Temas del Sábado I: Ave Néstor, sin pecado concebido
Van a tener que actualizar la teología: la Inmaculada Concepción dejó de ser exclusiva de la Virgen María, y ahora se aplica a todos los miembros del entorno K. Empezando por Nuestro Presidente mismo.
Sólo así puede explicarse el manejo político que se hace del pasado de las figuras públicas de la Argentina. Como si la Historia hubiera empezado de nuevo el 25 de mayo de 2003, cuando descendió de los cielos el Arcángel Néstor junto a su coro celestial, listos a juzgar y condenar los hechos de cada uno.
Los miembros del Gobierno no tienen historia. No tienen mancha ni pecado, original o adquirido. Ellos llegaron, puros y limpios, a separar el trigo de la cizaña armados de carpetas marca SIDE. Los demás sólo tienen prontuarios, los cuales pueden ser convenientemente desenterrados y lanzados para desprestigiar a cualquiera. Mientras más enroñe, mejor. Y cuando no hay prontuario, simplemente se inventa (¿se acuerdan de las cuentas en el exterior que le inventaron a Enrique Olivera antes de las elecciones de 2005?).
¿Para qué debatir, si siempre se puede sacar la mugre del otro y condenarlo desde el trono? ¿Para qué responder, si basta con repetir las opiniones anteriores del contrario, en especial si fueron favorables a los demonios de la teología kirchnerista?
En realidad, no debería sorprendernos. Un gobierno que se enorgullece en revolcar la basura del pasado no va a tener asco en revolver la basura de sus opositores, y después usar esa basura como herramienta de debate.
Pero un amigo del Gobierno jamás tiene pasado. Nunca tienen carpetas propias en los sótanos de la SIDE. El amigo del Gobierno sólo tiene "militancia", término confuso que todo lo perdona. Haber trabajado en la SIDE, haber opinado a favor de otro o ser cercano a las FF.AA. "destiñe" en la tintorería Kirchner, donde se sacan todos los trapitos de los demás al sol. Pero ser "militante" (especialmente en los grupos terroristas) y "amigo" es el mejor blanqueador posible.
No importa si Néstor se hizo rico con los remates inmobiliarios y la circular 1050 de Martínez de Hoz, a quien hoy defenestra. O si Alberto Fernández militó primero en un partido de derecha y después fue cavallista. O si Eduardo Luis Duhalde (secretario de Izquierdos Humanos) fue abogado de terroristas. O si Jorge Taiana fue él mismo un terrorista. Pero Juan José Álvarez es satanizado por haber trabajado un tiempito en la SIDE, y eso porque la SIDE se usó siempre para espiar opositores. Como si no estuviera pasando ahora.
No importa si el juez Oyarbide vivía yendo a Spartacus. O si Zaffaroni evadía impuestos, sacaba violadores de la cárcel y estaba orgulloso de ello. Pero en el país del Código de Convivencia que legaliza el trabajo sexual (ex "prostitución"), que tolera todas las orientaciones y preferencias sexuales habidas y por haber (porque claro, "son cosas privadas"), Karina Mujica pasa a ser candidata a lapidación pública por sus actividades sexuales.
La política no es un lugar de monjas carmelitas. Todos tienen sus pecados, sus cosas que quieren guardar. Todos tienen alguna macana, algún esqueleto que no quieren que salga del armario. La política es una actividad hipócrita, donde muchas veces uno se tiene que tragar lo que piensa y decir lo que conviene o hacer lo que no le gusta.
Pero no hay mayor acto de hipocresía que sacar los esqueletos de los armarios de los demás y mostrarlos en la calle, mientras los armarios propios están que revientan.
Sólo así puede explicarse el manejo político que se hace del pasado de las figuras públicas de la Argentina. Como si la Historia hubiera empezado de nuevo el 25 de mayo de 2003, cuando descendió de los cielos el Arcángel Néstor junto a su coro celestial, listos a juzgar y condenar los hechos de cada uno.
Los miembros del Gobierno no tienen historia. No tienen mancha ni pecado, original o adquirido. Ellos llegaron, puros y limpios, a separar el trigo de la cizaña armados de carpetas marca SIDE. Los demás sólo tienen prontuarios, los cuales pueden ser convenientemente desenterrados y lanzados para desprestigiar a cualquiera. Mientras más enroñe, mejor. Y cuando no hay prontuario, simplemente se inventa (¿se acuerdan de las cuentas en el exterior que le inventaron a Enrique Olivera antes de las elecciones de 2005?).
¿Para qué debatir, si siempre se puede sacar la mugre del otro y condenarlo desde el trono? ¿Para qué responder, si basta con repetir las opiniones anteriores del contrario, en especial si fueron favorables a los demonios de la teología kirchnerista?
En realidad, no debería sorprendernos. Un gobierno que se enorgullece en revolcar la basura del pasado no va a tener asco en revolver la basura de sus opositores, y después usar esa basura como herramienta de debate.
Pero un amigo del Gobierno jamás tiene pasado. Nunca tienen carpetas propias en los sótanos de la SIDE. El amigo del Gobierno sólo tiene "militancia", término confuso que todo lo perdona. Haber trabajado en la SIDE, haber opinado a favor de otro o ser cercano a las FF.AA. "destiñe" en la tintorería Kirchner, donde se sacan todos los trapitos de los demás al sol. Pero ser "militante" (especialmente en los grupos terroristas) y "amigo" es el mejor blanqueador posible.
No importa si Néstor se hizo rico con los remates inmobiliarios y la circular 1050 de Martínez de Hoz, a quien hoy defenestra. O si Alberto Fernández militó primero en un partido de derecha y después fue cavallista. O si Eduardo Luis Duhalde (secretario de Izquierdos Humanos) fue abogado de terroristas. O si Jorge Taiana fue él mismo un terrorista. Pero Juan José Álvarez es satanizado por haber trabajado un tiempito en la SIDE, y eso porque la SIDE se usó siempre para espiar opositores. Como si no estuviera pasando ahora.
No importa si el juez Oyarbide vivía yendo a Spartacus. O si Zaffaroni evadía impuestos, sacaba violadores de la cárcel y estaba orgulloso de ello. Pero en el país del Código de Convivencia que legaliza el trabajo sexual (ex "prostitución"), que tolera todas las orientaciones y preferencias sexuales habidas y por haber (porque claro, "son cosas privadas"), Karina Mujica pasa a ser candidata a lapidación pública por sus actividades sexuales.
La política no es un lugar de monjas carmelitas. Todos tienen sus pecados, sus cosas que quieren guardar. Todos tienen alguna macana, algún esqueleto que no quieren que salga del armario. La política es una actividad hipócrita, donde muchas veces uno se tiene que tragar lo que piensa y decir lo que conviene o hacer lo que no le gusta.
Pero no hay mayor acto de hipocresía que sacar los esqueletos de los armarios de los demás y mostrarlos en la calle, mientras los armarios propios están que revientan.
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