El legado más perverso
No va a ser la corrupción brutal con la que se movió durante sus seis años de poder absoluto; no va a ser la crisis monumental que van a haber traído por su impericia y su soberbia; menos todavía va a ser la prepotencia con la que condujeron los asuntos de la República Argentina.
El legado más perdurable, perverso y nefasto de los Kirchner va a ser su absoluto desprecio por las reglas de juego.
El respeto de una sociedad por las leyes y reglas que la organizan es algo mucho más complejo y frágil que lo que comúnmente se piensa. No se trata solamente de atenerse a lo que dice la Constitución y los demás instrumentos legales, pues estos son absolutamente inútiles si la propia sociedad no tiene una conciencia de lo que es aceptable y no aceptable, de lo que es "legítimo" más que "legal".
Hay límites al comportamiento que van más allá de lo que las leyes mismas establezcan en sus articulados. Para que una sociedad funcione efectivamente, sus miembros deben estar al tanto de la existencia de estos límites, de estas fronteras éticas que separan lo que puede hacerse de lo que es quizás no ilegal, pero sí inmoral.
Pero por su misma razón de ser, esos límites son muy fáciles de cruzar. Basta que exista una persona en condiciones de hacerlo que carezca de los frenos morales que consideraríamos "decencia" para que los límites sean traspuestos e ignorados por completo.
Y cuando uno lo hace, el resto lo sigue... lo siguen primero los que consideraron hacerlo pero fueron detenidos a último momento por sus propios pruritos, luego los que descubren la conveniencia de cruzar el límite, y por último todo el resto de la sociedad, que no ve ninguna reacción o castigo (antes al contrario, puede llegar a ver premios) por atravesar esa frontera invisible.
Néstor Kirchner, con su ansia de ganar a cualquier costo y perpetuarse en el poder, ha cruzado esos límites.
Es cierto que nada le prohibía a Cristina Kirchner suceder a su esposo en la Presidencia. No hay artículo de la Constitución que lo prohíba, es cierto. Sin embargo, la incomodidad que despierta la idea de un hombre que coloca a dedo a su esposa para que lo suceda en el cargo es señal de la enorme irregularidad que se comete.
Y así como ésta, hay tantas otras: la estatización de las AFJP para apoderarse de sus fondos y usarlos para la campaña del Frente para la Viktoria, las maniobras arteras que desplegó el oficialismo durante el conflicto con el campo para embarrar la cancha y ganar aquella guerra idiota, la reasignación de partidas presupuestarias, el adelantamiento de las elecciones nacionales, las renuncias a los cargos para encabezar listas (pecadillo no exclusivo del kirchnerismo), la payasada de las candidaturas testimoniales... la lista puede integrarse con todas y cada una de las "brillantes jugadas" que el ajedrecista de Río Gallegos impuso para no perder el centro de atención primero y después el poder.
El problema es: ¿cómo restauramos esos límites que antes de los Kirchner parecían infranqueables sólo porque nadie se atrevía a cruzarlos?
¿Cómo devolvemos a la sociedad la idea de que hay fronteras éticas que no pueden cruzarse con tal de ganar?
¿Cómo podemos hablar de "consensos" y de "políticas de Estado" cuando se perdieron aquellos consensos más básicos acerca de las reglas de juego, abandonadas para poder ganar a cualquier costo?
Este legado de audacia amoral de los Kirchner será perverso, porque será la inspiración que necesita cualquier perversito futuro que aspire a emular a los Kirchner en su ambición de tener el poder absoluto.
El legado más perdurable, perverso y nefasto de los Kirchner va a ser su absoluto desprecio por las reglas de juego.
El respeto de una sociedad por las leyes y reglas que la organizan es algo mucho más complejo y frágil que lo que comúnmente se piensa. No se trata solamente de atenerse a lo que dice la Constitución y los demás instrumentos legales, pues estos son absolutamente inútiles si la propia sociedad no tiene una conciencia de lo que es aceptable y no aceptable, de lo que es "legítimo" más que "legal".
Hay límites al comportamiento que van más allá de lo que las leyes mismas establezcan en sus articulados. Para que una sociedad funcione efectivamente, sus miembros deben estar al tanto de la existencia de estos límites, de estas fronteras éticas que separan lo que puede hacerse de lo que es quizás no ilegal, pero sí inmoral.
Pero por su misma razón de ser, esos límites son muy fáciles de cruzar. Basta que exista una persona en condiciones de hacerlo que carezca de los frenos morales que consideraríamos "decencia" para que los límites sean traspuestos e ignorados por completo.
Y cuando uno lo hace, el resto lo sigue... lo siguen primero los que consideraron hacerlo pero fueron detenidos a último momento por sus propios pruritos, luego los que descubren la conveniencia de cruzar el límite, y por último todo el resto de la sociedad, que no ve ninguna reacción o castigo (antes al contrario, puede llegar a ver premios) por atravesar esa frontera invisible.
Néstor Kirchner, con su ansia de ganar a cualquier costo y perpetuarse en el poder, ha cruzado esos límites.
Es cierto que nada le prohibía a Cristina Kirchner suceder a su esposo en la Presidencia. No hay artículo de la Constitución que lo prohíba, es cierto. Sin embargo, la incomodidad que despierta la idea de un hombre que coloca a dedo a su esposa para que lo suceda en el cargo es señal de la enorme irregularidad que se comete.
Y así como ésta, hay tantas otras: la estatización de las AFJP para apoderarse de sus fondos y usarlos para la campaña del Frente para la Viktoria, las maniobras arteras que desplegó el oficialismo durante el conflicto con el campo para embarrar la cancha y ganar aquella guerra idiota, la reasignación de partidas presupuestarias, el adelantamiento de las elecciones nacionales, las renuncias a los cargos para encabezar listas (pecadillo no exclusivo del kirchnerismo), la payasada de las candidaturas testimoniales... la lista puede integrarse con todas y cada una de las "brillantes jugadas" que el ajedrecista de Río Gallegos impuso para no perder el centro de atención primero y después el poder.
El problema es: ¿cómo restauramos esos límites que antes de los Kirchner parecían infranqueables sólo porque nadie se atrevía a cruzarlos?
¿Cómo devolvemos a la sociedad la idea de que hay fronteras éticas que no pueden cruzarse con tal de ganar?
¿Cómo podemos hablar de "consensos" y de "políticas de Estado" cuando se perdieron aquellos consensos más básicos acerca de las reglas de juego, abandonadas para poder ganar a cualquier costo?
Este legado de audacia amoral de los Kirchner será perverso, porque será la inspiración que necesita cualquier perversito futuro que aspire a emular a los Kirchner en su ambición de tener el poder absoluto.
3 Comentarios:
Yo diría que lo de los Kirchner es una "audacia amoral".
Saludos
Martín, muchas gracias por el dato y ya está corregido.
Saludos.
Toda persona que busca encontrar una hipotética solución a nuestro problema como país debe arrancar por la existencia pausible de un grave conflicto moral interno y que creo que no se quiere reconocer.
Y, cuando hablamos de moral, no hablamos simplemente de actos magníficos donde desplegar dicha cualidad al máximo sino en pequeños gestos tales como la cola de un banco, el trato hacia el marginado, nuestra conducta como conductores, etc.
Somos una sociedad amoral, donde la audacia o carencia de este adjetivo por parte de Néstor es un mero reflejo de una enfermedad latente de toda nuestra sociedad.
Y somos una sociedad tan inmoral que pese a que tenemos un gran conglomerado de leyes/aparatos/instituciones/ideas "supuestamente morales", ellas pierden por goleada usualmente contra nuestra propia inmoralidad, que encuentra su máximo reflejo en nuestros representantes políticos, elegidos por nuestros votos y quizás el mínimo en nuestra supuesta "viveza criolla". Y sin que sea el tema de hoy, definitivamente nuestro sistema democrático creo que se encuentra cada vez mas comprometido por todo este tipo de conductas.
Néstor representa el cancer moral de esta sociedad, el vale todo, la capacidad permanente y constante de que todo se tire por la borda y uno gane sin importar las reglas escritas o no escritas del juego. Una expresión de poder tan aberrante como, para muchos, seductora.
Pero: dista mucho de lo que se puede ver en un partido de fútbol de primera?,donde se esconden las pelotas para defender un resultado, se invaden las canchas, se libran disputas internas entre miembros de supuestas asociaciones civiles que conllevan muertes por actos de corrupción internos. Actos que puden ser masivamente aprobados en un estadio y comentados al otro día por miles de personas de los más diversos ámbitos y estratos sociales, pero todos de acuerdo.
Y como el fútbol, que para mi en nuestra sociedad es el mejor reflejo a nivel masivo, llevemos los ejemplos a otros lados, como la burocracia estatal, el sindicalismo, la tele y miles de cosas que nos rodean y que continuamente estamos absorviendo.
Podemos los argentinos decir que si estuviéramos en el lugar de Néstor no usaríamos las mismas armas o herramientas?, No solemos aplicarlas, aunque sea en su mínima expresión, en nuestro pequeño ámbito?, en el fondo el grueso de nuestra sociedad no se basa en una critica constante sin hacer verdaderamente nada donde todos somos los mejores, todos somos políticos, todos somos directores técnicos, todos somos penalistas, todos somos conductores y después se termina aplicando un doble discurso de amor/odio, éxito/fracaso, la gloria ó devoto.
La única verdad es la realidad, si hoy hablamos de todo esto pero el 28 de junio gana Néstor va a reafirmar la constante inmoralidad argentina que cada día nos pone mas cerca de la barbarie y lejos de la civilización. Y probablemente después, todos sus votantes lo nieguen.
Saludos
Agustín Rivero
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