11-S, naufragio intelectual
Cinco años pueden no ser nada como unidad de medida de procesos históricos, pero es un tiempo más que considerable para realizar tareas concretas. A un lustro de los atentados contra las torres es muy pobre lo que se ha generado (tanto a nivel operativo, como a nivel intelectual) en relación a este tema en nuestro país.
Desde esta perspectiva, los invito a leer el artículo “Las Torres siguen cayendo” de Enrique Valiente Noailles en el suplemento de La Nación “Enfoques” de ayer, completamente dedicado al 11-S. Básicamente dice que somos concientes que la historia está cambiando, pero que no tenemos todavía un sistema interpretativo nuevo que se adapte.
Me da la impresión que muchos toman estas conclusiones –válidas a priori- como punto final de todo lo que hay que decir sobre “el hecho que cambió al mundo”, cuando en realidad, a mi manera de ver, este debería ser el punto de partida. ¿Por qué todavía no generamos un sistema interpretativo? ¿Por qué las torres siguen cayendo –por lo menos para Argentina- cuando ya se está por construir algo nuevo en el ground zero?
Me parece que la respuesta está en la comodidad de habernos dado cuenta que la historia viró violentamente. Digo comodidad, porque el hecho de tener conciencia de algo es una propiedad básica del ser humano, dato que nos distingue de los animales. Me parece que el problema de no encontrar nuevos sistemas lógicos se da porque todavía seguimos aferrados al dato del desastre, de la misma manera en que un náufrago se aferra a un resto del barco para flotar.
Escuchamos una y otra vez al respecto: “Hay nuevos actores...., un nuevo mapa de poder...”. Todas verdades de Perogrullo. ¿Por qué no nos dicen algo nuevo?
Lo encomiable es hacer prospecciones –que desde ya no van a ser perfectas- y tomar decisiones concretas al respecto. Pero de ninguna manera podemos gloriarnos de “saber que la historia cambió” sin trabajar en nuevos escenarios. Se trata de hacer una balsa y tratar de pilotearla, no de flotar a la deriva en un frágil maderamen.
Desde esta perspectiva, los invito a leer el artículo “Las Torres siguen cayendo” de Enrique Valiente Noailles en el suplemento de La Nación “Enfoques” de ayer, completamente dedicado al 11-S. Básicamente dice que somos concientes que la historia está cambiando, pero que no tenemos todavía un sistema interpretativo nuevo que se adapte.
Me da la impresión que muchos toman estas conclusiones –válidas a priori- como punto final de todo lo que hay que decir sobre “el hecho que cambió al mundo”, cuando en realidad, a mi manera de ver, este debería ser el punto de partida. ¿Por qué todavía no generamos un sistema interpretativo? ¿Por qué las torres siguen cayendo –por lo menos para Argentina- cuando ya se está por construir algo nuevo en el ground zero?
Me parece que la respuesta está en la comodidad de habernos dado cuenta que la historia viró violentamente. Digo comodidad, porque el hecho de tener conciencia de algo es una propiedad básica del ser humano, dato que nos distingue de los animales. Me parece que el problema de no encontrar nuevos sistemas lógicos se da porque todavía seguimos aferrados al dato del desastre, de la misma manera en que un náufrago se aferra a un resto del barco para flotar.
Escuchamos una y otra vez al respecto: “Hay nuevos actores...., un nuevo mapa de poder...”. Todas verdades de Perogrullo. ¿Por qué no nos dicen algo nuevo?
Lo encomiable es hacer prospecciones –que desde ya no van a ser perfectas- y tomar decisiones concretas al respecto. Pero de ninguna manera podemos gloriarnos de “saber que la historia cambió” sin trabajar en nuevos escenarios. Se trata de hacer una balsa y tratar de pilotearla, no de flotar a la deriva en un frágil maderamen.
2 Comentarios:
Sigan asi.
Muy bueno pibe
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