sábado, 14 de abril de 2012

Democracia

En algún momento alguien va a tener que cuestionar seriamente los méritos y postulados de la democracia, porque si vamos a vivir en una sociedad en donde absolutamente nada es sagrado o merecedor de respeto, no tiene sentido que conservemos al sistema político como algo que está más allá de toda crítica o evaluación.

Antes de arrancar, ¿hacer una crítica de la democracia significa repudiarla? Es posible que sí, pero también es posible que no sea así.

Criticar no necesariamente quiere decir despreciar; es más, creo que le hace mucho más mal a la democracia y a la sociedad en general el endiosarla y condenar de prepo cualquier cuestionamiento que dejar que la misma sea evaluada de forma honesta para encontrar sus fallas y quizás tratar de resolverlas.

Incluso un tipo como Winston Churchill, a quien no puede acusarse de ser antidemocrático o de no valorar el sistema democrático, llegó a decir: "Muchas formas de gobierno han sido probadas y serán probadas en este mundo de pecado y dolor. Nadie pretende que la democracia sea perfecta o infinitamente sabia. De hecho, se ha dicho que la democracia es la peor forma de gobierno, con excepción de todas aquellas otras formas que han sido probadas de vez en cuando".

Mi principal crítica viene a cuento de que, como en casi todos los emprendimientos humanos, el paso del tiempo nos ha llevado a una situación en donde los principios y supuestos operativos del sistema ya no se condicen con las realidades materiales sobre las cuales tiene que operar.

En términos más concisos: se pensó a la democracia moderna para una sociedad que ya no existe.

El sistema que a grosso modo podemos llamar "democracia moderna" surgió en una época en donde las aristocracias todavía conservaban poder real y era necesario hacerles contrapeso, y en donde no se podía imaginar que un poder como el voto o el poder político pudieran estar alguna vez en manos de mujeres o de no propietarios. Con nuestras sensibilidades actuales, nos puede parecer horrendo pero así era la cosa, como lo demuestran los intentos hechos en todos lados de poner el voto censitario, lo que tardó en llegar el voto femenino o incluso la cláusula de nuestra Constitución que manda que es necesario tener una renta mínima para ser candidato a senador.

¿Qué beneficios podía traer semejante concepción? A mi entender, la idea que sustentaba aquella noción de la democracia era que sólo podían elegir y ser elegidos aquellos que contaran con experiencia práctica en administración de emprendimientos, manejo de propiedades u otras cuestiones. O sea, que los asuntos públicos estuvieran en manos de personas experimentadas y con experiencia.

A la luz de nuestras ideas actuales, esa noción nos puede parecer anormal o incluso repugnante, pero esa era la idea, o al menos así la entiendo yo.

Lo preocupante es cómo fue mutando la noción de república y la de democracia en estos últimos siglos, particularmente con el auge de los partidos políticos formales y organizados. Los partidos permitieron que surgiera de manera encubierta una nueva aristocracia cuyos miembros nunca hicieron otra cosa que no fuera "hacer política" y nunca tuvieron otro sustento que no pasara por la actividad política cuando estaban en el llano o el Estado cuando su facción alcanzó el poder.

A la par de ese fenómeno, mientras más se expandía el derecho a votar y ser elegido, primero con la eliminación de cualquier régimen censitario y después con el sufragio femenino y la reducción progresiva y sistemática de la edad mínima para votar, y mientras más compleja se tornaba la vida cotidiana, uno de los requisitos fundamentales del sistema tal como se lo concibió hace siglos empezó a diluirse, ya que la decisión sobre quién iba a ocupar los cargos de decisión sobre los asuntos públicos quedaba progresivamente en manos de personas que estaban demasiado ocupadas con su vida cotidiana como para pensar claramente sobre cuestiones públicas que cada vez más estaban fuera de su campo de experiencias.

Peor aún, nuestros políticos encontraron que la mejor forma de perpetuarse en el poder era asegurando un flujo constante de regalos y de frases e ideas halagüeñas para ganar el favor permanente de los votantes, quienes tienden a estar demasiado abrumados o preocupados por sus cuestiones personales y cotidianas como para darle demasiada reflexión a las grandes cuestiones de Estado... o que sólo esperan del Estado que les ayude a resolver sus problemas actuales a como dé lugar.

El sistema democrático y republicano, que había surgido sobre la idea de que el poder fuera ejercido por representantes del pueblo que actuaran bajo el control de una ciudadanía interesada e involucrada en la cosa pública, fue degenerando hacia la monstruosidad actual, en donde sólo llegan al poder y se mantienen aquellos lo bastante inescrupulosos como para dejar de lado cualquier noción de coherencia y consistencia intelectual y moral para estar siempre del lado que les permita sobornar y comprar el favor de una ciudadanía que está demasiado enloquecida con las cosas de todos los días como para pensar en cuestiones más grandes.

Así llegamos a nuestros días, en donde la democracia no es más que el gobierno ejercido por sociópatas que llegan al poder gracias al voto de los indolentes.

Hay un pasaje de Ayn Rand que, si bien habla de otra cosa, expone bastante bien lo que yo creo que es una de las raíces de los problemas que nos aquejan en el mundo occidental: "Ustedes proponen establecer un orden social basado en los siguientes postulados: que son incompetentes para manejar sus propias vidas, pero competentes para manejar las vidas de otros -- que son incapaces de existir en libertad, pero capaces de convertirse en gobernantes omnipotentes -- que son incapaces de ganarse la vida usando su propia inteligencia, pero capaces de juzgar a los políticos y votarlos para que ocupen cargos con poder total sobre artes que nunca han visto, sobre ciencias que nunca han estudiado, sobre logros de los cuales no tienen conocimiento alguno, sobre las gigantescas industrias en las que ustedes, según su propia definición de capacidad, serían incapaces de ocupar de manera exitosa el puesto de engrasador ayudante."

Algo de eso hay. O bastante. Y mientras insistamos en darle un carácter sagrado e incuestionable a la democracia tal como se la entiende hoy en día, en lugar de partir de la base de que es una herramienta y que cada herramienta es útil sólo mientras esté de acuerdo con las circunstancias y los problemas del momento, seguiremos tropezando.

6 Comentarios:

Anonymous Jean. dijo...

Muy bien dicho. La democracia es el mejor modo de gobierno que conocemos, y es mejor aun para equivocarnos al elegir, pero es perfectible. El problema es que quienes eligen son en su mayoría ignorantes. Si existiera un voto calificado, es decir, a más educación y logros cívicos, científicos, educativos, etc., más votos por persona, entonces sería una elección más inteligente y menos manipulable. Saludos.

6:08 p. m.  
Blogger Andy dijo...

No esperemos que cambien el sistema sean quienes se benefician de él, tanto políticos como votantes. Los primeros dependen del voto de mayorías: cantidad, no calidad. Y los votantes saben explotar su voto, "dame, si querés que te vote"...y lo que los políticos les dan, no sale de sus bolsillos, sino de los impuestos, que salen de los que producen, que son cada vez menos...

Y otro concepto que requiere crítica, casi tanto como "democracia" es "educación"...¿o "adoctrinamiento"?
Cada vez que oigo que "hace falta más educación", pienso en Carta Abierta....bbbzzz....

12:44 a. m.  
Anonymous carancho dijo...

Uy, uy, uy.
Mayor, creo que este post cae en manos progres deberemos asistir a su crucifixión pública.
Por otra parte, como dice Andy arriba, quién va a cambiar el sistema? Los políticos, primeros beneficiados? El pueblo, demasiado cómodo e indolente para pensar y esforzarse?
A menos, por supuesto, que hagamos la "revolución" nosotros, los "fachitos gorilas" (je)
Saludos.

8:40 a. m.  
Blogger Mayor Payne dijo...

Muchas gracias por los comentarios!

Jean, tal vez escriba en alguna oportunidad un post al respecto, pero en mi opinión no necesariamente tiene que pasar por una cuestión de inteligencia, sino más bien por una de responsabilidad personal y social... en lugar de regalar el voto así nomás, conferirlo sólo a aquellos ciudadanos que demuestren ser responsables, sea porque prestaron algún servicio a la comunidad o porque colaboran en tiempo y forma a través de sus impuestos. No sé, ideas hay a rolete, es cosa de pensarlas...

Andy y Carancho, no propongo ninguna revolución ni creo que la haya. Los que hacen revoluciones suelen ser alpedistas e inútiles crónicos como los que siguen a este gobierno; el resto de la gente tiene que trabajar para vivir. Lo que escribía era para pensar un poco sobre la cuestión y tratar de sacarle la mascarita sagrada a una noción de democracia que no sólo no funciona, sino que además hace imposible emprender cualquier tipo de retorno al sentido común (definido como cualquier idea que se oponga a la ilusión de que se puede vivir de arriba por toda la eternidad con alguien que nos banque nuestros "derechos").

Lo que sí creo es que como viene la mano, tarde o temprano se van a prender las luces del boliche y se va a cortar la música, y lo que parecía una joda interminable va a quedar revelado como un lugar roñoso poblado de quebrados y borrachos a los que les va a quedar una resaca interminable.

Una imagen que me quedó muy grabada fue una metáfora que usó un columnista yanqui, que decía que el mundo está comportándose como el Coyote que trata de agarrar al Correcaminos, cuando sigue corriendo a pesar de haber pasado el borde del precipicio y se mantiene en el aire... hasta que mira para abajo y se da cuenta de que no hay suelo que lo sostenga.

Tarde o temprano, alguien va a mirar para abajo. Y ahí, que Dios nos agarre confesados.

Por otro lado, estaría bueno un post sobre educación, tema en el que no me he metido por no estar muy al tanto... pero da para pensar.

Saludos y gracias!

1:38 p. m.  
Blogger San dijo...

El tema es que, democracia sin república es un sinsentido.

Uno no puede votar para ver quién se lo viola de parado, quién le administra su propiedad o quién le dice cuánto y cómo ganar.

El voto para elegir quién administra la función pública (o sea, la defensa de los derechos individuales y trivialidades como dónde poner un semáforo) presupone que ciertas cosas serán respetadas e intocables.

Caso contrario, prefiero no votar y que traten de someterme a la fuerza. Eso por lo menos desenmascararía la perversión del sistema y lo que realmente es.

Y sí, hace rato que los políticos son una casta social. Parásitos y chorros que se disfrazaron de santos y ángeles. Es increíble que haya una sola persona que se los crea.

10:21 p. m.  
Blogger Mayor Payne dijo...

San, totalmente de acuerdo. Para mí la clave del desastre pasa por una combinación letal entre una ciudadanía que en el mejor de los casos está demasiado enloquecida como para pensar claramente y en el peor es indolente e incapaz de aceptar que nada es gratis en la vida, y una casta política de sociópatas sin principio alguno y capaces de decir hoy que es blanco lo que ayer era negro si le garantizara algún voto.

Ambas se retroalimentan en su perversión; los votantes rechazando de plano a cualquiera que se atreva a decirles que no existe lo de vivir de arriba bancado por papá Estado sin laburar o que está mal la lógica de "lo tuyo es mío y lo mío también", y los políticos masajeando los caprichos de la sociedad haciéndole creer que Papá Noel existe y que tiene derecho a que otro le pague la fiesta para siempre.

Por otro lado, no podemos tener una república si no existe en gobernantes y gobernados la conciencia de que hay límites éticos a lo que se puede hacer y que hay principios morales que no pueden ser dejados de lado... no tiene sentido tener las mejores leyes y las mejores instituciones si no hay en el interior de las personas un freno moral y ético que contenga sus posibles excesos.

Saludos!

11:30 p. m.  

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