sábado, 7 de abril de 2012

Moda zurda

Iba a escribir otro post hoy (y todavía guardo su esqueleto para la próxima), pero me crucé con este artículo de Barry Rubin y no pude resistirme a traducirlo para vuestro consumo, porque aún cuando la realidad que describe es la de los EE.UU., no deja de tener paralelismos con lo que vivimos acá en la Tierra de Promisión.

¿Por qué es tan espantosa la situación política? Porque las elites le tienen más miedo a no estar de moda que a estar equivocados
Por Barry Rubin

"En los áticos de los estudiantes, en los desvanes de Bohemia, y en las oficinas desiertas de doctores sin pacientes y abogados sin cliente se encuentran germinando [los revolucionarios]" — Hippolyte Taine, escribiendo sobre Francia en la década de 1860.

"Somos hábiles para cerrar nuestros ojos ante una verdad dolorosa, y escuchar la canción de aquella sirena hasta que ella nos transforme en bestias. ¿Así deben comportarse hombres sabios enfrascados en una gran y ardua lucha por la libertad? ¿Debemos estar entre aquellos que, teniendo ojos, no ven, y, teniendo oídos, no oyen, las cosas que tanto hacen a su salvación temporal? De parte mía, sin importar la angustia de espíritu que me produzca, estoy dispuesto a conocer toda la verdad; a saber lo peor y a prepararme para ello." — Patrick Henry a la convención de Virginia, 23 de marzo de 1775.

¿Cómo hacer para convertir a "la gente más inteligente del mundo" en la más estúpida? Es simple: se convierte a las sofisticadas fuentes de información de las que dependen - los medios de élite, el sistema académico y las escuelas - en fuentes de desinformación.

¿Y cómo se persuade a gente que debería ser más despierta para que abracen malas ideas y tontos conceptos? De forma igualmente simple.

Haces que esas ideas estén de moda.

Una de las chicas en el curso de sexto grado de mi hijo le dijo que se vería mejor si usaba jeans azules. Luego de que me explicara que eso era lo que usaban los otros chicos de su clase, lo llevé de compras y le compré dos pares de jeans. Usó jeans al día siguiente en la escuela, y un chico dijo: "¡Hey, miren, Daniel está usando jeans azules!" Y aplaudieron.

Pero después él me preguntó si importaba tanto lo que alguien vistiera. Después de todo, esa es sólo una apariencia exterior superficial. Me sentí orgulloso de él por hacerme esa pregunta - ya que demostraba que valoraba el carácter por sobre la imagen - pero le expliqué que esas cosas son importantes porque mandan señales sociales. La mayoría de las personas no saben en verdad cómo evaluar a alguien según su carácter y valores. O no tienen el tiempo o no tienen la habilidad para hacerlo. Por lo tanto, se fijan en símbolos como la ropa, el peinado y la clase de auto que alguien conduce, o sus credenciales, como los títulos universitarios, para poder juzgar a los demás.

Una vez estaba en el ascensor de un elegante edificio de Manhattan llevando café para mí y para mi esposa. Estaba vestido de manera informal y tenía una gorra de los Orioles de Baltimore. Una mujer en el ascensor se volvió hacia otra y dijo: "¡No sabía que Starbucks tenía servicio de delivery!"

De hecho, la moda puede ser el peor enemigo para la supervivencia de los Estados Unidos de hoy. Sostener un conjunto determinado de ideas ha sido definido como lo que hace que alguien parezca sofisticado, exitoso y admirable. Otras ideas son consideradas horribles, e indican que la persona es un campesino, un ignorante, un atontado, un imbécil o un racista. En síntesis, la clase de persona que odia a los otros porque son diferentes y que se aferra a las armas y a la religión.

Uno de los grandes éxitos del izquierdismo (que se hace pasar por progresismo) en América del Norte y Europa hoy en día es que se ha hecho tan de moda, tan identificado con la sofisticación, la calidad intelectual y lo que solía llamarse la clase alta. No la clase alta de los clubes de campo y los yates (aunque el senador John Kerry tiene un pedazo de bote), pero la clase alta del mérito, los verdaderamente buenos que odian el racismo y que están salvando a la Tierra.

Es gracioso ver cuántas de estas personas son ellas mismas bastante ricas. El mensaje: mi dinero y mi éxito están justificados porque tengo las actitudes correctas. Al Gore puede tener una casa grande y una huella de dióxido de carbono grande, pero eso está bien porque él habla de cómo estas cosas son malas.

La verdadera guerra de clases que tiene lugar no es la del uno por ciento de ricos reaccionarios y codiciosos versus el noventa y nueve por ciento de todos los demás, sino de un sector de la elite que se beneficia con el gran Estado - en presunta alianza con aquellos que reciben pagos del gobierno, además de varios grupos con privilegios especiales - contra todos los demás. Siguiendo las palabras de Taine acerca de la Francia decimonónica, los revolucionarios ya no son "doctores sin pacientes y abogados sin clientes", sino aquellos que no tendrían ni pacientes, ni clientes ni empleo si no fuera por el patrocinio del gobierno.

Parte del truco para esconder esa realidad ha sido el hacer que las buenas intenciones y no los resultados del comportamiento o políticas que uno sostenga sean la prueba. El resultado puede ser desastroso para la economía, los pobres, el sistema de salud y aquellos que viven en países que son víctimas de la política exterior terca y errada de uno, pero eso no importa si tuviste buenas intenciones. Sin embargo, el abandono del pragmatismo - medir las cosas según si funcionan en lugar de hacerlo según estándares ideológicos o intenciones - es el principio del abandono de la vida democrática exitosa.

Otro elemento es la transformación de la izquierda en el partido de los snobs, el instrumento para el desprecio de la elite por el pueblo.

En una recepción diplomática en Washington, estaba en la fila para la comida detrás de una mujer bien peinada y bien vestida. Nos embarcamos en una discusión sobre libros de texto, y le pregunté si sabía cuál estado era el mayor comprador de ellos.

“¿California?” dijo ella.

“Ah, mucha gente piensa que sí, pero en realidad la respuesta es Texas.”

Segundos antes de que pasara, yo ya sabía lo que iba a ocurrir. Hizo un gesto particularmente desagradable de desdén y dijo - en serio, palabra por palabra - en el tono de voz más snob que pudo poner: "Oh, esa gente no piensa como nosotros.”

El odio de moda no es despreciar a otras razas o a otras naciones o a los homosexuales como inferiores a los que hay que aborrecer. Semejante delito de pensamiento es raro hoy en día en Occidente. Ha sido reemplazado por el odio hacia los verdaderamente religiosos, los que no viven en las grandes ciudades, las personas no-izquierdistas que no piensan las cosas correctas.

Así es como más o menos el 50 por ciento de los norteamericanos ven al 50 por ciento restante hoy en día. Buena parte de los medios, de la industria del entretenimiento, de las editoriales, de las escuelas y de los políticos así lo hacen.

A pesar de la pose del heroico intelectual que le dice la verdad al poder, muchos o incluso la mayoría de aquellos cuya buena fortuna se basa en credenciales de papel o en elecciones en lugar de logros reales y comprobables son cobardes u oportunistas. No harán nada verdaderamente valiente cuando se trata de separarse del consenso de moda. Mientras los alguna vez valientes intelectuales desafiaron a tiranos que gritaban "¡córtenles las cabezas!", ahora no se atreven a decir nada que pueda conducir a "¡córtenles las becas!", "¡córtenles las reputaciones!", "¡córtenles las invitaciones a fiestas lindas!" Temen menos que el país se vaya al diablo que se los identifique como uno de esos roñosos, ignorantes y atrasados idiotas que realmente creen que la Constitución debería ser respetada, que la libertad de expresión es un derecho básico y que la deuda ilimitada es mala.

No estoy bromeando. Son personas que pueden ridiculizar a las masas como si fueran turbas ignorantes y llorar por los pobres y los desvalidos al mismo tiempo. Con la plena buena conciencia de que son a la vez superiores y compasivos, miran desde arriba tratando de inferiores a aquellos que provienen de la mayoría de los estados norteamericanos, a los pequeños empresarios y a las masas que trabajan duro. En términos marxistas, han puesto a la clase media-alta yuppie en lugar del proletariado. Estamos viendo un programa aprobado por el establishment para consagrar al snobismo como virtud.

Pero eso es precisamente por lo que el izquierdismo actual funciona de forma tan efectiva. Pueden poner en términos románticos a distantes campesinos - o terroristas - mientras se burlan de cualquiera que compre en Walmart. Pueden tener un estándar de vida elevado, sentirse virtuosos y ser arrogantes hasta la perversión al mismo tiempo sin sentir culpa alguna.

Es una vida maravillosa.

Estar de acuerdo con cualquier cosa que se diga en la radio, por ejemplo, equivale a usar medias de distintos pares, hacer ruido cuando se bebe algo o usar el tenedor equivocado. Y los medios masivos, muchas escuelas, y la industria del entretenimiento - que todavía parecen dar forma a la visión del mundo de más o menos la mitad de los norteamericanos - han trabajado tiempo extra para intensificar esa imagen y cerrar todas las opciones. Lograr que cosas como el patriotismo, la religión, el amor a la familia y otras cosas por el estilo parezcan insensateces retardadas ha sido su mayor éxito.

El marco de lo que es aceptable no sólo ha sido movido notablemente lejos y rápido, sino que la mayoría de las personas ni siquiera se percatan de lo que ha ocurrido. Tanto los progresistas como los conservadores, cada uno por sus propias razones, insisten en que las cosas siempre han sido así. Pero eso no es verdad en absoluto.

Cuando yo iba a una escuela pública medio progre en los '60, recitábamos la Promesa de Lealtad y el Salmo 23 todas las mañanas sin que ninguno de los padres predominantemente demócratas y progresistas se horrorizaran.

En 1973 las mujeres lograron la habilidad de tener un aborto de forma legal. A esto se lo llamó "elección". Hoy se da por supuesto que los tratamientos anticonceptivos deben ser un derecho "gratuito" a pagar por el público y a ser provisto por todas las instituciones sin importar si eso viola sus creencias religiosas. A esto se lo podría tildar de "no elección". ¿Alguna vez hubo un debate acerca de esta sorprendente transformación?

Históricamente, los progresistas han sido personas que decían que estaba bien que los gobiernos tuvieran déficit siempre y cuando no fuera demasiado grande y el dinero fuera usado para propósitos productivos creando más riqueza. Hoy el progresismo parece promover un gasto ilimitado para cualquier propósito aún si se puede demostrar que ese dinero no produce ningún buen resultado.

Ninguno de estos - y muchos otros - puntos son siquiera discutidos de forma honesta en las universidades y los medios masivos. Simplemente se los da por supuestos como verdades y se borran los antecedentes históricos. Lo más desalentador no es el hecho de que haya un número ilimitado de izquierdistas haciéndose pasar por progresistas, sino que hay muy pocas personas dedicadas a la ética profesional - seguir la verdad a donde sea que ésta lleve - en las mismas profesiones a las que se les confiere esa responsabilidad.

Alguien más va a tener que salvar a los Estados Unidos, porque los académicos, periodistas, políticos de Washington y los varios "expertos" no lo van a hacer. No le tienen tanto miedo a equivocarse, a dañar a la sociedad o a fracasar en su deber como le temen a que digan que son el equivalente de nerds y campesinos.
Hasta la próxima.

2 Comentarios:

Anonymous carancho dijo...

Y acà, a los que opinamos distinto del oficialismo, no somos nerds o campesinos, sino admiradores de Hitler, nietos de Videla o estamos en la nòmina de Magnetto.
Si pudiera elegir insultos, preferirìa que me digan nerd...

4:45 p. m.  
Blogger Mayor Payne dijo...

Mi estimada Carancho, hemos llegado a tal punto acá en Argentolandia (esa versión degenerada y corrompida de lo que alguna vez fue la Argentina) que recibir cualquier insulto de parte de la horda kirchnerista debería ser llevado como un distintivo de honor, porque te marca como una persona decente y con sentido común.

Saludos y adelante!

6:44 p. m.  

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