La Argentina es "Indomables"
En respuesta al post que publiqué la semana pasada, varios comentaristas estrellas objetaron mi tesis de que en la sociedad actual no existe el diálogo.
La mejor imágen para entender esa tesis es el programa de televisión "Indomables". Ahí, cuando Pettinato presenta un tema o una nota, los panelistas salen ferozmente a opinar. Cada uno dice lo que le parece, cada uno da su "impresión" respecto al tema debatido. Cada panelista personifica un papel. ¿Alguien podría afirmar que el Chavo tiene "posibilidades reales" de convencer a los otros panelistas respecto de su opinión acerca de un personaje de la farándula? ¿Cuando Fernanda Iglesias sostiene que algo está bien y debe ser aprobado, acaso puede convencer a Guillermo Pardini?
En "Indomables", no hay diálogo porque se parte de bases distintas. Cada panelista da su opinión y se contenta con que su opinión sea oída, pero no espera convencer al otro. Parten de bases muy distintas, defienden cosas muy distintas. Esto es lo mismo que pasa en la sociedad pluralista donde hay infinidad de sectores (empresarios, sindicatos, ong, militares, comunidades religiosas, minorías sexuales, etc).
Al no haber parámetros objetivos que nos permitan afirmar que hay algunos principios "mejores" que otros, no podemos nunca arribar a ninguna conclusión válida.
Por ejemplo, los que defienden el aborto (en general) consideran que su libertad personal es tan amplia que conlleva la libre disposición de sus cuerpos (el niño está en el cuerpo de la madre). En cambio, los que están en contra del aborto sostienen (en su mayoría), que el niño tiene un derecho a la vida que es fundamental y no es suceptible de ser privado. Respecto a esta cuestión, encontramos una tensión entre dos derechos o principios: el derecho de la madre a disponer de su cuerpo y el derecho del niño a nacer. La solución al conflicto es privilegiar un derecho sobre el otro. Los que están en contra del aborto privilegian el derecho del niño y los que lo defienden privilegian el derecho de la madre. La solución implica una valoración. Ahí está el meollo de la cuestión: valorar implica la sujeción a cierta objetividad, implica la sujeción a cierta realidad externa supra individual (Dios) que hoy negamos. Todos la niegan, ese es el éxito de la posmodernidad.
Si hubiese Dios, y por ende una realidad concreta en la cual todos estamos insertos, entonces, habría un marco objetivo para determinar que derecho prevalece sobre el otro.
En el relativismo de la actual sociedad pluralista, las posiciones son tan dispares y carecen de un terreno común. No hay acuerdos de ningún tipo, y esto es lo que imposibilita el diálogo. La única forma de resolver el conflicto del aborto es acudiendo al poder, y no a la razón. Nunca se podrá "demostrar" que unos tienen razón y otros no, ya que el sustrato ideológico lo impide, sólo resta apelar a la sofística.
Darío aportaba que no todos los debates son así de marxistas, haciendo referencia a que no todos los debates dividen tanto a las sociedades. Personalmente, pienso que los debates que importan si lo son. Por otro lado, ¿alguien cree que es posible que la elección del nuevo rector de la UBA pueda dialogarse y no sea sólo un fenómeno de porder?
Evidentemente, un país es distinto a un programa de televisión. Mi propuesta es más bien un desafío: ¿Se puede pensar a la Argentina como un Indomables a gran escala? ¿La fecundidad del diálogo en Indomables, no es parecida a la fecundidad del diálogo en nuestra sociedad? Cuando Grondona hace Hora Clave y lleva a muchos invitados, ¿alguna vez cede intelectualmente frente a sus opositores, o más bien todas sus "conclusiones" son sus opiniones personales? El cierre del "debate" que es el programa de Grondona, ¿no es la conclusión unilateral de cada uno de sus invitados y de él? ¿Alguna vez alguien vió en ese programa que dos personas que estaban en posiciones intelectuales divergentes hallan reconocido la "parcialidad" de su verdad y hallan arribado a una conclusión común?
En "Indomables", no hay diálogo porque se parte de bases distintas. Cada panelista da su opinión y se contenta con que su opinión sea oída, pero no espera convencer al otro. Parten de bases muy distintas, defienden cosas muy distintas. Esto es lo mismo que pasa en la sociedad pluralista donde hay infinidad de sectores (empresarios, sindicatos, ong, militares, comunidades religiosas, minorías sexuales, etc).
Al no haber parámetros objetivos que nos permitan afirmar que hay algunos principios "mejores" que otros, no podemos nunca arribar a ninguna conclusión válida.
Por ejemplo, los que defienden el aborto (en general) consideran que su libertad personal es tan amplia que conlleva la libre disposición de sus cuerpos (el niño está en el cuerpo de la madre). En cambio, los que están en contra del aborto sostienen (en su mayoría), que el niño tiene un derecho a la vida que es fundamental y no es suceptible de ser privado. Respecto a esta cuestión, encontramos una tensión entre dos derechos o principios: el derecho de la madre a disponer de su cuerpo y el derecho del niño a nacer. La solución al conflicto es privilegiar un derecho sobre el otro. Los que están en contra del aborto privilegian el derecho del niño y los que lo defienden privilegian el derecho de la madre. La solución implica una valoración. Ahí está el meollo de la cuestión: valorar implica la sujeción a cierta objetividad, implica la sujeción a cierta realidad externa supra individual (Dios) que hoy negamos. Todos la niegan, ese es el éxito de la posmodernidad.
Si hubiese Dios, y por ende una realidad concreta en la cual todos estamos insertos, entonces, habría un marco objetivo para determinar que derecho prevalece sobre el otro.
En el relativismo de la actual sociedad pluralista, las posiciones son tan dispares y carecen de un terreno común. No hay acuerdos de ningún tipo, y esto es lo que imposibilita el diálogo. La única forma de resolver el conflicto del aborto es acudiendo al poder, y no a la razón. Nunca se podrá "demostrar" que unos tienen razón y otros no, ya que el sustrato ideológico lo impide, sólo resta apelar a la sofística.
Darío aportaba que no todos los debates son así de marxistas, haciendo referencia a que no todos los debates dividen tanto a las sociedades. Personalmente, pienso que los debates que importan si lo son. Por otro lado, ¿alguien cree que es posible que la elección del nuevo rector de la UBA pueda dialogarse y no sea sólo un fenómeno de porder?
Evidentemente, un país es distinto a un programa de televisión. Mi propuesta es más bien un desafío: ¿Se puede pensar a la Argentina como un Indomables a gran escala? ¿La fecundidad del diálogo en Indomables, no es parecida a la fecundidad del diálogo en nuestra sociedad? Cuando Grondona hace Hora Clave y lleva a muchos invitados, ¿alguna vez cede intelectualmente frente a sus opositores, o más bien todas sus "conclusiones" son sus opiniones personales? El cierre del "debate" que es el programa de Grondona, ¿no es la conclusión unilateral de cada uno de sus invitados y de él? ¿Alguna vez alguien vió en ese programa que dos personas que estaban en posiciones intelectuales divergentes hallan reconocido la "parcialidad" de su verdad y hallan arribado a una conclusión común?
4 Comentarios:
Nómade: me gustó mucho tu artículo de hoy, coincido en casi todo lo que decís. Si bien la realidad de nuestro pais no es idéntica a la de un programa de televisión, es verdad qeu hay rasgos similares.
Lo que estoy muy de acuerdo es en cuanto a que no hay ningún tipo de acuerdo a nivel país. No estamos de acuerdo en el fin al que queremos llegar como país/nación/sociedad ni los métodos que queremos usar.
Creíamos hasta hace unos años que la sociedad estaba de acuerdo en que íbamos a elegir REPRESENTANTES de forma democrática. Hoy ya no es así, hay grandes sectores de la población que se ven insatisfechos con sus REPRESENTANTES, porque creen que no los representan. Algunos grupos extremistas hasta ponen en duda el método democrático para la elección de cargos públicos (léase elección UBA).
Ni que hablar de los acuerdos en cuanto a ciertos fines, creo que ese debate ni siquiera lo hemos planteado aún.
Si rescataría algunos acuerdos: no queremos pobres, no queremos inseguridad, se les ocurre algún otro? Notan que estos dos acuerdos que yo nombro surgen a partir de situaciones límite? Espero que alguien me demuestre que estoy equivocada...
Respecto al artículo de Nómades tengo algunos comentarios. Reconozco el argumento de partir de premisas rivales, que además de diferir son irreconciliables, pero de las cuales se pueden formular argumentos válidos (las conclusiones se siguen lógicamente de las premisas). Sin embargo, no comparto la conclusión de que esto trae como resultado el “no diálogo”. Pero, sí estoy de acuerdo con que esto trae aparejado el “no acuerdo”. Es decir, al partir de premisas con contenido diferente e irreconciliable se llega a conclusiones también distintas e irreconciliables, lo que neutraliza la posibilidad de llegar a un acuerdo, no la posibilidad de dialogar.
A su vez, la elección de estas premisas, como bien se dice, es puramente personal y arbitraria, no hay una argumentación lógica que justifique la elección. Por ende, por más que los argumentos que se sigan a las premisas sean consistentes lógicamente no habrá un argumento de tal naturaleza que pueda dar cuenta de por qué se eligió dicha premisa, ni se puede argumentar racionalmente que una premisa prima sobre otra. Entonces, tanto la elección de principios como las conclusiones pasan a depender de las preferencias de la voluntad individual. Esto genera discusiones interminables y hace al acuerdo imposible.
Desde mi óptica, que existan esas discusiones comprueban que hay diálogo, aunque más no sea para acordar que se está en desacuerdo. Sin embargo, lo que parece más difícil es llegar a un acuerdo para seguir un curso de acción.
De todas formas me gustaría recomendar que a quién le interese este debate que Nómades plantea (partir de premisas irreconciliables, etc.) lea Tras la Virtud de Alasdair MacIntyre (especialmente los capítulos I y II, donde considera los principales rasgos del estado del debate de la moral de su época). Allí encontrarán las bases y fundamentos de lo que se viene discutiendo.
Ares, muy bueno el comentario, aunque tengo una duda: si el diálogo nos lleva continua e inevitablemente al "no acuerdo", vale la pena llamarlo "diálogo"?. El diálogo no es suceptible de algo más que un "estamos de acuerdo en que no estamos de acuerdo"?
Nómade, yo no minimizaría el rol de: “estamos de acuerdo en que no hay acuerdo”. Si esto se da habrá una voluntad de partes para sujetarse a una objetividad externa, o sea como vos decis “acudir al poder”, para poner una cota a la discusión entre conclusiones irreconciliables. Si no hubiera dialogo, no se podría llegar a la instancia de resolver el problema a través del poder, porque las partes no sabrían que se encuentran en conflicto.
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