jueves, 10 de noviembre de 2011

Una historia paralela de la Argentina (Parte 3)

Acá les dejo la tercera entrega de mi intento de hacer una historia alternativa de la Argentina a partir de una hipotética victoria británica en la invasión de 1807.

Esperando que sea de su interés, finalizo con esta introducción.

* * *

UNA HISTORIA PARALELA DE LA ARGENTINA (1806-2010)

3. Expansión (1820-1835)

La tensa coexistencia entre las posesiones británicas y españolas en Sudamérica comenzó a resquebrajarse a finales de la década de 1820, cuando en diversas regiones del imperio español estalló una nueva ola de levantamientos independentistas similar a la que había sido aplastada en la década anterior. A diferencia del pasado estallido independentista, los nuevos líderes rebeldes pudieron capitalizar el descontento remanente de la década anterior, junto con el resentimiento provocado por diez años de paranoia y virtual ocupación militar por parte del gobierno imperial español hacia sus súbditos americanos.

Entre 1822 y 1826 los levantamientos independentistas provocaron en rápida sucesión la caída de las autoridades españolas en los virreinatos de Nueva España y Nueva Granada y en la Capitanía General de Venezuela, lo que resultó en el surgimiento de las naciones independientes de México, los Estados Unidos Centroamericanos, Colombia y Venezuela. Otras posesiones españolas, como el Virreinato del Perú, Cuba y Puerto Rico, pudieron resistir sus estallidos y conservarse bajo el dominio de Madrid por algunos años más.


La Capitanía General
de los Andes fue una de las que fue capaz de suprimir sus rebeliones, que ocurrieron entre 1825 y 1827, en parte gracias a la considerable presencia militar apostada para enfrentar cualquier posible amenaza de los británicos de las colonias del Plata. Sin embargo, la combinación de la presión militar española, una economía cada vez más desgastada, un creciente descontento y una sutil acción británica sobre los sectores más enfervorizados de la población local configuraron un caldo de cultivo que desembocó en 1831 con una fulminante revuelta encabezada por un poderoso hacendado y ex militar llamado Facundo Quiroga.

La rebelión de Quiroga tuvo un éxito arrollador en los distritos rurales de la capitanía, aunque fracasó en hacerse fuerte en las principales ciudades gracias a la gran presencia militar española. Si bien los españoles contaban con tropas mejor entrenadas y armadas, el número de las mismas no era suficiente como para poder aplastar a las grandes cantidades de insurrectos movilizados por Quiroga. Otros líderes locales en distintas regiones de la capitanía siguieron el ejemplo de Quiroga y se alzaron en una insurrección contra los españoles, desatando así una verdadera guerra civil entre realistas e independentistas que arrojó a toda la capitanía a un caos sin final aparente.


Desde su cuartel general en Buenos Aires, el gobernador británico de la Colonia del Plata, Sir Alexander Duff, prestó especial atención al caos que había sobrevenido a su hostil vecino español y no tardó en hacer planificaciones de contingencia con los comandantes militares asignados a la Colonia. En opinión de Duff, los realistas eventualmente acabarían por ser derrotados en la guerra civil sin importar su poderío militar o su disponibilidad de recursos; sería la victoria de un movimiento hispanoparlante y nativista sobre un imperio colonial, llevaría a Quiroga y sus compañeros revolucionarios al poder y terminaría por crear un estado de habla castellana violentamente nacionalista al otro lado de las fronteras coloniales.


Convencido de que dejar que la Capitanía General de los Andes colapsara únicamente a manos de Quiroga era comprometer la seguridad británica a largo plazo, Duff y sus comandantes militares consideraron que aunque una intervención militar directa de las fuerzas británicas aceleraría el derrumbe del poderío español, ésta se produciría antes de que los rebeldes estuvieran en condiciones de hacerse con el control de todo el territorio. De esta manera, Duff esperaba estar en condiciones de impedir la constitución de un estado nacionalista o, en el peor de los casos, ganar influencia sobre el desenlace de la guerra civil y asegurarse de que le tomara un tiempo considerable a cualquier futuro gobierno para organizarse.


El 20 de enero de 1832, tres columnas británicas cruzaron la frontera de la Colonia del Plata y penetraron el territorio de la Capitanía General de los Andes en dirección a las ciudades de Córdoba, Asunción y Mendoza. Este ataque tomó por sorpresa a los españoles, quienes habían sido forzados a desguarnecer peligrosamente su frontera con el Plata para ocuparse de los insurrectos de Quiroga en el resto del territorio andino, y en cuestión de pocos meses debieron ceder una considerable extensión de territorio a manos de los británicos, mientras que los pocos rebeldes que habían sobrevivido en la región fueron erradicados definitivamente.


La llegada de la noticia a Europa provocó un aumento de tensiones entre Londres y Madrid, que sin embargo no resultó en una guerra abierta entre ambos países habida cuenta de la imposibilidad general de España de enfrentar al poderío naval británico, lo que a su vez impidió al imperio español enviar refuerzos a sus asediadas colonias americanas. La guerra fue, por tanto, un asunto acotado a las fuerzas británicas y españolas en sus respectivos dominios sudamericanos.


El período entre el primero y el 21 de mayo de 1832 fue considerado como el momento más negro para los españoles de la Capitanía General, ya que la primera fecha marcó la caída de Córdoba y la última la capitulación de Asunción ante los británicos. En cambio, el avance británico sobre Mendoza debió detenerse a causa de la escasez de suministros, la hostilidad del terreno y la feroz resistencia de las tropas españolas en las cercanías de la ciudad.


Obligados a abandonar el objetivo de capturar Mendoza, Duff y sus comandantes militares se limitaron a conservar el frente y a reasignar una significativa cantidad de tropas de la tercera columna para respaldar el avance en el frente cordobés, que tras una sorprendente seguidilla de triunfos había acabado por estancarse cerca de San Miguel de Tucumán.


La guerra entró así en un estancamiento generalizado en el que ni los británicos pudieron avanzar sobre las posesiones españolas ni los españoles expulsar a los invasores sin desguarnecerse ante los renovados ataques de Quiroga y de los otros rebeldes en el territorio de la Capitanía. Atrapados entre dos frentes, los españoles sólo podían esperar un constante y certero desgaste, por lo que sus dirigentes se vieron obligados a solicitar a Duff una reunión para concertar un armisticio.


El encuentro entre los delegados españoles y británicos tuvo lugar en la ciudad española de Salta a partir del 22 de agosto de 1833, lo que dio inicio a unas largas y tensas negociaciones que concluyeron con la firma de un tratado formal de paz que, al reconocer legalmente el dominio de hecho del imperio británico sobre las zonas de las intendencias de Córdoba y del Paraguay que controlaban, puso fin oficialmente a la Segunda Guerra del Plata el 19 de septiembre de 1833.


Debilitado tras la inesperada guerra contra los británicos y desacreditado a ojos de la población por haberse visto forzado a ceder el control de Córdoba y del Paraguay, el gobierno español de la Capitanía General de los Andes terminó por derrumbarse en diciembre de 1833.


La oportuna intervención británica ayudó a evitar que los distintos grupos rebeldes se consolidaran lo suficiente como para apoderarse de todo el territorio de la antigua capitanía. La tenue unidad que Quiroga y los otros dirigentes habían trabajado se quebró poco después del derrumbe español y a la guerra contra los españoles le siguió un período de confusas luchas y movimientos entre los distintos grupos y regiones.


De este período de desorden emergerían tres nuevos Estados en donde antes se erigió la Capitanía General de los Andes. El primero de ellos fue la República de Chile, constituida formalmente el 27 de enero de 1834 en Santiago de Chile por el propio Quiroga y que estaría formado por el territorio de la vieja capitanía chilena, la región de Cuyo, parte de la gobernación de Salta del Tucumán y lo poco de Córdoba que había quedado en manos españolas.


Le seguiría luego la República de Atacama, proclamada el 13 de mayo de 1835 en la ciudad de Salta y que luego de un breve período de luchas afianzaría su dominio sobre el resto de Salta del Tucumán, Charcas, Potosí y Chiquitos. El último Estado en erigirse sobre los restos de la Capitanía de los Andes sería la República de Mirandia, llamada así en honor al precursor revolucionario Francisco de Miranda, y que uniría a La Paz, Cochabamba y Moxos con Arequipa y Puno, dos antiguas intendencias peruanas escindidas durante la caída del Virreinato del Perú.


Para disuadir a los nuevos gobiernos de emprender acciones hostiles contra los intereses británicos, el gobernador Duff ordenó la movilización de tropas a la frontera de posguerra, un hecho que desataría un período de tensión entre la Colonia del Plata y las tres repúblicas que se prolongaría por algunos años más. Sólo en 1838 se alcanzaría una paz medianamente estable entre los dominios británicos y las tres repúblicas, cuando el plenipotenciario británico Sir Woodbine Parish firmó con sus respectivos jefes de Estado un tratado definitivo de paz y mutuo reconocimiento oficial y limítrofe.


La Segunda Guerra
del Plata acabó así con el final definitivo de cualquier amenaza española sobre las colonias británicas del Plata, que en el proceso habían ampliado su territorio, asegurado sus fronteras e incrementado el poderío imperial de Londres en Sudamérica.

* * *

Continúa el próximo martes...

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2 Comentarios:

Blogger San dijo...

Como viene esto, eh! Ya me imagino los nombres de las calles del Buenos Aires british de la actualidad!

Y a Oyarbide con el clásico traje de juez inglés!

8:28 p. m.  
Blogger Mayor Payne dijo...

Jajaja, mientras el tránsito sea menos caníbal, que le pongan el nombre que quieran a las calles! Por otro lado, imagino que la Plaza de Mayo continuaría llamándose "Plaza de la Victoria", un nombre que, al igual que en este universo, habría recibido tras los eventos de 1807, sólo que el triunfo recordado no sería el del mismo bando...

Y en cuanto a lo demás, en este universo dudo que Oyohervido haya llegado más allá de regente de un local estilo Spartacus en el puerto de Buenos Aires. Y digo "regente" porque el bulo en cuestión sería parte, cuándo no, de la cadena prostibularia de Zaffaroni...

1:24 a. m.  

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