lunes, 31 de marzo de 2008

Razonando fuera del recipiente

Esta tarde nos deleitaron con sus reflexiones la Presidenta (no se nos vaya a olvidar que es mujer) Cristina F. de K. y su ministrito de Economía Martincho Lousteau, que goza de sus primeros ratos de libertad tras su condena por tratar de inculpar a Krusty por el robo al Minisuper de Apu. Francamente no sé si reir, llorar o putear ante semejante compilación de barbaridades y falsedades, porque ninguna de esas tres reacciones podría resumir lo que despiertan las barrabasadas oficialistas en una persona con sentido común.
Pero del discurso de la Bruja y su Ministrito quedan claras algunas cosas.
Primero: El Gobierno la pifia seriamente acerca de la raíz del problema que tiene el campo.
El sector agropecuario de la Argentina no necesita que el Gobierno le "garantice" rentabilidad alguna; es bastante capaz de generarla solito y sin ayuda. Tampoco necesita que el Estado Nacional lo subsidie con la plata que le retiene. Y menos que menos necesita que el Estado le "reintegre" parte de lo currado por las retenciones y tenga la caradurez de decir que eso es "lo mismo" que si las retenciones no existieran.
El problema con la estrategia de "le retenemo' y después algo le vamo' a devolver" que el Gobierno alaba como gran solución a la crisis es que transforma algo propio del sector agropecuario (sus ingresos) en algo prestado (un subsidio público) y sujeto al capricho del Ejecutivo. Sin mencionar que nada (absolutamente NADA en la Argentina que vive para mañana) impediría al Gobierno, ante una situación de emergencia real o ficticia, suspender los reintegros.
¿No me creen? El IVA empezó como un impuesto de emergencia. Hace treinta años. Todavía lo tenemos.
Segundo: El Gobierno erra la magnitud del problema. Por mucho.
Ya dejó hace rato de ser una puja entre productores sojeros y el Gobierno por una medida económica. En 19 días, el conflicto se amplió hasta transformarse en una reivindicación del interior frente a un centralismo kleptómano, en una reacción del sector agropecuario en pleno (grandes y chicos, sojeros y trigueros, agricultores y ganaderos) contra una política diseñada e implementada para exprimir hasta el último peso que gana el sector, y en una irritación de la clase media urbana contra la prepotencia, soberbia y matonismo del kirchnerato.
Si desde el Gobierno continúan creyendo que esto se circunscribe sólo a los problemas de los sojeros, se van a encontrar con una sorpresa. Una que no les va a gustar mucho, me imagino
Tercero: El Gobierno no entiende la existencia del derecho de propiedad.
Dice la bruja: que los productores rurales se consideren más como parte de un país que como propietarios.
Dice en realidad que lo que es de los productores en realidad está "prestado" por el país. Que el Estado, que es más salvavidas de plomo que socio colaborador, es el verdadero dueño de capital, tierra y renta. Que al revés de lo que enseña la fábula de la gallina, la gallina debe regalar el pan a los que no participaron en su elaboración.
Que sólo el Gobierno tiene derecho a decidir cuánto le tiene que tocar a cada uno.
Que ellos saben mejor que nosotros lo que tenemos que hacer con nuestro dinero.
Que nada es ajeno o inmune a la "conciencia social" del Estado.
Y que todo puede ser de Néstor y Kristina cuando ellos lo deseen.
Cuarto: El Gobierno no está dispuesto a hacer el menor compromiso.
Por tercera vez, la Presidenta trató de desviar la atención sobre el problema de fondo: la modificación de un impuesto camuflado, confiscatorio y muy probablemente inconstitucional. El mensaje es claro: no va a haber vuelta atrás con las retenciones, ni siquiera para suspenderlas por 90 días como señal de tregua.
El kakismo se juega el todo por el todo con las retenciones, tal vez porque considera que dar marcha atrás es una muestra de debilidad inaceptable, o tal vez porque sus finanzas están en un estado tan desastroso que el nuevo choreo es indispensable para el sostenimiento del modelo kakista de poder.
Sea como sea, sin importar los gestos que hagan desde el campo, las retenciones se van a quedar. Y si el Gobierno puede convertir al campo en subsidiados clientelistas, mejor todavía.
Para más muestra de que el Gobierno no va a ceder, tenemos la Plaza que Néstor y Kretina quieren llenar. Miles de arriados valen más que cualquier medida mal intencionada.
Quinto: Durante su clase magistral, Kristina ajustó los micrófonos un total de 39 veces.
Ese total fue calculado considerando el ajuste simultáneo de los dos micrófonos como "una ajustada" y el ajuste de un único micrófono como "media ajustada".
Si les parece retorcido y complicado el cálculo, fíjense en los que usa el IndeK para medir la inflación o el crecimiento de la economía.
Eso es alquimia estadística.

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