sábado, 15 de septiembre de 2012

Ecos de las cacerolas



Después de lo del jueves, hay un margen de esperanza.
Innumerables personas que pertenecen a aquel grupo que los que estamos un poco consumidos por la política vivimos puteando por "sólo joder cuando les tocan el bolsillo" salieron a hacer que la Vaca Estúpida se tragara su bravata blasfema de decir que hay que tenerle a ella un poquito del miedo que se le tiene a Dios. Y de paso, salieron a desmentirnos a los que opinábamos como decía al principio de este párrafo, y darnos a entender que el detonante no es necesariamente el bolsillo, sino la manía del régimen de no dejar vivir a nadie en paz.
Llegar a Plaza de Mayo y encontrarla medio llena cuando todavía faltaba una hora para que oficialmente empezara la protesta fue algo maravilloso. Cantar el Himno Nacional a voz en cuello y oírlo en boca de miles y miles de personas fue escalofriante. Y saber que definitivamente no se está solo en la sensación de que algo anda muy mal con el país al que uno tanto quiere a pesar de lo mucho que lo irrita de vez en cuando, es un bálsamo para el alma.
Había gente cantando, comentando, festejando los carteles que no tenían las consignas berretas y repetidas de las marchas políticas habituales, sino expresiones de ingenio, preguntas sencillas y reclamos claros. Había, por sobre todas las cosas, banderas argentinas flameando por todos lados.
Y del otro lado del vallado, en los edificios oficiales donde sólo había algunas persianas levantadas para que algunas caras nerviosas miraran lo que pasaba, y en cuyas terrazas había gente sacando fotos vaya uno a saber por qué, quedó el odio que nutre y rezuma el régimen.
Y ese odio salió con toda la furia de un animal herido el viernes.
Después de decir que el millón de personas que salió a protestar el jueves hablando exclusivamente de la Argentina lo hacía porque le preocupaba más lo que pasaba en Miami que en San Juan (y a esto habría que decirle que bien le podría haber preguntado a los 10.000 sanjuaninos que cacerolearon mientras la Yegua daba su discursito autista ante el centenar de aplaudidores de siempre), Abal Medina salió con el viejo, trillado y cansado cliché de decir "que se unan para hacer un partido y que ganen las elecciones". 
No hay nada que me guste más que recibir clases inconsultas de democracia de parte del hijo de un montonero de mierda y de populismo del hijo del abogado del hombre más rico del mundo.
La de Abal Medina, nombre que por otro lado sólo debería adornar un legajo penitenciario y no un despacho oficial, fue tan sólo una de las mil y una descalificaciones que puso la horda. Luisito D'Elía, cuyos célebres "sinco piiiibe" están todos ahora con conchabos de veinte lucas por mes en el Estado, repitió sus viejas y habituales pelotudeces acerca de "clases altas" y demás. Caníbal Fernández habló de "fiestita de quince", evidentemente porque la vio desde adentro de un baúl. La víbora de Carlotto habló de "gente bien vestida" como si eso fuera un problema y como si a ella la viéramos con ropa remendada y de varios años.
Y los megáfonos del régimen llegaron al ridículo en su afán por demostrar que efectivamente se puede tapar el sol con un dedo: Télam habló de camionetas de Patricia Bullrich guiando a la gente y de una plaza vacía salvo por grupos que se reunían en torno a la camioneta de Pato, a las cámaras de la tele y a un puesto de hamburguesas; Vagina/12 se empeñó en mostrar sólo fotos de señoras mayores de Barrio Norte e ignorando a los innumerables menores de 30 (como quien les escribe hoy) que desmentimos el verso de que la juventud "está con Esha"; Víctor Hugo anduvo más sofista que nunca al decir que no significaba nada porque ya se sabía que había un 46% que no la había votado; los seissieteocheros se consolaban hablando de "venenos"; Artemio López gesticulaba su particular escuela de matemática que postula que dos más dos no es cuatro sino lo que Ella quiere que sea. Y los medios de la Kadena Nacional del Verso y la Desvergüenza mostrando pelotudeces y titulando barrabasadas para preservar una fantasía que se les caía a pedazos.
Para completarla, ahora resulta que del "retiro espiritual" con pinta de consumo masivo de psicofármacos y antidepresivos que la Yegua se dio tras escapar de San Juan a El Calafate (porque qué mejor que tener a Máximo, verdadero especialista en sobredosis, por si se pasan con el empastillado), la única idea que se les cayó es la de redoblar la apuesta, darle para adelante con los insultos y armar contramarchas que le levanten el ánimo a la viudita triste. Como el bíblico rey Roboam gritándoles "mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi padre" a los que le venían a pedir que aliviara las cargas que le había impuesto su padre Salomón a Israel (1 Reyes 12, 1-17), los kirchneristas escapan hacia adelante a base de terquedad y soberbia, aunque el mundo se les caiga a pedazos a su alrededor.
Todo este revuelto gramajo de clichés discursivos y operativos, de lugares comunes repetidos como loritos, de empecinamiento en negar una realidad que les grita desde las fotos de cuadras y cuadras del centro porteño y de plazas de todo el país cubiertas de gente que simplemente pedía a gritos que no le rompieran más las pelotas, que dejaran de pegarle por decir que la meada que el Gobierno nos hace por la cabeza es meo y no lluvia, dio una impresión de absoluta y rotunda confusión en el régimen, como si los hubiera tomado por completa sorpresa, como si realmente no pudieran creer que la realidad hubiera tenido el descaro destituyente y contrarrevolucionario de no confirmar sus ilusiones ideológicas de ver esto limitado a mil tipos en Plaza de Mayo y a otros mil en Cabildo y Juramento y en Callao y Santa Fe.
Y como el emperador desnudo del cuento, quedó en evidencia su caradurez y delirio. La de multimillonarios roñosos puteándonos por pedir que no nos esquilmen. La de revolucionarios de salón tildándonos de burgueses pero sin tener el menor empacho en quedarse con nuestro dinero. La de "militantes" profesionales, que jamás en la puta vida hicieron algo que no sea lucrar con la función pública, irritados porque los que pagan la fiesta tuvieron el tupé de salir a quejarse. La de esa verdadera Sociedad de Fomento de Puerto Madero que es el kirchnerismo hablando de "Barrio Norte", "Palermo", "Recoleta" y "Belgrano" como si por vivir en esas zonas de la Reina del Plata sus habitantes hubieran renunciado a sus derechos.
En fin.
Quisieron creer que se trataba de unos pocos miles de burgueses irritados porque no se puede comprar dólares o porque viajar es cada vez más difícil. Y aunque las cámaras suyas y ajenas insistieron en decirles que eran mares de gente de todos los estratos de la sociedad clamando para que la cortaran con la soberbia y la prepotencia, para que dejen de robar y se ajustaran a la Constitución y las leyes, insistieron e insisten con este "relato" que ya está viejo y gastado. Quizás piensan que repitiéndolo y repitiéndolo van a lograr volver en el tiempo y transformar a esa noche maravillosa en la caricatura mental e ideológica que prefieren ver.
Es que, en el fondo y a flor de piel también, están asustados. Aterrados. Y tienen razón de estarlo.
Lo del jueves fue la pesadilla recurrente del kirchnerismo hecha carne: una Plaza de Mayo, y varias plazas más en varias ciudades de varias provincias, llena de gente coreando cosas como "¡se va a acabar/se va a acabar/la dictadura de los K!"
Para peor, la marcha del jueves no tuvo a un Blumberg como foco central al cual se lo pudiera destruir con un pecadillo expuesto. Ni siquiera tuvo una Mesa de Enlace a la cual minar y dividir con negociaciones falsas, propuestas parciales, fintas y trucos. En contraposición a las marchas arreadas del pejotismo, con micros escolares ocupando calles enteras, globos de agrupaciones llamadas "la no sé quién" y qué se yo, con megáfonos, palcos y discursos, la marcha del jueves fue un bendito desorden ordenado, con grupos que cantaban lo que querían, pero especialmente el himno, y sin incidentes serios que lamentar.
Y encima el pasto de la Plaza de Mayo quedó prolijito. A diferencia de lo que piensa el miserable de Abal Medina, es porque nos enseñaron que el pasto no se pisa. Y menos todavía se caga o se llena de basura. Para basura ya lo tenemos a él, a la Kámpora, a los chupamedias y adiktos del régimen, y a los kolaboracionistas.
Pero que la oposición no crea que ganó con esto. Una marcha como la del jueves no es una señal de triunfo sino una demostración de fracaso. Del fracaso de las instituciones que tendrían que haber cagado a patadas a esta vieja totalitaria y a su banda en cuanto empezaron a cagarse en las leyes, en lugar de acompañar y festejar todo. Del fracaso de una clase política acomodaticia, gritona para afuera y cagona para adentro, que no podría reconocer un principio ni con un artículo de la Wikipedia. Del fracaso de una oposición que se opone más a sí misma que al régimen, y que sólo pone ingenio en encontrar excusas para votar lo que pide la Viuda diciendo que todavía están en contra de ella.
Varias veces he dicho en este lugar que la oposición tiene que ponerse a la altura de las circunstancias. El jueves, un millón de personas le dijeron, directa o implícitamente, que si no se ponen a la altura de las circunstancias también a ellos se los va a llevar la ola.
Y hablando de la ola, ¿cómo sigue? ¿Hace falta desensillar hasta que aclare o darle y darle para adelante con marcha tras marcha?
Gran pregunta. La primera alternativa conlleva el riesgo de que se disipe el estado de ánimo colectivo que se manifestó el jueves, la segunda implica el peligro de que se agote la protesta hasta su desaparición. En lo personal, y a falta de algo mejor, prefiero lo primero antes que lo segundo. Mejor que quede una sola gran protesta grabada a fuego en el ánimo del país que ver cómo ésta se desdibuja con innumerables protestas cada vez más chicas hasta terminar en la caricatura que quiere el régimen.
Pero no contaba con que el régimen nos hiciera un favor en tal sentido.
Creo que la gran mayoría de los que protestaba pedía que aunque sea se tuviera en cuenta sus opiniones y que el gobierno recapacitara. A la luz de las declaraciones de ayer y de las contramarchas que aparentemente están planeando, no sólo no va a haber reflexión de ningún tipo sino un contraataque a toda máquina con lo único que tiene el Gobierno: el aparato rentado, los insultos ideológicos, la cerrazón mental. Exactamente lo contrario de lo que se pidió el jueves. Exactamente lo mismo que irritó a un millón de argentinos a punto tal de convencerlos de tomar las plazas del país.
Se vienen días interesantes. Quizás, incluso, hagan honor a la frase de Churchill tras enterarse de la victoria sobre los alemanes en El Alamein: "Ahora, esto no es el fin. Ni siquiera es el principio del fin. Pero es, quizás, el fin del principio".
Al menos, eso espero.

3 Comentarios:

Blogger San dijo...

Para la oposición chota, maricona y corrompida con tres viajes de mierda.

Para la gorda forra de Carrió, que hace diez años dijo que iban a pasar 4 huracanes....el 4 se quedó, y se quedó y se quedó. Encima dijo que no había que ir a la plaza. Colaboracionista número uno del régimen.

Coincido con que no hay que hacer más marchas. O por lo menos no muy seguidas. Hacer una en dos semanas o en un mes solo le va a sacar fuerza como método de protesta.

Y si hay contramarcha, hay que ir a sacarle fotos y a documentar la cantidad de bondis que lleven, todo el aparato de las agrupaciones (pagadas con la nuestra), y el estado de la plaza y las calles después del acto.

Hay que devolverles el veneno que tanto tiempo metieron en la sociedad. Como dice el viejo dicho "El que siembra vientos, cosecha tempestades". Primavera Libertaria y Argentinazo, carajo!

3:50 p. m.  
Anonymous carancho dijo...

Por fin, Mayor.
Despñués de varios posts que invitaban al suicidio, hoy nos levantamos de mejor ánimo.
No puedo creer la imbecilidad de los kakeros. En serio, qué quieren? Una guerra civil? Que en la próxima marcha arrasemos la casa rosada (sí, en minúscula) y colguemos en las farolas a los que encontremos? Un linchamiento público?
Esperemos la contramarcha de los pagaditos. Y notemos la diferencia.

5:24 p. m.  
Blogger Mayor Payne dijo...

San, coincido del todo, aunque en lo personal me parece más peligroso Binner en este momento que la gorda, que ya no tiene más valor que como referencia, mientras que Binner hace como que es una alternativa de algo.

Por cierto, te mandé algo por ahí, capaz sirva, capaz no.

Carancho, estos tipos están embalados, de veras se creen toda esa mierda sobre la revolución, la vanguardia del proletariado y todo lo demás, me parece que en el fondo andan queriendo exactamente lo que vos decís.

Y sí, da gusto escribir algo de mejor ánimo, para qué negarlo...

Saludos!

10:43 a. m.  

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