Pensando tras la decepción
Bueno, se terminó, quéseleváser. De vuelta a casa, de vuelta a la realidad.
Fue lindo mientras duró, incluso para mí que soy ateo en materia futbolística. Dieron ganas de creer, dieron ganas de pensar que esta vez se podía llegar a... a algo.
Por unos días estuvo lindo tener algo en qué pensar y de qué hablar que no fuera de política, de crisis, corrupción, inseguridad y autoritarismo. Estuvo bueno ver alguna esperanza por ahí, de llegar a algo aunque más no sea en el fútbol.
Lo de siempre: esperar que la decepción, o en este caso el desconsuelo y el dolor que nos dejó esta verdadera violación que fue el partido con Alemania, ayude a replantear algunas cosas. Por ejemplo, la conducción mafiosa y corrupta de la AFA con Grondona a la cabeza, o la manera en que se endiosó y se le puso confianza a Maradona en un puesto para el que no está calificado, o la forma en que nosotros como sociedad encaramos los esfuerzos argentinos en cualquier campo.
Y sí, si Argentina hubiera ganado, hoy Maradona seguiría siendo Gardel. Hasta yo lo podría haber dicho. Pero no lo hizo, todos los errores, presunciones y arrogancias de Maradona y de los que quisimos creer en él nos volvieron de la peor manera. No estoy feliz con Maradona hoy, pero él llegó a donde llegó porque lo llevamos ahí y lo dejamos subir a un lugar para el que quizás no estaba listo.
No somos los peores, por más que el 4-0 nos quiera hacer pensar eso. Pero no somos los mejores, y no lo vamos a ser por más que tengamos todo lo que se suele repetir en momentos como éste. Para ser los mejores hay que trabajar, hay que esforzarse, hay que tomar decisiones, no basta con la "mística", con las cábalas, las boludeces del pulpito o de la camiseta celeste y blanca. Si la Argentina quiere llegar a ganar en el 2014 el laburo tiene que empezar pasado mañana, cuando estén los muchachos de vuelta acá en la Argentina.
Para mí, el ejemplo del Mundial fue ver ayer a los jugadores uruguayos reunidos antes de los penales y leer los labios del Maestro Tabárez diciendo: "Tranquilos, ya no importa. Ya no importa". Llegar a esta etapa, para ellos, era un triunfo y valía la pena. Debajo de Uruguay, en caso de perder, habían quedado 24 equipos. No era poca cosa.
Debajo nuestro quedaron unos 24 equipos. Podría ser peor, pudo haber sido el bochorno de 2002, con el infeliz de Bielsa que ahora se hace el exquisito con Piñera después del recibimiento que le hicieron por un resultado que, de haberlo obtenido con la Argentina, lo hubiera condenado al ostracismo.
Estamos entre los ocho mejores. Hay 24 equipos que no se fueron de Sudáfrica pensando eso. Y hay otros 172 que quedaron afuera en las eliminatorias que tampoco lo pueden pensar.
Pero bueno, de vuelta a la realidad. Fue lindo mientras duró.
Fue lindo mientras duró, incluso para mí que soy ateo en materia futbolística. Dieron ganas de creer, dieron ganas de pensar que esta vez se podía llegar a... a algo.
Por unos días estuvo lindo tener algo en qué pensar y de qué hablar que no fuera de política, de crisis, corrupción, inseguridad y autoritarismo. Estuvo bueno ver alguna esperanza por ahí, de llegar a algo aunque más no sea en el fútbol.
Lo de siempre: esperar que la decepción, o en este caso el desconsuelo y el dolor que nos dejó esta verdadera violación que fue el partido con Alemania, ayude a replantear algunas cosas. Por ejemplo, la conducción mafiosa y corrupta de la AFA con Grondona a la cabeza, o la manera en que se endiosó y se le puso confianza a Maradona en un puesto para el que no está calificado, o la forma en que nosotros como sociedad encaramos los esfuerzos argentinos en cualquier campo.
Y sí, si Argentina hubiera ganado, hoy Maradona seguiría siendo Gardel. Hasta yo lo podría haber dicho. Pero no lo hizo, todos los errores, presunciones y arrogancias de Maradona y de los que quisimos creer en él nos volvieron de la peor manera. No estoy feliz con Maradona hoy, pero él llegó a donde llegó porque lo llevamos ahí y lo dejamos subir a un lugar para el que quizás no estaba listo.
No somos los peores, por más que el 4-0 nos quiera hacer pensar eso. Pero no somos los mejores, y no lo vamos a ser por más que tengamos todo lo que se suele repetir en momentos como éste. Para ser los mejores hay que trabajar, hay que esforzarse, hay que tomar decisiones, no basta con la "mística", con las cábalas, las boludeces del pulpito o de la camiseta celeste y blanca. Si la Argentina quiere llegar a ganar en el 2014 el laburo tiene que empezar pasado mañana, cuando estén los muchachos de vuelta acá en la Argentina.
Para mí, el ejemplo del Mundial fue ver ayer a los jugadores uruguayos reunidos antes de los penales y leer los labios del Maestro Tabárez diciendo: "Tranquilos, ya no importa. Ya no importa". Llegar a esta etapa, para ellos, era un triunfo y valía la pena. Debajo de Uruguay, en caso de perder, habían quedado 24 equipos. No era poca cosa.
Debajo nuestro quedaron unos 24 equipos. Podría ser peor, pudo haber sido el bochorno de 2002, con el infeliz de Bielsa que ahora se hace el exquisito con Piñera después del recibimiento que le hicieron por un resultado que, de haberlo obtenido con la Argentina, lo hubiera condenado al ostracismo.
Estamos entre los ocho mejores. Hay 24 equipos que no se fueron de Sudáfrica pensando eso. Y hay otros 172 que quedaron afuera en las eliminatorias que tampoco lo pueden pensar.
Pero bueno, de vuelta a la realidad. Fue lindo mientras duró.
1 Comentarios:
Mayor Paine, coincido 100% con tu post.
Casi inmediatamente después de lo ocurrido ayer con la Selección de futbol me acordé de este post de Jorge Ávila: http://www.jorgeavilaopina.com/?p=75; y tiempo después pensé algo así como "Perdón Pekerman". Los errores que cometió Pekerman en su momento contra Alemania en el Mundial 2006 fueron un cuento de hadas al lado del DESASTRE que significó la gestión de Maradona en este Mundial.
Pekerman no habrá sido el mejor DT de todos los tiempos, pero a diferencia con este Mundial, en el anterior SÍ había equipo. Acá dejaron todo a las manos de un descerebrado como persona que hizo cualquier cosa y los resultados están a la vista. Primar el sentimiento por sobre la racionalidad tiene sus costos.
Andrés
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