¡Que vienen por el agua, que vienen!
La Nación publica hoy, bajo el titular "Preparan al Ejército para defender recursos naturales", un informe detallando el nuevo enfoque doctrinario que desde el Gobierno de Néstor Kirchner y a través de la ministra Nilda Garré se le quiere dar a las Fuerzas Armadas para que se organicen. Estas definiciones son esperadas desde hace tres años por todos los interesados en saber qué pretende hacer el kirchnerato con las Fuerzas Armadas, además de usarlas como su punching-ball favorito.
Según este enfoque, “la posibilidad de conflicto con otros Estados por la posesión de recursos naturales es altamente probable”, dando a entender que la mayor amenaza que enfrenta la Argentina es la posibilidad de que una potencia extranjera pretenda hacerse con el control de los recursos naturales de la Argentina. Especialmente el agua, con lo cual adoptamos la visión estratégica de aquel famoso estratega que resultó ser Luis D'Elía.
La estrategia prevé que la fuerza invasora disponga de superioridad en todos los ámbitos: numérica (cantidad de tropas), tecnológica (medios) y poder de fuego. (Nota del Mayor: ¿Alguien puede decir "United States"?) Ante esta situación, el Plan Nilda prevé un Ejército orientado a respuestas estrictamente defensivas e incluso de guerra de guerrillas, sin descartar "la organización de la resistencia civil". Es que a la cúpula civil del Ministerio de Indefensión los traiciona su pasado setentista y sueñan con un Vietnam criollo con milicias populares y todo.
Sarcasmo aparte, hay que hacer algunas salvedades y reconocer ciertas realidades.
La primera de ellas es reconocer que actualmente ningún país está en condiciones de hacer frente a los Estados Unidos en un combate convencional (batallas tradicionales con medios similares), menos que menos la Argentina. Pretender resistir un hipotético ataque de los EE.UU. con medios militares convencionales es suicida y armarse con tal fin es absurdo.
La segunda realidad es que actualmente la guerra asimétrica (esto significa el combate entre fuerzas de naturaleza diferente, como ser un ejército regular contra un grupo clandestino) es la forma de enfrentamiento más plausible, más efectiva y más accesible para naciones incapaces de equiparse adecuadamente con medios convencionales. El caso de Irak es el más claro ejemplo de esta realidad.
La tercera realidad es que no estamos en condiciones de comprar todos los conflictos. Quiero decir con esto que la defensa nacional de un país como la Argentina simplemente no puede prepararse para combatir efectivamente en todas las formas posibles de conflicto, que van desde la guerra civil hasta la guerra nuclear estratégica. Se debe reconocer cuáles son los tipos de conflictos para los que se puede estar preparado con vistas a combatir efectivamente. Hay cosas que estarán siempre fuera de nuestro alcance.
Pero acá vienen las objeciones al "Plan Nilda" como lo llamo yo.
Primero y principal: la misión de las Fuerzas Armadas es la protección y preservación de la soberanía e independencia de la nación. No sólo de sus recursos naturales. Preservar la soberanía incluye tener la posibilidad de garantizar el control de cualquier parte del territorio nacional y estar preparados para repeler cualquier tipo de amenaza al país. Limitarse a una de ellas significa limitar la capacidad de respuesta ante otras posibles amenazas o riesgos. Y enfocarse en operaciones de resistencia, hostigamiento y guerra irregular implica renunciar a la posibilidad de repeler o disuadir el ataque mediante medios convencionales.
Segundo: el tipo de conflicto que se plantean, la guerra por el agua/los recursos naturales, es más lejano de lo que piensan. Si bien es cierto que en varios círculos se está barajando la posibilidad de que en el mediano a largo plazo los conflictos puedan estar determinados por las necesidades respecto a los recursos naturales, existen ciertas complicaciones que harían impracticable tal amenaza. Primero y principal: la lejanía de la Argentina respecto de los posibles invasores (ejem... U.S.A.), que haría extremadamente costoso ocupar efectivamente el territorio, establecer la infraestructura y enviar regularmente el agua conquistada en los volúmenes demandados. Segundo, existen fuentes de agua más cercanas al posible invasor. Sin ir más lejos, le sería más práctico a EE.UU. invadir Canadá o incluso la porción asiática de Rusia para quitarles el agua que venirse hasta acá.
Tercero: ignora cualquier posibilidad de desestabilización regional. En términos simples: cuenta con que el barrio va a estar tranquilo, según lo postulado por el credo del "fin de las hipótesis de conflicto". Nuestra región es un hervidero de inestabilidad y conflictos latentes y probables y el planeamiento de la defensa tiene que tener en cuenta los riesgos que representaría para la Argentina, por ejemplo, un conflicto civil en Bolivia, una guerra centrada en Venezuela o una escalada de tensión entre Perú y Chile.
Cuarto: esta "estrategia" no parece ser adoptada por ninguno de los otros países de la región, supuestamente expuestos a la misma amenaza. Brasil, que sería el que está en una situación más similar debido a su temor histórico de perder el Amazonas, apuesta a una estrategia más convencional y disuasiva que implica un extenso reequipamiento militar. Chile y Perú también invierten en reequipamiento y no en "preparación para la guerrilla". Incluso Venezuela está en medio de un rearme importante. La Argentina es un país demasiado grande y extenso como para confiar su defensa sólo a medios "asimétricos".
Quinto: este plan es demasiado "políticamente correcto". Vamos por partes; se plantea el ataque por parte de un enemigo cuya descripción sólo se aplica a EE.UU. (aplauso de la tribuna antiyanqui) con el objetivo de "robar nuestros recursos" (aplauso de los teóricos de la conspiración antiargentina), ante la cual responderemos con una forma de combate centrada en la guerra de guerrillas (aplauso de los ex terroristas y amigos de las FARC) y que en principio no requeriría invertir enormes sumas en el reequipamiento necesario de las Fuerzas Armadas (aplauso de los progres, los pacifistas y los kirchneristas) para mantener el equilibrio regional (aplauso de los creyentes en la muerte de las hipótesis de conflicto).
Un estadista francés, Georges Clemenceau, dijo una vez: "La guerra es algo demasiado serio como para confiársela a los militares". Desde acá podemos agregar: "La defensa es algo demasiado serio como para encargársela a los ideólogos".
Según este enfoque, “la posibilidad de conflicto con otros Estados por la posesión de recursos naturales es altamente probable”, dando a entender que la mayor amenaza que enfrenta la Argentina es la posibilidad de que una potencia extranjera pretenda hacerse con el control de los recursos naturales de la Argentina. Especialmente el agua, con lo cual adoptamos la visión estratégica de aquel famoso estratega que resultó ser Luis D'Elía.
La estrategia prevé que la fuerza invasora disponga de superioridad en todos los ámbitos: numérica (cantidad de tropas), tecnológica (medios) y poder de fuego. (Nota del Mayor: ¿Alguien puede decir "United States"?) Ante esta situación, el Plan Nilda prevé un Ejército orientado a respuestas estrictamente defensivas e incluso de guerra de guerrillas, sin descartar "la organización de la resistencia civil". Es que a la cúpula civil del Ministerio de Indefensión los traiciona su pasado setentista y sueñan con un Vietnam criollo con milicias populares y todo.
Sarcasmo aparte, hay que hacer algunas salvedades y reconocer ciertas realidades.
La primera de ellas es reconocer que actualmente ningún país está en condiciones de hacer frente a los Estados Unidos en un combate convencional (batallas tradicionales con medios similares), menos que menos la Argentina. Pretender resistir un hipotético ataque de los EE.UU. con medios militares convencionales es suicida y armarse con tal fin es absurdo.
La segunda realidad es que actualmente la guerra asimétrica (esto significa el combate entre fuerzas de naturaleza diferente, como ser un ejército regular contra un grupo clandestino) es la forma de enfrentamiento más plausible, más efectiva y más accesible para naciones incapaces de equiparse adecuadamente con medios convencionales. El caso de Irak es el más claro ejemplo de esta realidad.
La tercera realidad es que no estamos en condiciones de comprar todos los conflictos. Quiero decir con esto que la defensa nacional de un país como la Argentina simplemente no puede prepararse para combatir efectivamente en todas las formas posibles de conflicto, que van desde la guerra civil hasta la guerra nuclear estratégica. Se debe reconocer cuáles son los tipos de conflictos para los que se puede estar preparado con vistas a combatir efectivamente. Hay cosas que estarán siempre fuera de nuestro alcance.
Pero acá vienen las objeciones al "Plan Nilda" como lo llamo yo.
Primero y principal: la misión de las Fuerzas Armadas es la protección y preservación de la soberanía e independencia de la nación. No sólo de sus recursos naturales. Preservar la soberanía incluye tener la posibilidad de garantizar el control de cualquier parte del territorio nacional y estar preparados para repeler cualquier tipo de amenaza al país. Limitarse a una de ellas significa limitar la capacidad de respuesta ante otras posibles amenazas o riesgos. Y enfocarse en operaciones de resistencia, hostigamiento y guerra irregular implica renunciar a la posibilidad de repeler o disuadir el ataque mediante medios convencionales.
Segundo: el tipo de conflicto que se plantean, la guerra por el agua/los recursos naturales, es más lejano de lo que piensan. Si bien es cierto que en varios círculos se está barajando la posibilidad de que en el mediano a largo plazo los conflictos puedan estar determinados por las necesidades respecto a los recursos naturales, existen ciertas complicaciones que harían impracticable tal amenaza. Primero y principal: la lejanía de la Argentina respecto de los posibles invasores (ejem... U.S.A.), que haría extremadamente costoso ocupar efectivamente el territorio, establecer la infraestructura y enviar regularmente el agua conquistada en los volúmenes demandados. Segundo, existen fuentes de agua más cercanas al posible invasor. Sin ir más lejos, le sería más práctico a EE.UU. invadir Canadá o incluso la porción asiática de Rusia para quitarles el agua que venirse hasta acá.
Tercero: ignora cualquier posibilidad de desestabilización regional. En términos simples: cuenta con que el barrio va a estar tranquilo, según lo postulado por el credo del "fin de las hipótesis de conflicto". Nuestra región es un hervidero de inestabilidad y conflictos latentes y probables y el planeamiento de la defensa tiene que tener en cuenta los riesgos que representaría para la Argentina, por ejemplo, un conflicto civil en Bolivia, una guerra centrada en Venezuela o una escalada de tensión entre Perú y Chile.
Cuarto: esta "estrategia" no parece ser adoptada por ninguno de los otros países de la región, supuestamente expuestos a la misma amenaza. Brasil, que sería el que está en una situación más similar debido a su temor histórico de perder el Amazonas, apuesta a una estrategia más convencional y disuasiva que implica un extenso reequipamiento militar. Chile y Perú también invierten en reequipamiento y no en "preparación para la guerrilla". Incluso Venezuela está en medio de un rearme importante. La Argentina es un país demasiado grande y extenso como para confiar su defensa sólo a medios "asimétricos".
Quinto: este plan es demasiado "políticamente correcto". Vamos por partes; se plantea el ataque por parte de un enemigo cuya descripción sólo se aplica a EE.UU. (aplauso de la tribuna antiyanqui) con el objetivo de "robar nuestros recursos" (aplauso de los teóricos de la conspiración antiargentina), ante la cual responderemos con una forma de combate centrada en la guerra de guerrillas (aplauso de los ex terroristas y amigos de las FARC) y que en principio no requeriría invertir enormes sumas en el reequipamiento necesario de las Fuerzas Armadas (aplauso de los progres, los pacifistas y los kirchneristas) para mantener el equilibrio regional (aplauso de los creyentes en la muerte de las hipótesis de conflicto).
Un estadista francés, Georges Clemenceau, dijo una vez: "La guerra es algo demasiado serio como para confiársela a los militares". Desde acá podemos agregar: "La defensa es algo demasiado serio como para encargársela a los ideólogos".
5 Comentarios:
En el mundo actual, todos los países deben de tener hipótesis de conflicto para estar preparados ante cualquier eventualidad, desconocer esta realidad significa un riesgo innecesario que la ciudadanía no debería aceptar bajo ninguna circunstancia, porque la dirigencia, por su innata cobardía siempre tiene la retirada asegurada. Los gobiernos pasan, pero la nación queda.
El potencial de conflictos armados en la región es algo palpable. Vos nombraste como posibles conflictos la guerra civil en Bolivia o escaladas entre Perú y Chile. A eso se pueden sumar muchas otras como por ejemplo un ataque específico sobre establecimientos militares venezolanos, luego de que Colombia verificará correctamente el financiamiento de Chavez en las FARC. O también Chavez podría injerirse en tierras bolivianas para acabar con un supuesto intento independentista en la sección oriental de Bolivia. Y así podríamos estar largo rato.
La cuestión es que nos debemos centrar en conflictos posibles, y no en caprichos puramente ideológicos totalmente trasnochados. Vivimos en un mundo imbuido en la amenaza terrorista constante, por lo tanto alejarse de eso sería algo ilógico en estos tiempos. Sería interesante ver qué conflictos manejan países como Polonia, Letonia o Grecia, para comparar en dónde estamos parados.
PD:Interesante blog, lo agrego a mis favoritos.
De todo el divague de la nueva doctrina, me gustó lo que dice que se preparan para una potencia con mayor número de efectivos, mayores recursos y mayor tecnología.
Eso hoy por hoy significa cualquier país de la región, excepto Bolivia, porque en el estado de abandono en que están las FFAA argentinas hasta la Guardia Suiza las pasa al cuarto.
Me parece acertado el primer comentario; los uruguayos tienen fresco el recuerdo no tan lejano en el tiempo, cuando, en el ´74 el gob. brasilero estubo a punto de invadir Uruguay. Cuando aparece algún conflicto con Argentina -qué raro...- nos morimos de risa pero del gigante del norte hay que cuidarse siempre.
Me parece acertado el segundo comentario,hay que avocarse a las amenazas mas urgentes,esto de defender "recursos naturales" o "nuestras riquezas",es el típico cuento de la izquierda ignorante y trasnochada,no pudimos caer tan bajo con nuestras FF.AA..
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