Sábado II: Hipocresías
Deberían poner una advertencia antes de algunos programas de TN: Ver el siguiente programa puede ser perjudicial para su salud.
En A dos voces, el simpático programa de Gustavo Sylvestre y Tweety Bonelli, fue invitada la diputada kakista Diana Conti para que hable sobre la pretensión del Pingüi de echar a los jueces que no van a la velocidad que él quiere. Como buena kirchnerista, Conti hizo un esfuerzo sobrehumano para defender a los gritos lo indefendible. Según la diputada, ella en su carácter de miembro del Consejo de la Magistratura no está bajo ninguna obligación de no prejuzgar (es decir, juzgar sin evaluar la evidencia), y dijo muy alegremente que para ella los jueces son "evidentemente" culpables de lo que Kaki los está acusando.
Lo que la diputada Conti trata de hacernos creer es que ella puede juzgar y remover a los jueces basándose en sus propios prejuicios. Perdón, en los prejuicios del Presidente. También afirmó que Kirchner, como ciudadano que es, tiene todo el derecho de criticar a la justicia y pedir la remoción de los jueces. Hay que hacerle entender al Pingüi y a su troupe de circo que el Presidente no es un ciudadano cualquiera, sino que él tiene la obligación de respetar y hacer respetar la Constitución.
Veamos esto. Como ciudadanos sin cargo público, yo, usted, doña Rosa y el vendedor de diarios de la esquina podríamos pedir la renuncia de los jueces por H o por B, pero Kirchner no puede hacerlo tan suelto de cuerpo por dos buenas razones. La primera tiene que ver con la independencia de los poderes, que está en esa Constitución que Kirchner juró observar. La otra buena razón es que Kirchner tiene el poder para convertir ese deseo de echar jueces en realidad. Para poner un ejemplo, nadie tendría que asustarse si yo voy desarmado y le digo a otro "te voy a matar". Si yo tuviera una 9 milímetros en la mano, el otro tendría que estar bastante asustado.
Otro argumento frecuentemente usado por los apologistas del Pingüi es que Kirchner es un hombre justo que jamás usaría los poderes que tiene en violación de la ley. La respuesta a este argumento (que es más falso que billete de tres pesos) es que la limitación de los poderes existe porque no podemos asegurar que las personas que los vayan a usar sean siempre justas y ecuánimes. Puesto de manera simple: el poder es algo demasiado importante y peligroso como para que lo demos a cualquiera como si fuera cheque en blanco, sólo porque nos aseguran que se lo damos a una persona confiable.
La acusación de Conti acerca de que la Cámara de Casación trabaja poco es francamente insultante viniendo de la integrante de un cuerpo (el Congreso de la Nación) que este año sólo va a sesionar dos veces al mes para no obstruir la campaña electoral. Ni hablemos de los lamentos sobre el perfil profesional de los jueces; basta ver el prontuario de la mayoría de nuestros legisladores.
El segundo caso de hipocresía tuvo lugar en El Juego Limpio, el programa de Nelson Castro, cuando la ministra Nilda Garré envió una larga carta de cuatro páginas en la que se despachaba contra el programa y contra Nelson Castro por "haberle faltado el respeto" al llevar a Enrique Piñeyro en una edición anterior de su programa. Nilda se lamentó de que, en su opinión, Castro haya llevado a gente (Piñeyro) que pretende aparecer como el salvador que tiene la verdad revelada, que no haya respetado el derecho a disentir que tiene la ministra, que haya dado un mensaje apocalíptico y demás lamentos.
Nelson Castro respondió en forma simple y contundente: dijo que le sorprendía que la ministra lo acusara de no respetar la opinión de los demás y de tener el monopolio de la verdad, cuando ella forma parte de un Gobierno que constantemente trata a quienes no están de acuerdo como enemigos.
Pero una de las cosas más grotescas tuvo lugar cuando Nilda manifestó estar ofendida por una frase de Piñeyro (quien había dicho que el colapso del sistema de control aéreo era una violación a los derechos humanos). La ministra escribió muy indignada que no le cabía a Piñeyro el definir una situación como violación de los derechos humanos con el solo fin de avanzar en sus objetivos. Lo que Nilda dice es que sólo le corresponde al Kirchnerato decir cuándo se violan los derechos humanos y cuando no, y que los únicos que pueden hacer aprovechamiento político de los derechos humanos son los kirchneristas.
A esta altura, cuando nos aproximamos al cuarto aniversario del Pingüinato, no se sabe qué es peor: si las cosas que hace Néstor o las barbaridades que se mandan sus adictos cuando tratan de defenderlo (y de defenderse a ellos mismos).
En A dos voces, el simpático programa de Gustavo Sylvestre y Tweety Bonelli, fue invitada la diputada kakista Diana Conti para que hable sobre la pretensión del Pingüi de echar a los jueces que no van a la velocidad que él quiere. Como buena kirchnerista, Conti hizo un esfuerzo sobrehumano para defender a los gritos lo indefendible. Según la diputada, ella en su carácter de miembro del Consejo de la Magistratura no está bajo ninguna obligación de no prejuzgar (es decir, juzgar sin evaluar la evidencia), y dijo muy alegremente que para ella los jueces son "evidentemente" culpables de lo que Kaki los está acusando.
Lo que la diputada Conti trata de hacernos creer es que ella puede juzgar y remover a los jueces basándose en sus propios prejuicios. Perdón, en los prejuicios del Presidente. También afirmó que Kirchner, como ciudadano que es, tiene todo el derecho de criticar a la justicia y pedir la remoción de los jueces. Hay que hacerle entender al Pingüi y a su troupe de circo que el Presidente no es un ciudadano cualquiera, sino que él tiene la obligación de respetar y hacer respetar la Constitución.
Veamos esto. Como ciudadanos sin cargo público, yo, usted, doña Rosa y el vendedor de diarios de la esquina podríamos pedir la renuncia de los jueces por H o por B, pero Kirchner no puede hacerlo tan suelto de cuerpo por dos buenas razones. La primera tiene que ver con la independencia de los poderes, que está en esa Constitución que Kirchner juró observar. La otra buena razón es que Kirchner tiene el poder para convertir ese deseo de echar jueces en realidad. Para poner un ejemplo, nadie tendría que asustarse si yo voy desarmado y le digo a otro "te voy a matar". Si yo tuviera una 9 milímetros en la mano, el otro tendría que estar bastante asustado.
Otro argumento frecuentemente usado por los apologistas del Pingüi es que Kirchner es un hombre justo que jamás usaría los poderes que tiene en violación de la ley. La respuesta a este argumento (que es más falso que billete de tres pesos) es que la limitación de los poderes existe porque no podemos asegurar que las personas que los vayan a usar sean siempre justas y ecuánimes. Puesto de manera simple: el poder es algo demasiado importante y peligroso como para que lo demos a cualquiera como si fuera cheque en blanco, sólo porque nos aseguran que se lo damos a una persona confiable.
La acusación de Conti acerca de que la Cámara de Casación trabaja poco es francamente insultante viniendo de la integrante de un cuerpo (el Congreso de la Nación) que este año sólo va a sesionar dos veces al mes para no obstruir la campaña electoral. Ni hablemos de los lamentos sobre el perfil profesional de los jueces; basta ver el prontuario de la mayoría de nuestros legisladores.
El segundo caso de hipocresía tuvo lugar en El Juego Limpio, el programa de Nelson Castro, cuando la ministra Nilda Garré envió una larga carta de cuatro páginas en la que se despachaba contra el programa y contra Nelson Castro por "haberle faltado el respeto" al llevar a Enrique Piñeyro en una edición anterior de su programa. Nilda se lamentó de que, en su opinión, Castro haya llevado a gente (Piñeyro) que pretende aparecer como el salvador que tiene la verdad revelada, que no haya respetado el derecho a disentir que tiene la ministra, que haya dado un mensaje apocalíptico y demás lamentos.
Nelson Castro respondió en forma simple y contundente: dijo que le sorprendía que la ministra lo acusara de no respetar la opinión de los demás y de tener el monopolio de la verdad, cuando ella forma parte de un Gobierno que constantemente trata a quienes no están de acuerdo como enemigos.
Pero una de las cosas más grotescas tuvo lugar cuando Nilda manifestó estar ofendida por una frase de Piñeyro (quien había dicho que el colapso del sistema de control aéreo era una violación a los derechos humanos). La ministra escribió muy indignada que no le cabía a Piñeyro el definir una situación como violación de los derechos humanos con el solo fin de avanzar en sus objetivos. Lo que Nilda dice es que sólo le corresponde al Kirchnerato decir cuándo se violan los derechos humanos y cuando no, y que los únicos que pueden hacer aprovechamiento político de los derechos humanos son los kirchneristas.
A esta altura, cuando nos aproximamos al cuarto aniversario del Pingüinato, no se sabe qué es peor: si las cosas que hace Néstor o las barbaridades que se mandan sus adictos cuando tratan de defenderlo (y de defenderse a ellos mismos).
1 Comentarios:
Para estos bolches, el orden jurídico es así:
1) escribimos la sentencia.
2) hacemos el juicio (trámite).
O sea, el paradigma de la INJUSTICIA.
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