sábado, 26 de agosto de 2006

Los límites del igualitarismo

Hace pocos días se conoció que la ministra de Defensa, Nilda Garré, ordenó a los jefes de las Fuerzas Armadas que eliminen toda restricción al ingreso de mujeres con hijos o embarazadas ya sea a las escuelas militares o al servicio militar voluntario. El decreto que reglamenta la ley de Servicio Militar Voluntario (redactado en 1995, así que no van a poder echarle la culpa al gobierno militar) impone como condición al ingreso el “no tener hijos ni personas legalmente a cargo”. El caso surgió luego de la denuncia efectuada por Paula González, quien no fue admitida en el Ejército, a pesar de haber superado todas las pruebas psicofísicas del servicio militar voluntario, por tener hijos.

La resolución de la ministra, que también pide al Presidente que se modifique el decreto en cuestión, se funda en que la condición “afecta el derecho a acceder en forma igualitaria al empleo”

La cuestión se presta para debatir sobre los límites del igualitarismo. Primero veámoslo a través del caso que tratamos.

Si nos atenemos al caso de Paula González, a simple vista el asunto es sencillo: la discriminaron por tener hijos y no pudo acceder al empleo. Hasta ahí llega el razonamiento de Garré. Pero si ahondamos un poco más y vemos el "empleo" al que se había presentado, encontramos que el servicio militar voluntario requiere estrictas condiciones psicofísicas y que incluye un período de instrucción básica (NIB en la jerga militar) de dos meses de duración y con salidas sólo los fines de semana. ¿Puede una mujer con hijos ausentarse cinco días a la semana, dejando a sus hijos, para la instrucción militar requerida? La respuesta obvia sería: denle permiso de maternidad. Pero esto abre otro interrogante: ¿es justo para los otros voluntarios que hacen el servicio que a algunos se les exceptúe de las actividades y que de todas formas se les permita aprobar la instrucción básica?

Teniendo esto en cuenta: no se le niega el ingreso a Paula González por tener hijos, sino que se le niega porque implica una responsabilidad imposible de adaptar a las exigencias de tiempo y dedicación demandadas por el servicio. Si se le hubiera negado el ingreso por color de piel o religión, estamos hablando de otra historia.

Un servicio que exige condiciones psicofísicas especiales, que incluye dos meses de entrenamiento exhaustivo con requerimientos de dedicación completa y régimen de salidas ¿puede ser considerado un "empleo" como cualquier otro?

Éste caso se dió en el ámbito del Ejército, pero es representativo de todos aquellos campos en los que, debido a las condiciones de trabajo y responsabilidades que conllevan, se establecen condiciones y requisitos de ingreso más estrictos que los que uno está normalmente acostumbrado. Se requiere (entre otras cosas) no tener problemas de visión para ser piloto; para conducir un colectivo no se puede padecer una serie de enfermedades mentales; un camionero con problemas cardíacos sería peligroso para él mismo y para los demás conductores. Hasta un albañil con problemas de vértigo estaría incapacitado. Por las mismas razones y salvando las distancias (un hijo no es una enfermedad), una persona que no puede asegurar una dedicación total a un trabajo que la requiere no es idónea para dicho trabajo.

Lo que lleva a la siguiente pregunta: ¿puede considerarse "discriminación" la negativa a aceptar a una persona que no cumpla con los requerimientos de ingreso? ¿No se está llevando demasiado lejos el igualitarismo, al pretender abolir las condiciones de ingreso sin tener en cuenta las motivaciones que llevaron a establecer esas condiciones?

Nuestras leyes, empezando por la Constitución, establecen la igualdad de todos los habitantes ante la ley, lo que lleva a eliminar prejuicios y disposiciones limitantes que no estén fundadas en la necesidad. Pero la misma Constitución pone a la "idoneidad" como condición para ser admitidos en los empleos. La búsqueda de la idoneidad es tan respetable como la búsqueda de la igualdad; mientras la igualdad busca la eliminación de los privilegios y distinciones irracionales, la idoneidad busca que los empleos y puestos sean ocupados por los más capaces de llevarlos a cabo, de manera de asegurar el mejor desempeño posible y el mejor servicio a la sociedad. En mi opinión, el considerar "discriminación" el rechazo por no cubrir los requisitos de ingreso implica llevar al igualitarismo a un extremo.

Párrafo aparte merece la ministra Garré: pareciera que está ansiosa de tener temas mediáticos en su cartera para sacar chapa de progresista...

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