jueves, 31 de agosto de 2006

Nos quedamos sin la plaza

Esta frase me parece muy significativa, resume buena parte de lo que es la experiencia del ciudadano hoy por hoy en las grandes urbes. Las personas se vuelven ciudadanos de una ciudad o país para tener un mejor pasar. En definitiva es lo que hacen gran parte de los jóvenes argentinos cuando terminan en España, Australia o Estados Unidos. Entonces se plantea el conflicto entre países receptores y países expulsores de migrantes.
Pero la frase me gustó porque señala la actitud, los valores que subyacen a este fenómeno. Parece que la experiencia de pertenencia a una ciudad, a una nación, ya no satisfacen al hombre. O, mejor dicho, nos estamos olvidando que esa experiencia es más profunda que la del bienestar. No quiero decir que neguemos la globalización y nos contentemos con vivir en la Macondo de los primeros tiempos. Pero me parece que la mezcla de individualismo (o posmodernismo…como quieran) con globalización te dan vuelta sin muchos preámbulos. Si no hay un vínculo con la patria que aglutine a los ciudadanos no sé qué proyecto de país nos puede esperar. Y no lo digo en sentido negativo, como una carga que debamos llevar al mejor estilo medieval, sino que elijamos bien aquello por lo cual vivir, porque en eso vamos a morir.

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