¿Y cómo sigue todo esto?
Murió Néstor Kirchner. Si alguien se imaginaba el miércoles a la mañana que iba a pasar eso, le recomiendo que juegue al Quini 6 porque la tiene más clara que cualquier otro argentino vivo.
Su muerte no me inspira la menor lástima. Sí siento lástima por Cristina, que ahora tiene que sobrellevar la viudez a la vez que se hace cargo del muerto que le dejó el muerto, y por los hijos que ahora son huérfanos de padre. A esa lástima, sin embargo, llego haciendo mucha abstracción de quiénes son ellos y de las cosas que han hecho.
En cuanto a Néstor, lo único que deseo es que con él se haya podido enterrar algo del odio que le inyectó a la sociedad argentina durante los siete años de su reinado, o que por lo menos con él haya muerto la fuente de ese odio.
Pero al fin y al cabo, Kirchner ya está dos metros bajo tierra. Ahora, para los que quedamos vivos en el país que él construyó, nos toca pensar qué es lo que viene ahora.
Partamos de una base: con Kirchner no sólo murió un ex presidente casado con la actual primera mandataria, sino también la cabeza formal del partido gobernante y el centro alrededor del cual giraba todo el aparato de poder, negocios y extorsión que controla el país.
Cabría pensar que Cristina heredaría la conducción de ese aparato de poder, pero esa suposición se torna dudosa cuando tenemos en cuenta que muchos de los miembros de ese aparato lo son solamente a causa de la relación y de los negocios que mantenían con el muerto, y que había entre varios de ellos diferencias irreconciliables que sólo Kirchner podía neutralizar en el marco de su "proyecto".
Resumiendo: el aparato era de Kirchner y sólo Kirchner lo podía hacer funcionar. Hay muchas razones para poner en duda las habilidades y astucia de Cristina para mantener intacto un andamiaje contradictorio en el que conviven los burócratas sindicales de la CGT y los barones territoriales con las figuritas del montonerismo y de la transversalidad. Además Cristina no puede cortarse sola porque "el cristinismo" no existe. Lo que tenga para hacer, sólo lo podrá hacer en la medida en que ponga a su servicio el engendro político creado por el muerto.
No hablemos por ahora de especulaciones sobre luchas de poder en el entorno de la Isabelita 2.0, que son más que factibles ahora que el Gran Disciplinador cantó para el carnero y pensemos en los rumbos que podría tomar ella.
Un rumbo podría ser el de una "sciolización" del gobierno, en el sentido de que Cristina haga suyos aquellos atributos que por alguna razón son asociados con el invertebrado que dice que gobierna la provincia de Buenos Aires: mesura, conciliación, diálogo y el resto de la sarasa. Una "sciolización" del gobierno implicaría minimizar o cerrar algunos de los conflictos inútiles iniciados por el muerto, un acercamiento y una baja de la tensión política y la eyección de gurkhas impresentables como Poronga Moreno.
Difícil que pase; Cristina es demasiado orgullosa como para pegar semejante volantazo y más ahora que cualquier "claudicación" va a ser tomada como una traición a los ideales y al legado de Nefástor. Y cualquier cosa que agigante la imagen de Scioli va a ser para muchos dentro del universo K la prueba final de que el manco motonauta está esperando el momento para clavarle el puñal por la espalda a la viudita.
El segundo camino es el de la "moyanización", es decir, que Cristina se recueste en el último gran sector que parece responderle de manera más o menos monolítica: la burocracia cegetista. Hablaríamos de más desvaríos legislativos de papá Recalde impulsados por la Rosada, más liturgia fachoperonista de los '50, etc. Sería el sueño húmedo de un Moyano que por alguna razón que sólo él conoce se ve a sí mismo como un pichón de Lula argento.
También es difícil que pase; como bien dijo Lanata, Hugo Moyano es "el enemigo en casa" y un tremendo piantavotos en aquellos sectores que Cristina quisiera de su lado por más que de la boca pa'fuera haga como que le provocan asquito. Ni hablar de que un impulso a la bulimia de poder de Moyano encendería las alarmas en los otros socios de la coalición K: los burócratas partidarios, los barones territoriales, los empresarios amigotes del modelo y los pajaritos de la izquierda que se tragan cualquier sapo a la espera de una recompensa progre del Gobierno.
El tercer rumbo, que quizá resulte ser el elegido, sea la "kirchnerización": apelar lo más posible a la memoria e imagen del difunto, rodear a Cristina de un microclima bien patagónico y Nac&Pop que dé instrucciones para "fortalecer el modelo" e intentar seguir como si nada hubiera pasado, con la ilusión de que la inercia política mantenga todas las piezas del inmanejable rompecabezas K en su lugar.
Un párrafo final para las especulaciones de que la muerte de Nefástor va a hacer que la nueva Chabela repunte en las encuestas como le pasó a Ricardito Alfonsín tras la muerte de Raúl. Aunque ese efecto puede darse y muy probablemente sea así, hay que tener en cuenta dos importantísimas diferencias entre Cristina y el hijo de Raúl.
La primera es que Ricardito es un simple diputado mientras que Cristina es la Presidente, por lo que Ricardito puede sentarse e ir acumulando ese prestigio sin que la gestión del día a día se lo vaya desgastando. Y la segunda es que Ricardito es en gran medida una hoja en blanco para la opinión pública, mientras que desgraciadamente conocemos demasiado bien a la viudita.
Tarde o temprano ese prestigio labrado en base a la pena y a la compasión por su viudez va a tener que chocar contra la realidad y en mayor o menor medida va a salir abollado. Y si los análisis que dicen que en el ya extinto matrimonio presidencial era el muerto el que tenía pragmatismo y que no le hacía asco a la ingesta de sapos mientras que Cristina era la fanática de los principios, vamos a ver más temprano que tarde cómo ella va a chocar de frente contra algún aspecto de la realidad.
Sea lo que sea que pase, lo que viene va a ser interesante.
Compren pochoclo y hasta la próxima.
Su muerte no me inspira la menor lástima. Sí siento lástima por Cristina, que ahora tiene que sobrellevar la viudez a la vez que se hace cargo del muerto que le dejó el muerto, y por los hijos que ahora son huérfanos de padre. A esa lástima, sin embargo, llego haciendo mucha abstracción de quiénes son ellos y de las cosas que han hecho.
En cuanto a Néstor, lo único que deseo es que con él se haya podido enterrar algo del odio que le inyectó a la sociedad argentina durante los siete años de su reinado, o que por lo menos con él haya muerto la fuente de ese odio.
Pero al fin y al cabo, Kirchner ya está dos metros bajo tierra. Ahora, para los que quedamos vivos en el país que él construyó, nos toca pensar qué es lo que viene ahora.
Partamos de una base: con Kirchner no sólo murió un ex presidente casado con la actual primera mandataria, sino también la cabeza formal del partido gobernante y el centro alrededor del cual giraba todo el aparato de poder, negocios y extorsión que controla el país.
Cabría pensar que Cristina heredaría la conducción de ese aparato de poder, pero esa suposición se torna dudosa cuando tenemos en cuenta que muchos de los miembros de ese aparato lo son solamente a causa de la relación y de los negocios que mantenían con el muerto, y que había entre varios de ellos diferencias irreconciliables que sólo Kirchner podía neutralizar en el marco de su "proyecto".
Resumiendo: el aparato era de Kirchner y sólo Kirchner lo podía hacer funcionar. Hay muchas razones para poner en duda las habilidades y astucia de Cristina para mantener intacto un andamiaje contradictorio en el que conviven los burócratas sindicales de la CGT y los barones territoriales con las figuritas del montonerismo y de la transversalidad. Además Cristina no puede cortarse sola porque "el cristinismo" no existe. Lo que tenga para hacer, sólo lo podrá hacer en la medida en que ponga a su servicio el engendro político creado por el muerto.
No hablemos por ahora de especulaciones sobre luchas de poder en el entorno de la Isabelita 2.0, que son más que factibles ahora que el Gran Disciplinador cantó para el carnero y pensemos en los rumbos que podría tomar ella.
Un rumbo podría ser el de una "sciolización" del gobierno, en el sentido de que Cristina haga suyos aquellos atributos que por alguna razón son asociados con el invertebrado que dice que gobierna la provincia de Buenos Aires: mesura, conciliación, diálogo y el resto de la sarasa. Una "sciolización" del gobierno implicaría minimizar o cerrar algunos de los conflictos inútiles iniciados por el muerto, un acercamiento y una baja de la tensión política y la eyección de gurkhas impresentables como Poronga Moreno.
Difícil que pase; Cristina es demasiado orgullosa como para pegar semejante volantazo y más ahora que cualquier "claudicación" va a ser tomada como una traición a los ideales y al legado de Nefástor. Y cualquier cosa que agigante la imagen de Scioli va a ser para muchos dentro del universo K la prueba final de que el manco motonauta está esperando el momento para clavarle el puñal por la espalda a la viudita.
El segundo camino es el de la "moyanización", es decir, que Cristina se recueste en el último gran sector que parece responderle de manera más o menos monolítica: la burocracia cegetista. Hablaríamos de más desvaríos legislativos de papá Recalde impulsados por la Rosada, más liturgia fachoperonista de los '50, etc. Sería el sueño húmedo de un Moyano que por alguna razón que sólo él conoce se ve a sí mismo como un pichón de Lula argento.
También es difícil que pase; como bien dijo Lanata, Hugo Moyano es "el enemigo en casa" y un tremendo piantavotos en aquellos sectores que Cristina quisiera de su lado por más que de la boca pa'fuera haga como que le provocan asquito. Ni hablar de que un impulso a la bulimia de poder de Moyano encendería las alarmas en los otros socios de la coalición K: los burócratas partidarios, los barones territoriales, los empresarios amigotes del modelo y los pajaritos de la izquierda que se tragan cualquier sapo a la espera de una recompensa progre del Gobierno.
El tercer rumbo, que quizá resulte ser el elegido, sea la "kirchnerización": apelar lo más posible a la memoria e imagen del difunto, rodear a Cristina de un microclima bien patagónico y Nac&Pop que dé instrucciones para "fortalecer el modelo" e intentar seguir como si nada hubiera pasado, con la ilusión de que la inercia política mantenga todas las piezas del inmanejable rompecabezas K en su lugar.
Un párrafo final para las especulaciones de que la muerte de Nefástor va a hacer que la nueva Chabela repunte en las encuestas como le pasó a Ricardito Alfonsín tras la muerte de Raúl. Aunque ese efecto puede darse y muy probablemente sea así, hay que tener en cuenta dos importantísimas diferencias entre Cristina y el hijo de Raúl.
La primera es que Ricardito es un simple diputado mientras que Cristina es la Presidente, por lo que Ricardito puede sentarse e ir acumulando ese prestigio sin que la gestión del día a día se lo vaya desgastando. Y la segunda es que Ricardito es en gran medida una hoja en blanco para la opinión pública, mientras que desgraciadamente conocemos demasiado bien a la viudita.
Tarde o temprano ese prestigio labrado en base a la pena y a la compasión por su viudez va a tener que chocar contra la realidad y en mayor o menor medida va a salir abollado. Y si los análisis que dicen que en el ya extinto matrimonio presidencial era el muerto el que tenía pragmatismo y que no le hacía asco a la ingesta de sapos mientras que Cristina era la fanática de los principios, vamos a ver más temprano que tarde cómo ella va a chocar de frente contra algún aspecto de la realidad.
Sea lo que sea que pase, lo que viene va a ser interesante.
Compren pochoclo y hasta la próxima.
2 Comentarios:
Mayor Paine, brillante como siempre.
Sobre los escenarios que planteás, por varios lados he leído comentarios en donde se decía que la Kretina iba a profundizar lo dejado por el Nefastor. De hecho uno de los cánticos que sonaba ayer en el "cortejo" fúnebre era "Andate Cobos la p... que te p...". Ah cierto, se olvidan que Cobos eligió sumarse a esa runfla y ahora lo tratan como un detrito. Bueno, eso siempre hicieron con las personas.
Pero no te olvides de algo importante: el verdadero y único generador de poder y crispación no es la Kretina sino el virolo finado. Entonces, viendo que la Kris está huérfana en el poder, no veo la hora de que ahora comiencen las pasadas de factura después de siete años, sabiendo que el Nefastor se corrió...a otra vida en el infierno. Porque los que fueron oportunistas con este gobierno, muchos por lo bajo lo detestaban y ahora que se fué el factor miedo representado por el tuerto, saldrán de la cueva a devorarse a la viuda.
¿Y cómo sigue todo esto? Veremos, Mayor Paine. Mientras tanto nadie me va a sacar el enorme alivio que tengo de saber que Kirchner se va a pudrir en el cementerio y en el infierno. Nadie. Que las lombrices hagan su trabajo ya mismo.
Ahora, ¿Será verdad que muchos (yo incluído) festejaron la muerte del malparido psicópata?
Pero ya está: bien muerto está. Que sufra hasta la eternidad.
Andrés
Ojala la Kretina pueda y quiera terminar su mandato. Sino van a seguir poniendose en victimas.
Y estos, si les acercas un fósforo, combustionan enseguida. Con la furia pretenden amedrentar a la oposición.
Un verdadero asco me da la cobertura mediática sobre la muerte de Néstor. Los medios no pudieron dar una imagen más hipócrita.
Y coincido con aquellos que dudan de que realmente haya muerto. Hay muchas curiosas "casualidades" que germinan esa duda.
El pingüino se debe estar descostillando de la risa de ver tantos estúpidos llorandolo, como si fuera el funeral de Juan Pablo II. Debe estar en Suiza contando los millones que colocó a su nombre, en una cuenta en ese país.
Saludos.
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