sábado, 3 de marzo de 2012

Deseos cumplidos

Dicen que los chinos solían recomendar que tuvieras cuidado con lo que deseabas porque podía convertirse en realidad.

En cierto sentido, bendigo el hecho de que hoy en día nos esté gobernando la perra rabiosa que el jueves alcanzó proporciones cuasicastristas con su perorata demencial de más de tres horas frente a la corte de aplaudidores y chirolitas del Congreso.

No crean que me volví kirchnerista, por favor. No saqué turno para la lobotomía todavía y no sé si me la cubre la prepaga.

No, lo digo porque por primera vez en la historia la sociedad argentina se ha dado todos los gustos sin que al proveedor le haya sido posible rajarse antes de la catástrofe. Esta vuelta no hay golpe de Estado para que la culpa la asuman después los que portan charreteras, ni elecciones perdidas a manos de radicales demasiado imbéciles como para no estrellarse un helado en la frente y quedar sindicados como culpables de todos los males.

Esta vez, los que crearon y amamantaron a la bestia la van a tener que cuidar durante los próximos cuatro años. Y el pueblo argentino que la pidió se va a tener que hacer cargo de todas sus consecuencias.

La sociedad argentina quiso que pagando boletos a precios casi simbólicos tuviera trenes y subtes baratos, rápidos, cómodos, seguros y puntuales. Esa ecuación, lamentablemente, no cierra y su resultado no tiene entidad en el campo de los números reales, por lo cual sólo se pudo cumplir la primera parte de la fórmula, la de los boletos a precios insignificantes. Y eso es hasta ahí nomás, como podrá claramente entenderlo cualquier persona que sepa que no existe tal cosa como un almuerzo gratis y que los subsidios no los aporta Papá Noel sino que salen, entre otras cosas, del 21% adicional que pagamos por cualquier producto y servicio en esta tierra de promisión.

¿Qué sacamos de ese deseo? Trenes obsoletos, con condiciones inhumanas, inseguros, lentos, demorados, con estaciones que se caen a pedazos y vías que parecen fosilizadas, y subtes que no andan muy lejos de esa condición. Felicitaciones, Argentina, tuviste tu deseo. Ahora disfrutalo.

Ese proceso y esas consecuencias también los podemos repetir en otros servicios: quisimos nafta barata y ahora estamos rasqueteando el fondo del barril de reservas. Quisimos luz y gas baratos y ahora tenemos la perspectiva de los cortes programados y una fangotada de guita para comprar gas licuado en el exterior. Felicidades, ahí lo tenemos.

La sociedad argentina también se enloqueció con la creencia mística y pelotuda en "la juventud". De golpe, parecía como que la solución a todo pasaba por dejarle las cosas a una nueva generación con ideas nuevas y perspectivas frescas que pudiera salir del fracaso de sus predecesores. En rigor de verdad, esta creencia no está mal en principio, más si se tiene en cuenta que la clase política argentina está repleta de carcamanes primitivos e ignorantes atornillados a la función pública desde hace décadas, y que es imperativo que sea reemplazada por gente capacitada, con energía y preparada.

Pero una cosa muy distinta es pensar que la simple condición de pendejitud basta y sobra, y créanme porque con 27 pirulos algo sé de la pelotudez en la que vive buena parte de la juventud argentina. Así nos llenamos de camporitas y otros licenciados en militancia, iletrados funcionales pero expertos en batucada y con programas de pasantías en transa política y repetición de consignas ideológicas idiotas, todo para cubrir con un manto de piedad las ganas que tienen de pasársela de joda chupando y encamando. Así es que Aerolíneas pierde dos millones de dólares por día y la administración pública camporizada es todavía más incompetente que lo habitual para los estándares argentinos.

Ese culto a la juventud deriva también de un mito perverso que la sociedad argentina eligió creer acerca de una presunta "generación perdida", consistente en la manga de pendejos ensoberbecidos y mesiánicos que mataron y se hicieron matar en los '70 en pos del sueño delirante de la revolución socialista. Cuando una banda de delincuentes y cínicos se hizo pasar por sobrevivientes y herederos morales y espirituales de esa generación, buena parte de la sociedad vio la posibilidad de cumplir con ese sueño y les allanó el camino al poder.

Bueno, acá tenemos los resultados de la generación maravillosa en el poder. Tenemos inflación. Tenemos inseguridad. Tenemos corrupción a granel. Tenemos incompetencia administrativa y ejecutiva. Tenemos tendencias totalitarias desde el poder. Tenemos una perversión de la educación en todos los niveles. Tenemos degradación moral y pública. Tenemos infinidad de pequeños tiranos jodiéndonos la vida por todos lados. Tenemos regulaciones estúpidas y contraproducentes. Tenemos una obsesión con "el relato" en desmedro de la realidad.

Ahí los tenemos. A disfrutarlos.

Y la señora después dice que no sabe si quiere quedarse o no. Que se quede. Hasta la última hora del último día. Que diga que deja jirones de su vida en el camino como la Eva, esa otra perra mayor a la que tanto admira, pero que se quede y se banque hasta el último quilombo que provocó. Que no raje como rata por tirante para venir después como si nada hubiera pasado.

Y que la sociedad argentina se lo banque hasta el final. Pidió lo que quiso y le dieron lo que pidió. Ahora hay que tomarse hasta la última gota del menjunje como unos duques. Insisto como siempre insisto con este tema: las sociedades merecen lo que tienen y no van a tener nada mejor hasta que no lo merezcan. Cuando la sociedad argentina demuestre que valora la democracia, la república, la institucionalidad y el respeto a la ley, entonces los tendrá, pero que no espere que caigan del cielo o que se los den por ser un presunto "derecho". Un buen paso sería empezar por admitir que no se puede construir nada firme, duradero o estable sobre la premisa de que las leyes son de cumplimiento optativo.

Quizás entonces hayamos aprendido que el autoritarismo, la demencia, la tiranía y la devastación nacional no vienen sólo de uniforme sino que pueden portar traje o incluso un trajecito negro de duelo.

5 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Mayor Paine, no puedo estar más que de acuerdo. Todo esto no vino de la noche a la mañana, pero dentro de unos meses muchos de los que votaron a la Kretina van a tratar de autojustificarse con el conocido "yo no la voté". No hay excusas, a esta la votó el 54% del electorado que concurrió a votar en octubre de 2011 y esta gente está hace casi 10 años en el poder, así que nadie puede darse por desentendido.

Pero siento algo que en alemán se llama "schadenfreude": alegría por la desgracia ajena. Porque el desastre lo pagará esta gente que (des)gobierna y habrá FF.AA. u oposición que los salve.

Andrés

P.D.: Del 19/2 al 24/2 inclusive estuve de vacaciones en Chile por 6 días y en las ciudades de Santiago y Viña del Mar. Todo lo resumo en una sola palabra: PROGRESO. Pero progreso en serio.

Cuando bajé del avión en Ezeiza, tenía la sensación de volver de EE.UU. o de Europa y no de Chile. El contraste es desolador, a solo poco menos de dos horas de vuelo desde Buenos Aires.

6:10 p. m.  
Blogger San dijo...

Impecable, impresionante y, al mismo tiempo, muy triste.

Pero bueno, si es la única forma que los argentinos entiendan que la prosperidad sólo se alcanza por una sociedad abierta, con un gobierno limitado, con mercados libres y LABURANDO, que vengan 4 u 8 años más de kirchnerismo.

Porque...esto no es más que el sentir golpista y el deseo de mano dura que antes se veía en el apoyo a los golpes militares, pero ahora en un gobierno civil.

Si esto es lo que hace falta, que venga. Va a ser muy doloroso, pero tal vez sea como una operación o tratamiento de esos que te hacen mierda pero, al final, te salvan la vida.

Lo genial va a ser que el ladriprogresismo va a quedar tan denostado que se van a tener que esconder abajo de las piedras. Los progresistas de a pié, porque los políticos se van a reinventar como derechistas o neocons!

9:19 p. m.  
Blogger Fede dijo...

Mayor, este post es para imprimir, enmarcar y colgar en la pared. Impecable.

1:12 p. m.  
Anonymous carancho dijo...

Mayor, absolutamente de acuerdo.
Lástima que se nos va la vida esperando el cambio.
Por lo demás, a disfrutar lo que un 54% de asnos decidió.

2:36 p. m.  
Blogger Camila dijo...

Me parece que lo único que podemos hacer es esperar a las próximas elecciones. Yo también he estado en Chile y verdaderamente hay mucho progreso allí. Cuando regrese con los Vuelos a
Buenos Aires
tuve que volver a la realidad de nuestro país

12:44 p. m.  

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