Hermes Binner espera a ver cómo le va a su pollo Giustiniani en la pelea con el Lole. Binner tiene buena imagen y una base territorial respetable en Santa Fe, pero necesita pegar definitivamente el salto al nivel nacional, y para eso se hace indispensable ganarle a uno de los aspirantes a conducir el PJ. Si pierde Reutemann, Binner va a poder pelear mejor una eventual posibilidad para el 2011.
Pero además se decide otra cosa mucho más grave.
Hay dos cosas que son comunes en toda elección argentina. La primera es: "el que va primero no debate"; a las muestras nos remitimos, con la excepción de los dos debates de los candidatos porteños. La segunda, en mayor o menor medida, el que pierde acusa al ganador de fraude.
Esta vez, el Gobierno no hizo mucho por disuadir los miedos de fraude. Candidaturas testimoniales, boletas truchas, convocatorias para autoridades de mesa que nunca llegaron, partidos homónimos, candidatos homónimos, maniobras judiciales, reducción del total de electores en las mesas, oposición absoluta al proyecto de boleta única, adelantamiento de las fechas de elecciones, irregularidades con la compra de urnas, robo de DNI (llamen a Lubertino a ver si se ocupa de los indios formoseños)... el clima está bastante caldeado.
Y eso nos lleva a lo siguiente: si Kirchner gana en Provincia por menos de 3 puntos, nadie en este país va a creer que el Frente para la Victoria no hizo fraude. Si ganara por más de 3 puntos, digamos entre 6 y 10 como sueñan los redactores de El Argentino... bueno, Teherán es una linda representación de lo que puede pasar...
Mal que mal, el kirchnerismo pierde la mayoría legislativa, a menos que haga una borocotización masiva que le va a jugar muy en contra. Esto significa que se acabaron los tiempos de gobierno cómodo y a dedo desde la Rosada. Y eso, sumado a los problemas económicos que se vienen, van a poner a Kirchner ante la difícil y para él insólita situación de gobernar sin poder absoluto y sin viento de cola.
En lo personal, dudo que pueda manejarlo bien. O incluso que quiera manejarlo.
Después de mañana lo veremos.
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