Un sábado pesimista
Los grandes sueños de los idealistas se desvanecen: las Naciones Unidas se hunden en la irrelevancia e impotencia que supo conseguir, y la Unión Europea se despedaza tras años de aparente éxito en unir un continente con una historia bastante siniestra.
En el "mundo árabe", en el que todavía no termina el ciclo de matanzas que arrancó a comienzos de año, cada vez queda más claro que si hubo una revolución, sus protagonistas no fueron los pertenecientes a la pendejada de Facebook, sino aquellos con ánimos totalitarios que cada día parecen estar más cerca de su triunfo.
Irán, encabezado por un psicópata con delirios místicos, se acerca a la posesión de un arma nuclear a sabiendas de que eso no va a hacer precisamente que mejoren las cosas en ese barrio complicado en el que vive.
China se despereza y se siente con fuerzas para hacer valer su peso en todos lados, sea apretando financieramente a los decadentes europeos, murmurando cosas sobre sus áreas de interés en el Pacífico o armando su propio imperio colonial en África.
A Rusia la gobierna un personaje como Putin que es capaz de decir que la caída de la Unión Soviética fue "la mayor tragedia geopolítica" de las últimas dos décadas o algo así.
Por contraste con las anteriores, las "grandes potencias" (EE.UU., los países europeos, etc.) parecen estar aquejados de una arterioesclerosis cada vez más pronunciada, y agravada por el hecho de tener al frente de ellas a personas verdaderamente incapaces de afrontar las responsabilidades de sus cargos o de salir de sus mundos de fantasía.
Cada vez que la economía levanta la cabeza, una nueva crisis (generalmente nacida de las incompetencias de gobiernos que creen que no existe la escasez y que se pueden hacer almuerzos gratis para todos) la sumerge en un caos del que cada vez le cuesta salir más.
En todos lados hay protestas turbando la paz, y en varias de ellas se puede ver la mano negra de viejos cultores de una desacreditada fantasía totalitaria de izquierda, agitando a preocupados e idiotas útiles por igual para insistir con su sueño de una revolución homicida.
La forma en que un Occidente que se las da de liberado, "open-minded" y racional delira en una fiesta de irracionalidad con supersticiones astrológicas y fantasías ecológicas que bastante tienen de culto, rememorando aquella frase usualmente atribuída a G. K. Chesterton que dice que "Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en cualquier cosa".
La democracia, que prometía una sociedad de igualdad ante la ley en la que la razón y el sentido común gobernaran en lugar del privilegio o la fantasía, terminó degenerando en un acuerdo perverso entre una sociedad demasiado caprichosa como para entender de las razones y sentidos comunes que tornan imposibles sus exigencias y una clase política demasiado cobarde como para decir que no aunque sepan que lo que se les pide es imposible.
Reafirmando aquello de que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones, décadas de asistencialismo y de mal llamado "Estado de Bienestar" han desembocado en millones de personas no sólo incapaces de valerse por sí mismas, sino carentes de toda voluntad que no sea para reclamar a un Estado todopoderoso que las mantenga.
Cada día parece más violento que el anterior, cada generación parece más embrutecida que la que la precedió, y lo único que parece reinar es la locura.
Y mientras menos se diga sobre el pacto suicida que parece ser la Argentina, tanto mejor para nuestra salud.
No sé, a mí me da la sensación de que el mundo pareciera estar yéndose al caño últimamente.
Espero que sea sólo un pesimismo ocasional de parte mía.
En el "mundo árabe", en el que todavía no termina el ciclo de matanzas que arrancó a comienzos de año, cada vez queda más claro que si hubo una revolución, sus protagonistas no fueron los pertenecientes a la pendejada de Facebook, sino aquellos con ánimos totalitarios que cada día parecen estar más cerca de su triunfo.
Irán, encabezado por un psicópata con delirios místicos, se acerca a la posesión de un arma nuclear a sabiendas de que eso no va a hacer precisamente que mejoren las cosas en ese barrio complicado en el que vive.
China se despereza y se siente con fuerzas para hacer valer su peso en todos lados, sea apretando financieramente a los decadentes europeos, murmurando cosas sobre sus áreas de interés en el Pacífico o armando su propio imperio colonial en África.
A Rusia la gobierna un personaje como Putin que es capaz de decir que la caída de la Unión Soviética fue "la mayor tragedia geopolítica" de las últimas dos décadas o algo así.
Por contraste con las anteriores, las "grandes potencias" (EE.UU., los países europeos, etc.) parecen estar aquejados de una arterioesclerosis cada vez más pronunciada, y agravada por el hecho de tener al frente de ellas a personas verdaderamente incapaces de afrontar las responsabilidades de sus cargos o de salir de sus mundos de fantasía.
Cada vez que la economía levanta la cabeza, una nueva crisis (generalmente nacida de las incompetencias de gobiernos que creen que no existe la escasez y que se pueden hacer almuerzos gratis para todos) la sumerge en un caos del que cada vez le cuesta salir más.
En todos lados hay protestas turbando la paz, y en varias de ellas se puede ver la mano negra de viejos cultores de una desacreditada fantasía totalitaria de izquierda, agitando a preocupados e idiotas útiles por igual para insistir con su sueño de una revolución homicida.
La forma en que un Occidente que se las da de liberado, "open-minded" y racional delira en una fiesta de irracionalidad con supersticiones astrológicas y fantasías ecológicas que bastante tienen de culto, rememorando aquella frase usualmente atribuída a G. K. Chesterton que dice que "Lo malo de que los hombres hayan dejado de creer en Dios no es que ya no crean en nada, sino que están dispuestos a creer en cualquier cosa".
La democracia, que prometía una sociedad de igualdad ante la ley en la que la razón y el sentido común gobernaran en lugar del privilegio o la fantasía, terminó degenerando en un acuerdo perverso entre una sociedad demasiado caprichosa como para entender de las razones y sentidos comunes que tornan imposibles sus exigencias y una clase política demasiado cobarde como para decir que no aunque sepan que lo que se les pide es imposible.
Reafirmando aquello de que el camino al infierno está plagado de buenas intenciones, décadas de asistencialismo y de mal llamado "Estado de Bienestar" han desembocado en millones de personas no sólo incapaces de valerse por sí mismas, sino carentes de toda voluntad que no sea para reclamar a un Estado todopoderoso que las mantenga.
Cada día parece más violento que el anterior, cada generación parece más embrutecida que la que la precedió, y lo único que parece reinar es la locura.
Y mientras menos se diga sobre el pacto suicida que parece ser la Argentina, tanto mejor para nuestra salud.
No sé, a mí me da la sensación de que el mundo pareciera estar yéndose al caño últimamente.
Espero que sea sólo un pesimismo ocasional de parte mía.
Turning and turning in the widening gyre
The falcon cannot hear the falconer;
Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world,
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity.
Surely some revelation is at hand;
Surely the Second Coming is at hand.
The Second Coming! Hardly are those words out
When a vast image out of Spiritus Mundi
Troubles my sight: somewhere in sands of the desert
A shape with lion body and the head of a man,
A gaze blank and pitiless as the sun,
Is moving its slow thighs, while all about it
Reel shadows of the indignant desert birds.
The darkness drops again; but now I know
That twenty centuries of stony sleep
Were vexed to nightmare by a rocking cradle,
And what rough beast, its hour come round at last,
Slouches towards Bethlehem to be born?
The falcon cannot hear the falconer;
Things fall apart; the centre cannot hold;
Mere anarchy is loosed upon the world,
The blood-dimmed tide is loosed, and everywhere
The ceremony of innocence is drowned;
The best lack all conviction, while the worst
Are full of passionate intensity.
Surely some revelation is at hand;
Surely the Second Coming is at hand.
The Second Coming! Hardly are those words out
When a vast image out of Spiritus Mundi
Troubles my sight: somewhere in sands of the desert
A shape with lion body and the head of a man,
A gaze blank and pitiless as the sun,
Is moving its slow thighs, while all about it
Reel shadows of the indignant desert birds.
The darkness drops again; but now I know
That twenty centuries of stony sleep
Were vexed to nightmare by a rocking cradle,
And what rough beast, its hour come round at last,
Slouches towards Bethlehem to be born?
The Second Coming, de William Butler Yeats.
4 Comentarios:
Cada generación no parece más embrutecida que la anterior, LO ES y con todas las letras.
El esfuerzo es consciente y deliberado, hace por lo menos medio siglo que los "progresistas" vienen jodiendo, hasta que lo lograron(*).
Reciclaron el PC del Partido Comunista en el PC de Políticamente Correcto: ecologista, ambientalista, multicultural, tolerante, amplio, abierto, genérico, generoso... un zopenco europeo que mientras se lo están comiendo vivo, sólo atina a sonreír y hacer el signo de la paz.
Y de segunda mano lo recibimos nosotros, años después...
(*) pensándolo bien, progresismo, educación y socialismo vienen juntos desde el socialismo fabiano de fines del siglo XIX...
Mayor Paine, comparto lo que decís. Pero por suerte nada está escrito de antemano, siempre algo inesperado, para bien o para mal, sucede. Un ejemplo: hace 25 años, ¿Quién hubiera previsto el derrumbe de la Unión Soviética?
Andrés
Cuando tenga ganas de suicidarme y me falte una última razón, voy a leer este artículo.
Porque, por desgracia, no hay un sólo punto que sea erróneo.
Frente a esto solo nos queda una cosa:
EDUQUEMOS.
Enseñemos y difundamos nuestra voz.
Expliquemos y desenmascaremos a estas lacras de sociedades.
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