Sábado I: INDEC orwelliano
El Ministerio de Economía procedió a desplazar a la directora del Índice de Precios al Consumidor (IPC) del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), quien estaba encargada de, entre otras cosas, compilar y analizar los datos que determinarían la tasa de inflación. En su reemplazo, se nombró a dedo (sin concurso) a una funcionaria sin experiencia técnica en la materia que se presentó como "delegada de la Ministra de Economía". Según lo que trascendió, la directora anterior del IPC tenía fuertes desacuerdos con el secretario de Comercio Interior, el pistolero Guillermo Moreno.
¿Cuál fue el problema? Según el estatuto del INDEC, la información recopilada por el organismo es estrictamente secreta y sólo puede usarse para la elaboración de estadísticas. El pistolero habría exigido que le entregaran el listado de comercios y negocios cuyos precios son relevados para confeccionar el IPC, así podía ir a cada uno de ellos e "invitarlos" a que ajusten sus precios a las previsiones que esperaba el Gobierno.
Quería dejarles ahora algunos párrafos de una novela que les recomiendo que lean:
"-Pero es que ni siquiera podía dársele el calificativo de adulteración- pensaba Winston mientras procedía al reajuste ordenado por el Ministerio de la Abundancia. Aquello era simplemente sustituir una falsedad con otra. La mayoría de aquel material ninguna relación guardaba con los hechos reales, ni siquiera la relación indispensable para dar formas a una abierta falsedad. Las estadísticas, por ejemplo, eran puras fantasías, tanto en su versión original como en la rectificada. A la verdad, muchas de ellas eran producto de la inventiva de los propios funcionarios. Por ejemplo, las previsiones del Ministerio de la Abundancia daban a la producción del calzado un total trimestral de ciento cuarenta y cinco millones de pares, en tanto las cifras reales de lo fabricado se referían a sesenta y dos millones. (...). Lo probable era que no se hubiese producido un solo par de zapatos. Y aún más probable que nadie tuviera la menor idea del total fabricado ni se le importara un ardite. Todo cuanto se sabía era que trimestralmente se fabricaba sobre el papel una cifra astronómica de zapatos, aunque quizá la mitad de los habitantes de Oceanía anduvieran descalzos. Y tres cuartos de lo mismo ocurría con los demás datos oficiales, fueran importantes o nimios. (...)"
"(...) Según noticias, habíanse organizado grandiosas manifestaciones para expresar gratitud al Gran Hermano por haber aumentado la ración de chocolate a veinte gramos por semana. Y no fue sino ayer -pensó Winston- que se anunció su reducción de treinta a veinte gramos. ¿Cómo era posible que la gente tragara tanta mistificación y olvidara lo dicho hacía apenas veinticuatro horas? Pero se lo tragaban. (...)
Proseguía la telepantalla difundiendo datos fantásticos. En comparación con el año anterior, había ahora más productos alimenticios, más ropas, mayor número de viviendas, más muebles, útiles de cocina y combustible, más barcos, helicópteros, libros y recién nacidos, más de todo, excepto epidemias, criminalidad y orates. Año tras año y minuto por minuto, todo y todos seguían ascendiendo la vertiginosa espiral del bienestar hacia la cumbre de la suprema felicidad. (...)."
"Pero la razón principal que existe para rectificar lo pasado radica en la necesidad de abroquelar la infalibilidad del Partido. (...). Y si los hechos lo contradicen, pues a obliterar los hechos. (...)"
Extractos de la novela 1984, de George Orwell.
¿Cuál fue el problema? Según el estatuto del INDEC, la información recopilada por el organismo es estrictamente secreta y sólo puede usarse para la elaboración de estadísticas. El pistolero habría exigido que le entregaran el listado de comercios y negocios cuyos precios son relevados para confeccionar el IPC, así podía ir a cada uno de ellos e "invitarlos" a que ajusten sus precios a las previsiones que esperaba el Gobierno.
Quería dejarles ahora algunos párrafos de una novela que les recomiendo que lean:
"-Pero es que ni siquiera podía dársele el calificativo de adulteración- pensaba Winston mientras procedía al reajuste ordenado por el Ministerio de la Abundancia. Aquello era simplemente sustituir una falsedad con otra. La mayoría de aquel material ninguna relación guardaba con los hechos reales, ni siquiera la relación indispensable para dar formas a una abierta falsedad. Las estadísticas, por ejemplo, eran puras fantasías, tanto en su versión original como en la rectificada. A la verdad, muchas de ellas eran producto de la inventiva de los propios funcionarios. Por ejemplo, las previsiones del Ministerio de la Abundancia daban a la producción del calzado un total trimestral de ciento cuarenta y cinco millones de pares, en tanto las cifras reales de lo fabricado se referían a sesenta y dos millones. (...). Lo probable era que no se hubiese producido un solo par de zapatos. Y aún más probable que nadie tuviera la menor idea del total fabricado ni se le importara un ardite. Todo cuanto se sabía era que trimestralmente se fabricaba sobre el papel una cifra astronómica de zapatos, aunque quizá la mitad de los habitantes de Oceanía anduvieran descalzos. Y tres cuartos de lo mismo ocurría con los demás datos oficiales, fueran importantes o nimios. (...)"
"(...) Según noticias, habíanse organizado grandiosas manifestaciones para expresar gratitud al Gran Hermano por haber aumentado la ración de chocolate a veinte gramos por semana. Y no fue sino ayer -pensó Winston- que se anunció su reducción de treinta a veinte gramos. ¿Cómo era posible que la gente tragara tanta mistificación y olvidara lo dicho hacía apenas veinticuatro horas? Pero se lo tragaban. (...)
Proseguía la telepantalla difundiendo datos fantásticos. En comparación con el año anterior, había ahora más productos alimenticios, más ropas, mayor número de viviendas, más muebles, útiles de cocina y combustible, más barcos, helicópteros, libros y recién nacidos, más de todo, excepto epidemias, criminalidad y orates. Año tras año y minuto por minuto, todo y todos seguían ascendiendo la vertiginosa espiral del bienestar hacia la cumbre de la suprema felicidad. (...)."
"Pero la razón principal que existe para rectificar lo pasado radica en la necesidad de abroquelar la infalibilidad del Partido. (...). Y si los hechos lo contradicen, pues a obliterar los hechos. (...)"
Extractos de la novela 1984, de George Orwell.
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