Después de Soldati
Los eventos de estos últimos días permiten vislumbrar un patrón bastante curioso aunque a primera leída parezca obvio de toda obviedad: a Cristina le va mucho mejor cuando es Cristina que cuando quiere ser como Néstor.
En la crisis de las tomas lo hemos visto con su actitud inicial, bien "nestorista", de cruzarse de brazos y tirarle el fardo a otro (Macri en este caso) para que cargue él solo con el costo del desastre; esta actitud le costó feo ante la opinión pública, sobre todo con el espectáculo patético de un discurso presidencial que hablaba de la Argentina como un Edén de tolerancia mientras en Soldati se mataban vecinos contra okupas.
Pero es algo que también vimos cuando se debatió el Presupuesto y ella jugó a la intransigencia absoluta en la superficie y a las coimas por debajo, lo que a pesar de las teorías conspiranoicas de que todo estuvo hecho para poder manejar los fondos a piacere, dejó instalada (como si no lo hubiera estado antes) la idea de que para el Congreso el kirchnerismo siempre tiene la Banelco.
Por otro lado, las cosas le salieron mucho mejor a Cristina cuando quiso diferenciarse de Néstor, sea con las negociaciones con el FMI, con la defensa a Estados Unidos frente a los payasos del circo bolivariano, con invitar a dirigentes opositores a sus actos (a pesar de aprovechar el protocolo para forrearlos a gusto sin que pudieran responder) o incluso con el gesto de crear un Ministerio de Seguridad, que podrá ser inútil y contraproducente en manos de Nilda Garré pero que representa una admisión de la existencia del problema de la inseguridad como no se había visto en todo el kirchnerato.
El gran problema es que Cristina parece más interesada en actuar como Néstor ante la primera amenaza que actuar como la propia Cristina, o por lo menos, lo que parece percibirse que es la conducta de "Cristina", que bien podría definirse como "cualquier cosa que haría este Gobierno pero que Néstor nunca lo hubiera hecho o permitido en vida".
Otro detallito: se dice que el Gobierno sólo se avino a negociar (y a recular) con la Ciudad después de que varios mandarines provinciales pejotistas (Gioja en San Juan, Insfrán en Formosa, etc.) alertaran sobre las consecuencias que lo de Villa Soldati estaba teniendo en sus distritos. De alguna manera no me lo imagino a Néstor reculando ante las presiones de los gobernadores si eso implicaba pactar con algún "enemigo" de su psicopatología. Podría llegar a pensarse que el balance de poder Nación-Gobernadores está un poquitín más equilibrado en favor de estos últimos, aunque la Rosada continúe haciendo uso y abuso de la Kaja.
También en los cambios en el Gabinete pueden notarse indicios de que Cristina no está en condiciones de hacer lo que se le cante. Es cierto que poner a Nilda Garré al frente de la Federal, de Gendarmería, de Prefectura y de la Aeroportuaria es un triunfo para el ala zurda y para el "verbitskismo" y una castración política para Caníbal Fernández.
Pero Caníbal sigue estando ahí en la Jefatura de Gabinete, y a Nilda no la reemplazó otro seguidor de Verbitsky en Defensa, sino un pollo de Julio De Vido como Arturo Puricelli (aunque le hayan puesto de viceministro a un garretista nato como Alfredo Forti); el ala "derecha" del Gobierno parece haber salvado la ropa bastante bien en la negociación.
En suma, el Gobierno está en manos de una persona que parece estar en condiciones de dar volantazos tardíos y necesarios pero que en los momentos complejos tiende a imitar (mal) el estilo del muerto, a la vez que le toca hacer equilibrio entre la afinidad ideológica de su ala izquierda, la conveniencia política de su ala derecha, la capacidad de presión de los gobernadores, y los espasmos pseudo-revolucionarios de las "organizaciones sociales", en lugar de forzarlos a todos como lo hacía el Eternéstor.
Los primeros escombros de la explosión post-muerte de Néstor empiezan a caer.
Y se va a poner más y más interesante, sobre todo después de la explosión del lumpenaje villero. Este país tiende a autodestruirse más o menos cada diez años... y ya pasaron nueve años desde la última inmolación nacional.
En la crisis de las tomas lo hemos visto con su actitud inicial, bien "nestorista", de cruzarse de brazos y tirarle el fardo a otro (Macri en este caso) para que cargue él solo con el costo del desastre; esta actitud le costó feo ante la opinión pública, sobre todo con el espectáculo patético de un discurso presidencial que hablaba de la Argentina como un Edén de tolerancia mientras en Soldati se mataban vecinos contra okupas.
Pero es algo que también vimos cuando se debatió el Presupuesto y ella jugó a la intransigencia absoluta en la superficie y a las coimas por debajo, lo que a pesar de las teorías conspiranoicas de que todo estuvo hecho para poder manejar los fondos a piacere, dejó instalada (como si no lo hubiera estado antes) la idea de que para el Congreso el kirchnerismo siempre tiene la Banelco.
Por otro lado, las cosas le salieron mucho mejor a Cristina cuando quiso diferenciarse de Néstor, sea con las negociaciones con el FMI, con la defensa a Estados Unidos frente a los payasos del circo bolivariano, con invitar a dirigentes opositores a sus actos (a pesar de aprovechar el protocolo para forrearlos a gusto sin que pudieran responder) o incluso con el gesto de crear un Ministerio de Seguridad, que podrá ser inútil y contraproducente en manos de Nilda Garré pero que representa una admisión de la existencia del problema de la inseguridad como no se había visto en todo el kirchnerato.
El gran problema es que Cristina parece más interesada en actuar como Néstor ante la primera amenaza que actuar como la propia Cristina, o por lo menos, lo que parece percibirse que es la conducta de "Cristina", que bien podría definirse como "cualquier cosa que haría este Gobierno pero que Néstor nunca lo hubiera hecho o permitido en vida".
Otro detallito: se dice que el Gobierno sólo se avino a negociar (y a recular) con la Ciudad después de que varios mandarines provinciales pejotistas (Gioja en San Juan, Insfrán en Formosa, etc.) alertaran sobre las consecuencias que lo de Villa Soldati estaba teniendo en sus distritos. De alguna manera no me lo imagino a Néstor reculando ante las presiones de los gobernadores si eso implicaba pactar con algún "enemigo" de su psicopatología. Podría llegar a pensarse que el balance de poder Nación-Gobernadores está un poquitín más equilibrado en favor de estos últimos, aunque la Rosada continúe haciendo uso y abuso de la Kaja.
También en los cambios en el Gabinete pueden notarse indicios de que Cristina no está en condiciones de hacer lo que se le cante. Es cierto que poner a Nilda Garré al frente de la Federal, de Gendarmería, de Prefectura y de la Aeroportuaria es un triunfo para el ala zurda y para el "verbitskismo" y una castración política para Caníbal Fernández.
Pero Caníbal sigue estando ahí en la Jefatura de Gabinete, y a Nilda no la reemplazó otro seguidor de Verbitsky en Defensa, sino un pollo de Julio De Vido como Arturo Puricelli (aunque le hayan puesto de viceministro a un garretista nato como Alfredo Forti); el ala "derecha" del Gobierno parece haber salvado la ropa bastante bien en la negociación.
En suma, el Gobierno está en manos de una persona que parece estar en condiciones de dar volantazos tardíos y necesarios pero que en los momentos complejos tiende a imitar (mal) el estilo del muerto, a la vez que le toca hacer equilibrio entre la afinidad ideológica de su ala izquierda, la conveniencia política de su ala derecha, la capacidad de presión de los gobernadores, y los espasmos pseudo-revolucionarios de las "organizaciones sociales", en lugar de forzarlos a todos como lo hacía el Eternéstor.
Los primeros escombros de la explosión post-muerte de Néstor empiezan a caer.
Y se va a poner más y más interesante, sobre todo después de la explosión del lumpenaje villero. Este país tiende a autodestruirse más o menos cada diez años... y ya pasaron nueve años desde la última inmolación nacional.
1 Comentarios:
Como las manchas solares....
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