sábado, 21 de abril de 2012

El relato orwelliano

A la luz de todo lo que hemos visto con YPF y demás volteretas del kakismo, tenemos que recordar que 1984 fue una advertencia, por más que muchos insistan en tomarlo como un manual con instrucciones.

(...) En este momento, por ejemplo, en 1984 (si es que era 1984), Oceanía estaba en guerra con Eurasia y aliada con Estasia. Ni en público ni en privado se admitía jamás que las tres potencias habían estado alineadas de distinta forma. En realidad, como bien lo sabía Winston, hacía sólo cuatro años Oceanía había estado en guerra con Estasia y aliada con Eurasia. Pero esa era sólo una pieza de conocimiento furtivo que poseía porque su memoria no había sido puesta bajo control de manera satisfactoria. Oficialmente, el cambio de socios nunca había ocurrido. Oceanía estaba en guerra con Eurasia: por lo tanto, Oceanía siempre había estado en guerra con Eurasia. El enemigo del momento siempre representaba el mal absoluto, y de ahí se seguía que cualquier acuerdo pasado o futuro con él era imposible.

Lo verdaderamente espantoso, reflexionó él por millonésima vez mientras hacía esfuerzos dolorosos para llevar sus hombros hacia atrás (con las manos en las caderas, ellos estaban girando sus cuerpos desde la cintura, un ejercicio que se suponía bueno para los músculos de la espalda)-- lo verdaderamente espantoso era que podía ser todo verdad. Si el Partido podía estirar su mano hacia el pasado y decir que tal o cual evento
jamás había sucedido-- ¿no era eso ciertamente algo más espeluznante que la mera tortura y la muerte?

El Partido decía que Oceanía jamás había sido aliada de Eurasia. Él, Winston Smith, sabía que Oceanía había estado aliada con Eurasia hacía apenas cuatro años. ¿Pero dónde existía ese conocimiento? Sólo en su propia conciencia, la cual de todos modos sería pronto aniquilada. Y si todos los demás aceptaban la mentira que el Partido imponía, si todos los registros contaban el mismo relato, entonces la mentira pasaba a la historia y se convertía en verdad. "Quien controla el pasado", rezaba el slogan del Partido, "controla el futuro; quien controla el presente, controla el pasado". Y sin embargo el pasado, aún maleable por naturaleza, jamás había sido alterado. Lo que era verdad hoy era verdad desde la eternidad hasta la eternidad. Era muy simple. Todo lo que se necesitaba era una interminable serie de victorias sobre la propia memoria. "Control de la realidad", lo llamaban; en Neolengua, "doblepensar".


Parte I, Capítulo 3


Parecía ser que hasta hubo manifestaciones para agradecerle al Gran Hermano por haber aumentado la ración de chocolate a veinte gramos por semana. Y apenas había sido ayer, reflexionó él, que se anunció que la ración sería reducida a veinte gramos semanales. ¿Podía ser posible que se tragaran eso, después de sólo veinticuatro horas? Sí, se lo tragaban. Parsons se lo tragaba fácilmente, con la estupidez de un animal. La criatura desprovista de ojos que se sentaba en la otra mesa se lo tragaba de forma fanática y apasionada, con un deseo furioso de rastrear, denunciar y evaporar a cualquiera que se atreviera a sugerir que la semana pasada la ración había sido de treinta gramos. Syme, también-- de forma más compleja, haciendo uso del doblepensar, Syme se lo tragaba. ¿Era él, entonces, el único que poseía memoria?

Las fantásticas estadísticas continuaban manando de la telepantalla. En comparación con el año pasado, había más comida, más viviendas, más muebles, más utensilios de cocina, más combustible, más barcos, más helicópteros, más libros, más bebés... más de todo excepto enfermedad, delincuencia e insanía. Año a año y minuto a minuto, todos y todo ascendían a ritmo vertiginoso. Al igual que lo había hecho Syme, Winston había tomado su cuchara y revolvía el pálido potaje sobre la mesa, usando una buena parte del mismo para hacer un diseño. Meditó con resentimiento sobre la textura física de la vida. ¿Siempre había sido así? ¿Siempre había tenido la comida el mismo sabor? Miró alrededor del comedor. Un cuarto de techo bajo y repleto, con paredes mugrientas a causa del contacto de innumerables cuerpos, mesas y sillas metálicas y abolladas, puestas tan cerca unas de otras que los codos se tocaban al comer, cucharas dobladas, bandejas gastadas, toscas tazas blancas; todas las superficies grasientas, mugre en cada grieta, y un hedor amargo y compuesto por mala ginebra y mal café y guisos de sabor metálico y ropas sucias. Siempre había en el estómago y en la piel una especie de protesta, una sensación de que se le había privado a uno de algo a lo que tenía derecho. Era cierto que no tenía memorias de algo significativamente distinto. En todas las épocas que él podía recordar con exactitud, nunca había suficiente para comer, nunca había tenido medias o ropa interior que no estuvieran repletas de agujeros, los muebles siempre habían estado gastados y al borde de romperse, los dormitorios siempre habían carecido de calefacción, los subterráneos siempre habían estado atestados, las casas siempre se estaban desmoronando, el pan siempre estaba oscuro, el té siempre era escaso, el café siempre había tenido un sabor inmundo, los cigarrillos nunca habían alcanzado-- nada había de barato y abundante excepto la ginebra sintética. Y aunque, desde luego, se tornara peor conforme envejeciera el cuerpo de uno, ¿no era una señal de que NO era el orden natural de las cosas, si el corazón de uno se enfermaba ante la incomodidad y el polvo y la escasez, los interminables inviernos, las medias pegajosas, los ascensores que nunca funcionaban, el agua fría, el jabón sucio, los cigarrillos que se deshacían, la comida con sus extraños y perversos sabores? ¿Por qué debía uno sentir que era intolerable a menos que se tuviera alguna especie de memoria ancestral de que las cosas habían sido diferentes alguna vez?


Parte I, Capítulo 5

Es necesario que un miembro del Partido no sólo tenga las opiniones correctas, sino también los instintos correctos. Muchas de las creencias y actitudes que se le exigen no son nunca planteadas abiertamente, y no podrían serlo sin dejar al descubierto las contradicciones inherentes al Ingsoc. Si es una persona naturalmente ortodoxa ("bienpensante" en Neolengua), en todas circunstancias sabrá, sin detenerse a pensarlo, cuál es la creencia correcta o la emoción deseada. Pero en cualquier caso un elaborado entrenamiento mental, emprendido en la infancia y concentrado en los términos de Neolengua "nodelito", "blanconegro" y "doblepensar", lo volverá renuente e incapaz de pensar con profundidad en cualquier tema. Se espera de un miembro del partido que no tenga emociones privadas o pausas a su entusiasmo. Se supone que debe vivir en un continuo frenesí de odio hacia los enemigos exteriores y los traidores domésticos, triunfos sobre las victorias y autohumillación ante el poder y la sabiduría del Partido. El descontento que genera esta existencia insípida y nada satisfactoria es deliberadamente desviado hacia el exterior y disipado mediante recursos tales como los Dos Minutos de Odio, y las especulaciones que podrían llevar a una actitud escéptica o rebelde son eliminados con antelación por la disciplina interior tempranamente adquirida. La primera y más sencilla etapa de esta disciplina, que puede ser enseñada incluso a los niños pequeños, es llamada en Neolengua "nodelito". Nodelito significa la facultad de detenerse, como por instinto, en el umbral de cualquier pensamiento peligroso. Incluye el poder de no comprender las analogías, de ser incapaz de percibir errores de lógica, de no comprender las proposiciones más sencillas si son hostiles al Ingsoc, y de aburrirse y sentir repelencia por cualquier tren de pensamiento que pueda ir en dirección a la herejía. En resumen, nodelito es una estupidez preventiva. Pero no alcanza con la estupidez. Por el contrario, la ortodoxia en su sentido más pleno exige un control sobre los propios procesos mentales que sea tan completo como el que tiene un contorsionista sobre su cuerpo. La sociedad oceánica descansa en última instancia en la creencia de que el Gran Hermano es omnipotente y que el Partido es infalible. Pero dado que en realidad ni es omnipotente el Gran Hermano ni es infalible el Partido, es necesaria una flexibilidad incansable y constante hacia el tratamiento de los hechos. La palabra clave aquí es "blanconegro". Como tantas otras palabras en Neolengua, esta palabra tiene dos significados mutuamente contradictorios. Aplicada a un oponente, significa el hábito de proclamar con desfachatez que lo negro es blanco, contradiciendo los hechos evidentes. Aplicada a un miembro del Partido, significa una leal disposición a decir que lo negro es blanco cuando lo exige la disciplina partidaria. Pero también significa la habilidad de CREER que lo negro es blanco, y aún más, la de SABER que lo negro es blanco, y de olvidar que alguna vez se creyó lo contrario. Esto exige una continua alteración del pasado, la cual es posible mediante el sistema de pensamiento que en realidad abarca a todos los demás y que se conoce en Neolengua como "doblepensar". La alteración del pasado es necesaria por dos razones, una de las cuales es subsidiaria y, por así decirlo, preventiva. La razón subsidiaria es que el miembro del Partido, al igual que el proletario, tolera las actuales condiciones en parte porque carece de cualquier estándar de comparación. Se le debe separar del pasado, tanto como se le debe separar de cualquier país extranjero, porque es necesario que crea que está mejor que sus ancestros y que el nivel promedio de confort material está en permanente crecimiento. Pero una razón mucho más importante para el reajuste del pasado es la necesidad de salvaguardar la infalibilidad del Partido. No es sólo cuestión de que los discursos, estadísticas y archivos de todo tipo deban ser constantemente actualizados para que muestren que las predicciones del Partido han sido correctas en todos los casos. También se trata de que ningún cambio en la doctrina o en el alineamiento político puede ser admitido jamás. Cambiar la propia opinión, o incluso la propia política, es una admisión de debilidad. Si, por ejemplo, Eurasia o Estasia (sea cual fuere) es el enemigo hoy, entonces ese país debe haber sido siempre el enemigo. Y si los hechos dicen lo contrario, entonces los hechos deben ser alterados. Es así que la historia es constantemente reescrita. Esta falsificación diaria del pasado, llevada a cabo por el Ministerio de la Verdad, es tan necesaria para la estabilidad del régimen como la labor de represión y espionaje desempeñada por el Ministerio del Amor. La mutabilidad del pasado es el postulado central del Ingsoc. Los eventos pasados, se afirma, carecen de existencia objetiva, y sólo sobreviven en registros escritos y en los recuerdos humanos. El pasado es aquello que dicen los registros y los recuerdos. Y ya que el Partido tiene pleno control de los registros y también de las mentes de sus miembros, se deduce que el pasado es lo que sea que el Partido quiere. Y también se deduce que aunque el pasado es alterable, nunca ha sido alterado en alguna instancia específica. Porque cuando se lo ha recreado en la forma que se necesita para la ocasión, entonces esta nueva versión ES el pasado, y nunca podría haber existido un pasado distinto. Esto se mantiene aún cuando, como suele suceder, el mismo evento debe ser alterado hasta lo irreconocible varias veces en el transcurso de un año. En todo momento está el Partido en posesión de la verdad absoluta, y es claro que lo absoluto nunca podría haber sido distinto de lo que es ahora. Quedará claro que el control del pasado depende sobre todo del entrenamiento de la memoria. Asegurarse de que todos los registros escritos coincidan con la ortodoxia del momento es una cuestión meramente mecánica. Pero también es necesario RECORDAR que los eventos ocurrieron en la forma deseada. Y si es necesario reacomodar las memorias propias o alterar los registros escritos, entonces es necesario OLVIDAR que eso fue lo que se hizo. El truco para lograr esto puede ser aprendido al igual que cualquier otra técnica mental. Es aprendido por la mayoría de los miembros del Partido, y ciertamente por todos aquellos que son tan inteligentes como ortodoxos. En la Viejalengua se lo llama con franqueza "control sobre la realidad". En Neolengua se lo llama doblepensar, aunque doblepensar abarca muchas otras cosas también. Doblepensar significa el poder de sostener dos creencias contradictorias en la propia mente y de forma simultánea, aceptando ambas. El intelectual del Partido sabe en qué dirección deben ser alteradas sus memorias; por tanto, sabe que está haciendo trucos con la realidad; pero mediante el empleo del doblepensar también se satisface de saber que la realidad no ha sido violada. El proceso debe ser consciente, o de lo contrario no se llevaría a cabo con la suficiente precisión, pero también debe ser inconsciente, porque si no traería una sensación de falsedad y por tanto de culpa. El doblepensar está en el mismísimo corazón del Ingsoc, ya que el acto esencial del Partido es usar un engaño consciente a la vez que se retiene la firmeza de propósito que acompaña a la plena honestidad. Decir mentiras deliberadas creyendo genuinamente en ellas, olvidar cualquier hecho que se ha tornado inconveniente, y luego, cuando se lo vuelve a necesitar, rescatarlo del olvido por el tiempo necesario, negar la existencia de la realidad objetiva mientras se tiene en cuenta la realidad que uno mismo niega-- todo esto es indispensablemente necesario. Incluso para usar la palabra doblepensar es necesario ejercitar el doblepensar. Al usar la palabra se admite que se está alterando la realidad; mediante un nuevo acto de doblepensar se borra este conocimiento; y así hacia el infinito, con la mentira siempre un salto por delante de la verdad. En última instancia, es mediante el doblepensar que el Partido ha sido capaz-- y por lo que sabemos, puede seguir siéndolo por miles de años-- de detener el curso de la historia.

Parte II, capítulo 9

* * *

Hasta la próxima.

5 Comentarios:

Anonymous carancho dijo...

Sabe, Mayor, yo tengo una pequeña esperanza.
Pese a los cretinos que nos gobiernan, empeñados en cambiar de paradigma a cada rato, en vender pescado podrido, no creo que esta payasada derive en algo al estilo de 1984, o Cuba.
Son demasiado toscos, demasiado básicos. Sus defensores son imbéciles, o rapiñan de alguna caja. No los empuja una ideología, sólo codicia.
Pero, por las dudas, tengo mi pasaporte europeo siempre a mano...
Saludos.

8:31 a. m.  
Blogger Mayor Payne dijo...

Lo dice bien, Carancho, son demasiado básicos. Los impulsa básicamente la codicia, aunque le agrego el resentimiento. No llega a 1984 ni por accidente, pero fíjese que igual están presentes muchos de los mecanismos mentales para mutilar la realidad hasta que encaje con el Relato... y si no, fíjese en las contorsiones que hacen para tratar de quedar siempre bien parados.

Saludos!

4:12 p. m.  
Blogger Andy dijo...

No se sabe nada de la interna del Partido de 1984, pero parece que no es la bolsa de gatos traidores,corruptos e incluso asesinos que es el Peronismo...

7:20 p. m.  
Blogger San dijo...

Como dijo alguna vez Benegas, lo único que impide que hagan algo más como Cuba o Venezuela es que aman vivir en Puerto Madero y darse grandes lujos.

Ahora, hay una gran dosis de doblepensar y modificación propia de la realidad en los kirchneristas gratuitos. Bah, capaz que solamente funciona mientras puedan comprarse la blackberry y alguna que otra pelotudez.

Lo que es cierto y que se aplica mucho en Argentina es aislar a las personas del resto del mundo, para que no puedan hacer ningún tipo de comparación y piensen que "este es el mejor momento del país en los últimos 200 años". Un viajecito al extranjero te muestra en dos días lo atrasado que está el país, viendo cosas tan simples como los edificios, el parque automotor, los trenes y la infraestructura.

Qué clara que la tenía Orwell.

12:05 a. m.  
Blogger Mayor Payne dijo...

Andy, acordate que la Señora quería ser "una genia" así hacía "desaparecer a unos cuantos"... más 1984 que eso no podía ser...

San, lo del doblepensar kakal es impresionante, fijate que no lográs que admitan que fueron culo y calzón con Repsol hasta hace un mes nomás, o que hasta la semana pasada ellos negaban que existiera una crisis energética... lo peor es que eso lo dicen las primeras líneas y después lo compran los militontos como si fuera el Evangelio.

Y respecto del aislamiento, es tremendo y es de siempre... creo recordar que Balbín, a quien tienen por gran figura vaya uno a saber por qué, se enorgullecía de no haber salido nunca del país. Hay un aislamiento mental que en algunas cuestiones alcanza proporciones norcoreanas.

Y sí, Orwell era tremendo; el estilo de vida que llevan los kapangas kakales recuerda bastante al "todos los animales son iguales, pero algunos animales son más iguales que otros" de Rebelión en la Granja...

Saludos!

11:32 p. m.  

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