sábado, 8 de agosto de 2009

Una semanita loca

Mal, Elisa, muy mal.

Después de haber sido elegida diputada por la Ciudad (cargo al que entró con lo justo y voto a voto), Elisa Carrió ahora dice que se va a mudar a la Provincia de Buenos Aires para militar ahí. Mal, Elisa... mal. Así, la diputada ex-chaqueña y ahora parece que ex-porteña le va a dar pie a los que dicen que no es más que una Kirchner en versión femenina y de centroizquierda.

Ella, que no quiso prestarse con razón a la farsa del diálogo pingüinesco, ahora acaba de dejar la pelota picando en el área para los críticos que tiene, y que cada vez son más.

Rejunte.

Y como si esto no fuera poco, el Acuerdo Cívico y Social empieza a explotar como todo buen club de radicales. Primero Stolbizer contra Carrió, más tarde entra Bullrich a la pelea, después algunos muchachos de la UCR que quieren cortarse solos y finalmente todo remite a esas buenas épocas de peleas intestinas en el radicalismo.

Insisto, siguen dándole pie a los pingüinos para repetir las muletillas.

El PJ, que ahora va a poder insistir en el argumento mafioso de que sólo ellos pueden gobernar el país, de parabienes.

Ingratos

Me revienta esta nueva actitud de hartazgo de los distintos sectores de la oposición respecto del campo. Los capos opositores están actuando como si el campo fuera un colado en la escena política nacional, cuando prácticamente le deben la posición de poder que ahora tienen y que tan mal están aprovechando.

¿Se olvidan que fue el campo el que en seis meses pudo dañar más a los Kirchner que lo que la oposición pudo hacer en cinco años? No hubiera habido 28 de junio de 2009 sin lo que este país vivió entre el 11 de marzo y el 17 de julio de 2008.

Pero no, ahí andan todos los de la oposición, como si ellos solitos hubieran podido ponerle coto a la voracidad del loco y de su señora.

¿Será que les molesta que sólo los dirigentes del campo estén llamando a las cosas por su nombre cuando ellos se prestan a la payasada del diálogo por el chantaje "destituyente" del matrimonio?

Mythbusters.

Pero hay algunas cosas que alegran el ambiente. Y que, de paso, dan una bocanada de aire fresco en medio de tanta podredumbre montochorra.

Que Graciela Fernández Meijide, de entre todas las personas, se atreva a poner en duda el mantra progre de los "30.000 desaparecidos" y reafirme que la cifra de la CONADEP nunca superó los 9.000, es señal de que algo distinto está empezando a surgir en la Argentina.

Recordemos que la cifra de 30.000 incluye a:
  • Carmen Argibay, ministra de la Corte Suprema.
  • Alberto Meade, juez del caso Grassi, que nunca se ocupó de borrar su nombre de la lista porque para él "es un honor" estar mencionado ahí... sin olvidarnos de la indemnización que debe haber cobrado por su aparecida desaparición.
  • 22.000 plaquitas sin ningún nombre en aquel paseo de la memoria que el Tuerto inauguró en Costanera.
  • Innumerables registros cuya única identificación es "Juan", "Juancito" u otros apodos uninominales.
Naturalmente, el progretudismo le salió al cogote a la ojerosa ex-ministra. Se sabe que para la izquierda no hay nada peor que un traidor, así que es de esperarse que a Fernández Meijide la pongan en una heladera vitalicia.

Yo, por las dudas, voy esperando la tapa de Veintitrés en la que la acusen de tener "contactos militares".

Y por si sale el argumento de "aunque hubiera sido uno solo", imagino que eso también es aplicable a la "gesta revolucionaria" de los terroristas, ¿no?

Rodrigazo

Aumentos de 400% en el gas, aumentos en la luz, aumentos en los peajes, aumentos en las expensas de los departamentos, aumentos en el costo de los productos electrónicos, aumentos previsibles en el costo de los transportes... la lista sigue.

¿Alguien pensaba que la fiesta K de precios bajos iba a durar para siempre?

No hay otra ni demagogia que valga, llegó la resaca. Habrá que bancar el dolor de cabeza que sobrevendrá cuando los precios lleguen al nivel que las brutalidades K aplastaron. Nos va a doler, pero es lo que supimos conseguir por haber bancado la fiesta todos estos años.

A llorar a la iglesia. A joderse y a aguantar.

Como a todo demagogo que cree que controlando los precios y patoteando a productores y vendedores las cosas se van a quedar quietitas, a los Pingüinos le llegó la hora del temible sinceramiento.

Veremos si lo soportan o si aprovechan la oportunidad para hacer la gran Zelaya e irse como víctimas de un país que "no merece la revolución que proponen", como dijo el Tuerto cuando la quiso hacer renunciar a la Yegua después del voto de Cobos.

Veremos.

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