martes, 26 de junio de 2007

Pucha, me descuido dos días y se alborota el blog...

Creo que a estas alturas está bastante claro que la victoria de PRO en la segunda vuelta de la Ciudad de Buenos Aires, sumada a la victoria del ARI en la segunda vuelta de Tierra del Fuego, han sacudido bastante la estantería política argentina.
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Veamos algunas de las consecuencias de la jornada electoral del domingo.
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1) El mito que dice que "la derecha argentina no gana elecciones" acaba de ser detonado por los aires. Aunque no se lo diga abiertamente, el PRO es una alternativa de centroderecha. Y está perfectamente bien que así lo sea. Ya era hora de que en la Argentina un partido de centroderecha pudiera disputar y ganar una elección. Quizás con eso estemos dando el primer paso para acabar con ese estigma tan típico de los progres de considerar a la derecha como "antidemocrática" porque "no gana elecciones".
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2) Se eligió un cambio en la manera de hacer política. Por primera vez en mucho tiempo, una elección es ganada por un partido que en la campaña se abstuvo de realizar publicidad ofensiva o siquiera de mantener una línea agresiva en contra de sus rivales electorales. Si se lo quiere considerar un triunfo de la nueva política, pues dénle ese nombre. La vieja política, la que fue derrotada el 24 en el ballottage, fue la que expresó después con una soberbia sólo equiparable con la cantidad de bilis que tenían en la boca que "nos votaron los que piensan", la de los José Pablo Feinmann que tildan de "pelotudos" a quienes no comulgan con el kirchnerismo, la que proclama desde el atril la "esquizofrenia" de otros sin fijarse en la propia (¿quién fue el que nacionalizó una elección local?).
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3) El gran derrotado fue el gobierno nacional, independientemente de querer vender su supuesto logro del 40% de los votos como la gran "victoria estratégica" que no es (yo lo llamo "síndrome Cebollitas Subcampeón"). Fue derrotado a pesar de haber empeñado todos los medios a su disposición, tanto los conocidos (Canal 7, Télam) como los disimulados (Página/12, Siete Días, Debate, Veintitrés), a pesar de haber apostado a la nacionalización y pretendido convertir a lo que en principio era una elección local, en un plebiscito de la gestión presidencial, dándole un alcance nacional que difícilmente hubiera podido obtener por sí sola.
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Pero ahora, como corresponde, es hora de contestar los argumentos de Nómade, en este nuevo round del Clásico Bestial...
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Antes que nada, muy gracioso el video que subiste a Youtube...
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a) "Mauricio, la gran esperanza blanca": Hace unos días, Nómade expresaba sus dudas sobre las capacidades administrativas de Macri. Es lícito y perfectamente normal que así lo hiciera; yo dudaba de las de Filmus. Pero ahora, resulta que por parte de Nómade se espera que mínimo Macri revierta los setenta años de decadencia de la Argentina, porque si no "es un fracaso" y "traiciona su plataforma".
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Hasta Menem tardó más en convertirse del Tigre de los Llanos al Consenso de Washington.
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Vamos por partes, que fue precisamente lo que Nómade no hizo cuando, por sarcasmo o mala intención, reclamó a Macri un fin inmediato a los males institucionales del país. Sería completamente irracional pretender resolver todos los problemas del país en una única elección. De igual manera, sería irracional exigirle al Gobierno que resuelva todos los problemas del país en un año. Lo mínimo que le pediríamos es que, como Kirchner constantemente repite, nos deje a las puertas del Purgatorio (¿su administración es el Infierno? Sólo pregunto). Que en Capital se le haya ganado al aparato mediático e institucional del Gobierno es un paso en la dirección correcta. Seguirá después, y quedará en manos del nuevo gobierno, el demostrar que su capacidad administrativa y de gestión es mejor.
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b) "Alberdi no sabía de Cristina": Tampoco sabía de reelecciones presidenciales, ya que con sabiduría inigualable la Constitución de 1853 las prohibía a excepción de que transcurriera un mandato. Cada vez que cambiamos la Constitución porque algún Presidente se le cantó que merecía más tiempo en el sillón de Rivadavia, las cosas fueron de mal en peor. Le pasó a Perón. Le pasó a Menem. Y le pasará a Kirchner, o a su esposa si prospera el intento de transformar la Presidencia de la Nación en un bien ganancial.
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Creo que no es cosa de don Mariano Grondona el ver con preocupación el prospecto de dieciséis años de alternancia matrimonial kirchnerista en la Argentina. Creo que debería ser preocupación de todo argentino decente. Pero es mi opinión nomás.
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c) "Mauricio, que es Macri, y Narodowski, que es Borocotó": Partamos de la base que, como bien dijo uno de los comentaristas del más reciente post de Nómade, estamos construyendo algo sobre la base de un rumor. Hasta que se confirme el futuro gabinete de la ciudad, sólo nos queda especular con rumores. En mi opinión, preferiría que Narodowski se quedara en el cargo para el que fue electo, aunque más no sea para evitar comentarios malintencionados. Resulta curioso además pretender equiparar ahora el hipotético salto de Narodowski de la banca que ganó para la Legislatura al Ministerio de Educación porteño, con la transfugueada lamentable de Borocotó de un partido al otro. Creo, mínimo, que ambas cosas son difícilmente equiparables. Lo de Borocotó fue, lisa y llanamente, traición al electorado.
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Y si en última instancia Narodowski hiciera lo que se anda rumoreando, preferiría que renuncie a la banca de la Legislatura para asumir y no que "pida licencia" o alguna otra chantada. Sería un contraste interesante con, por ejemplo, Alicia Kirchner, quien hizo campaña para ser elegida senadora por Santa Cruz sin abandonar el cargo de ministra de Desarrollo Social (y cuando ganó la banca para la Causa, la abandonó para volver al ministerio), o Ginés González García, quien hizo la maravilla de ser al mismo tiempo candidato a la Legislatura y ministro de Salud de la Nación... o el propio Filmus, quien aparentemente podía hacer el malabarismo de encabezar una campaña para jefe de gobierno mientras administraba un sistema educativo que marcha progresivamente rumbo al colapso (recuerden Santa Cruz, Fuentealba, los desastres edilicios y el Pellegrini).
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Es realmente positivo que empecemos a ver las metodologías del kirchnerismo como las prácticas nefastas que son. Incluso si no se las critica precisamente cuando es el Presidente quien las hace.
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Tal vez sería pro si los propios simpatizantes del Gobierno exigieran que el Presidente se atenga a los elevados estándares institucionales que ahora reclaman del futuro (faltan seis meses para que asuma) gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
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Me queda esperar que nada sea imposible.

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