La banalidad del kirchnerismo
Hoy fue un muy lindo día para quedarse en casa viendo la sesión preparatoria del Senado de la Nación. La manera relámpago en la que la oposición se quedó con todo frente a los mohínes y las quejas de Pichetto fue ni más ni menos lo que el Frente para la Victoria se merecía después de años de aplicar la regla de la mayoría para que "no se toque ni una coma" de lo ordenado por Olivos.
El kirchnerismo perdió todo derecho a réplica o queja que pudiera tener después de haber amagado con negociar un proyecto de ley para el uso de las reservas (que a fin de cuentas era todo lo que pedían los otros bloques para resolver la cuestión) mientras la Presidenta preparaba el DNU de la trampa que le permitiría el lunes y en solemne Asamblea Legislativa decirle a los miembros del Congreso de la Nación que "la sigan chupando".
En lugar de patalear porque se le aplicaba la misma receta que venía dando desde el 2003, Pichetto y el bloque oficialista deberían agradecer que se les haya permitido conservar la presidencia en algunas comisiones. De haber estado yo a cargo de la oposición, ni eso les dejaba.
Con la sucesión feroz de medidas que logró en el Senado (conformación de medidas, interpelación a Boudou, prioridad para tratar el pliego de Mercedes Marcó del Pont como presidenta del BCRA y la posible coparticipación del impuesto al cheque, etc.) la oposición le aplicó al oficialismo lo que se supo ganar con la despreciable trampa a la que recurrió durante el fin de semana, y se redimió de la manera en que se había dejado primerear por el kirchnerismo con falsas propuestas de negociación.
De todas las medidas que logró aprobar hoy la oposición, creo que la más importante es la vinculada con Marcó del Pont. Si bien interpelar a Boudou tiene a primera vista mayor impacto político, no hay que olvidarse que este es un gobierno que consigue a sus ministros en las máquinas expendedoras de Tulipán y que puede reemplazar a Amado por el ordenanza que le lleva el café sin que haya cambios perceptibles en la política económica. En el régimen kirchnerista todavía hay ministros porque Néstor no se puede nombrar a sí mismo al frente de todas las carteras del Gabinete.
Marcó del Pont es, en esta cuestión, mucho más importante que Boudou. A fin de cuentas, de nada servirían las órdenes que la parejita ladra por teléfono si del otro lado no hay un burócrata servil que le responde "¡Le pertenezco!" y que espera ansioso las recompensas por los servicios prestados.
Si de veras se quiere desmontar el aparato perverso de los Kirchner, hay que ir por los hombrecitos y mujercitas grises como Marcó del Pont que están en la conducción del BCRA, de la Comisión de Valores, del INDEC, de la AFIP, de la SIGEN, de la ANSES y de tantos otros organismos que sólo están ahí para actuar con subordinación y valor a la primera orden del matrimonio, y forzar su reemplazo por gente que tenga alguna conciencia de que la ley está por encima de la voluntad de Néstor y Cristina.
Esto es preferible a buscar la salida de un ministro cuatro de copas o ilusionarse con juicios políticos a la Presidenta que sólo sirven para alimentar sus sueños húmedos de zelayismo.
Hannah Arendt entendía por "banalidad del mal" la idea de que las grandes maldades de la historia no eran cometidas por fanáticos sino por personas ordinarias y grises que, siendo meros engranajes de un sistema, aceptaban las instrucciones que se les daban y las acataban sin chistar.
Salvando las considerables distancias con el caso analizado por Arendt, creo que cuando en la Argentina se les haga saber a los burócratas que prestarse a las ilegalidades que se ordenan desde el Ejecutivo les puede salir muy caro, habremos dado un paso muy importante en la dirección correcta.
El kirchnerismo perdió todo derecho a réplica o queja que pudiera tener después de haber amagado con negociar un proyecto de ley para el uso de las reservas (que a fin de cuentas era todo lo que pedían los otros bloques para resolver la cuestión) mientras la Presidenta preparaba el DNU de la trampa que le permitiría el lunes y en solemne Asamblea Legislativa decirle a los miembros del Congreso de la Nación que "la sigan chupando".
En lugar de patalear porque se le aplicaba la misma receta que venía dando desde el 2003, Pichetto y el bloque oficialista deberían agradecer que se les haya permitido conservar la presidencia en algunas comisiones. De haber estado yo a cargo de la oposición, ni eso les dejaba.
Con la sucesión feroz de medidas que logró en el Senado (conformación de medidas, interpelación a Boudou, prioridad para tratar el pliego de Mercedes Marcó del Pont como presidenta del BCRA y la posible coparticipación del impuesto al cheque, etc.) la oposición le aplicó al oficialismo lo que se supo ganar con la despreciable trampa a la que recurrió durante el fin de semana, y se redimió de la manera en que se había dejado primerear por el kirchnerismo con falsas propuestas de negociación.
De todas las medidas que logró aprobar hoy la oposición, creo que la más importante es la vinculada con Marcó del Pont. Si bien interpelar a Boudou tiene a primera vista mayor impacto político, no hay que olvidarse que este es un gobierno que consigue a sus ministros en las máquinas expendedoras de Tulipán y que puede reemplazar a Amado por el ordenanza que le lleva el café sin que haya cambios perceptibles en la política económica. En el régimen kirchnerista todavía hay ministros porque Néstor no se puede nombrar a sí mismo al frente de todas las carteras del Gabinete.
Marcó del Pont es, en esta cuestión, mucho más importante que Boudou. A fin de cuentas, de nada servirían las órdenes que la parejita ladra por teléfono si del otro lado no hay un burócrata servil que le responde "¡Le pertenezco!" y que espera ansioso las recompensas por los servicios prestados.
Si de veras se quiere desmontar el aparato perverso de los Kirchner, hay que ir por los hombrecitos y mujercitas grises como Marcó del Pont que están en la conducción del BCRA, de la Comisión de Valores, del INDEC, de la AFIP, de la SIGEN, de la ANSES y de tantos otros organismos que sólo están ahí para actuar con subordinación y valor a la primera orden del matrimonio, y forzar su reemplazo por gente que tenga alguna conciencia de que la ley está por encima de la voluntad de Néstor y Cristina.
Esto es preferible a buscar la salida de un ministro cuatro de copas o ilusionarse con juicios políticos a la Presidenta que sólo sirven para alimentar sus sueños húmedos de zelayismo.
Hannah Arendt entendía por "banalidad del mal" la idea de que las grandes maldades de la historia no eran cometidas por fanáticos sino por personas ordinarias y grises que, siendo meros engranajes de un sistema, aceptaban las instrucciones que se les daban y las acataban sin chistar.
Salvando las considerables distancias con el caso analizado por Arendt, creo que cuando en la Argentina se les haga saber a los burócratas que prestarse a las ilegalidades que se ordenan desde el Ejecutivo les puede salir muy caro, habremos dado un paso muy importante en la dirección correcta.
1 Comentarios:
¡¡¡Rápido, una Ley de Obediencia Debida actualizada para todos los K, excepto Néstor y Kristina!!!
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