sábado, 2 de febrero de 2013

La teoría de los dos fanatismos


Qué lindo es estar de vuelta después de unas vacaciones en las que no me pude escapar del todo... primero porque una de las primeras cosas de las que me entero cuando llego a destino es que se hundió un buque de la Armada mientras estaba amarrado en el puerto, y segundo porque me tuve que comer parte de la demora en volver a casa sentado en un bar mientras pasaban una cadena nacional sin que pudiera cambiar de canal. No hay caso, uno trata de huir y la Perra y sus konsecuencias lo persiguen a uno.
En fin, ya estamos acá de nuevo. La Argentina kakal es como el Hotel California: podés hacer el check out cuando quieras, pero nunca te podés ir.
Me crucé con dos columnas en estos días que me llamaron mucho la atención. Una es de Fernando Iglesias en La Nación, y la otra es de José Benegas en el sitio de Infobae, y ambas tratan sobre la presunta equivalencia moral entre el kirchnerismo y el antikirchnerismo que arman muchos salames y gente que ya no tiene derecho a ser salame.
No es mi intención explayarme tanto sobre un tema que se ha tratado tan bien en ambas notas, pero sí quería dejar algunas palabras al respecto.
Los mismos a los que les agarraban ataques de furia y se les llenaba el pecho de justa indignación cuando se planteaba la culpa de los terroristas en la década del '70 y te acusaban de promover la "teoría de los dos demonios" son los que se desmayan cual niñas hiperventiladas cuando alguien critica a la Vaca Estúpida, para después salir a denunciar la "violencia de ambos lados", el "choque de fanatismos" y boludeces similares. 
Como si fueran equiparables un Miguel del Sel que dice la frase "vieja chota hija de puta" en el mismo párrafo en el que habla de la PresidentA con una Cefeká que insulta a personas individuales por cadena nacional tratándolas de "caranchos" y mil forradas más. Como si fueran equiparables las puteadas en un foro, blog o hilo de comentarios a una noticia en un diario digital con que te manden a la AFIP a hacerte chequeo de cavidades porque criticaste al Régimen. O los manifestantes del 13S y del 8N con sus pancartas con los revolucionarios de WhatsApp de La Cámpora o los orcos violadores y asesinos del Vatayón Militante.
Como si no alcanzara con que nadie en la mal llamada "oposición" sea capaz de reunir la fortaleza testicular para decir algo fuerte contra esta banda de degenerados sin cubrirse el traste con la muletilla de "hay que reconocer las cosas que hizo bien el Gobierno", y como si realmente fuera lo mismo un comentario en Facebook que escuchar a los pendechorros de la Kámpora gritando "che gorila che gorila, no te lo decimo' má', si la tocan a Cristina, qué quilombo se va a armar" mientras las cámaras de la televisión oficial los enfocan y transmiten la imagen a todo el país por cadena nacional.
Como si fuera lo mismo el ciudadano común que ya tiene las pelotas por el suelo de que lo basureen todo el tiempo, de que le afanen todo desde el Estado y desde los chorros que ese Estado tanto ama, y de que insistan en fajarlo por tener la temeridad de decir que no está lloviendo sino que lo mean desde un balcón, con la banda de forajidos que usan el poder del Estado (¿se acuerdan de por qué era Malo el Proceso y Buenos los terroristas? Porque el Proceso se valía del Estado y los montos y erpianos no, o eso nos decían) para chorear a cuatro manos y vapulear, intimidad, prepotear y hacerse los gallitos a gusto con quienes no siguen la línea oficial.
Como si fuera una joda vivir así y lo hiciéramos por el mismo gusto con que la kakidad hace las barbaridades que hace, y no porque desde hace diez años que el régimen insiste en catalogar de enemigos, traidores, conspiradores y antipatria a quienes no cierran los ojos para no ver y no abren la boca para tragar sin mirar.
Manga de castrados morales y degenerados relativistas, que realmente creen que es posible alcanzar un punto medio entre el chorro que asalta a punta de pistola y el asaltado que a lo sumo pega una patada para defenderse. Colección de cínicos de mierda, que disfrazan la cobardía moral de no saber, querer o poder distinguir el mal del bien y que encima lo quieren disfrazar de la presunta "virtud" de la moderación en momentos en donde de un lado se declama abiertamente que "vamos por todo" mientras el otro se cubre como puede, mientras se creen justos por denunciar por igual al que hace de su vida un fanatismo y al que defiende su vida de ese mismo fanatismo. 
Quizás lo hacen por cagazo para que no les toque a ellos, quizás realmente se creen que los van a dejar en paz si apaciguan al cocodrilo, o quizás en el fondo coinciden con la Loka y lo único que les molesta es no ser ellos los que ponen en práctica sus lokuras...
La síntesis de Benegas es para copiar y pegar:
Hablar de un problema entre kirchneristas y antikirchneristas implica igualar lo inigualable en provecho sólo del agresor. Quien está violando la ley, quien está desconociendo derechos, quien está abusando de un poder dado para defensa de la sociedad y no para ponerla en guerra, es el oficialismo. Nadie le está haciendo nada al kirchnerismo más que hablar de él.
Esa es una postura ruin, no moderada, ni sabia, ni prudente. Nuestra crisis moral es esa, no la burda mano metida en la lata, porque un país es un edificio delicado de acuerdos sanos que se van acumulando.
Se percibe en el aire enrarecido un temor a las definiciones claras. Si se ve un déspota, se trata de evitar el término que lo describa porque usarlo significaría casi tener la obligación de estar en un lugar poco valioso, donde hay pocos dividendos y bastantes lágrimas. ¿Quién quiere estar incómodo? Hay que salir de esta con un martini en la mano.
Se le huye al blanco igual que al negro porque ha sido tanto tiempo tan buen negocio el gris que las palabras reconocidas por su peso generan el vértigo hacia un orden franco donde el simple parecer quede para siempre devaluado.
Por otro lado, Iglesias tiene partes muy buenas acerca de otra tara de estos campeones de la ecuanimidad, sobre todo los que no toleran que se compare al Régimen con el Proceso o con el nazismo. 
La parte independientemente del todo. Aislada del todo. Por encima del todo. El ponciopilatista argento, genio autóctono del posmodernismo, cree que el Diablo está en los detalles. Por eso se le escapa el elefante, hábilmente escondido por el Gobierno en medio de una manada de elefantes, que también se le escapan. Momento en que el ponciopilatista recurre a otra de sus frases preferidas: "No podés comparar este gobierno con el nazismo y la dictadura". Como si las comparaciones fueran igualaciones. Como si sólo se pudiera comparar lo que es igual. Como si Newton no hubiera llegado a la ley de la gravedad comparando la Luna -que es grande y no cae- con una manzana -que es pequeña y cae-. "¡No me podés comparar la Luna con una manzana!", dirá el ponciopilatista indignado, creyendo que desmiente así la ley de gravedad. Y es que el ponciopilatista no es malo ni tonto, sino débil. Sabe que el Diablo está ahí, pero teme mirarlo a los ojos. Por eso detesta la revelación de los rasgos comunes de lo que declara incomparablemente diferente. Por eso sostiene que es mejor esperar una guerra mundial y un genocidio antes de denunciar que ese aclamado señor de bigotitos que grita desde un palco en Munich está demente y sería inteligente no ser sus chamberlaines. "Si aún no sucedió, no sucederá", sostiene seguro el Poncio Pilatos argentino. Justamente él, que nunca adivinó que esos muchachos católicos de buena familia se iban a convertir en los Montoneros, ni advirtió que el Ejército lanussiano iba a terminar cometiendo un genocidio, ni vio venir al Menem neoliberal en los tiempos del Menem patilludo. Precisamente él, que se dio cuenta hace diez minutos -por reloj- de que esa simpática parejita de abogados santacruceños no se traía entre manos nada bueno. ¿Qué les habrá pasado?, se pregunta.
Esa es otra de las cosas que me resultan muy indignantes, porque los mismos tipos que te decían que aún si hubiera sido un sólo desaparecido el Proceso era moralmente indefendible (sin que ese criterio les impidiera sumar unos 22.000 inventados a los 8.000 que la CONADEP calculó) ahora te exigen ciertos estándares para evaluar la maldad del régimen kakal. No sé, quiero saber cuándo se puede empezar a comparar, tal vez cuando haya una línea de trenes entre Buenos Aires y un conjunto de cámaras de gas y crematorios...

En fin, no jorobo más. Volví, pero nunca me fui del todo. Es que no te dejan. Sencillamente no te dejan irte jamás.

1 Comentarios:

Anonymous carancho dijo...

Bienvenido, Mayor.
Como se ha dado cuenta, adonde nos vamos nos llevamos la cabeza y el corazón con nosotros, por ende, no nos podemos alejar del todo.
Con respecto a su post, me pregunto en que momento nos volvimos tan políticamente correctos que decir las cosas tal cual son se volvió un error.
En fin, una duda más... pero ya tenemos tantas que da igual.

9:28 a. m.  

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