viernes, 26 de febrero de 2010

Y Carlos volvió

(Publicado originalmente en varios posts de El Opinador Compulsivo y editado posteriormente)

DECLARACIÓN DEL SENADOR CARLOS SAÚL MENEM

Desde diciembre me encuentro en mi provincia. No he participado en ninguna de las negociaciones por cargos, comisiones y designación de autoridades de la Cámara de que han dado cuenta los medios en estas semanas, no he recibido ninguna consulta sobre ellas, ni mantuve conversación alguna con miembros del interbloque del que formo parte, no firmé ninguna declaración ni, por supuesto, he autorizado a nadie a que hable o firme en mi nombre.

Mi trayectoria política es lo suficientemente clara y extensa como para que no se justifiquen especulaciones ni juicios arbitrarios y merece el respeto de que tampoco se la considere un bien mostrenco para ser sumado sin consulta alguna a inventarios ajenos.

La situación política e institucional del país es suficientemente seria como para tratarla con superficialidad, ingenuidad o con capacidades de aficionado.

La Rioja, 25 de febrero de 2010

Carlos Saúl Menem

¿Qué le pasó al Carlo? ¿Lo compraron los kirchneristas? ¿Estaba enfermo? ¿Por qué faltó al Senado?

No lo creo. No con Kirchner. Cuando fue lo de la 125 los kirchneristas no pudieron comprar al Carlo ni prometiéndole que zafaba de todas las causas, menos van a poder hacerle la misma oferta ahora que los jueces les empiezan a tener asquito.

¿Le ofrecieron dinero? No lo necesita.

¿Qué podría reclamarle a la oposición? ¿Otro mandato en el Senado a partir de 2011? Difícil, por la edad ya no está para tantos trancos.

¿Mi conclusión? Se dio el gusto. Lisa y llanamente.

Obligó a los kirchneristas, que hasta el 99 eran más menemistas que Gostanián y que hasta el miércoles lo escupían y despreciaban, a darle las gracias por salvarlos de una humillación épica y por prolongar una semana más su agonía en el Senado de la Nación.

Los jodió a los radicales y ex aliancistas que abominaron de él y que desde el '99 en adelante lo culparon de todos los males del país, pero que ahora daban por seguro su voto sin tener en cuenta que a los porotos hay que contarlos antes de venderlos.

Y a muchos de los peronistas disidentes que él aupó durante su gobierno pero que ahora les daba asquito compartir la foto y que lo escondían abajo de la cama, les escupió el asado y les recordó que forma parte de su grupo, les guste o no.

¿Le importa al Carlo que de persistir en esta actitud termine provocando una crisis constitucional si el Senado llega al período ordinario de sesiones sin tener sus comisiones organizadas? A esta altura, al Carlo lo han culpado de tantos males y tragedias que ha de saber que no va a estar vivo para ver una reivindicación de su persona aún por las varias cosas que hizo bien. En síntesis: ni le importa.

¿Es una actitud mezquina? Definitivamente; no escapa al promedio general de mezquindad y chiquitaje de la clase dirigente argentina. Hasta que nos ponemos a pensar que no se podía esperar grandeza de un tipo al que sólo lo han llamado para que levante la mano en el Senado, para después forrearlo, maldecirlo y desconocerlo en público.

El Carlo se dio el inimitable gusto de cagarlos a todos y de hacerlos bailar al son de sus movimientos. Una prueba viviente de que el único muerto político es el que está dos metros bajo tierra.

Es que, como dice un viejo proverbio Klingon: "La venganza es un plato que se sirve mejor frío".

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