Políticos
Bueno, la ley de medios pasó por un tubo por la Honorable Cámara de Diputados. También se puede decir que pasó "a los tumbos" y de manera bastante roñosa. No se podía esperar menos de un proyecto conducido por un bloque de luminarias como el Chivo Rossi, Kunkel y Conti.
Como podía temerse, el proyecto fue aprobado gracias a los votos de aquellos eternos idiotas útiles de la progresía, llámense socialistas, pinosolanistas, disidentes del ARI, etcétera. En el fondo era algo cantado; no se puede esperar que defiendan la libertad y la propiedad privada una manga de progresistas que buscan cualquier resquicio para manifestar su admiración a Chávez o Ahmadinejad.
Sobre todo pienso en aquellos pelmazos que creyeron que "Pino se planta" frente a Kirchner y que se encontraron con un lindo borocotó de izquierda y Nac&Pop. Así les va por votar primero a un bolche convencido, y segundo por hacerlo sólo porque era la moda. Podrán decir: Pino criticó ciertos aspectos del proyecto. No deja por ello de ser un idiota útil y funcional al kirchnerismo, siempre pendiente de que no se cuele ningún beneficio para el odiado sector privado, aún dentro de una ley para abolir la libertad de prensa en la Argentina.
Es que los progres son siempre así: si estuvieran en la olla del caníbal, su única preocupación sería que los vegetales de la guarnición no sean transgénicos.
Pero la principal lección que tenemos que sacar de este episodio bochornoso es que no podemos confiar en que Pino Solanas, los socialistas, Binner, la UCR, el Pro o los peronistas o quien sea nos pueda defender de los atropellos del Estado. Y es por una única, sencilla y terrible razón.
Porque son políticos. Y porque su negocio es el Estado.
Esperar que un político defienda a la sociedad de los abusos y prepotencias del Estado es como esperar que un violador descubra la abstinencia sexual. ¿Por qué habrían de tener interés en parar al Estado? Si viven del Estado, cobran su sueldo del Estado, maximizan sus beneficios en el Estado, ganan poder con el Estado, y mientras más poder y alcance tenga el Estado, más va a ser su propio poder.
Aún si circunstancialmente se opusieran a cierta medida intrusiva del Estado, como buenos políticos se van a asegurar de que haya una puerta abierta para más interferencia del Estado... sin mencionar que ellos van a tener un pie en esas puertas abiertas. Por servicio al pueblo, claro.
Si un político hace las cosas bien es por pocas y sucias razones: por miedo a no ser reelegido, y por miedo a ir preso. Si elimináramos la posibilidad de la reelección, los privilegios jubilatorios y algunas otras cosas, tal vez podríamos agregarle a estas motivaciones la de no sentir el dedo del Estado jodiéndolo cuando vuelva a la vida ciudadana común y corriente.
Queda claro que la ciudadanía sólo puede confiar en sí misma para protegerse del Estado. Esperar ayuda de los políticos es ilógico y contraproducente, porque siempre van a reaccionar mejor a un "incentivo" del gobernante de turno que al supuesto reconocimiento de una sociedad apática e indolente que sonríe cada vez que le meten el dedo en el culo.
Y ahí está nuestro gran problema. Somos nosotros con nuestra indolencia los que no marcamos el límite a nuestros políticos. Y quizás sea por eso que, lamentablemente, nos merezcamos que una banda de bestias malparidas como los Kirchner y sus secuaces nos lleven poco a poco a una locura chavoide.
No nos engañemos. La única forma de que no nos roben la libertad es no dejando que nos la roben. Y si no la defendemos, es porque no la valoramos. Y por tanto, no la mereceremos.
Salga como salga la historia de este nuevo atropello, la Argentina vivirá como se merece. Como se supo merecer.
Sobre todo pienso en aquellos pelmazos que creyeron que "Pino se planta" frente a Kirchner y que se encontraron con un lindo borocotó de izquierda y Nac&Pop. Así les va por votar primero a un bolche convencido, y segundo por hacerlo sólo porque era la moda. Podrán decir: Pino criticó ciertos aspectos del proyecto. No deja por ello de ser un idiota útil y funcional al kirchnerismo, siempre pendiente de que no se cuele ningún beneficio para el odiado sector privado, aún dentro de una ley para abolir la libertad de prensa en la Argentina.
Es que los progres son siempre así: si estuvieran en la olla del caníbal, su única preocupación sería que los vegetales de la guarnición no sean transgénicos.
Pero la principal lección que tenemos que sacar de este episodio bochornoso es que no podemos confiar en que Pino Solanas, los socialistas, Binner, la UCR, el Pro o los peronistas o quien sea nos pueda defender de los atropellos del Estado. Y es por una única, sencilla y terrible razón.
Porque son políticos. Y porque su negocio es el Estado.
Esperar que un político defienda a la sociedad de los abusos y prepotencias del Estado es como esperar que un violador descubra la abstinencia sexual. ¿Por qué habrían de tener interés en parar al Estado? Si viven del Estado, cobran su sueldo del Estado, maximizan sus beneficios en el Estado, ganan poder con el Estado, y mientras más poder y alcance tenga el Estado, más va a ser su propio poder.
Aún si circunstancialmente se opusieran a cierta medida intrusiva del Estado, como buenos políticos se van a asegurar de que haya una puerta abierta para más interferencia del Estado... sin mencionar que ellos van a tener un pie en esas puertas abiertas. Por servicio al pueblo, claro.
Si un político hace las cosas bien es por pocas y sucias razones: por miedo a no ser reelegido, y por miedo a ir preso. Si elimináramos la posibilidad de la reelección, los privilegios jubilatorios y algunas otras cosas, tal vez podríamos agregarle a estas motivaciones la de no sentir el dedo del Estado jodiéndolo cuando vuelva a la vida ciudadana común y corriente.
Queda claro que la ciudadanía sólo puede confiar en sí misma para protegerse del Estado. Esperar ayuda de los políticos es ilógico y contraproducente, porque siempre van a reaccionar mejor a un "incentivo" del gobernante de turno que al supuesto reconocimiento de una sociedad apática e indolente que sonríe cada vez que le meten el dedo en el culo.
Y ahí está nuestro gran problema. Somos nosotros con nuestra indolencia los que no marcamos el límite a nuestros políticos. Y quizás sea por eso que, lamentablemente, nos merezcamos que una banda de bestias malparidas como los Kirchner y sus secuaces nos lleven poco a poco a una locura chavoide.
No nos engañemos. La única forma de que no nos roben la libertad es no dejando que nos la roben. Y si no la defendemos, es porque no la valoramos. Y por tanto, no la mereceremos.
Salga como salga la historia de este nuevo atropello, la Argentina vivirá como se merece. Como se supo merecer.
3 Comentarios:
Mayor Paine, como siempre, 100% de acuerdo con tu análisis. No cabe otra cosa: merecemos lo que toleramos.
Y como si fuera poco, hasta el "Pepe" Mujica habló de nosotros. Y no se equivocó: http://www.perfil.com/contenidos/2009/09/17/noticia_0015.html
Eso sí: no quiero que sea el próximo presidente de Uruguay.
Andrés
Como siempre: Brillante
Adhiero, clarito y al punto. Como el aire fresco.
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