Los escombros de Néstor
Si hay algo que queda claro a dos semanas de la entrada de Néstor Kirchner al Valhalla Nac&Pop, es que su muerte dinamitó el sistema político argentino y que todavía estamos esperando a que los escombros caigan para ver qué se mantiene y qué cambió.
Que estén haciendo patéticos intentos de armar un culto berreta a la personalidad de Néstor a través de ponerle su nombre a avenidas, obras públicas, edificios y torneos de fútbol indica una necesidad espantosa de mantener vivo al muerto, bien a tono con esa necrofilia tan argentina y peronista que tenemos.
Quizás sea porque la heredera del muerto no está haciendo un gran trabajo de mantener alineada a la tropa. Como se cansaron de decir por estos días, a Cristina no le interesa mucho el rosqueo político diario, no le da por ir con la libretita de Néstor a todas partes y lo suyo no es llamar a diputados y gobernadores para que se queden en la fila. Ella está para lo bello, para las cumbres internacionales, para darle cátedra a los países del G-20 sobre la importancia de diagnosticar correctamente las enfermedades económicas cuando su propio gobierno niega la existencia de la inflación.
Y se nota esa falta de interés, porque la tropa se le está retobando y desbandando. Para empezar, el hecho de que los ministros estén peleándose públicamente y desautorizándose los unos a los otros, cosa que era impensable en tiempos del Virolo que les hacía pedir permiso hasta para ir al baño. De no ser porque los que pagamos las consecuencias del debate somos aquellos a los que la plata cada día nos rinde menos, sería cómico ver a Boudou y a Aníbal Fernández peleándose por la existencia o no de la inflación y su impacto.
Ni hablar de cómo ya parece imposible contener los espasmos de nuestro Gansiller (me gustó ese título que le pusieron en El Opinador Compulsivo) Héctor Twitterman, que anda ahora de muchacho de unidad básica gritando "Andate Cobos la puta que te parió" y escribiendo "Para Cristina la reelección".
Después está el bochorno del debate presupuestario en Diputados. Seamos honestos y no nos hagamos los sorprendidos ante las acusaciones de que el Gobierno anda de shopping por el Congreso. Lo que sí nos tiene que sorprender es que ni siquiera el abuso de la Banelco les sirvió a los kirchneristas para hacer pasar uno de sus presupuestos dibujados que antes salían como por un tubo. Un traspié que indica que la máquina política del kirchnerismo está chirriando. Y naturalmente que chirría la máquina; tan antinatural y perversa era que sólo la podía hacer funcionar un tipo que terminó muriendo por el esfuerzo de mantenerla activa.
Ni hablemos de la oposición, que bastante le costaba encontrarse el culo con Google Earth cuando Néstor estaba vivo y que ahora parece haber tenido otra lobotomía más. Triste espectáculo el que dan jefes de bloque que no saben qué están haciendo sus diputados, el de esos mismos diputados que de pronto tienen urgencias médicas (me mató lo del peronista disidente Alfredo Atanasof diciendo que le había dado un ataque de afasia) o el de supuestos correligionarios que se echan en cara pactos de hace quince años. Así les va.
No es mucho lo que se puede decir y no es nada nuevo, pero es lo que hay. Los escombros siguen cayendo y todavía no sabemos dónde van a quedar.
Que estén haciendo patéticos intentos de armar un culto berreta a la personalidad de Néstor a través de ponerle su nombre a avenidas, obras públicas, edificios y torneos de fútbol indica una necesidad espantosa de mantener vivo al muerto, bien a tono con esa necrofilia tan argentina y peronista que tenemos.
Quizás sea porque la heredera del muerto no está haciendo un gran trabajo de mantener alineada a la tropa. Como se cansaron de decir por estos días, a Cristina no le interesa mucho el rosqueo político diario, no le da por ir con la libretita de Néstor a todas partes y lo suyo no es llamar a diputados y gobernadores para que se queden en la fila. Ella está para lo bello, para las cumbres internacionales, para darle cátedra a los países del G-20 sobre la importancia de diagnosticar correctamente las enfermedades económicas cuando su propio gobierno niega la existencia de la inflación.
Y se nota esa falta de interés, porque la tropa se le está retobando y desbandando. Para empezar, el hecho de que los ministros estén peleándose públicamente y desautorizándose los unos a los otros, cosa que era impensable en tiempos del Virolo que les hacía pedir permiso hasta para ir al baño. De no ser porque los que pagamos las consecuencias del debate somos aquellos a los que la plata cada día nos rinde menos, sería cómico ver a Boudou y a Aníbal Fernández peleándose por la existencia o no de la inflación y su impacto.
Ni hablar de cómo ya parece imposible contener los espasmos de nuestro Gansiller (me gustó ese título que le pusieron en El Opinador Compulsivo) Héctor Twitterman, que anda ahora de muchacho de unidad básica gritando "Andate Cobos la puta que te parió" y escribiendo "Para Cristina la reelección".
Después está el bochorno del debate presupuestario en Diputados. Seamos honestos y no nos hagamos los sorprendidos ante las acusaciones de que el Gobierno anda de shopping por el Congreso. Lo que sí nos tiene que sorprender es que ni siquiera el abuso de la Banelco les sirvió a los kirchneristas para hacer pasar uno de sus presupuestos dibujados que antes salían como por un tubo. Un traspié que indica que la máquina política del kirchnerismo está chirriando. Y naturalmente que chirría la máquina; tan antinatural y perversa era que sólo la podía hacer funcionar un tipo que terminó muriendo por el esfuerzo de mantenerla activa.
Ni hablemos de la oposición, que bastante le costaba encontrarse el culo con Google Earth cuando Néstor estaba vivo y que ahora parece haber tenido otra lobotomía más. Triste espectáculo el que dan jefes de bloque que no saben qué están haciendo sus diputados, el de esos mismos diputados que de pronto tienen urgencias médicas (me mató lo del peronista disidente Alfredo Atanasof diciendo que le había dado un ataque de afasia) o el de supuestos correligionarios que se echan en cara pactos de hace quince años. Así les va.
No es mucho lo que se puede decir y no es nada nuevo, pero es lo que hay. Los escombros siguen cayendo y todavía no sabemos dónde van a quedar.
1 Comentarios:
¡Ojalá que no le den en la cabeza a nadie! No quisiera soportar otro deceso. Hace tiempo que no pasaba por acá y la verdad que me dejás satisfecha. Me gustó mucho esta entrada. Una buena síntesis acompañada de un tono agradablemente picante ;)
Saludos!
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