sábado, 5 de julio de 2008

La Cámara Baja.

Art. 29.- El Congreso no puede conceder al Ejecutivo nacional, ni las Legislaturas provinciales a los gobernadores de provincia, facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los infames traidores a la patria.
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En principio ya tenemos 128 traidores a la Patria.
Lástima que para ellos pesó más la caja del Gobierno, la labia histérica del Néstor, las promesas de gente como Rossi y Kunkel, y las prepoteadas de la barrabrava kirchnerista, que el sentido común, la oportunidad histórica que se le abre a la Argentina en el mundo, la Constitución o siquiera la opinión de sus propios comprovincianos.
Queda el consuelo de saber que muchos de estos 128 traidores a la Patria no van a volver a ganar una elección en sus vidas, viendo cómo están las cosas en sus provincias de origen.
Ahora este engendro queda en manos del Senado.
Si sus miembros, que representan a las provincias, tienen el sentido común que faltó hoy tras 16 horas de debate, podemos vislumbrar una salida de esta demencia.
Ahora Néstor está contento. A través de sus diputados y tal como lo pidió, se la puso a la República Argentina. Queda todavía ver qué precio vamos a pagar nosotros por esta demostración suya de virilidad pingüina.
El país está mirando.

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