sábado, 28 de agosto de 2010

Una semana para el olvido

Esta debe haber sido una semana para el olvido para la Parejita de Olivos, sus asociados, sus cómplices y sus quemados después de varios días de optimismo inflado.

La pelea absurda y gratuita que se armó por Fibertel ya tomó visos de papelón cuando quedó en evidencia que muchas de las "más de 300 compañías" que al Gobierno tanto le gusta presentar como alternativas, o no prestan servicios de banda ancha o directamente de Internet, o están colgadas de las redes de Arnet y Speedy. Y ya se cobró su primer fracaso en los tribunales con la orden de un juez marplatense que mandó mantener el servicio en funcionamiento en idénticas condiciones.

El galardón al mayor papelón de la semana, sin embargo, va para la presentación en cadena nacional de la "verdad" sobre Papel Prensa, que en la práctica fue una farsa de una hora y media en donde la Presidenta, entre otras cosas, habló de la condición de testaferro como si fuera algo legítimo y encomiable (incluso abrazando la teoría de que cuando el testaferro es "evidente" la sucesión corresponde al heredero del presunto dueño real), pifió fechas y nombres, y se embrolló con una versión de la historia tan delirante y absurda que hasta sus propias presuntas víctimas la desmienten.

Fueron tantos los huecos que dejó el verso de Cristina que todavía hay lugar para más. ¿O no resulta curioso que la Presidenta esté tan a favor de los derechos de una familia que compró acciones de la fábrica con guita mejicaneada del rescate percibido por un grupo terrorista para liberar secuestrados?

Tan mal les salió el tiro que la casta empresarial argenta, colectivo cagón si lo hay en este país, no quiso formar parte de la festichola del martes a la noche a pesar de los aprietes del impresentable de Moreno. Sin mencionar que el progresariato argento sintió por primera vez lo que todos veníamos diciendo desde 2003: que los Kirchner usaban los "derechos humanos" como preservativo. Realmente, escuchar a Jorge Lanata diciendo "me tienen harto con la dictadura" o a Ernesto Tenenbaum espantado porque "si hacen esto con los sobrevivientes de la dictadura, qué límite van a tener", fue altamente reconfortante.

Y encima para algo que no debe haber sido lo que querían hacer, porque semejante escenario y fanfarria ameritaba una medida bien dura como la estatización directa. El recule que tuvieron que hacer pudo haber tenido que ver con el viajecito de urgencia que Twitterman hizo a Washington el día antes de la presentación del informe; baste imaginar la bronca que debe sentir Néstor si la marcha atrás fue forzada por Estados Unidos. Algo de eso se coló en la reacción infantil de Twitterman de decir "estamos preocupados por la libertad de prensa en EE.UU".

Por el momento el tan cacareado "repunte" quedó tapado por las torpezas oficialistas, el reagrupamiento táctico (porque uno estratégico sería demasiado para pedirle a esos chorlitos) de los dirigentes opositores, y el ridículo en el que cayó la Presidenta con su lamentable discurso. Es hasta triste que la buena imagen de los Kirchner se venga abajo con sólo abrir la boca.

Hay que ver ahora cómo reacciona Nefástor ante este compilado de lo que más odia: el fracaso en sus planes, el recule ante obstáculos insalvables y la rebelión de los que antes se arrastraban ante él. Por ahora, están empezando con el apriete a Cablevisión, pero habrá que ver si no es sólo el primer paso de lo que Néstor habrá concebido durante el episodio de colon irritable que le dejó esta semanita.

Es que en el fondo, sus peores enemigos son ellos mismos.

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