sábado, 20 de marzo de 2010

¿Les recuerda a algo?

En mi relectura de partes de 1984 no dejo de encontrar pasajes que me hacen pensar demasiado a la Argentina de hoy y a las cosas que vivimos, escuchamos y soportamos en estos momentos.

Quéseleváser, George Orwell era un visionario de aquellos.

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Qué tipo de personas controlarían este mundo era algo igualmente obvio. La nueva aristocracia estaría compuesta en su mayor parte por burócratas, científicos, técnicos, sindicalistas, expertos en publicidad, sociólogos, profesores, periodistas y políticos profesionales. Estas personas, cuyos orígenes están en las clases medias asalariadas y en los estratos superiores de la clase trabajadora, habían sido moldeadas y agrupadas por el desolado mundo de la industria monopólica y el gobierno centralizado.

Sólo hay cuatro maneras de que un grupo dominante pierda el poder. O es conquistado desde afuera, o gobierna tan ineficientemente que las masas son incitadas a rebelarse, o permite el surgimiento de un fuerte y descontento grupo de los del Medio, o pierde su confianza en sí mismo y su voluntad de gobernar. Estas causas no operan de manera singular, y por lo general las cuatro están presentes en algún grado. Una clase dirigente que pueda protegerse contra todas ellas podría permanecer en el poder permanentemente.

Desde el punto de vista de nuestros actuales gobernantes, por lo tanto, los únicos peligros genuinos son la formación de un nuevo grupo de personas capaces, sin ocupación y con ambiciones de poder, y el crecimiento del liberalismo y del escepticismo en sus propias filas. El problema, por así decirlo, es educativo. Es un problema de moldear continuamente la conciencia de tanto el grupo directivo como del grupo ejecutivo numéricamente mayor que está inmediatamente por debajo.

La esencia del gobierno oligárquico no es la herencia de padre a hijo, sino la persistencia de una determinada visión del mundo y forma de vida, impuestas por los muertos a los vivos. Un grupo dirigente lo es en tanto que pueda nominar a sus propios sucesores. Al Partido no le preocupa perpetuar su sangre sino perpetuarse a sí mismo. QUIÉN ejerza el poder no es importante, en tanto que la estructura jerárquica permanezca siempre idéntica. Todas las creencias, hábitos, gustos, emociones, y actitudes mentales que caracterizan nuestros días están diseñados en verdad para sostener la mística del Partido y evitar que la naturaleza real de la sociedad actual sea percibida.

La palabra clave aquí es "negroblanco". Como tantas otras palabras en Neolengua, esta palabra tiene dos significados contradictorios. Aplicada a un opositor, significa el hábito de proclamar con desparpajo que lo negro es blanco, en contradicción con los hechos visibles. Aplicada a un miembro del Partido, significa la leal disposición para decir que lo negro es blanco cuando la disciplina partidaria así lo exige. Pero también significa la habilidad de CREER que lo negro es blanco, y más aún, la de SABER que lo negro es blanco, y olvidar que alguna vez se creyó lo contrario. Esto exige una permanente alteración del pasado, que es posible gracias al sistema de pensamiento que en verdad comprende a todos los demás, y que es conocido en Neolengua como "doblepensar".

La alteración del pasado es necesaria por dos razones, una de las cuales es subsidiaria y, por así decirlo, precautoria. La razón subsidiaria es que el miembro del Partido, al igual que el proletario, tolera las condiciones actuales en parte porque no tiene estándares de comparación. Debe separársele del pasado, así como se lo debe separar de los países extranjeros, porque es necesario que crea que está mejor que sus ancestros y que el nivel promedio de confort material está en constante aumento. Pero por mucho la razón más importante para el reajuste del pasado es la necesidad de salvaguardar la infalibilidad del Partido. No se trata solamente de que los discursos, estadísticas y registros de todo tipo deban ser constantemente actualizados para mostrar que las predicciones del Partido siempre estuvieron en lo correcto. Es también debido a que ningún cambio en la doctrina o en el alineamiento político puede jamás ser admitido. Porque cambiar la propia opinión, o incluso la propia política, es una admisión de debilidad. Si, por ejemplo, Eurasia o Estasia (cualquiera de las dos sea) es el enemigo hoy, entonces ese país debe siempre haber sido el enemigo. Y si los hechos dicen lo contrario, entonces los hechos deben ser alterados. De esa manera la historia está en constante reescritura. La diaria falsificación del trabajo que lleva a cabo el Ministerio de la Verdad es tan necesaria para la estabilidad del régimen como la labor de represión y espionaje que lleva a cabo el Ministerio del Amor.

Asegurarse de que todos los registros escritos coincidan con la ortodoxia vigente es un mero acto mecánico. Pero también es necesario RECORDAR que los eventos ocurrieron de la forma deseada. Y si es necesario reacomodar las memorias propias o alterar los registros escritos, entonces es necesario OLVIDAR que se lo hizo así.

Todas las oligarquías del pasado han caído del poder porque se osificaron o porque se ablandaron. O se volvieron estúpidas y arrogantes, fracasaron en su adaptación a las circunstancias cambiantes y fueron derrocadas; o se volvieron liberales y cobardes, haciendo concesiones cuando debieron usar la fuerza, y una vez más fueron derrocadas. Cayeron, por así decirlo, o consciente o inconscientemente.

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Hasta la próxima.

1 Comentarios:

Blogger MM dijo...

Pensar que Orwell se fue a escribir el libro a una isla que tenía 7 habitantes. Quería estar sólo y tranquilo para vomitar todo el autoritarismo y opresión que veía y lo que era más torurante para él, la que sabía que vendría.

Un groso el tipo.

Saaludos!

1:43 p. m.  

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