miércoles, 18 de octubre de 2006

El Túnel del Tiempo



Como si fuera otra escala más en el viaje por el Túnel del Tiempo en el que nos impulsó Nuestro Presidente, ahora San Vicente se convirtió en un revival de la barbarie de Ezeiza en 1973. Afortunadamente (hasta ahora) no se han lamentado muertos. Gracias a Dios.

Todos los días revivimos la década del '70 por decisión oficial. El 17 de octubre de 2006 tocaba recordar Ezeiza. La Argentina demuestra una vez más que atrasa treinta años.

El circo necrofílico montado alrededor del cadáver de Perón y la violencia que desató su segundo cortejo fúnebre es una triste alegoría de la Argentina bajo el Pingüinato. Un país donde no sólo se desentierran viejos conflictos de hace treinta años, sino que ahora se desentierran viejos cadáveres de hace treinta años. Con los mismos resultados de violencia.

Camioneros contra obreros de la construcción, 62 Organizaciones contra sectores del neo-montonerismo. Todas las alas del PJ se batieron a gusto, usando la calle como si fuera un campo de batalla.

"Los peronistas no son ni buenos ni malos, sino incorregibles", decía Jorge Luis Borges. La gresca de San Vicente probó la verdad y vigencia de la frase. Treinta y tres años pasaron de los incidentes de Ezeiza y el peronismo demostró ser incapaz de corregir su tendencia natural a recurrir a la violencia para resolver sus disputas internas.

Todos sabemos lo que vino después de Ezeiza. Vino aquel período de violencia, aquella que tanto le gusta rememorar a Kirchner. Y la otra violencia, la de los "militantes", también siguió a Ezeiza. Dios quiera que San Vicente no sea el comienzo de otro período triste para el país.

La conclusión que puede sacarse del bochorno de San Vicente es dura.

El peronismo es incompatible con la república y la democracia.

Un movimiento que resuelve sus luchas de poder con piedrazos y a los tiros no tiene lugar en una república.

Un partido cuyos líderes manipulan constantemente la Constitución y las leyes para perpetuarse en el poder no tiene lugar en una república.

Un partido que es incapaz de someterse a las mismas reglas de juego que los demás (recordemos la no realización de internas y su presentación de tres candidatos a las presidenciales de 2003) no tiene lugar en una república.

Un partido que gobierna distritos como si fueran feudos y señoríos medievales no tiene lugar en una república.

Un partido que maneja la ayuda social como caja partidaria no tiene lugar en una república.

El peronismo deberá civilizarse algún día o deberá dejar de existir. Lo que no puede es seguir como está hoy. La Argentina no puede permitir, si desea salir adelante como nación, que el poder político esté en manos de un rejunte de patoteros, mafiosos y delincuentes que se hacen llamar "partido político".

4 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

muy buena la imagen partida en dos!

12:05 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Con Ezeiza ´73 comenzó el terrorismo de Estado. Argentina, país de mitos, de tabúes que se arrastran indefinidamente, de corrientes historiográficas que después de un siglo siguen sin ponerse de acuerdo en cuestiones esenciales. Argentina, país de antinomias viscerales, amante de las oscuridades, de los silencios a conveniencia, de dirigentes que extorsionan con desestabilizar si se persiste con revisar el pasado. País de clisés, proclive a las simplificaciones, poco afecto a la rigurosidad en la enseñanza histórica, que es definida por los que resultan triunfantes en determinadas coyunturas.

Así, y a pesar de 32 años transcurridos, permanece todavía sin develarse cómo ocurrieron los acontecimientos que llevaron a debilitarse en apenas dos años y diez meses al período democrático iniciado el 25 de mayo de 1973, para caer nuevamente en otra dictadura militar, y lo que es peor con un baño de sangre que segó a prácticamente una generación de idealistas.
Muchos análisis simplistas dirán que la culpa de todo la tuvo Perón, las contradicciones insalvables dentro del Peronismo, la inercia que traía una Juventud revolucionaria y combativa, con más mística, candidez y soberbia que capacidad política, que portaba en sus mochilas el odio heredado desde sus ancestros por los bombardeos a cielo abierto de 1955, los fusilamientos de 1956; y la todavía fresca matanza en Trelew en agosto de 1972, aparte de las influencias insoslayables del mayo francés, de la revolución cubana y de un sector importante de la Iglesia, entre los que figuraban los jesuitas y los curas para el tercer mundo.
Y como protagonista de toda esa época puedo dar fe que la Juventud Peronista, los Montoneros y demás grupos afines, estábamos con una gran expectativa para iniciar un gobierno democrático que produjese las transformaciones que nuestra Patria necesitaba. Nuestra consigna había sido Perón Vuelve, nuestra lucha había sido antidictatorial. La alegría y la esperanza quedaron reflejadas en las miles de personas que recorrimos las calles las noches del 11 y 12 de marzo de 1973 en la manifestación que partió de nuestro local ubicado en San Martín al 3100, en las tareas de reconstrucción de la ciudad, en la ayuda solidaria por las inundaciones del Salado, en campañas de vacunación masiva, restaurando y pintando aulas de escuelas y de facultades, participando en operativos barriales como el “Dorrego” junto a jóvenes oficiales del Ejército.
Y por supuesto que había distintas vertientes ideológicas en el Peronismo, luchas internas, pero la llegada de la institucionalización produjo un impasse, se habían generado grandes expectativas en lo que se llamó la “Reconstrucción Nacional”. En la ciudad y en la Provincia a la Juventud no le dieron casi ningún cargo, pero no importaba eso. En esa época primaban más los ideales que los cargos.
Y así fuimos convocados el 20 de junio de 1973 a un acto en Ezeiza para recibir a nuestro líder el General Perón, al que, más allá de las tradiciones familiares, y en razón de su exilio, sólo conocíamos por las películas de Solanas y Getino, como “Actualización Política y Doctrinaria para la toma del poder” o la mítica “La Hora de los Hornos”, que veíamos a escondidas en el Seminario de Guadalupe. El General nos halagaba de toda forma posible. Eramos la “Juventud Maravillosa” y nos hablaba de las “Formaciones Especiales”, de la “Guerra Revolucionaria”, de Mao Tse Tung, del Ché Guevara, decía que si tuviera cincuenta años menos andaría poniendo bombas …-
De nuestra ciudad fuimos miles de personas, familias enteras. Creo que mi grupo viajó en un colectivo de línea urbana. Viajamos toda la noche sin dormir pero con gran entusiasmo. Los vehículos quedaron muy lejos del lugar, caminamos no menos de cuatro horas con temperatura bajo cero. Había más de un millón de personas. Fue una experiencia inolvidable.
Nuestra consigna era mostrar al líder nuestra capacidad de convocatoria, que a la vez fuera el reconocimiento de la lucha que tanto había ayudado para su definitivo “Retorno” y recuperar la democracia. En nuestros grupos no vi armas de ningún tipo. Sólo cuando llegamos a la zona donde estaba instalado un colectivo de la Universidad de Buenos Aires en cuyo interior estaba la conducción nacional de Montoneros y de las Regionales de la Juventud Peronista, había en la puerta un militante de poncho rojo que debajo tenía una ametralladora y alguna arma corta, todo en carácter puramente defensivo. En ese colectivo por momentos sus ocupantes se subían al techo, entre los cuales estaba Jorge Obeid, como para ver desde cierta altura cómo se iba armando el acto. Otro hecho anecdótico que recuerdo fue ver caminando entre los manifestantes al histórico militante Cacho Envar El Kadre con una gran tarjeta en su pecho que lo identificaba como tal.
Nuestro único "delito" fue querer avanzar demasiado cerca del palco. Llevábamos cañas tacuara gigantes al costado de nuestras columnas que uníamos en la punta para avanzar empujando en forma de cuña. Pero no había armas. Y si las hubo calculo que fueron de puño y una cada cientos de militantes y nada más que para autodefensa, sin ostentación. Jamás imaginamos que desde el palco ubicado en el puente 12 se pudiera abrir fuego contra nuestras columnas como finalmente se hizo. No salíamos de nuestro asombro. Recuerdo que al escuchar silbar las balas cerca de nuestras cabezas nos zambullimos al piso. Todo era confusión y desolación. De golpe habíamos trastocado la alegría y la esperanza de ver al Líder, en frustración y temor. No fuimos preparados para un enfrentamiento así. Ninguno de nuestra fuerza lo quería. Fue un ataque inesperado, desproporcionado, a mansalva, sin aviso de ninguna naturaleza. No entendimos que pasó pero algo no andaba bien con la conducción del movimiento. Era el presagio de lo que iba a ocurrir. Era el germen de la Triple A, el comienzo del Terrorismo de Estado en democracia. Parafraseando a Jean Paul Sartre, "El Engranaje" empezaba a mutilar a un miembro importante de la revolución triunfante. Esta se comía a sus propios hijos.
Con el correr de los años y merced a una investigación iniciada por el periodista, escritor y militante Rodolfo Walsh -que interfería los equipos de comunicaciones a cargo de Osinde e Iñiguez-, y luego seguida por su pareja Pirí Lugones, nieta del escritor del mismo apellido e hija de un policía que creó la picana eléctrica, y finalmente completada por el periodista, investigador y militante Horacio Verbistsky, quien recabó información desde la misma noche de los hechos y recibió lo aportado por los anteriores, en su libro “Ezeiza”, se pudo concluir que:
· La masacre de Ezeiza provocó no menos de trece muertos y alrededor de doscientos heridos.
· Que fue premeditada para desplazar a Cámpora y tomar el poder.
· Que mientras desde la organización oficial y del palco montaron un operativo de guerra con miles de armas largas y automáticas, la tendencia revolucionaria a lo sumo marchó con los palos de sus carteles, algunas cadenas, unos pocos revólveres y una sola ametralladora que no utilizaron.
· Que el grueso de las víctimas se originó en este segundo grupo.
· Que el número de muertos fue muy inferior al de las leyendas que aún hoy circulan.
· Que los tiroteos más prolongados se entablaron por error entre grupos del mismo bando, ubicados en el Palco y el Hogar Escuela y que tomaron a la columna agredida entre dos fuegos.
· Que los tiradores ubicados sobre las tarimas en los árboles también respondían a la seguridad del acto.
· Que no hubo combate sino suplicio de indefensos.
· Es decir que los masacradores lograron su propósito.

Asimismo, y merced a todas las investigaciones oficiales y extraoficiales se determinó que:

· Ni el Presidente Cámpora ni su Ministro del Interior Dr. Righi ni la Policía Federal tuvieron ingerencia en la organización del acto, a pesar que esta última había hecho una planificación meticulosa de la seguridad.
· Que por orden de Perón el acto fue organizado desde el Ministerio de Bienestar Social a cargo de López Rega, nombrándose como responsable de la seguridad del palco al Tte. Cnel. Jorge Osinde, viejo torturador del pasado, que ocupaba por entonces el cargo de Secretario de Deportes y Turismo, cargo excéntrico para un militar de inteligencia. Osinde creó en Bienestar Social una Subcomisión de Seguridad y otra de Movilidad para el acto. Incorpora en el Ministerio a los comisarios Almirón, Morales y Villar. Se apropiaron de todos los vehículos y ambulancias disponibles sin rendir cuentas. Se asaltó un depósito de alimentos del Ministerio.
· Osinde convoca para el palco a oficiales y suboficiales retirados de las FFAA, entre ellos los militares Chavarri, Ciro Ahumada, Schapapietra y Corvalán; los gendarmes Golpes, Menta, Colkes, Pallier, Gondra y Corres. El comandante de gendarmería Pedro Antonio Menta es el hombre calvo y de anteojos oscuros que levanta sus dos brazos con una carabina en la más célebre fotografía de la masacre. Entre los tiradores del palco identificados en fotos periodísticas figura también Javier Mora Ibarreche de Vasconcellos, empleado de la secretaría privada de Manrique y de López Rega.
· Los policías, los militares y los gendarmes llevaron su propio armamento y proveyeron parte del arsenal que se descargó en Ezeiza.
· Con 15 grúas, tres camiones y dos coches del Automóvil Club Argentino, el General Miguel Angel Iñiguez coordinó las comunicaciones del aparato de seguridad dirigido por el Tte.Cnel. Osinde.
· Días previos al retorno de Perón le habían bajado el pulgar y había comenzado la conjura contra Cámpora, aprovechando que éste había viajado a Madrid a buscar al líder. Las Fuerzas Armadas avalaban su destitución. En verdad el plan contra Cámpora empezó el 29 de abril de 1973, antes que asumiera, cuando Perón lo carea en Madrid con Norma Kennedy como si fueran pares.
· El interventor provisorio de la Municipalidad de la ciudad de Buenos Aires, Leopoldo Frenkel, como parte de la conspiración, cede a Osinde toda la infraestructura de transporte y comunicación.
· Se ocupan varios edificios públicos por parte de grupos cercanos a López Rega, Osinde, Iñiguez, como así dirigentes sindicales y de grupos afines al Ejército al mando de Alberto Brito Lima y Norma Kennedy.
· Se habían ocupado con hombres armados el vecino Hogar Escuela, el Policlínico, el Hotel Internacional, donde se torturó detenidos, la estación Retiro de ferrocarriles, la dirección de Ferrocarriles Argentinos, utilizando la policía ferroviaria y su armamento en la conspiración, LR2 Radio Argentina, las piletas olímpicas de Ezeiza, los ocho móviles de Tèlam, a cargo del Tte. Cnel. Jorge Obón, Canal 7, el Teatro Municipal San Martín.
· La participación sindical en los hechos de Ezeiza fue extensa y mùltiple y dentro de ella descollaron las conducciones de algunos gremios, como metalúrgicos, mecánicos y sanidad. El negro Corea, jefe de la custodia de José Rucci, dirigió las torturas en el Hotel Internacional. Los gremialistas recibieron numerosa cantidad de armas desde los distintos organismos del Estado que participaban de la conjura.
· Al día siguiente a la Masacre de Ezeiza Perón habla por la cadena nacional, avala los hechos ocurridos el día anterior y advierte contra los “infiltrados que pretenden copar el movimiento”.
· El desplazamiento de Cámpora y de la JP de los cargos conseguidos y la consiguiente derechización del proceso, no votado por la soberanía popular, se producía así en forma traumática y con la violencia estatal protagonizada por los incipientes “Grupos de Tareas”. No hubo transición ni propuesta alternativa por parte de Perón. La Juventud fue usada para llegar al poder y luego se la despidió con una patada.


LOS HECHOS DE EZEIZA VISTOS DESDE EL DERECHO

La doctrina internacional es conteste en considerar al “Terrorismo de Estado” como “aquella violencia ilegítima aplicada desde la esfera estatal por funcionarios que detentan cargos y/o con la utilización de medios y/o armamento de origen público, generalmente con la imposición clandestina de medidas de sanción prohibidas por el orden jurídico oficialmente proclamado (torturas y homicidios, entre otros). La calificación vale tanto para gobiernos militares como para gobiernos democráticos.
La aplicación difusa de medidas violentas de privación de la libertad, la propiedad o la vida, prescindiendo en muchos casos, de la identidad del o de los destinatarios de las mismas y de los actos u omisiones de los que pueden ser responsables; la aplicación de la violencia a víctimas inocentes contribuye precisamente a reforzar la "eficacia" del terror.
Esta particular metodología busca imponer el “terror estatal” con una cierta organización ideológica cuya base es un dogma, una idea que vale como pauta absoluta, incuestionable, y que sirve de excusa o justificación para la destrucción de todo aquello que se oponga a ella, con un equipo eficaz de propaganda que justifique y argumente las medidas aplicadas y contrarreste y estigmatice posiciones contrarias, con una disciplina interna de las organizaciones ideológicas: eliminación de la capacidad de autocrítica de los miembros de la organización encargada de aplicar las medidas coactivas a través de algunos mecanismos de "disciplina interna".
Se ha dicho también que el “Terrorismo de Estado” requiere de un modelo estatal contemporáneo que se ve obligado a transgredir los marcos ideológicos y políticos de la represión "legal" (la consentida por el marco jurídico tradicional) y debe apelar a "métodos no convencionales", a la vez extensivos e intensivos, para aniquilar a la oposición política y la protesta social, sea ésta armada o desarmada".
El “Terrorismo de Estado” consiste en la utilización por parte de un Gobierno de métodos ilegítimos orientados a inducir el miedo en una población civil determinada para alcanzar sus objetivos sociales, políticos o militares, o fomentar comportamientos que de otra forma no se producirían. Busca esencialmente disuadir y contrarrestar la movilización popular.
Habitualmente, el “Terrorismo de Estado” adquiere una o varias de las formas siguientes: Uso de la coacción o persecución ilegítima, la tortura o el asesinato extrajudicial utilizando recursos policiales, parapoliciales o paramilitares. Creación, normalmente en secreto, de organizaciones terroristas clandestinas convencionales -reales o simuladas-, apoyo a las mismas o negligencia deliberada en su persecución. Instrucción o inducción a la tropa propia para que actúe de tal manera que cause terror en la población civil del enemigo, o negativa a introducir medidas que limiten o persigan tales acciones. Esta fue la función de la Escuela de las Américas donde se entrenaron numerosos escuadrones de la muerte.

CONCLUSION:
Por ello, tal como ocurrieron los hechos conocidos como “La Masacre de Ezeiza” podemos afirmar sin lugar a equívocos, que no se trató de una guerra entre bandos como se ha repetido hasta el hartazgo aún hoy, "teoría de los dos demonios" mediante; que en verdad se trató de una agresión fríamente planificada, un crimen de lesa humanidad producido deliberadamente como parte de una conspiración para derrocar al gobierno y como el primer acto de terrorismo de Estado del período democrático que culminó el 24 de marzo de 1976, que marcó el nacimiento de los “Grupos de Tareas”, el germen de los grupos parapoliciales y paramilitares conocidos como las Tres A, que cometería numerosos asesinatos en nuestra Provincia como el del bioquímico Constantino Razzetti, el de los abogados Felipe Rodríguez Araya, Marta Zamaro, Nilse Urquía, y ya reciclados y a la orden de los Destacamentos de Inteligencia del Ejército, otros asesinatos, secuestros y torturas previos a la llegada del Proceso Militar.
Estos hechos, sumados a los ocurridos a partir de 1955, con autores comunes como Massera, Suárez Mason, etc., signaron una época de una espiral de violencia política que, junto a una estrategia revolucionaria equivocada, marginó y luego diezmó a una generación, mediante una verdadera cacería, y que significó en definitiva un retroceso de la Nación a un modelo neoliberal previo a la década peronista, objetivo de los centros del poder económico internacional, que se afianzó durante la Dictadura Militar, y del cual aún hoy sufrimos sus consecuencias.

7:33 a. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Lenín - en su trabajo: "El izquierdismo, enfermedad infantil del marxismo" - define que cualquier intento de tomar el poder que prescinda de la insurrección masiva popular , no es más que una simple accion contrarrevolucionaria a cargo de grupos mesianicos irrepresentativos que caerán indefectiblemente en la practica del terrorismo pequeño burges.

Desde ese punto de vista, tanto el ERP como Montoneros no fueron mas que dos bandas de terroristas pequeño-burgeses absolutamente funcionales a la desestabilización de Peron primero y luego a trabajar directamente para el golpe militar gorila-fascista contra el gobierno de Isabel.

Desde un punto de vista marxista leninista anto Videla y Suarez Mason como Firmerich y Santucho son la misma cosa: la antipatria contra el pueblo peronista.

4:51 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

PARA EL PENSAMIENTO DE LENIN, MONTONEROS Y EL ERP SON CONTRARREVOLUCIONARIOS FUNCIONALES A LA DICTADURA MILITAR.

Lenín - en su trabajo: "El izquierdismo, enfermedad infantil del marxismo" - define que cualquier intento de tomar el poder que prescinda de la insurrección masiva popular , no es más que una simple accion contrarrevolucionaria a cargo de grupos mesianicos irrepresentativos que caerán indefectiblemente en la practica del terrorismo pequeño burges.

Desde ese punto de vista, tanto el ERP como Montoneros no fueron mas que dos bandas de terroristas pequeño-burgeses absolutamente funcionales a la desestabilización de Peron primero y luego a trabajar directamente para el golpe militar gorila-fascista contra el gobierno de Isabel.

Desde un punto de vista marxista leninista anto Videla y Suarez Mason como Firmerich y Santucho son la misma cosa: la antipatria contra el pueblo peronista.
commented by Anónimo

4:56 p. m.  

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