sábado, 15 de julio de 2006

Las seis falacias de la Senadora

El último miércoles, sin tener nada más importante que hacer, me quedé viendo en vivo y en directo por Canal 7 la sesión del Senado en la que trataban el tema de los superpoderes para el Jefe de Gabinete. Como fue el caso en la última sesión del Senado (ya oportunamente comentada en La Bestia Política), la estrella de la noche fue Cristina Elisabeth Fernández de Kirchner, quien además reviste como "primera ciudadana".

En honor a la verdad, debo reconocer que los colegas de la Primera Ciudadana fueron tan generosos como ella en la extensión de sus discursos, sin importar el reglamento de la cámara. El discurso de la Primera Ciudadana contuvo los elementos fundamentales del "estilo K": agresión, descalificación, recurso al pasado, sarcasmo y argumentos falaces. En esta oportunidad, me quería ocupar de las falacias usadas por la Senadora en su discurso y que constituyen la base de su argumento.

PRIMERA PARTE: EL RACCONTO HISTÓRICO

Buena parte de la primera hora de su discurso fue usada para recordar anteriores concesiones de poderes extraordinarios, especialmente durante los gobiernos de De la Rúa y Duhalde, así como la reacción de la prensa "flamígera" (Cristina dixit). Cuando trató los poderes extraordinarios que el Congreso otorgó a De la Rúa en marzo de 2001 -durante esa pequeña crisis que ya anunciaba lo que se iba a dar en diciembre-, la Senadora atacó duramente que se le hayan dado poderes a De la Rúa y a su ministro Cavallo en virtud de la calidad de estas personas, a lo que agregó sarcásticamente que la prensa jamás llamó "superpoderes" a esa delegación legislativa. Incluso agregó, a modo dramático, que faltó que les hubieran dado poderes para fusilar por la espalda a los argentinos.

Posteriormente, la Senadora se ocupó de las facultades extraordinarias concedidas a Duhalde en 2002, atacando además la "cortina de humo" que en ese momento tapaba la discusión: la derogación de las leyes de Quiebras y de Subversión Económica (inserte aquí la crítica de rigor al FMI). Por supuesto que el Gobierno jamás usa cortinas de humo, sólo discute estos temas en medio del Mundial.

Primera falacia de la Senadora: las facultades extraordinarias que en marzo del 2001 el Congreso, con gran resistencia por parte de sus miembros, otorgó al Poder Ejecutivo, estaban contempladas por la Constitución en su Artículo 76. Mal que nos pese a todos a cinco años del colapso delarruista, los poderes extraordinarios eran constitucionales y legales y el Presidente tenía la facultad de solicitarlos. Cabe agregar que se siguieron los procedimientos legislativos que correspondían. Los poderes que está solicitando -reasignar partidas presupuestarias a voluntad- no son constitucionales: el Jefe de Gabinete, según la Constitución, sólo envía el proyecto de Ley de Presupuesto al Congreso y la ejecuta una vez sancionada. No puede modificarla.

Segunda falacia de la Senadora: La principal objeción de la Senadora estaba en la calidad humana de De la Rúa y Cavallo. Mal que nos pese a todos, en ese momento De la Rúa (créalo o no) era el Presidente de la Nación, al igual que lo es el Señor Esposo de la Primera Ciudadana hoy, independientemente de la incompetencia supina que demostró De la Rúa durante su breve mandato. Atacar a una persona para criticar un argumento se llama "argumentum ad hominem". En realidad no se puede culpar a la Senadora: la falacia ad hominem es una clásica herramienta de la política argentina y es algo que todos, inclusive quien esto escribe, hemos hecho alguna vez. Que todos lo hagamos no quita que sea incorrecto o falso el argumento. Y si el Presidente y Alberto Fernández fueran dechados de bondad, total competencia e intachable honestidad, los poderes que piden serían igualmente objetables y criticables.

Tercera falacia de la Senadora: Cuando criticó los poderes otorgados a Duhalde, se olvidó de mencionar la situación de la Argentina en 2002, un hecho curioso ya que Su Esposo siempre habla del "país en llamas", del "infierno del que recién estamos saliendo" y otras metáforas coloridas. En ese contexto, y si le sumamos la debilidad institucional en la que quedó la Presidencia y toda la Argentina después de que cayó Fernandito, podían contemplarse delegaciones de emergencia.

SEGUNDA PARTE: EL ASOMBROSO GIRO DE 180 GRADOS

Pero ahora viene la gran transformación: los superpoderes, que eran tan objetables, innecesarios y lamentables, y que se les habían dado a personajes tan nefastos de la Historia Argentina para eterno perjuicio del pobre y sufrido Pueblo de la Nación...¡ahora se convierten en instrumentos normales, imprescindibles y necesarios para el buen gobierno, legitimados por la práctica política de los últimos veinte años! El Congreso deja de ser el villano que entregó todo a los incompetentes y corruptos y pasa a ser el villano que le niega las herramientas necesarias a Nuestro Presidente. La prensa, que tuvo la actitud criminal de no criticar los superpoderes en el pasado, pasa a tener la actitud criminal de criticar que un gobierno los pida ahora porque son "tan necesarios para gobernar".

La senadora también comparó los poderes concedidos en el pasado, enumerando las facultades transferidas al Ejecutivo, con los que ella está pidiendo ahora, aunque fue lo bastante astuta como para referirse a ellos como "un sólo artículo que queremos cambiar en una ley", y dejar los poderes que pide en conveniente oscuridad.

Inclusive, la senadora negó que el rol del Poder Legislativo fuera el de controlar al Ejecutivo, para afirmar las vaguedades típicas del discurso "nacional y popular": el Legislativo debe respaldar y dar herramientas para que gobierne el Ejecutivo surgido de la voluntad del pueblo y máximo representante de éste, el Legislativo dicta leyes pero no administra y asignar fondos es administrar, etcétera, etcétera. Malas noticias, senadora: la Constitución no dirá explícitamente que el Legislativo controla al Ejecutivo, pero es lo que hace cuando se le otorgan atribuciones presupuestarias - estipula lo que el Ejecutivo puede gastar y en qué lo puede gastar, y supervisa su ejercicio.

Cuarta falacia de la Senadora: Su increíble cambio de opinión, resumible en "los superpoderes eran malos, criminales e innecesarios cuando los pedían otros, y son necesarios, inobjetables, exentos de toda sospecha e imprescindibles cuando los pedimos nosotros".

Quinta falacia de la Senadora: "Sólo queremos cambiar un artículo de los 139 que tiene la Ley de Administración Financiera". El número de artículos que se quieren cambiar no importa y es irrelevante a la discusión. El contenido del artículo es el que importa, y el cambio inocente de un artículo que pide la Senadora tendrá como efecto una virtual reforma de la Constitución, ya que el Jefe de Gabinete tendrá el poder de reescribir el Presupuesto según su parecer y sin control alguno. Pedazo de artículo el que quieren cambiar.

Sexta falacia de la Senadora: Si del discurso oficial se desprende que hace cuatro años que el país crece ininterrumpidamente y a tasas chinas, que salimos del infierno y estamos en el purgatorio, que las perspectivas son inmejorables, es decir, que salimos de la emergencia ¿por qué necesita el Gobierno poderes de emergencia de forma tan urgente? Por otro lado ¿por qué seguimos oficialmente en estado de emergencia económica?

CONCLUSIÓN

Los argumentos de Cristina F. de K. son bastante criticables, no sólo por sus endebles cualidades, sino porque representan una peligrosa concepción del lugar y papel que deben tener y cumplir las instituciones: controlar al Ejecutivo es negarle la capacidad de gobernar, quien tiene la mayoría habla por la voluntad del pueblo, quienes critican las acciones del Ejecutivo son esclavos de intereses particulares o traidores que no quieren el progreso y bienestar de la Argentina y la prensa interfiere con la relación directa entre el Presidente y la ciudadanía.

¿Cómo espera la senadora que se prestigien las instituciones si les exige que cedan todo y se conviertan en virtuales escribanías? ¿Cómo espera que el país confíe en un Gobierno que piensa que no puede gobernar sin poderes cada vez más excepcionales a pesar de que dispone de una situación económica favorable y un contexto político dominado por él? ¿Cómo espera que las minorías se sientan partícipes de una sociedad plural si la mayoría encarnada en el Presidente niega su derecho a opinar y las agravia constantemente? La mayoría circunstancial o inferida no concede derechos extraordinarios a ningún gobierno, ni da el derecho de negar la validez de quienes piensan contrariamente por una simple razón: la mayoría no es la totalidad de la Nación, y el Gobierno es de la Nación, no de la mayoría. Quedarán para otra oportunidad los agravios proferidos, como la acusación a la oposición de ser "paranoica", que motivó la lamentable retirada de los senadores opositores.

La senadora podría hacer el siguiente ejercicio: ver cómo terminaron los gobiernos que recibieron superpoderes y cómo quedó la Argentina después de su uso. Quizás sea un buen signo que se critique el pedido de superpoderes, ya que significaría que aprendemos de la experiencia histórica de la Argentina y que podemos ver el riesgo que implican. Tal vez sea un signo de que la ciudadanía está aprendiendo que para gobernar bien y por tanto hacer progresar a la Argentina, es necesario limitarse a lo que dice la Constitución, y no tratar de darle vueltas todo el tiempo.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

alguien que les regale un calendario!

10:48 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

uy man, q buenos blogueos, excelentes los ultimos, me encantaron!!!!! increibles.
sds

11:12 p. m.  
Blogger C. W. Karl dijo...

El animal predilecto de los políticos es el camaleón, y el postre favorito es el panqueque.

Cuando hay algún problema la culpa siempre es de los otros, nunca de ellos. Tienen memoria de elefante para hechos que ocurrieron hace treinta años, pero no se acuerdan de los errores u horrores cometidos la semana pasada.

Son malos con los buenos, y buenos con los malos.



Saludos

10:31 p. m.  

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