Kirchnerismo fusil al hombro!
Algo muy extraño pasa en el amplio abanico oficial... como si de la noche a la mañana les hubiera entrado a todos, desde la Parejita Perversa para abajo, un aprecio renovado por las Fuerzas Armadas Argentinas. Este aprecio repentino se manifiesta en comentarios, discursos y una catarata de anuncios que van desde modernizaciones, compras y aumentos presupuestarios hasta la promesa de "propulsión nuclear" en los buques de la Armada.
En más de una ocasión llegó a proclamarse que la tan mentada "reconciliación entre las FF.AA. y la sociedad" ya se había logrado. Qué lo parió, finalmente llegó la reconciliación y a mí me agarra en chancletas.
No es sólo desde lo oficial que se nota esto. Hace unos días hice el ejercicio sobrehumano de soportar más de tres segundos frente a la pantalla de Canal 7, pues un ánimo perverso y masoquista me tenía interesado en escuchar qué iba a decir la manga de oligofrénicos de 6-7-8 sobre las Fuerzas Armadas. Para mi atónita sorpresa, los tipos empezaron a cantar loas sobre las FF.AA., ponían "informes" donde mostraban los aplausos cosechados por las tropas que desfilaron el 22 de mayo, e incluso uno llegó a decir que "la carrera militar es una muy linda profesión para hacer".
¿Qué diablos le pasa al campo Nac&Pop? ¿Les entró redepente un súbito amor a la institución castrense?
¿Les sorprendería mucho a ustedes si les dijera que no lo creo? Digo, ojalá fuera cierto y ojalá de acá en adelante me demuestren que estoy equivocado; sería un placer para mí que me prueben lo contrario en este tema.
Para mí pasa por otro lado. Pasa por haber comprobado, para horror y disgusto de la progresía bienpensante, que las Fuerzas Armadas siguen siendo queridas y apreciadas por una sociedad que concurrió masivamente al desfile militar del 22 de mayo, pese a que la intelligentsia había ordenado un desfile casi marginal, sin presencia de armas modernas (bah, modernas, lo que hay) y relegado al primer día de las celebraciones del Bicentenario.
Con el eterno sensor "buscavotos" atento, estos tipos pispearon que lo militar quizás no era tan piantavotos como habían creído, y de la noche a la mañana cambiaron 180 grados su habitual discurso antimilitar. Tal vez incluso se dieron cuenta que la "reconciliación" ya existía antes de todo lo que hicieron. Hasta el propio 6-7-8 los deschavó cuando esa voz en off vagamente feminoide que tienen sus "informes" proclamaba triunfalmente que "el Bicentenario demostró que se le había arrebatado la bandera de lo militar a la derecha".
Ahora, el cínico que llevo adentro me dice que da lo mismo que le presten atención a las FF.AA. porque estén convencidos de la necesidad de hacerlo o que lo hagan porque vean un rédito político; después de ver millones desperdiciados en pelotudeces, el prospecto de ver plata invertida en la defensa nacional al fin es bueno.
Debería estar contento, indica la lógica; lo contrario sería asumir la condición de gataflora.
Y quisiera alegrarme, pero no puedo. El tema es que sencillamente el kirchnerismo no tiene credibilidad en este asunto. En siete años de hegemonía no han hecho nada excepto humillar, denigrar, condenar al ostracismo, menospreciar y hambrear económicamente a las Fuerzas Armadas. ¿Por qué habría de creer ahora que se arrepintieron de esto cuando no se han arrepentido de ninguna de las otras barbaridades que hicieron?
Además, ¿qué me puede hacer creer que esta catarata de anuncios, entre los que se cuentan la renovación de la flota de cazas de la Fuerza Aérea, la modernización de los tanques TAM, la adquisición de barreminas y buques polares para la Armada, y tantos otros, van a cumplirse cuando a pesar de siete años de cháchara todavía ni se trabaja en el primero de los "Patrulleros Oceánicos Multipropósito", o cuando a tres años del incendio, al rompehielos Almirante Irízar todavía le están quitando las chapas quemadas?
Si me dijeran que lo del submarino nuclear es un proyecto a largo plazo, para nunca antes de 2025, tal vez; me es difícil creer que lo van a hacer antes cuando todavía no logran darle para adelante con barcos mucho más básicos y menos complejos. Menos todavía cuando a las FF.AA. las aquejan necesidades materiales más elementales, más urgentes y más fáciles de encarar que un submarino nuclear o incluso un rompehielos nuclear.
Por más que mi alma benevolente me pida que conceda el beneficio de la duda, la experiencia militar del kirchnerismo, desgraciadamente, me impone escepticismo hasta que vea la bandera argentina izada al tope de los barcos prometidos o la escarapela pintada en las derivas de los aviones.
Y por último, me permito dudar de los réditos políticos que esperaría lograr el kirchnerismo cambiando así de golpe su tradicional antimilitarismo. Una semana de anuncios frenéticos no borra siete años de insultos, ni hace olvidar aquel "no les tengo miedo" del Néstor, o la pobreza presupuestaria frente al desperdicio de otras áreas del Estado.
O la insultante ausencia de la mismísima Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas durante el desfile del 22 de mayo. O la permanente y taimada evocación del Proceso en discursos ante oficiales y suboficiales que ni estaban vivos durante el último gobierno militar.
Y si no, que se fijen mejor en las filmaciones del desfile y comprueben que al momento de pasar frente al palco oficial, las tropas gritaban en vez de cantar.
Esa es la maldición del kirchnerismo: insulta y agrede tanto que cuando quiere cambiar de rumbo, así sea tácticamente, nadie está dispuesto a perdonarle nada.
En más de una ocasión llegó a proclamarse que la tan mentada "reconciliación entre las FF.AA. y la sociedad" ya se había logrado. Qué lo parió, finalmente llegó la reconciliación y a mí me agarra en chancletas.
No es sólo desde lo oficial que se nota esto. Hace unos días hice el ejercicio sobrehumano de soportar más de tres segundos frente a la pantalla de Canal 7, pues un ánimo perverso y masoquista me tenía interesado en escuchar qué iba a decir la manga de oligofrénicos de 6-7-8 sobre las Fuerzas Armadas. Para mi atónita sorpresa, los tipos empezaron a cantar loas sobre las FF.AA., ponían "informes" donde mostraban los aplausos cosechados por las tropas que desfilaron el 22 de mayo, e incluso uno llegó a decir que "la carrera militar es una muy linda profesión para hacer".
¿Qué diablos le pasa al campo Nac&Pop? ¿Les entró redepente un súbito amor a la institución castrense?
¿Les sorprendería mucho a ustedes si les dijera que no lo creo? Digo, ojalá fuera cierto y ojalá de acá en adelante me demuestren que estoy equivocado; sería un placer para mí que me prueben lo contrario en este tema.
Para mí pasa por otro lado. Pasa por haber comprobado, para horror y disgusto de la progresía bienpensante, que las Fuerzas Armadas siguen siendo queridas y apreciadas por una sociedad que concurrió masivamente al desfile militar del 22 de mayo, pese a que la intelligentsia había ordenado un desfile casi marginal, sin presencia de armas modernas (bah, modernas, lo que hay) y relegado al primer día de las celebraciones del Bicentenario.
Con el eterno sensor "buscavotos" atento, estos tipos pispearon que lo militar quizás no era tan piantavotos como habían creído, y de la noche a la mañana cambiaron 180 grados su habitual discurso antimilitar. Tal vez incluso se dieron cuenta que la "reconciliación" ya existía antes de todo lo que hicieron. Hasta el propio 6-7-8 los deschavó cuando esa voz en off vagamente feminoide que tienen sus "informes" proclamaba triunfalmente que "el Bicentenario demostró que se le había arrebatado la bandera de lo militar a la derecha".
Ahora, el cínico que llevo adentro me dice que da lo mismo que le presten atención a las FF.AA. porque estén convencidos de la necesidad de hacerlo o que lo hagan porque vean un rédito político; después de ver millones desperdiciados en pelotudeces, el prospecto de ver plata invertida en la defensa nacional al fin es bueno.
Debería estar contento, indica la lógica; lo contrario sería asumir la condición de gataflora.
Y quisiera alegrarme, pero no puedo. El tema es que sencillamente el kirchnerismo no tiene credibilidad en este asunto. En siete años de hegemonía no han hecho nada excepto humillar, denigrar, condenar al ostracismo, menospreciar y hambrear económicamente a las Fuerzas Armadas. ¿Por qué habría de creer ahora que se arrepintieron de esto cuando no se han arrepentido de ninguna de las otras barbaridades que hicieron?
Además, ¿qué me puede hacer creer que esta catarata de anuncios, entre los que se cuentan la renovación de la flota de cazas de la Fuerza Aérea, la modernización de los tanques TAM, la adquisición de barreminas y buques polares para la Armada, y tantos otros, van a cumplirse cuando a pesar de siete años de cháchara todavía ni se trabaja en el primero de los "Patrulleros Oceánicos Multipropósito", o cuando a tres años del incendio, al rompehielos Almirante Irízar todavía le están quitando las chapas quemadas?
Si me dijeran que lo del submarino nuclear es un proyecto a largo plazo, para nunca antes de 2025, tal vez; me es difícil creer que lo van a hacer antes cuando todavía no logran darle para adelante con barcos mucho más básicos y menos complejos. Menos todavía cuando a las FF.AA. las aquejan necesidades materiales más elementales, más urgentes y más fáciles de encarar que un submarino nuclear o incluso un rompehielos nuclear.
Por más que mi alma benevolente me pida que conceda el beneficio de la duda, la experiencia militar del kirchnerismo, desgraciadamente, me impone escepticismo hasta que vea la bandera argentina izada al tope de los barcos prometidos o la escarapela pintada en las derivas de los aviones.
Y por último, me permito dudar de los réditos políticos que esperaría lograr el kirchnerismo cambiando así de golpe su tradicional antimilitarismo. Una semana de anuncios frenéticos no borra siete años de insultos, ni hace olvidar aquel "no les tengo miedo" del Néstor, o la pobreza presupuestaria frente al desperdicio de otras áreas del Estado.
O la insultante ausencia de la mismísima Comandante en Jefe de las Fuerzas Armadas durante el desfile del 22 de mayo. O la permanente y taimada evocación del Proceso en discursos ante oficiales y suboficiales que ni estaban vivos durante el último gobierno militar.
Y si no, que se fijen mejor en las filmaciones del desfile y comprueben que al momento de pasar frente al palco oficial, las tropas gritaban en vez de cantar.
Esa es la maldición del kirchnerismo: insulta y agrede tanto que cuando quiere cambiar de rumbo, así sea tácticamente, nadie está dispuesto a perdonarle nada.
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http://rambletamble.blogspot.com/2010/06/una-vez-pelados-los-sables-se-corta-al.html
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