sábado, 14 de enero de 2012

Sinceramiento colectivo

Allá en BlogBis, el coblogger Max escribió un par de posts sintetizando las impresiones que le habían quedado tras sus últimos viajes por el interior del país. En líneas generales, lo que Max planteó en esos posts es que la Argentina es un país fuertemente dividido y que no logra encontrar una unidad común, pero que más allá de los límites de la capital y de las grandes ciudades, la naturaleza de la Argentina es la de una sociedad feudal en donde la lógica imperante es la de prestar servicio al poderoso para ser a su vez protegido.

Esta realidad podrá parecernos mala o lamentable, afirma Max, pero es la realidad y lo es porque lisa y llanamente es el sistema que funciona y que ha facilitado la vida en las partes más remotas de la Patria.

Escucho las declaraciones de nuestros funcionarios, trato de comprender la lógica de su política económica y de su visión del mundo y tras sumar las interesantes opiniones de Max al respecto no sólo tengo que coincidir con él sino también agregar algo: la sociedad argentina (o al menos su clase dirigente) es feudal, mercantilista y precapitalista.

¿Nos puede sorprender que los elevados ideales de la república y de la democracia moderna, pensados para sociedades de emprendedores, con principios capitalistas y de libre mercado, fracasen al ser implementados en una sociedad argentina que no sólo es premoderna, por las razones que sea y que en algunos casos hasta pueden ser válidas, sino que en ciertos casos hasta parece orgullosa de serlo?

Yo siempre he sido partidario del sinceramiento, aunque a veces termine en el sincericidio, y a eso es a lo que apunto con el siguiente ejercicio mental que es en joda y en serio por partes iguales.

Quizás lo mejor que le podría pasar a este país es terminar de una vez con la ficción republicana. Quizás tendríamos que asumirnos como lo que somos: una sociedad feudal, de señores y vasallos, donde los contactos y el nepotismo vencen a la competencia y la capacidad, donde la sucesión hereditaria es la ley encubierta o explícita.

Quizás tendríamos que pasar a una monarquía de derecho y así llevar a la superficie nuestros inconfesables anhelos monárquicos. Si les incomoda encaramar a Ella con el título de Reina, podemos apelar a nuestra necrofilia de alma e imitar a ese gran faro de civilización que es Corea del Norte y encaramar a un muerto en la jefatura del Estado. Podría ser Kirchner, a tono con el clima de endiosamiento que se trata crear, o Perón si molesta a los más chapados a la antigua, o tal vez a San Martín para que nadie se pueda quejar; Ella podría quedar como jefa de Estado de hecho con el título de Regente, Senescal de Gondor o lo que se les ocurra, y podríamos mantener al Jefe de Gabinete como un verdadero Primer Ministro monárquico.

Podríamos convertir a nuestro Congreso en algo parecido al Parlamento británico, con el Senado transformado en una Cámara de los Lores hereditaria y representativa de la nobleza de entrecasa, que vendría a estar compuesta las grandes familias políticas provinciales, los barones territoriales, los capos sindicalistas y por qué no los exponentes del empresariado nacional por el que nos sacrificamos para salvarlos de su propia incompetencia. La Cámara de Diputados podría pasar a ser una Cámara de los Comunes, en donde se nos permita una voz a quienes no formamos parte de la aristocracia feudal argenta.

Yendo más lejos, hasta podríamos dar títulos de nobleza a los distintos capangas locales. Que cada pueblo, localidad o comuna tengan su burgomaestre o alcalde electo, eso está bien, pero que los partidos y departamentos tengan sus propios barones y condes, y las provincias se transformen en nuestros ducados.

Quizás poner en práctica este ejercicio sea lo más sano que le puede llegar a pasar a la sociedad argentina. Porque no importa lo que diga nuestra Constitución o lo que queramos creer, la realidad de nuestro país es esa: feudal, mercantilista, precapitalista, paternalista, monárquica de alma.

Quizás nos haga bien ver a nuestros políticos, sindicalistas y empresarios por lo que son en realidad, es decir señores feudales encaramados de por vida, con sucesores puestos a dedo y por lo general de sus familias, y tan convencidos de su propiedad sobre todo lo que contiene este país que tenemos que darnos por contentos de que no rija el derecho de pernada. Eso último no sería problema; bien sabemos cómo los yiros y gatos de todo tipo revolotean alrededor de los capangas de turno.

Quizás nos haga bien deshacernos de nuestras ilusiones republicanas y ver a nuestro país por lo que es: una colección de feudos en donde nosotros ocupamos el lugar de los vasallos y sirvientes que trabajan para mayor gloria de los señores.

Quizás entonces, confrontados con la realidad de nuestro país y sociedad y sin poder refugiarnos en ficciones que tienen tanto de realidad como los cuentos de hadas, aprendamos a apreciar el valor de la libertad, sepamos llevar a la realidad sus principios en lugar de contentarnos con creer que existen porque están escritos en la Constitución y repitamos el camino que tomaron pueblos que vinieron mucho antes del nuestro y que lograron salir de la oscuridad feudal, reducir a la aristocracia al papel de piezas de museo y turismo, y alcanzar la modernidad de una vez por todas.

Qué se yo, decía nomás.

3 Comentarios:

Anonymous Anónimo dijo...

Gracias por el interès. No se si hay que cambiar de forma de gobierno. Pero el sinceramiento para mi es necesario para poder construir algo. No se puede jugar a la democracia cuando el espiritu del sistema polìtico argentino es de quitarle la libertad de elecciòn a la mayor cantidad de ciudadanos posible. No se puede creyendo qeu màs de la mitad de los poderosos son psicopatas. Hay tantas cosas mal a voces y a la vez se intenta gobernar como si se estuviera en Europa.
El sistema simplemente se apoya sobre bases civilizatorias ficticias, y no vamos a progresar mientars no se desnuden las verdaderas. Y ojo, el gobierno es feudal y caudillista y el pueblo lo es tambien, de otra manera la cosa nos e sostendrìa.
Aceptemoslo, las cosas no andan mal en Argentina, andan exactamente como los que tienen el poder polìtico quieren que anden.

1:49 p. m.  
Anonymous Anónimo dijo...

Un addendum, es interesante como Brasil nunca pretendiò ser europa y le da mucho mejores resultados. Tiene leyes mucho màs ajustadas a la realidad latinoamericana y las aplica de igual manera. Es diez veces màs complicado que aca, pero se toman en serio su grandeza y su brutalidad tambien, tienen una visiòn mucho màs honesta de si mismos.

1:52 p. m.  
Blogger Mayor Payne dijo...

Muchas gracias por pasar por acá, Max. Lo del cambio de forma de gobierno es más un ejercicio de imaginación que una propuesta seria, pero era justamente a raíz de eso que decís y que pusiste muy bien en tus posts originales acerca de que la estructura institucional y la imagen que tiene de sí la Argentina no tienen sustento en lo que realmente es, y que mucho de lo que nos pasa como país viene de no asumir y aceptar que somos lo que somos.

Nos haría mucho bien, me parece, que quede bien en claro qué es lo que la Argentina es en realidad, porque si seguimos creyendo que somos un país maravilloso, rico y culto al que le va mal porque conspiran desde Güáshinton con el cipayaje local y los psicópatas de la clase política, no vamos para ningún lado.

Una vez más, gracias por pasar por acá y por el comentario.

2:07 a. m.  

Publicar un comentario

Suscribirse a Comentarios de la entrada [Atom]

<< Página Principal

Más recientes›  ‹Antiguas