Las que hay que tener
Un amigo y colega uruguayo me prestó hace unos días un libro intitulado Resbalones y Caídas: Un siglo de política uruguaya. Es un compilado de anécdotas, algunas hilarantes y otras increíbles, sobre las figuras y eventos políticos más relevantes del siglo XX en el Paisito.
De esas historias quería rescatar la siguiente, que le ocurrió a Daniel Scheck, un miembro del directorio del diario El País de Montevideo en tiempos en que los Tupamaros de Pepe Mujica no estaban ni remotamente curados de su delirio zurdo ni de su propensión por la violencia. Resulta ser que a Scheck no lo secuestraron los Tupamaros, sino que directamente se le instalaron cual okupas en su propia casa, encañonando a su mujer y a sus cinco hijos, además de pintarrajearle las paredes.
En respuesta a la noche de joda que los Tupas le hicieron en su casa, Scheck escribió una carta abierta que fue publicada en los diarios de Montevideo y que decía así:
Por la presente quiero expresar mi agradecimiento a la "organización sediciosa más antigua del país" por la "visita" efectuada el viernes pasado a mi hogar de la calle 19 de Abril. Mi esposa e hijos fueron víctimas de todo el sucio y cobarde repertorio de intimidaciones de que son capaces. Gracias por haberme ahorrado una lección de padre acerca de todo lo que ustedes representan. Los varones han visto el rostro de la violencia desde tan cerca que ya no necesitaré de palabras para que crescan en el regazo de un profundo sentimiento democrático. Y en cuanto a las niñas, quiero transmitirles también el reconocimiento de mi señora por habernos traído a domicilio a uno de estos ejemplares de marimacho con metralleta que es hoy día el desagradable prototipo femenino que nos quiere legar parte de esta generación de "iluminados" en quienes el deseo por el cambio es tan radical, que parece alcanzarles hasta el sexo.
Impecable. Para ponerse de pie y aplaudir.
1 Comentarios:
Coincido con usted.
Saludos!
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