sábado, 1 de mayo de 2010

Pensando en el Tricentenario

Ahora que estamos en pleno frenesí del Bicentenario, que de tan prostituído por los Kirchner nos debería llevar a no celebrar más el 25 de mayo, creo oportuno presentar ante ustedes un proyecto con miras al Tricentenario de la Independencia Nacional. ¿Qué más planeamiento de largo plazo quieren que pensar en el país del 9 de julio de 2116?

Parte de esta base: como nación, como "proyecto sugestivo de vida en común" según Ortega y Gasset, la Argentina es un fracaso épico. Es un territorio con bandera, himno nacional y selección de fútbol, habitado por delincuentes, vagos, corruptos, aprovechadores y estafadores que viven de los giles que todavía trabajan y se esfuerzan sin descubrir las "delicias" de currar del Estado. Admitamos además que para un argentino no hay nada peor que otro argentino.

Lo que propongo es sencillo en principio: cuando llegue el 2016, dividamos la República Argentina en seis o siete Estados formados por las provincias y la ciudad de Buenos Aires convertida en una Singapur sudamericana, deroguemos la Constitución y reemplacémosla por una Carta de Derechos y un Tratado de Confederación, y establezcamos un plazo de cien años, a finalizar el 9 de julio de 2116 con la reconstitución de la República Argentina.

Cada uno de esos Estados y la Ciudad de Buenos Aires serán completamente autónomos y libres sobre sus asuntos internos, y sólo delegarán en la Confederación el poder necesario y suficiente para que ésta funcione como una unión aduanera, una organización de integración y cooperación y una alianza militar con fuerzas armadas propias. Y nada más.

Todo lo demás, desde la seguridad interna, la educación, la autoridad fiscal, la legislación laboral y el poder de acuñar moneda, quedarán bajo la exclusiva potestad de los Estados integrantes de la Confederación. No habrá más distribución de fondos que la que surja de las rentas aduaneras, y si habrá coparticipación, será de los Estados miembros hacia la Confederación para solventar exclusivamente los gastos militares y funcionales de la misma.

Cada 25 años (2041, 2066, 2091 y finalmente 2116), se deberán celebrar conferencias destinadas a transferir gradualmente poderes al nivel confederal de gobierno mediante enmiendas al Tratado de Confederación, pero a las que sólo podrán acceder los Estados que cumplan con metas preestablecidas de crecimiento del PBI, desarrollo de infraestructura, responsabilidad fiscal y estabilidad monetaria. Los que no cumplan, seguirán sujetos a las reglas anteriores.

Finalmente, después de cien años en los que se habrá pasado de una unión aduanera con armas a un mercado común con cada vez más responsabilidades y luego a una organización al estilo de la Unión Europea (aunque esperemos que menos laberíntica), sería de esperar que el Tricentenario de la Independencia sea la oportunidad en que los Estados que alguna vez formaron la primera República Argentina, templados y fogueados después de un siglo de manejar sus propios asuntos sin chupar dinero y recursos de un Estado federal por el hecho de que éste no existió, estén en condiciones de acordar una nueva Constitución y el surgimiento de una segunda República Argentina, más responsable, más autónoma y menos degenerada.

Soñar no cuesta nada, che. Después que no digan que nadie piensa en el largo plazo en este país.

Hasta la próxima.

1 Comentarios:

Blogger Mayor Payne dijo...

Adelante, Biayo!!! Muchas gracias!

12:33 a. m.  

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