martes, 5 de junio de 2007

Desde el otro lado

Luego de las elecciones, tenía pensado escribir algún artículo sesudo y pedante respecto al "panorama electoral" de acá al ballottage, pero cuando leí el artículo de Nómade, pensé en escribir algo en contrapunto, para que ustedes amables lectores tengan el beneficio de las dos campanas.
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Partamos de la base:
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Yo voté a Macri. Y además me robé una boleta de Guillermo Cherashny. Discúlpenme, no pude resistirme...
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Mi preferencia hubiera sido un ballottage entre Macri y Telerman. En lo personal, no tengo nada en contra del Pelado como sí lo tengo en contra de Filmus (y por extensión, del Presidente). Tengo mucho para criticarle a Macri, como para empezar que no acepte que ya su papel es de político y no de "outsider". Eso sin mencionar una diferencia ideológica entre los dos que es irreconciliable. Sin embargo, a mí me parece que tiene mejor perfil de administrador, en comparación a Telerman y Filmus, y esa es una de las razones por las que lo voté.
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Es que en última instancia, nacionalización y Pingüinato aparte, la elección de intendente (cambien el maldito "jefe de Gobierno", por favor) es eso: la elección de la persona que durante cuatro años va a tener a cargo la administración de la ciudad. Sus temas de agenda van a pasar por la recolección de basura, las obras públicas, el tránsito y todos los demás problemas de una mole urbana como Buenos Aires. Todo lo demás, sobre todo la falacia de que "va a volver el modelo de los 90", es cotillón.
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Voté a Macri entre otras cosas porque me parece que Buenos Aires ya lleva once años bajo gobiernos de similar tinte político, y cada uno se mostró más incompetente que el anterior a la hora de resolver los problemas de la ciudad. ¿Por qué digo once años? De la Rúa fue elegido en 1996 y le dejó la intendencia a Olivera hasta el 2000, cuando Ibarra llegó aupado por el Chupete primero, y luego por Néstor en 2003, para ser destituido en 2006 y reemplazado por Telerman. Mal que les pese a algunos, existe continuidad entre los últimos cuatro intendentes de la ciudad.
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Así que me parece al menos gracioso escucharlos presentarse como si hubieran bajado de un plato volador. Si de un lado tengo a alguien que es el último exponente de una línea política que desde 1996 que gobierna Buenos Aires con resultados cada vez más magros, y del otro tengo a alguien que promete una mejor administración (no "acompañar al modelo nacional y popular" u otras promesas grandilocuentes, sino una mejor administración), mi elección está hecha.
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Siempre me molestó un poco la soberbia de los políticos tradicionales respecto de los candidatos que vienen de fuera de "la política", en especial si osan tener alguna conexión con el mundo empresarial. Si hubiera que creerle a los agoreros de siempre, elegir a un empresario sería suicidio colectivo ya que el susodicho usaría el Estado como máquina para beneficiar a sus empresas. Tengamos en mente una cosa: se puede ser bien corrupto y usar el cargo para favorecer negocios propios o de amigos sin ser necesariamente empresario, y de eso la Argentina ha dado numerosas pruebas. Quizás tanta crítica se deba al dicho "el ladrón cree que todos son de su condición"...
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Yendo a otro tema...
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Creo que a lo largo del año que lleva existiendo La Bestia Política he dado numerosas evidencias de mi interés personal (catalogable por algunos como obsesión) por los temas militares y de la defensa. ¿Por qué digo esto? Porque supongamos que se trataran de elecciones nacionales y no locales, y mi único criterio para rechazar a un candidato serían sus propuestas en defensa nacional. Sería cuanto menos una insensatez. Tendría en cuenta las políticas de defensa, pero no me olvidaría de que gobernar un país implica mucho más que comprar fierros. E incluso no votaría a un candidato cuya única propuesta fuera convertir a la Argentina en la primera potencia militar de Sudamérica. Reconozco que me costaría, pero no lo haría.
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¿A qué viene esto? Viene a que la cultura es un aspecto de la función de gobierno, y uno de trascendencia en una ciudad como Buenos Aires. Pero no es lo único: mal que pese, ser intendente de Buenos Aires tiene tanto o más que ver con el bacheo, los subtes y el alumbrado público que con el cable o el Teatro San Martín (dicho sea de paso: ¿Nómade, de donde sacaste esa frase del estacionamiento? Lo digo porque suena MUCHO a campaña sucia...) Creo que los problemas de la Ciudad pasan más por otros lados que por los de la oferta cultural, sobre la cual no se puede decir que esté mal atendida. No es una crítica contra nadie ni pretendo convencer a quien no piense como yo, sólo pongo mi opinión.
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Y antes de que le peguen a Macri por su opinión sobre Ciudad Abierta, recordemos que él ya tuvo su propio canal de cable: Boca TV. Si no me equivoco, Boca TV (y esto lo digo con dolor) tuvo mucha más audiencia que la que tiene Ciudad Abierta, y a pesar de todo el canal no funcionó y hubo que cerrarlo. Así que creo que del tema cable algo entiende Macri. Tal como está Ciudad Abierta, como furgón de cola detrás de la Deutsche Welle y el Canal de las Estrellas, su rating no va a subir. Tal vez su salvación pase por convertirlo en un canal de aire de interés general, en lugar de algo que requiere una inversión enorme para resultados escasos, cosa que por otro lado siempre despierta la sospecha respecto de su carácter de caja política.
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En fin, sólo aportaba mi granito de arena. Piensen y opinen lo que quieran.

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