lunes, 28 de mayo de 2007

La vendetta continúa

Leo con sorpresa en La Nación de hoy que desde el Gobierno se impulsa una reforma del sistema de educación e instrucción de las Fuerzas Armadas, que según quienes la proponen, apunta a un cambio "cultural" (término vago e impreciso) en las instituciones militares.

Lo que, tratándose de este Gobierno en particular, hace recordar al famoso mono con navaja de Los Crímenes de la Calle Morgue. Especialmente teniendo en cuenta que tal reforma quedaría en manos del dream team de Nilda Garré, un equipo que hasta ahora tiene un consistente historial de mear fuera del tarro en todo lo relativo a la defensa nacional.

Vamos por partes: se plantea incorporar materias humanísticas a los programas de estudio del Colegio Militar, la Escuela Naval Militar y la Escuela de Aviación Militar. Tales materias incluirán... ¡adivinaron! Toda la matraca de "derechos humanos" que tanto gusta al CELS y al arco izquierdoso de cabotaje. No sea cosa que a alguien se le ocurra pensar que la década de los '70 terminó hace mucho tiempo...

También se busca revisar la enseñanza de la historia argentina que se imparte a los cadetes, bajo la discutible excusa de que se halla "desactualizada". Pongámoslo así: si hay un sector de la sociedad argentina que no tiene derecho alguno a hablar de "desactualización de la historia", ese sector es el Gobierno y sus amigotes y chupamedias varios, quienes nos someten diariamente a un revival obsesivo de la década del setenta; con el agravante de que la versión que presentan es tan parecida a la realidad como El Señor de los Anillos se parece a la Edad Media. Supongo que pondrán como bibliografía obligatoria los pasquines de Felipe Pigna...

Hay más: las materias de relaciones internacionales promoverían "la unión latinoamericana". Qué quieren decir con esto, no lo sé. Tal vez sea una mayor inclusión de temas de actualidad regional, aunque dada la ideología berreta del kirchnerismo, lo más probable es que sean clases de chavismo teórico y práctico mechado con unas buenas dosis de evomoralismo y un poquitito de castrismo bajas calorías.

Y como si no fuera poco, también se buscaría que los instructores militares sean designados por personal civil, aparentemente porque al Gobierno le preocupa mucho que el bagaje teórico y práctico que aprenden los cadetes durante la instrucción ose existir por fuera del control de la inepta de Nilda Garré. La Nilda, que no puede administrar ni un puesto de la Costanera, va a decidir ahora quién está capacitado para instruir a un cadete sobre tácticas.

Ahora, vayamos al problema de la cuestión.

La educación militar, como todo el sistema educativo de la Argentina (y de eso puede dar fe el colega Gurí Matero), necesita actualización para adecuarse a los tiempos que corren. Las realidades de la problemática militar y de la defensa nacional evolucionan constantemente, y es necesario que la educación e instrucción del personal de las FF.AA. se adapte en consecuencia. Lo ideal sería que el sistema educativo militar forme militares más capacitados y preparados para operar en las misiones que les sean impartidas.

Pero lo que propone el Gobierno no tiene nada que ver con esto. Todo lo contrario: este programa sacado del más putrefacto revanchismo de la década del '70 tiene como único objetivo concreto la continuación de la vendetta material y espiritual que el Gobierno mantiene sobre las Fuerzas Armadas desde el 25 de mayo de 2003. Poco y nada hay en este plan que mejore y promueva el profesionalismo del personal militar, sino todo lo contrario: se apunta a una politización perversa de la educación militar, bajo criterios discutibles y demasiado ideologizados.

Incluso este plan conspiraría contra uno de los slogans del ministerio de Garré: la concepción del militar como "ciudadano de uniforme". En efecto, al insistir constantemente con temáticas como las arriba mencionadas, se trata al militar como un ser que no sale de la misma sociedad que los civiles, y que por tanto se lo debe educar "especialmente".

En su obsesión por el setentismo y su manía de aplicar una política de humillación y desprecio hacia todo lo militar, el Gobierno está poniendo alegremente en riesgo el principal (quizás el único) avance logrado por los gobiernos constitucionales desde 1983 a la fecha: la despolitización de las Fuerzas Armadas.

¿O qué creen que va a pasar cuando en las clases de Historia Argentina se imparta la enseñanza de nuestro pasado de acuerdo al tinte K? ¿O qué creen que va a pasar cuando las clases de relaciones internacionales sólo funcionen bajo la temática chavista? ¿O qué creen que va a pasar cuando los instructores sean seleccionados no por su capacidad profesional sino por abstrusos criterios políticos manejados por personas ajenas a la cuestión?

Parece que Nilda no escarmentó con la crisis de los radares, el incendio del Almirante Irízar y la seguidilla de accidentes aéreos en las tres Fuerzas. No, ella tiene que seguir adelante, batiendo el parche gastado y venenoso de los '70s.

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