Los que lloran a Fidel

La buena noticia de la semana es que Fidel Castro renunció a la presidencia de Cuba.
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La mala es que lo hizo con cuarenta años de atraso.
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Se va empujado por una salud que ya le dijo basta, y se va antes de que se lo lleve la Parca.
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Por supuesto, va a haber muchos que llorarán y lamentarán la partida del fósil. Lo van a llorar como si la humanidad acabara de perder a una de sus figuras más sagradas, y no van a parar de hacerlo hasta el día en que definitivamente Fidel Castro Ruz estire la pata de una vez por todas.
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Desde ya, la partida del fósil va a dejar desconsolados a los ideologizados de toda la vida, que son impermeables a la evidencia incontrastable de no sólo cincuenta años de fracaso en Cuba, sino también el legado de miseria, crueldad y tiranía del marxismo-leninismo. Los que cierran los ojos y repiten la vulgata marxista como si fuera el camino del futuro y no el pozo del pasado que es en realidad. Los que creen todavía que Castro representa una revolución.
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También lo llorarán los anti-yanquis, los que creen que nuestros fracasos no son nuestra culpa, sino consecuencia de la mano negra del país del norte. Esos tipos veían a Castro como un símbolo de su concepción del mundo, y no dudaban en achacarle a Estados Unidos la culpa del fracaso del comunismo en mejorar el nivel de vida de los cubanos. Repiten siempre la cantinela del "bloqueo"... ignorando convenientemente que nadie le impide comerciar a Castro con el resto del mundo, excepto su propia estrechez mental.

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A Fidel lo extrañarán los acomplejados de siempre, los que sienten una insólita culpa por vivir en una sociedad capitalista (sin que eso les impida disfrutar sus productos y beneficios) que los lleva a declararse admiradores de experimentos como el que impuso el barbudo en la isla caribeña. Quizás veían en Fidel una forma de lavar esas culpas que llevaban dentro... siempre y cuando puedan hacerlo rodeados del lujo y confort del capitalismo.
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Van a extrañar a Fidel los viejos idealistas de varias décadas atrás que continúan proclamando la cháchara revolucionaria como si todavía fueran adolescentes, quizás para ocultar que en sus años maduros les entró el gustito por la vida tranquila y sin sobresaltos del burgués. Ese grupo incluye a los que no dudaron en matar en nombre de los "ideales revolucionarios" porque se creían con derecho a arrastrar a sus países en la senda del "progreso" cubano... y que cuando el fuego de la violencia acabó alcanzándolos a ellos, terminaron en el dorado exilio de Alemania Occidental, España, Francia, Italia y tantos otros países europeo-capitalistas. Muy pocos de ellos escaparon para formar parte del experimento castrista.
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Es que a las virtudes de la Cuba castrista sólo se las puede admirar desde lejos y a salvo de sus vicios.
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Lo van a extrañar los mismos hipócritas de siempre que ante la evidencia de que la Cuba castrista es una tiranía de partido único, gobernada durante casi cincuenta años por un mesiánico que erradicó todo disenso de la sociedad cubana, inevitablemente se cruzan de brazos para repetir la eterna cantinela de la calidad de la salud y del sistema educativo cubano. Como si tener un sistema educativo "de calidad" sirviera de algo cuando lo único a lo que pueden acceder los cubanos es a la propaganda del régimen.
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Se van a quedar sin su guía aquellos que lo consideraban un "héroe latinoamericano", pero que pasaban por alto el apoyo permanente que Castro prestaba a guerrilleros y terroristas de todo el continente para que "expandieran la revolución".
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Con su partida, Fidel deja solo a Huguito, que se queda sin el referente espiritual de sus gansadas.
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Fidel se fue, y dejó solos a muchos en el continente.

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Ya era hora.