Las religiones políticas argentinas
En una columna publicada en el Buenos Aires Herald, James Neilson habla sobre la veneración necrofílica que los argentinos tenemos hacia los líderes que estiraron la pata, un fenómeno que ya hemos visto con Alfonsín, con Perón, con Yrigoyen e incluso con Rosas, y que en estos últimos días trató de ser recreado a raíz del deceso de Néstor Kirchner.
Me intrigó mucho el pasaje de la nota de Neilson en el que afirma que tan arraigada está la devoción por los muertos que los partidos políticos argentinos parecen por momentos ser cultos religiosos. Es una idea que encuentro interesante y que me parece que podría ser profundizada para entender por qué las cosas son como son en este país dejado de la mano de Dios.
Como mínimo, entender las ideologías políticas en la historia argentina como si fueran fenómenos religiosos ayudaría a explicar la ferocidad de las antinomias políticas, que acá tienden a ser vistas no como enfrentamientos de ideología sino como verdaderas cruzadas, y la tendencia del argentino a ver al rival político como un enemigo a aniquilar y no como un adversario. Después de todo, ¿qué creyente podría pensar en convivir con el seguidor de Satanás?
Convengamos también que la concepción religiosa de la política argentina explicaría también la deificación de los muertos y el énfasis que se hace en las presuntas cualidades personales de los muertos ("militancia", "pasión", "compromiso" y demás sarasa) por sobre la coherencia y las ideas. Neilson lo explica en su columna mucho mejor que lo que yo puedo hacerlo, así que les recomiendo su lectura.
Si esta teoría que acá presento de manera más o menos seria pudiera ser realmente comprobada, sería una lamentable y dolorosa muestra de que al menos en su visión de la política la Argentina es un país mucho más primitivo y violento de lo que queremos admitir. No puede haber otro final más que la violencia cuando vemos al contrario como un agente del demonio.
Me intrigó mucho el pasaje de la nota de Neilson en el que afirma que tan arraigada está la devoción por los muertos que los partidos políticos argentinos parecen por momentos ser cultos religiosos. Es una idea que encuentro interesante y que me parece que podría ser profundizada para entender por qué las cosas son como son en este país dejado de la mano de Dios.
Como mínimo, entender las ideologías políticas en la historia argentina como si fueran fenómenos religiosos ayudaría a explicar la ferocidad de las antinomias políticas, que acá tienden a ser vistas no como enfrentamientos de ideología sino como verdaderas cruzadas, y la tendencia del argentino a ver al rival político como un enemigo a aniquilar y no como un adversario. Después de todo, ¿qué creyente podría pensar en convivir con el seguidor de Satanás?
Convengamos también que la concepción religiosa de la política argentina explicaría también la deificación de los muertos y el énfasis que se hace en las presuntas cualidades personales de los muertos ("militancia", "pasión", "compromiso" y demás sarasa) por sobre la coherencia y las ideas. Neilson lo explica en su columna mucho mejor que lo que yo puedo hacerlo, así que les recomiendo su lectura.
Si esta teoría que acá presento de manera más o menos seria pudiera ser realmente comprobada, sería una lamentable y dolorosa muestra de que al menos en su visión de la política la Argentina es un país mucho más primitivo y violento de lo que queremos admitir. No puede haber otro final más que la violencia cuando vemos al contrario como un agente del demonio.
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