sábado, 6 de marzo de 2010

Planificación centralizada y patinaje sobre hielo

Cuando el canal "A&E" todavía se llamaba "Mundo Olé" y pasaba documentales de puta madre en vez de series de cuarta, también pasaban algunos programas periodísticos de la cadena norteamericana ABC. En uno de ellos estaba un micro llamado "Give me a break!", conducido por el periodista John Stossel, y cuyo foco era la irracionalidad en la que caía la sociedad norteamericana a partir de la intervención estatal o de la corrección política.

Un caso claro como el agua fue un informe que pasó sobre cómo la gente que por vivir en áreas costeras pierde sus casas por efecto de los huracanes tiende a reconstruir sus casas en la misma zona... para no perder las indemnizaciones por huracanes. Como diría el amigo Louis Cyphre de El Opinador Compulsivo: "las personas responden racionalmente a los incentivos".

Pero no se me va a ir de la cabeza la vez que Stossel demostró el absurdo y la completa inutilidad de los esquemas estatistas de planificación centralizada... en una pista de patinaje sobre hielo.

Fue maravilloso, perfecto, diez veces mejor que cualquier libro de Friedman o Hayek por el simple hecho de que lo gráfico, real y lógico del ejemplo permanece vívido por el absurdo manifiesto de toda la situación. Hasta el día de hoy cada vez que tengo que pensar en un argumento contra la planificación centralizada, me viene a la memoria el experimento de Stossel.

¿En qué consistió el experimento? Comenzó con una reflexión del periodista sobre lo "catastrófico" que era el que en una misma pista hubiera a la vez patinadores rápidos, lentos, grandes, chicos, habilidosos y torpes, haciendo lo que se les diera la gana. "Necesitamos planificar esto. Necesitamos dirigir a esta gente", fue la conclusión a la que llegó.

Luego, montado sobre una tarima en el centro de una pista de patinaje sobre hielo y armado con un megáfono, Stossel se dedicó a indicarles a todos los patinadores cómo tenían que proceder: a unos les gritaba que fueran más lentos, a otros que fueran más rápidos, a los más chicos les decía que no se salieran del camino de conitos que había puesto para "dirigir" el cauce de los patinadores.

El resultado del experimento fue que más patinadores lentos se caían por tener que acelerar, más patinadores rápidos se tropezaban porque debían bajar la velocidad, más embolada se ponía la gente y menos le respondían al cabo de un rato, para hacer lo que se les diera la gana a pesar de lo que ladrara el megáfono.

"Convencido" de que su fracaso para ordenar el patinaje se debía a que "no sabía lo suficiente acerca del patinaje sobre hielo" como para dar las instrucciones correctas, Stossel le cedió el micrófono a un patinador olímpico ganador de una medalla de oro. El resultado no mejoró en lo absoluto.

No era cuestión de dirección, de instrucciones o de conocimiento, sino de que la planificación centralizada es incapaz de igualar, no ya perfeccionar, lo que logra el orden espontáneo de múltiples individuos actuando por su propia cuenta.

Y con sólo pensar en el ejemplo, todas las razones saltan a la vista:
  • Ni Stossel ni el patinador olímpico podían ver todo lo que ocurría en la pista, aunque más no fuera porque no tenían ojos en la nuca. Ningún centro de decisión tiene forma de conseguir en tiempo real toda la información que necesita como para dar directivas posteriores, apropiadas y efectivas.
  • Ni Stossel ni el patinador olímpico podían ver qué le pasaba a un patinador particular como para saber cuál instrucción era más apropiada para él. Ningún centro de decisión puede conocer las particularidades de todas las situaciones individuales en las que sus normas pueden aplicarse.
  • Se multiplicaron los accidentes y las caídas. Centralizar la facultad de decisión en el nivel superior sólo incrementa la posibilidad de fracaso en los niveles inferiores por falta de autoridad para reaccionar por su cuenta.
  • Nadie pudo patinar de la forma que más le convenía. La estandarización universal de las acciones sin margen para las capacidades individuales impide el mejor aprovechamiento de estas últimas y evita que se obtengan los mejores resultados posibles.
  • Al paso del tiempo cada vez se ignoraban más las instrucciones. La rigidez de los parámetros genera la tendencia natural a romperlos por parte de quienes no pueden hacer el mejor uso de sus capacidades según sus propios deseos y necesidades.
  • Ni uno sólo de los patinadores disfrutó de la experiencia. Los resultados de la planificación centralizada son siempre subóptimos e insatisfactorios tanto para los niveles más bajos (que no logran lo que se proponen) como para la conducción (que no alcanza las metas que se fija).
  • Un tipo con un megáfono no pudo "dirigir" el patinaje de un grupo de personas en una pista hacia una mejor experiencia. Una conducción burocrática no puede "dirigir" las múltiples actividades de una economía nacional hacia un mejor rendimiento.
Quizás habría que pedirle a Stossel que haga un ejemplo similar para el caso argento, tal vez con un DT que intenta dictarles a los jugadores de su equipo los movimientos exactos que deben realizar en lugar de contentarse con darles la estrategia a seguir. El partido seguramente sería una goleada en contra para el equipo estatista.

Acá les dejo un video de la experiencia, está en inglés, quéseleváser:



Hasta la próxima.

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