Fuera de toda lógica
El conflicto con Uruguay por las papeleras de Fray Bentos ha escapado de toda lógica.
Mientras el gobierno argentino no da pie con bola para encontrar una estrategia que ponga fin al absurdo, los asambleístas de Gualeguaychú insisten en acciones cada vez más directas para lograr sus objetivos, mientras consideran cualquier intento de arreglo con Uruguay como si fuera una "traición" si no incluye la cancelación (no ya la relocalización) de las papeleras.
Que el gobierno es el gran responsable de esta locura, no cabe la menor duda: primero hizo suya la causa de los asambleístas como forma de lograr respaldo político y llevó la disputa hasta La Haya, pero cuando la Argentina perdió de manera aplastante en la Corte Internacional, intentó volver a poner al genio en la botella y contener a los asambleístas, los cuales a esta altura del partido están tan fanatizados que se hallan fuera de control.
La política del Gobierno busca así los siguientes objetivos:
1) Restaurar las relaciones con Uruguay (para evitar escaladas de la crisis) pero sin dejar de insistir en la cancelación de las pasteras (para no aparecer como "traidores" ante la Asamblea ecologista)
2) Desmovilizar a los asambleístas (para evitar mayores derrotas y futuras denuncias en foros internacionales por los cortes de ruta) pero sin condenarlos explícitamente ni tomar acciones para liberar los cortes (para no granjearse la crítica de los sectores "progresistas" que constituyen la base de apoyo de Kirchner)
A simple vista, la política del Gobierno es contradictoria e insostenible. Y está condenada al fracaso.
Pero a los asambleístas les cabe una enorme responsabilidad por el actual estado de crisis, al encerrarse en una postura talibana cerrada a cualquier forma de arreglo. Su propia estrategia de cortes de ruta, acciones directas y manifestaciones por tiempo indeterminado es su peor enemigo, ya que permite a Uruguay mostrar ante el mundo que la Argentina emplea (o tolera) acciones de fuerza para lograr sus objetivos. El amor por su tierra natal es entrañable, pero no es justificación para acciones que lleven a una confrontación violenta o para arrastrar a la Argentina a un conflicto. La política exterior no puede estar en manos de masas fanatizadas ni basarse en sus opiniones.
Peor aún, los asambleístas crearon una estructura ideológica que hace imposible el diálogo. Desde hace algún tiempo, sus referentes insisten con la idea de la "licencia social", que en castellano simple es el supuesto derecho que tienen a vetar cualquier acción, sea en la Argentina o en Uruguay y sin importar la legalidad o legitimidad de la misma, que en su opinión pueda afectarlos. Esos referentes también insisten en desconocer cualquier opinión o estudio científico que no respalde su postura, lanzando acusaciones de "ser funcionales a Botnia" o de "conspirar contra la Argentina". Incluso la Corte Internacional de Justicia, que antes de su fallo iba a ser la que reivindicaría la postura de los asambleístas, pasó a ser ahora un ente corrupto y dudoso al servicio de Botnia y Uruguay.
¿Cómo se soluciona el conflicto? Como primero y principal, alguien va a tener que decirle a los asambleístas de Gualeguaychú que se acabó, que su movilización es más perjudicial que beneficiosa y que tiene que terminar, que la postura argentina ha sido derrotada y que no es justo que el resto de la Argentina se vea arrastrada por sus acciones.
Segundo, se le debe exigir al Gobierno que asuma una política seria, consciente, sin contradicciones y sin demagogias respecto del conflicto, el cual debe ser manejado con la seriedad que corresponde. Es imprescindible que Néstor Kirchner entienda de una vez que él no es un ciudadano privado que puede decir lo que se le dé la gana, sino que es el Presidente de la República y que sus palabras van a ser interpretadas por el resto del mundo como la palabra oficial de la Argentina, y que por eso debe ser extremadamente responsable a la hora de hablar.
A esta altura de los hechos, es probable que el conflicto esté fuera de toda solución que regrese al estado de cosas anterior. Sólo queda hacer "control de daños". Teniendo en cuenta la situación actual, la solución más probable debe pasar por:
Mientras el gobierno argentino no da pie con bola para encontrar una estrategia que ponga fin al absurdo, los asambleístas de Gualeguaychú insisten en acciones cada vez más directas para lograr sus objetivos, mientras consideran cualquier intento de arreglo con Uruguay como si fuera una "traición" si no incluye la cancelación (no ya la relocalización) de las papeleras.
Que el gobierno es el gran responsable de esta locura, no cabe la menor duda: primero hizo suya la causa de los asambleístas como forma de lograr respaldo político y llevó la disputa hasta La Haya, pero cuando la Argentina perdió de manera aplastante en la Corte Internacional, intentó volver a poner al genio en la botella y contener a los asambleístas, los cuales a esta altura del partido están tan fanatizados que se hallan fuera de control.
La política del Gobierno busca así los siguientes objetivos:
1) Restaurar las relaciones con Uruguay (para evitar escaladas de la crisis) pero sin dejar de insistir en la cancelación de las pasteras (para no aparecer como "traidores" ante la Asamblea ecologista)
2) Desmovilizar a los asambleístas (para evitar mayores derrotas y futuras denuncias en foros internacionales por los cortes de ruta) pero sin condenarlos explícitamente ni tomar acciones para liberar los cortes (para no granjearse la crítica de los sectores "progresistas" que constituyen la base de apoyo de Kirchner)
A simple vista, la política del Gobierno es contradictoria e insostenible. Y está condenada al fracaso.
Pero a los asambleístas les cabe una enorme responsabilidad por el actual estado de crisis, al encerrarse en una postura talibana cerrada a cualquier forma de arreglo. Su propia estrategia de cortes de ruta, acciones directas y manifestaciones por tiempo indeterminado es su peor enemigo, ya que permite a Uruguay mostrar ante el mundo que la Argentina emplea (o tolera) acciones de fuerza para lograr sus objetivos. El amor por su tierra natal es entrañable, pero no es justificación para acciones que lleven a una confrontación violenta o para arrastrar a la Argentina a un conflicto. La política exterior no puede estar en manos de masas fanatizadas ni basarse en sus opiniones.
Peor aún, los asambleístas crearon una estructura ideológica que hace imposible el diálogo. Desde hace algún tiempo, sus referentes insisten con la idea de la "licencia social", que en castellano simple es el supuesto derecho que tienen a vetar cualquier acción, sea en la Argentina o en Uruguay y sin importar la legalidad o legitimidad de la misma, que en su opinión pueda afectarlos. Esos referentes también insisten en desconocer cualquier opinión o estudio científico que no respalde su postura, lanzando acusaciones de "ser funcionales a Botnia" o de "conspirar contra la Argentina". Incluso la Corte Internacional de Justicia, que antes de su fallo iba a ser la que reivindicaría la postura de los asambleístas, pasó a ser ahora un ente corrupto y dudoso al servicio de Botnia y Uruguay.
¿Cómo se soluciona el conflicto? Como primero y principal, alguien va a tener que decirle a los asambleístas de Gualeguaychú que se acabó, que su movilización es más perjudicial que beneficiosa y que tiene que terminar, que la postura argentina ha sido derrotada y que no es justo que el resto de la Argentina se vea arrastrada por sus acciones.
Segundo, se le debe exigir al Gobierno que asuma una política seria, consciente, sin contradicciones y sin demagogias respecto del conflicto, el cual debe ser manejado con la seriedad que corresponde. Es imprescindible que Néstor Kirchner entienda de una vez que él no es un ciudadano privado que puede decir lo que se le dé la gana, sino que es el Presidente de la República y que sus palabras van a ser interpretadas por el resto del mundo como la palabra oficial de la Argentina, y que por eso debe ser extremadamente responsable a la hora de hablar.
A esta altura de los hechos, es probable que el conflicto esté fuera de toda solución que regrese al estado de cosas anterior. Sólo queda hacer "control de daños". Teniendo en cuenta la situación actual, la solución más probable debe pasar por:
- Aceptar como hecho irreversible la finalización de Botnia, dadas las derrotas de la postura argentina en todos los foros internacionales, el estado avanzado de construcción, el logro del financiamiento y el apoyo de Uruguay a la inversión.
- Manejar la cuestión al más alto nivel posible (Presidentes, cancillerías y embajadores), evitando y desautorizando la participación de terceras líneas (tales como Jorge Busti, Romina Picolotti y Jorge Argüello) y asegurando una postura uniforme y no contradictoria.
- Cambiar el objetivo de la acción diplomática argentina de "detener las papeleras" a "establecer un sistema de monitoreo, control y protección bipartito y mutuamente satisfactorio".
- Integrar a Gualeguaychú a la nueva situación productiva de la región, como proveedora de bienes y servicios de forma que puedan compartir algunos de los beneficios y ganancias.
- Desmovilizar a los asambleístas y responder contra cualquier tipo de acción directa que agrave la situación. Esto incluye vigilar de cerca a grupos de intereses dudosos como Greenpeace.
10 Comentarios:
Si te interpreto bien, Mayor, creo que tenemos puntos de acuerdo y otros en los que no.
Estamos de acuerdo en que el gobierno es el principal responsable. Pero esa responsabilidad, en mi opinión, le es inherente. Hubiera sido igualmente responsable si no hubiera hecho suya la causa de los asambleístas, porque en realidad es una cuestión federal. Es la contaminación de un río.
En cuanto a los objetivos, no me parece que la acción del gobierno tenga que basarse en manejar con cintura la situación para quedar bien parado: tiene que defender su territorio y asumir el costo político. La demanda no nace de una ideología: es real, hay un conflicto que existe.
En cuanto a la responsabilidad de los asambleístas, creo que son responsables en lo social. Es decir, son los responsables de las relaciones que mantienen con la sociedad uruguaya. Pero las consecuencias políticas, son responsabilidad del Estado. Los vecinos pueden ser una de las causas de la situación actual, pero no responsables (el que tiene el deber de manejar la política exterior es el Estado).
En cuanto a la solución del conflicto, no creo que sea una solución realista decirle a los asambleístas de Gualeguaychú que se acabó. No están pidiendo permiso, están pidiendo soluciones. El gobierno tiene que lograr un acuerdo en esa cuestión: trabajar con los asambleístas, no a pesar de ellos. Incorporar la demanda, no negarla o taparla.
En el segundo punto estoy totalmente de acuerdo.
Lo último. Te comento los cinco últimos puntos:
1) No me parece que sea un hecho irreversible la finalización de Botnia. La Haya todavía no resolvió la causa.
2) Totalmente de acuerdo en que hay que manejar la cuestión en el más alto nivel posible.
3) Es difícil saber cómo se tiene que dar la negociación. Creo que todavía es prematuro proponer una línea. Creo que tendría que haber más acuerdo entre el gobierno y la asamblea para ello. Pero para el acuerdo, tiene que haber una voluntad decidida y seria del gobierno.
4) No va a cambiar la estrategia productiva de la región a causa de las pasteras...la idea es que el río no se contamine.
5)La respuesta tiene que incorporar la demanda y no negarla.
Esa es mi opinión, espero tu respuesta. Estamos hilando más fino que los primeros posts. Eso me gusta, Mayor.
Un abrazo
Gurí,
(Si aparece un comentario borrado, no fue censura, sino que se me publicó este sin terminar por accidente)
Yo no creo que la acción del gobierno tenga que basarse en el deseo de evitar costos políticos y así quedar bien parado; sin embargo, esa ha sido la actitud de la administración Kirchner desde el primer momento del conflicto y por tanto la principal responsable del desmanejo de la controversia.
Creo que ambos estamos de acuerdo que cualquier solución a esta demencia de las papeleras tiene que incluir como parte a las sociedades de Gualeguaychú y Fray Bentos. Mi crítica contra los asambleístas apunta a que no parece existir en ellos voluntad para aceptar acuerdo alguno que no sea la total cancelación de la construcción de Botnia. Ninguna solución va a llevarse a la realidad si no se consigue que los asambleístas acepten alguna propuesta de negociación.
¿La solución tiene que incluir a Gualeguaychú? Absolutamente. Pero Gualeguaychú tiene que bajar sus demandas de victoria total y aceptar alguna clase de negociación. Recordarás a cierto profesor que decía que "no puede negociar quien no está dispuesto a ceder nada". Hasta que la Asamblea no baje de esa postura, ningún arreglo será posible. Y por eso los responsabilizo en caso de fracasar un intento de solución. Se volvieron actores políticos: que acepten la responsabilidad política.
(No pienses que estoy respaldando la teoría de la "licencia social". Sí reconozco que a esta altura del partido es irracional ignorar a la Asamblea. Realismo puro.)
La referencia al "control de daños" no tiene que ver con la imagen de Kirchner (la cual sabés bien lo poco que me importa), sino con tratar de recomponer una relación normal entre los dos países, sabiendo que volver al estado de cosas anterior es imposible.
En respuesta a tus comentarios:
1) Ambos sabemos que La Haya no ha emitido un veredicto final. Sin embargo, su fallo del 13 de julio afirmaba que Argentina no había convencido a la Corte acerca de la violación del tratado. Sin pretender entrar en metáforas futboleras, un voto de 14 a 1 es extremadamente difícil de remontar, especialmente si tenemos en cuenta todo lo que pasó desde el 13/7 hasta ahora (informes del Banco Mundial, decisión de financiamiento, demandas de Uruguay por los cortes). Eso va a influir negativamente en una postura argentina que ya está bastante golpeada. Y ni Botnia ni Uruguay van a ceder con eso a su favor. Si agregamos el estado de construcción de las pasteras, creo que es altamente improbable que la construcción se suspenda. Creo que hay que reconocer esto.
2) Estamos de acuerdo.
3) "Detener las papeleras" ha sido la línea del Gobierno desde el primer día, y ha dado pocos resultados. Dado lo expresado en 1) creo que hay que trabajar en una nueva línea que intente mejorar la posición argentina en un escenario "post-finalización de las papeleras".
4) Mi opinión es hacer a Gualeguaychú parte del polo de Botnia y que comparta los eventuales beneficios (aunque andá a convencer a Fray Bentos que olvide los últimos meses)
5) De acuerdo. Pero tampoco puede permitirse que se sabotee el intento de solución.
Un gustazo discutir con vos, viejo.
Mayor Payne.
Mi enfasis en que el veredicto de La Haya no esta emitido tiene que ver mas que nada con no dar la pelea por perdida antes de tiempo. Pero es verdad que la situacion es desfavorable.
A lo que me refiero en el punto 4) es que en la estrategia de desarrollo de Gualeguaychu el turismo es muy importante. Por eso creo que hay que privilegiarlo a este y apostar a la defensa del rio antes que buscar obtener beneficios de Botnia. Los beneficios que le den las pasteras a la region todavia no se saben con certeza. Hay grupos ganaderos uruguayos que sostienen que la estrategia de atraerlas no optimiza los recursos uruguayos. (Lo afirman porque ellos salieron desfavorecidos de los subsidios que obtuvo ENCE para las plantaciones de eucaliptus, que segun ellos, desgasta los mejores campos uruguayos. No obstante, tienen argumentos).
Un abrazo
Precisamente creo que a esta altura hay que dejar atrás cualquier esperanza (tanto en Gobierno como en Gualeguaychú) de que se revierta la tendencia actual que lleva a la postura argentina a una derrota aplastante. Lo de aplastante no es un adjetivo sensacionalista; la Argentina perdió por unanimidad en donde se presentó. El único país que en todas las instancias votó a favor de la postura de la Argentina fue la Argentina.
Si bien es cierto que todavía queda la decisión final de La Haya, es muy poco probable que se salga de un 14-1 cuando no sólo no tenemos nuevas evidencias a nuestro favor, sino que el adversario sí las consiguió.
No se pide que Gualeguaychú anule sus propios proyectos, sino que convierta la instalación de las papeleras en una oportunidad. No estoy particularmente al tanto de las dinámicas de la industria turística, pero es de sentido común no depender de un único "producto". Si el pueblo al otro lado del río, con el que se mantuvo (hasta ahora) una relación casi fraternal, va a recibir inversiones por varios millones de euros ¿no es más inteligente buscar la manera de aprovechar la oportunidad y beneficiarse en conjunto en vez de reclamar a gritos contra el inversor y el vecino?
Hablamos de millones de euros de inversión en desarrollo industrial. Eso demanda instalación de mano de obra. Demanda construcción, producción y distribución de alimentos, bienes y servicios que pueden tener origen en Entre Ríos o el resto de la Mesopotamia. Representa multiplicación de inversiones y desarrollos productivos. E incluso significa que del otro lado del río va a haber mucha más gente que, si quiere, puede cruzar el puente para pasar unos días en Gualeguaychú.
No quiero sonar cruel o insensible, pero me parece que en los miembros de la Asamblea y muchos otros argentinos se hacen sentir varias ilusiones nacionales: "El mundo conspira contra la Argentina". "El romanticismo de la pueblada". "Las normas están hechas para perjudicarnos". "Plantarse frente a todo sin importar el costo". "Si quieren venir que vengan, les presentaremos batalla." Es todo parte de una mentalidad común que tenemos los argentinos y la cual parece que nos encanta proclamar al mundo. Desafortunadamente, nadie más entiende esa mentalidad, y todo el resto nos mira de forma extraña, como a un loco.
Desperdiciamos el siglo XX corriendo detrás de esas ilusiones sin considerar el costo de guiarnos por ellas. Total, la racionalidad era para los vendepatrias. La credibilidad era para los vendepatrias. Lo que importaba era el sentimiento. Y el costo del sentimiento fue grande y seguimos pagándolo.
¿A qué viene todo esto? A que, en mi opinión, Gualeguaychú y la opinión pública están enceguecidas por estas ilusiones, que no les permiten ver el hecho de que vamos alegremente en camino a una de las derrotas diplomáticas más devastadoras que puede sufrir nuestro país.
Estamos todavía a tiempo de salvar los trapos y poder poner nuestra marca en la situación futura antes que nos la pongan a nosotros. La alternativa es esperar un milagro en La Haya que revierta un fallo que fue aplastante.
La política y la diplomacia tratan sobre realidades, costos y beneficios. No sobre ilusiones.
Perdón si salí muy pesimista.
Es todo un tema lo de las ilusiones. En primer lugar, no me parece que los asambleístas están movidos por ilusiones. Al contrario, los veo movidos por percepciones muy realistas: si no paramos las papeleras nuestros hijos van a tener cáncer y vamos a perder nuestro mayor ingreso, el turismo. El testimonio más aterrador es el de los ciudadanos de Pontevedra, España.
Por otro lado, disgregándome por el lado de las ilusiones. Para mí está perfecto tener ideales y permitirse dejarse afectar por ellos. Si no vamos a terminar esclavos de las fuerzas que nos rodean y nunca vamos a constituir una. Nunca vamos a dejar nuestra huella en la historia. Decir que el mundo está en contra nuestro no es una ilusión, es justificarse a sí mismo negando la realidad. Pero Tener ideales con respecto a la relación que queremos tener con la naturaleza es necesario.
estimados:
un punto para que tengan en cuenta... la materia prima principal de las pasteras será el eucalipto, pero las plantaciones extensas de este árbol solamente lograrán disminuir las napas freáticas, de ahí la preocupación de los ganaderos uruguayos, esto mismo ya ha sucedido en entre ríos, los pozos se han quedado sin la profundidad necesaria para el consumo humano.... en términos productivos es verdad que consituirán la inversión más grande de la historia uruguaya, pero como economista, esto de perpetuarse en la provisión de materias primas por la eternidad no me convence, suma más la industria sin chimeneas.
Veracruz90:
¿La explotación forestal es la política que mejor conviene a los intereses uruguayos? Creo que eso es algo que los uruguayos deben haber considerado en algún momento a la hora de definir esa política. Por lo que tengo entendido, la construcción de las pasteras es la culminación de una política de Estado uruguaya en materia de forestación que se remonta a mediados de los '80. Si dicho fenómeno era conocido en aquel momento, debería haber formado parte de un análisis de costos y beneficios. Quizás algún lector uruguayo pueda aclararnos.
Gurí:
El realismo de la afirmación "si no paramos las papeleras nuestros hijos van a tener cáncer" no parece sostenerse a la luz de los informes publicados. Sin pretender faltar el respeto a la gente de Gualeguaychú y a sus preocupaciones, semejante afirmación parece salida de las campañas tremendistas de Greenpeace.
No puede dudarse del valor movilizador de las ilusiones. Lo que sí hay que criticar es utilizarlas como base de la política. En esta cuestión me parece mucho más adecuado considerar la situación de la Argentina en los foros, el estado de la construcción y el financiamiento y las perspectivas a futuro a la hora de decidir los próximos pasos que refugiarse en las ilusiones de un fallo milagroso de La Haya que de pronto le dé toda la razón a la Argentina.
Estoy en desacuerdo con tu afirmación que sostener una postura realista significa que "(vamos a) terminar esclavos de las fuerzas que nos rodean y nunca vamos a constituir una". Pienso que es exactamente al revés: mantener una postura realista es la mejor forma de descubrir cuáles son esas fuerzas que nos rodean, cuáles son sus fortalezas y debilidades, cómo aprovecharlas y de qué manera proyectar el convertirnos en una de ellas.
La negación de la realidad... ¿no es justamente la definición de una ilusión?
Como vos decís, es todo un tema.
El hecho de que algunos informes digan que las pasteras no son contaminantes no quiere decir que no haya otros que digan lo contrario. No hay acuerdo en ese tema. Según artículos que leí, el grado de contaminación va a aumentar. Que los europeos piensen que va a aumentar poco porque ellos tienen sus ríos más contaminados que nosotros es otro tema. Es un problema de valoración, no un dato.
Por otro lado, no me parece que el miedo que hay en Gualeguaychú a la contaminación se base en slogans (de Greenpeace o quien fuera). Al contrario, la percepción que tengo es que están más informados que el resto de los argentinos. Pensá que el problema se trata en las radios locales, en el diario local; en la asamblea participan profesionales, científicos e ingenieros locales...Es un movimiento bottom up, no me parece que haya un aparato de dominación ideológica que engañe a las personas y que ocupe todos los canales de comunicación en esa sociedad (que, por supuesto, están abiertos).
Con respecto a los beneficios que traiga a Uruguay la producción de eucaliptus, hay un artículo de un ganadero uruguayo en este link que está bueno: http://www.noalapapelera.com.ar/portal/index.php?option=com_content&task=view&id=322&Itemid=2. No entiendo mucho las cuestiones específicas del tema, pero va en la línea de veracruz90
Me da la impresión que más allá del grado de "información" que se maneja en Gualeguaychú y de participación de profesionales locales, existe un fanatismo en la población que hace imposible considerar seriamente la veracidad de las afirmaciones de contaminación. En este contexto, puede darse un debate comunitario sobre el tema entre los miembros de la sociedad local, pero sin atreverse jamás a cuestionar las afirmaciones sobre la maldad intrínseca de las papeleras. ¿Se debatió o comentó seriamente en Gualeguaychú alguno de los informes de impacto ambiental, o se los descartó de plano como "propaganda de Botnia"? ¿Se consideró siquiera que podían NO ser propaganda de Botnia?
Tengamos en cuenta los episodios de los últimos días, cuando uno de los asambleístas más prominentes cambió de opinión respecto a Botnia, así como los pedidos de declarar "persona non grata" a políticos argentinos que criticaban a la Asamblea y seamos sinceros: existe un alto grado de intolerancia en Gualeguaychú contra cualquier opinión, informe científico o postura que disienta con la Asamblea.
Me preocupan además las expresiones cada vez más violentas de algunos referentes de la asamblea, como es el ejemplo de uno (se me escapa el nombre) que fue a Hora Clave. Dijo algo como "Gualeguaychú ha sido bastante pacífico hasta ahora (!); yo no sé lo que haría la gente si se termina esa papelera", dando a entender que la comunidad está lo bastante enloquecida como para pasar a la acción directa si no se cumplen sus demandas. Vos dirás: es culpa de la inacción del Estado que la comunidad tome las cosas en sus manos. Es cierto. Pero los referentes sociales locales (como la Asamblea) deben aceptar responsabilidad por los estados de ánimo que incitan en la comunidad.
Vos afirmás "Que los europeos piensen que va a aumentar poco porque ellos tienen sus ríos más contaminados que nosotros es otro tema. Es un problema de valoración, no un dato" para descartar la validez de los informes de impacto ambiental. Voy a tratar de responder a eso:
Supongamos que existe una escala de contaminación (si existe, no la conozco) que vaya del 1 (menos) al 10 (más); el río Uruguay tiene una gradación de 2 y los ríos europeos que mencionás tienen una gradación de 7. Si los informes dijeran que de instalarse en Europa estas papeleras el grado de contaminación subiría de 7 a 8 (diferencia de 1 punto), eso no significa que en el río Uruguay salte de 2 a 8 (diferencia de 6 puntos) hasta alcanzar un grado de contaminación "europeo", ignorando toda la polución previa que existe en Europa y no en la Mesopotamia. El impacto ambiental de la planta sería de 1 punto, no de 6.
En mi opinión los movimientos bottom-up no existen; ningún movimiento social surge por generación espontánea - siempre existen incitadores, movilizadores y grupos de presión. Recordá además a Michels y "la ley de hierro de la oligarquía": en toda organización es inevitable el surgimiento de un grupo dirigente. Esto lo digo para tratar de despejar un poco el mito del carácter "absolutamente democrático" que dice tener la Asamblea.
¿Por qué sospecho de Greenpeace? Porque ese grupo tiene un historial bastante largo de oponerse a cualquier cosa que represente desarrollo tecnológico e industrial en los países de América del Sur, y porque suele recurrir a predicciones apocalípticas que muy rara vez tienen sustento científico.
Yo no tengo ninguna duda, por los hechos producidos, que la ley está del lado uruguayo. Ya han dicho claramente que todo indica que la contaminación será mínima y tolerada según las leyes. Impedir las obras por esas sospechas es como encarcelar a alguien que no haya hecho nada por sospechar que algún día puede delinquir.
Es claro también que los cortes de rutas son ilegales y no tratar de impedirlos o disuadir a la gente es incumplimiento del gobierno de sus obligaciones. Si bien no se puede producir represiones que sean peores que el daño del corte de rutas, al menos deberían intentar disuadirlos. Un país que ni las autoridades cumplen las leyes debe recomponer todo su esquema legal, urgentemente. horacio,. http://www2.blogger.com/profile/00358735547387048830
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