sábado, 28 de marzo de 2009

Apostillas

Cada vez se hace más difícil y complejo intentar escribir algo que mantenga validez de una semana para la otra; tan locos son los tiempos que vivimos.

Por eso, esta semana voy a tratar de mantenerlo corto y concreto, tomando cada cuestión por puntos.

Clarín

No sé quién fue el que dijo que "ningún gobierno sobrevive a veinte tapas contrarias de Clarín".

Tampoco sé si fue el Gobierno el que mandó interferir las señales satelitales de Canal 13, TN y hasta Volver. Lo que sí sé es que no les creo absolutamente nada cuando intentan desmentirlo. Y nadie más se lo cree. Menos que menos el Grupo Clarín.

¿Cuánto se compró el Gobierno con este chistecito, sea por obra propia o por asociación? ¿Ocho tapas contrarias de Clarín? ¿O quizás cuatro notas con tono de preocupación de parte de Julio Bazán?

Sea lo que sea, fue un pésimo gesto en un momento muy complicado para el Gobierno.

mendacidad. (Del lat. mendacĭtas, -ātis). 1. f. Hábito o costumbre de mentir.

A la Presidente se le ocurrió afirmar que por culpa del último paro agropecuario una chica murió por demoras con la ambulancia.

Cuando hasta la propia madre de la difunta en cuestión sale a refutar lo que Cristina declaró desde Olivos, queda claro una vez más por qué a esta mujer no se le puede creer en lo más mínimo.

Falsear los detalles de la muerte de una chica solamente para arrojar culpas y ganarse algunos porotos en la guerra estúpida que declaró contra el campo habla a las claras de la bajeza moral e inmundicia que despide Cristina Elisabet Fernández de Kirchner cada vez que abre la boca.

Si no supiera absolutamente nada sobre las desgracias que esta señora y su cómplice conyugal le infligieron a este país, me bastaría este detalle para no pensar en darle mi voto.

Bajada de cambios

Y hablando del conflicto de nunca acabar, finalizó el más reciente paro de las cuatro entidades agropecuarias.

En lo personal yo estoy completamente en contra de los cortes de rutas, por lo que si realmente la Mesa de Enlace ha decidido a la luz de esta última semana poner paños fríos y hacer abandono de esa metodología, no puedo más que estar completamente de acuerdo.

No sólo hacen bien por la ilegalidad del mecanismo; es una decisión sensata para no saturar los nervios de la ciudadanía y arriesgar la carta más importante con la que cuentan: el apoyo de la opinión pública.

Es momento de recuperar fuerzas y planear otras estrategias. En lo personal, vería de mantener la calma a nivel nacional pero de aumentar la presión sobre los gobernadores y otros lacayos territoriales del kirchnerismo. Pegarles al kirchnerismo donde le duele: en los niveles más bajos del aparato. Y consolidar los vínculos del agro con sus comunidades locales y con las oposiciones varias.

A nivel nacional, optaría por insistir con diálogos, aún si delante hay que tener a Giorgi y Randazzo ofreciendo miserias que nunca van a cumplir. No hay que perder la calma frente a este Gobierno. Y siempre se puede contar con Néstor Kirchner para arruinar cualquier principio de acuerdo... pagando así los costos ante la sociedad.

Se corre el riesgo de quedar como ingenuo e inocente. Pero también viene de la mano con la percepción de quién es el intransigente y el tramposo. Hay que aprender de Felipe Solá. "En política hay que saber hacerse el boludo", decía Felipe.

"Siéntate en la puerta de tu casa..."

En cuanto al estadista de los próximos quince minutos, es decir el propio Néstor, las noticias vienen siempre con una de cal y una de arena.

Todavía debe estar festejando el adelantamiento de las elecciones. Es comprensible: se salió una vez más con la suya.

¿A qué precio? Al ridículo de demostrar una vez más que todos sus discursos son dobles (todavía resuenan sus graznidos contra el desdoblamiento electoral en Catamarca) y que con tal de ganar de aquí a quince minutos o la tapa de los próximos dos días es capaz de vender a su madre.

Y al peligro aún más serio de acelerar los tiempos de la oposición. Ya de entrada Solá y de Narváez arreglaron sus disputas sobre la lista y el panorama bonaerense empieza a nublarse para el Pingüino.

Aún a riesgo de coincidir con los pichettos, pampuros y rossis del mundo, una cosa es cierta: Kirchner es LA gran opción del kirchnerismo en Provincia. Massita y Floppy Randazzo no miden en el amperímetro en comparación con el Presidente Consorte.

Y eso es lo que debe desesperar al patagónico: con él como candidato, los campos están perfectamente delimitados y polarizados, y no queda espacio para las ambigüedades. Los kirchneristas y quien quiera votar a Kirchner tendrán la opción más pura y perfecta frente a ellos: el propio Kirchner.

Frente a Néstor candidato no hay mucho margen para las indecisiones; quien todavía esté indeciso es porque no se decidió por ninguna alternativa opositora. La gran duda entre los indecisos que todavía quedan será votar a De Narváez o a Stolbizer.

Y si Kirchner mismo, el ancho de espadas del kirchnerismo, no consigue atraer a los indecisos (no hablemos ya de arrancar votos a la oposición), menos lo harán los cuatros y cincos de su baraja de candidatos. Poner a "Massita" al tope de la lista, asumiendo que éste quiera ir, es entregar una elección que ya con el propio Néstor pinta ser complicada.

No importa qué tan mala sea una situación para el Gobierno: siempre podemos contar con Néstor (el mismo que le legó a su esposa los regalitos de un campo que la odia a morir, de la popularidad de Julio Cobos y de la sed de sangre del Grupo Clarín) para hacerla infinitamente peor.

¿Conviene la unidad?

¿Para qué conviene que la oposición "se una"?

Estas no son elecciones ejecutivas: no hay un único premio y por tanto no existe el "segundos, afuera".

Armar una gran coalición antikirchnerista es importante para el 2011 como lo fue en el 2007, pero no vale tanto para las elecciones de junio.

¿Para qué meter en un mismo armado a gente como Carrió, Macri, Cobos, Stolbizer, Solá, Juez, Binner y tantos otros que no pueden ni sentarse a comer una pizza?

Si lo hicieran, le hacen el juego a Néstor: le dan credibilidad a sus dichos de "la Alianza residual".

Es preferible que se formen dos grandes polos opositores que le arranquen al kirchnerismo votos por todos los cuartos: que la Coalición Cívica, los radicales y los socialistas se queden con los últimos progres convencidos y que el PROperonismo se lleve a los pragmáticos sobrevivientes. Y que al kirchnerismo lo voten sus últimas reservas: los que están demasiado metidos como para escapar y los que van arreados.

Total, acá se trata de sacarle bancas a Kirchner en las dos cámaras, no de disputar la Presidencia. En última instancia, la victoria electoral se medirá en las bancas que cada partido obtenga, no en quién salió primero. Eso es importante, pero no es lo fundamental.

Y creer que la tapa de Clarín diciendo quién sacó más votos en Provincia es lo fundamental es, una vez más, hacerle el juego al Néstor. A Kirchner le conviene tener frente a él un rejunte tan amplio como inestable. No lo va a ayudar mucho en las urnas, pero sí va a darle algunas dudas a quienes recuerdan lo que pasó la última vez que se armó una alianza con el único fin de ganar elecciones.

Para eso, mejor que sean dos bloques compactos de gente que se sienta cómoda con su compañía.

Quién sabe, si algún día esto termina, hasta podamos volver al bipartidismo a partir de estos dos bloques.

Soñar no cuesta nada, después de todo.

sábado, 21 de marzo de 2009

El reino de la incertidumbre

Cada vez que desde el Gobierno, sea a través de un anuncio especial de la Presidente desde Olivos, sea a través de una conferencia de prensa de algún ministro, o sea por un discurso del Presidente Consorte, se comunica un gran anuncio, el vendaval mediático es feroz y todo el país acaba de cabeza.

Esta semana, por ejemplo, está la coparticipación de las retenciones con las provincias, y el nuevo paro agropecuario que desató el anuncio presidencial, condimentado con los comentarios cada vez más frecuentes (y menos exclusivos de los esperanzados) acerca de una potencial renuncia de Cristina Kirchner si las elecciones le son adversas al matrimonio.

Cuesta recordar, por ejemplo, que hace una semana el gran tema era el adelantamiento de las elecciones. O que la semana anterior lo que nos tenía a todos locos era el acuerdo inicial entre el Gobierno y el campo. O que antes hablábamos todos sobre los rumores de estatización total o parcial del mercado de cereales.

Dios sabe qué va a pasar la semana que viene.

Los acontecimientos se suceden a una velocidad pasmosa que confunde, desespera y acaba con cualquier sensación de tranquilidad que pudiéramos tener. La sensación general es la de vivir en un país en donde todo es posible, pero no ya en el sentido esperanzado de la expresión, sino en el de una imprevisibilidad absoluta y aterradora, en donde ni las fechas de las elecciones o las más básicas reglas de comportamiento político pueden detener las acciones de los gobernantes.

Sumado a la imprevisibilidad de las acciones del Matrimonio está una cuestión que ya dinamita por completo cualquier clase de acuerdo: la absoluta, total e ilevantable desconfianza que pesa sobre la actual administración y sus funcionarios.

Recapitulemos volviendo hacia 2003: el tren bala, el FBI argentino, las grabaciones de la AMIA, la televisión digital, el voto electrónico, el Plan de Redistribución Social en que se iba a invertir lo recaudado por la 125, el pago al Club de París, el Plan Canje de Autos, el Plan Canje de Electrodomésticos, el Plan Canje de Bicicletas, los acuerdos iniciales con el campo... estoy seguro de que la lista es incompleta y que ustedes tendrán muchos ejemplos más de grandes promesas e intenciones que quedaron en la nada al día siguiente de sus anuncios.

¿Cómo creerle a este gobierno? Imposible cuando no sólo no se puede tener fe en que vayan a cumplir con lo que prometen, sino cuando ya no se puede esperar de ellos que respeten las normas más básicas.

Es un gobierno que ha arrojado a la Argentina a una inseguridad más general que la del simple delito: la inseguridad de una incertidumbre y agitación permanentes, sin posibilidad de salida.

El gobierno matrimonial de los Kirchner no merece la menor confianza de parte de nadie, simplemente porque desde 2003 a la fecha no se han mostrado dignos o merecedores de confianza.

No valen las excusas que se argumentaban: hasta 2005, que se trataba de tácticas para superar la debilidad inicial de 2003; hasta 2007, que había que consolidar un gobierno frágil; ahora, que es para enfrentar una crisis económica que negaron rotundamente...

No.

Muchos dicen que la institucionalidad depende de asegurar que Cristina Kirchner llegue a 2011. Me parece un argumento creíble si hubiera alguna prueba de que Cristina Kirchner y su esposo son capaces de respetar la poca institucionalidad que queda antes siquiera de 2009. No podemos hablar de prevenir la incertidumbre manteniendo en el poder a los generadores de dicha incertidumbre.

Al paso que vamos y por lo que podemos ver de ellos, dudo que quede algo de instituciones en este bendito país para cuando Cristina y Néstor se vayan del poder.

sábado, 14 de marzo de 2009

¿Hay agua en la pileta?

Néstor Kirchner hizo una vez más lo que mejor sabe hacer: patear el tablero.

En una jugada brutal, el Presidente real convenció a la Presidente ficticia para que propicie un adelantamiento de las elecciones legislativas nacionales al 28 de junio, apenas 24 horas después de que Mauricio Macri anunciara que las elecciones legislativas de la ciudad de Buenos Aires iban a ser desdobladas de las nacionales y adelantadas a la misma fecha.

No importa que esta jugada requiera cambiar el Código Electoral que el propio Kirchner reformó cuando estaba formalmente en la Presidencia, no importa la crítica destemplada que hiciera al adelanto de elecciones hace apenas unas semanas en Catamarca, no importa que la crisis y el desastre que ahora los tiene tan nerviosos fuera la misma que negaban hasta el cansancio, no importa que cualquier confianza que pudiera haber quedado sobre el futuro económico del país de acá a octubre se esfumara y ni siquiera importa el ridículo de contradecirse groseramente, lo que importa es la elección y ganarla.

Es que es un Kirchner en estado puro: incluso el objetivo estratégico (la permanencia en el poder) se sacrifica al logro del objetivo táctico (la victoria electoral).

Es cierto que Kirchner descalabró el escenario político con su brutal propuesta de correr las elecciones cuatro meses. Es cierto que agarró a la oposición en un estado precario y la forzó a correr para compensar los meses que probablemente no tenga. Es cierto que le ahorra en parte al Gobierno el desgaste que le hubieran traído varios meses de malas noticias económicas y electorales. Es cierto que quizás haya puesto coto al esfuerzo legislativo para quitarle las retenciones al Ejecutivo, forzando al Legislativo a debatir este absurdo cambio de fechas. Y también es cierto que por primera vez en mucho tiempo, él es el que dice a qué compás van a tener que bailar todos los demás.

Pero es una jugada muy pero muy complicada para el kirchnerismo.

La oposición pasará por un descalabro inicial que sin duda el oficialismo tratará de explotar, pero si Kirchner cuenta con que ese descalabro se perpetúe desde ahora hasta junio, haría bien en recordar que si bien las oposiciones argentinas históricamente fueron incapaces de unirse en pos de algo, nunca tuvieron mucho problema en unirse en contra de algo. Más cuando los tiempos apremian: ya no queda tiempo para seguir divagando en peleas de cartel al mejor estilo de las "Guerras de las Plumas" que las vedettes nos regalan todos los veranos.

Va a ayudar mucho a la oposición la percepción común, confirmada una vez más con esta jugada, de la imprevisibilidad absoluta del gobierno kirchnerista. La idea de que "estos son capaces de cualquier cosa" y la natural intranquilidad que esa idea provoca, no va a ser precisamente favorable a las intenciones electorales del matrimonio; si quedaba alguien que pudiera ver en el matrimonio mayores certezas y seguridades sobre el futuro, semejante maniobra hará mucho por desengañarlo.

Menos todavía va a ayudar la percepción sobre el futuro económico del país que deja este intento de ganar cuatro meses. De un solo saque, Kirchner se ocupó de hacer detonar cualquier credibilidad que pudieran tener las constantes y necias repeticiones de la Presidente sobre la inexistencia de la crisis, la solidez económica de la Argentina, los éxitos de la política oficial y las perspectivas sobre el futuro inmediato. Peor aún para la ya demolida credibilidad oficial, el discurso presidencial pasó de una negación completa de la realidad a un cuadro apocalíptico en apenas 24 horas, sin que por ello se vislumbren sinceramientos sobre la realidad de la economía: específicamente, la inflación, la desocupación y el nivel de reservas con que cuenta el Banco Central para afrontar la escalada del dólar.

En el imaginario colectivo todavía está fresco el recuerdo del adelanto que Raúl Alfonsín hizo de las elecciones presidenciales de 1989, y de cómo los esfuerzos del entonces mandatario por ganar de mano y conseguir el triunfo en las urnas fue devorado por la hiperinflación y la desconfianza generalizada en su política económica. Es una imagen que Cristina Kirchner evocó demasiado claramente con sus referencias acerca de "la crisis" y "el desastre" que hacen imperativo "superar el escollo electoral" lo antes posible.

Olvidan los oficialistas que ahora celebran la medida que el adelanto no es económica y electoralmente neutra. La decisión de correr las elecciones cuatro meses antes y la desconfianza e intranquilidad que provocan va a poner en marcha muchos procesos de la economía que Kirchner seguramente esperaba dejar para después de las elecciones. En su distorsionada visión del mundo, Kirchner no comprende que los golpes de mano en política repercuten en las percepciones de la ciudadanía, y que esa misma ciudadanía es la que con sus decisiones de ahorro y consumo mueve la economía nacional. Ante un futuro que promete ser tan serio como para forzar al matrimonio a apostar a las elecciones anticipadas, no es de descartar una búsqueda de seguridad y resguardo por parte de los habitantes... con la consecuente presión sobre el dólar.

Además, en estos momentos la Mesa de Enlace debe estar sopesando cuidadosamente las ventajas y desventajas del nuevo escenario electoral. Por más que Kirchner le quite titulares al conflicto agropecuario con su última jugada y a pesar de que comprensiblemente, la atención legislativa pase a enfocarse sobre esta idea de cambiar el Código Electoral, los ruralistas no pueden ignorar tres grandes favores que Kirchner les ha dado gratuitamente.

Primero, los salva a ellos también de cuatro meses de desgaste y potenciales peleas internas. Segundo, le da un peso electoral nuevo al conflicto agropecuario, ya que no va a llegar al momento de las elecciones siendo una noticia repetida y hartante para la opinión pública, sino un conflicto fresco e irresuelto que aún va a tener en ascuas al interior. Y tercero, como bien se señaló en algunos comentarios, les da a los ruralistas un arma impensada contra el Gobierno recaudador: es más factible detener las ventas hasta junio y negarle al Gobierno los ingresos por exportaciones que tanto necesita para refrescar la caja y así comprar votos y voluntades.

Por último, la medida es una admisión brutal de la poca solidez con que cuenta el oficialismo. Aquella administración que hacía lo imposible por mostrarse monolítica y avasalladora ahora revela su debilidad atroz, su desesperación por ganar y la escasez de sus recursos, y deja a las claras que no se veía con buenas posibilidades de ganar las elecciones si se celebraban en octubre tal como lo mandaba la ley. Eso sólo basta para incentivar a muchos que no derramarían una sola lágrima por el final del kirchnerismo: en su afán por ganarle a la Historia, el kirchnerismo sangró demasiado en un agua que cada día está más infestada de tiburones... a los que él mismo ayudó a criar.

Es cierto que quizás la jugada reporte beneficios a Kirchner; si no le da una victoria, al menos podría ayudarlo a hacer que la derrota fuera menos espectacular o que el triunfo opositor no sea tan abultado. Puede incluso darle oxígeno para intentar nuevas jugadas de aquí a octubre en todos los campos de batalla que tiene abiertos: campo, Cobos, Grupo Clarín y oposición. Sin embargo, esto requeriría que Kirchner piense más allá del escasísimo margen de tiempo que emplea para tomar decisiones: requiere que piense en el futuro y no ya en la tapa del diario del día siguiente.

¿Es Kirchner capaz de aprovechar la jugada que él mismo hizo?

Difícil. Hablamos del mismo hombre que hipotecó la imagen positiva del mandato recién iniciado de su esposa en un conflicto con la base electoral que la llevó a la victoria en 2007; del mismo hombre que tan ansioso está por destruir al Vicepresidente que todos los días le regala pequeñas victorias gandhianas con cada acto de mezquindad oficial que le prodiga; del mismo hombre que no vaciló en aliarse con las dos figuras más odiadas de una provincia en la que iba a perder con tal de pretender escupirle el asado a sus ex-aliados, ganándose así una derrota electoral.

Néstor Kirchner es un hombre que, si pudiera, jugaría los ahorros de su vida en el Prode de la semana con tal de ganarlo. La enormidad de la apuesta y la audacia de la maniobra asustan al principio, pero pasado el estruendo de las operaciones de prensa, dejan al hombre y a la fuerza que representa con más debilidad presente y futura.

El tiempo dirá lo demás.

miércoles, 11 de marzo de 2009

El muerto se ríe del degollado

"ES UN CARADURA"

Lo dijo Felipe Solá, el hombre que dijo "en política hay que saber hacerse el boludo" cuando lo consultaron sobre su habilidad para saltar de un patroncito político a otro sin quedar quemado, en respuesta a ciertos cuestionamientos del gran patriarca Néstor Kirchner.

Sin osar defender al cretino que gobierna desde las sombras, de los dichos de Solá sólo puedo decir que supongo que se necesita ser uno para reconocer a otro.

sábado, 7 de marzo de 2009

Yapa del Sábado: Broma de mal gusto

Nuestra Donald Rumsfeld de cabotaje, la ministra de Defensa Nilda Garré, pidió "austeridad" a las Fuerzas Armadas a la hora de preparar sus presupuestos dado el año difícil que estamos encarando.

Todo bien con medirse, ¿pero se le pedirá austeridad a la ANSES, a Planificación Federal, a Desarrollo Social y a las otras reparticiones públicas involucradas en el verdadero Plan Kanje: el intercambio de nuestras jubilaciones y contribuciones por más clientelismo y votos?

Creo que ya sé la respuesta.

Nota principal del Sábado: ¿Cómo sigue el conflicto después del Acta-Acuerdo?

A veces hay que esperar a que pasen algunos días y que se disipe el eco de las operaciones de prensa, por no decir que disminuya la calentura y el desconcierto, para arriesgar un análisis de lo que pasó y de lo que va a pasar.

La noticia de la semana fue el acta-acuerdo que la Mesa de Enlace de las cuatro entidades agropecuarias firmó con el Gobierno Nacional tras una reunión de ambos grupos en la que intervino sorpresivamente la Presidente Kirchner. De dicha acta-acuerdo se han dicho innumerables cosas: que es el fin del conflicto, que es el comienzo del fin, que es la rendición de la Mesa de Enlace, que es el comienzo de la ruptura del vapuleado frente agropecuario... muchas cosas han poblado las tapas de los diarios y los titulares de los noticieros, y varias de ellas tienen el inconfundible tufo de las operaciones de prensa.

Pero vayamos por partes. La primera pregunta que debemos analizar es: ¿es el acta-acuerdo un punto final para el conflicto entre el agro y el Gobierno?

La respuesta: no.

Es simplemente una pausa, una oportunidad que ambos lados del conflicto andaban necesitando para tomarse un respiro y reorganizarse para la siguiente etapa.

El Gobierno Nacional, que a esta altura es el matrimonio Kirchner y su círculo íntimo, está pasando por uno de sus momentos más complicados. Los tiempos en los que Néstor Kirchner podía disciplinar al Estado y al Partido con unas cuantas llamadas de teléfono y promesas de caja se acabaron. Ahora, el Presidente Consorte se enfrenta a deserciones y cuestionamientos en sus filas, y el costo de mantener a los que aún están dentro del paraguas del Frente para la Victoria es cada vez más alto en términos financieros y de favores.

Y si la capacidad coercitiva de Néstor Kirchner anda en baja, los números de "la caja" disminuyen justo en momentos en que los costos son cada vez más altos, tanto por el año electoral como por la creciente sangría de "lealtades" en el Justicialismo y otros afines K.

El año electoral es cualquier cosa menos prometedor para el Gobierno. Tras el error inconcebible de alienar a la base electoral que llevó a Cristina Kirchner a la Presidencia en 2007, es decir a los sectores rurales, al punto en que la sola asociación de un candidato con los Kirchner equivale en muchos distritos del interior al suicidio político, los apoyos que aún quedaban en los sectores urbanos empiezan a esfumarse como resultado del cóctel de inflación, inseguridad, intransigencia e intolerancia que despliega el Gobierno Nacional.

Peor aún: la crisis internacional, esa "burbuja que se derrumba", está más cerca de lo que originalmente pensaban los popes del kirchnerismo, y combinada con la propia crisis económica doméstica que empeora a cada día, promete ser una tormenta perfecta.

Como resultado, el Gobierno Nacional tiene una necesidad imperiosa de pausar el conflicto agropecuario en la medida necesaria para que:

a) no continúe ocupando las atenciones oficiales y mediáticas.
b) no se dilate en el tiempo como para tener un impacto mayúsculo en las legislativas de octubre.
c) permita al oficialismo la oportunidad de reagruparse y así tratar de recuperar terreno.

Además, los ultras (o "paladares negros", según Reutemann) del kirchnerismo nunca abandonaron los objetivos maníacos de Néstor Kirchner de "poner de rodillas a los ruralistas" y desintegrar la Mesa de Enlace. Es a la luz de esto que se deben interpretar los rumores de estatización total o parcial del mercado de cereales, a sabiendas de que la Federación Agraria, que históricamente coqueteó con el estatismo, se vea tentada y provoque fisuras en la Mesa de Enlace. Este objetivo ha sido cumplido en parte.

¿Pero qué pasa con la Mesa de Enlace?

Hay un hecho indiscutible: las cuatro entidades del campo tienen divergencias históricas que son muy difíciles de subsanar. Lo que Sociedad Rural piensa es en muchos casos inconciliable con las ideas de la Federación Agraria, y Confederaciones Rurales y Coninagro están en el medio, oscilando de acuerdo a la situación. La unidad de las cuatro entidades en todos los casos es imposible, y como es de esperar, la prolongada duración del conflicto y las constantes tretas del Gobierno para forzar la ruptura tuvieron efectos tensionantes en la relación.

Desde principios de año la Mesa de Enlace viene recibiendo golpe tras golpe: primero fueron las interminables chicanas impulsadas por el Gobierno prácticamente desde el comienzo del año, tendientes a lograr que el campo "pise el palito" y se lance a protestar en el momento más inconveniente del año.

Más tarde fue la "operación Biolcati" armada en torno a las negociaciones entre Julio de Vido y el presidente de la SRA, negociaciones que fueron "deschavadas" desde el propio Gobierno con el fin de fracturar a la Mesa, aunque su único efecto real fue desacreditar por completo a cualquier negociación con el Gobierno y reiterar a los miembros de la Mesa que el Gobierno aún los tiene como enemigos.

Luego vino la oleada de rumores sobre la estatización del comercio de granos primero y después la posible creación de una empresa mixta con participación estatal mayoritaria, una propuesta que suena como música para muchos miembros de la Federación Agraria y que provocó algunos cruces en la Mesa.

Y por último está la propia olla a presión que es el ruralismo. La Mesa de Enlace y las autoridades de las cuatro entidades están en la poco envidiable posición de tener que negociar con un Gobierno que ansía con ponerlos de rodillas, a la vez que representan y tratan de encauzar a una legión de productores y ruralistas que adquirió un verdadero odio hacia los Kirchner y todo lo que ellos significan. La Mesa sabe que cualquier acercamiento excesivo con el Gobierno sin que se obtengan beneficios para el sector agropecuario o sin que se avance en el logro del objetivo principal (la reducción o eliminación de las retenciones) resultaría en la pérdida del respaldo de las bases y en el crecimiento del sector "autoconvocado"; el comodín de la protesta agropecuaria. Las tensiones entre la Mesa y Alfredo de Angelis son el ejemplo perfecto.

Existen además dos elementos adicionales en la estrategia de la Mesa de Enlace. El primero de ellos tiene que ver con el timing de una eventual campaña de protestas; el liderazgo ruralista prefiere demorar cualquier tipo de protesta hacia los meses subsiguientes, dado que estiman (y no sin equivocarse) que la situación económica general y el sinceramiento necesario de los niveles de desempleo (acabadas las posibilidades de conceder "vacaciones extendidas" al personal despedido) generarán el clima necesario para que las protestas del campo encuentren no sólo apoyo de una sociedad golpeada por la crisis, sino también la oportunidad de encuadrarse dentro de una problemática mayor y no quedar circunscrita a ojos de la población como un problema puntual. En resumen, el campo aspira a dilatar el conflicto para no cortarse solo ante el Gobierno y la sociedad.

El segundo elemento tiene que ver con una realidad ineludible: el 2009 será un año extremadamente complicado en todos los aspectos y el humor social no tolerará un conflicto agro-Gobierno con la misma intensidad y fervor con que lo hizo en el 2008. Más aún, la Mesa sabe que el Gobierno no despreciará cualquier oportunidad para desacreditar a la protesta rural ante los ojos de la sociedad, y es por eso que su estrategia general apunta, en términos futbolísticos, a dejar la pelota en la cancha del Gobierno. La postura de la Mesa será dialoguista a ultranza y en la medida de lo posible, prefiriendo correr el riesgo de quedar como demasiado inocentes antes que quedar como demasiado combativos.

El acta-acuerdo representa la oportunidad ideal para que el Gobierno y la Mesa de Enlace encuentren un respiro y una pausa antes de la siguiente ronda de conflictos. El Gobierno intentará poner paños fríos al conflicto y a sus propias heridas, y la Mesa de Enlace tratará de descomprimir su compleja situación interna para que ésta no estalle en los meses por venir, a la vez que aprovecha la evidente precariedad del Gobierno para conseguir de éste algunas concesiones que mostrar ante la tropa como un éxito parcial.

Pero si el acta-acuerdo es una pausa, ¿cómo vendrá la siguiente etapa del conflicto?

Importará mucho la dinámica de fuerzas que existe en el seno del Gobierno Nacional. La intromisión de Cristina Kirchner en la reunión del martes pasado es una señal de debilidad en dos sentidos. Primero, muestra a las claras que ni Débora Giorgi ni Florencio Randazzo están en condiciones de negociar o acordar nada por su propia cuenta. Carecen de autoridad y de poder real para negociar, acordar y comprometer al Gobierno en el cumplimiento de cualquier acuerdo.

Segundo, muestran que el Gobierno está tan urgido de una pausa que está dispuesto a jugar la carta institucional de la Presidente en un acuerdo incipiente y menor cuando el año recién comienza. La credibilidad de Cristina como negociadora y garante quedará asociada al cumplimiento o no del acta-acuerdo ante los ojos del ruralismo y de la sociedad en general; un incumplimiento o traición acabarán con cualquier confianza que a estas alturas pueda representar Cristina. Que Cristina Kirchner sea la garantía del acta-acuerdo es el equivalente de jugar el ancho de bastos en la primera mano.

Dentro de la dinámica gubernamental, el comportamiento de Néstor Kirchner y los halcones que lo rodean es todavía un enigma. ¿Se avendrá el Presidente Consorte a respetar el acuerdo logrado el martes o intentará torpedearlo via "Lassie" Moreno, la AFIP de Echegaray o la módica ONCCA como lo ha hecho tantas otras veces? La experiencia histórica y la personalidad de Néstor Kirchner ya dan a conocer una respuesta más que probable a esa pregunta.

El creciente acercamiento de la Mesa de Enlace a los sectores de la Oposición, la elección de la vía legislativa para forzar el tratamiento de las retenciones y la insistencia por parte de los titulares de las cuatro entidades sobre la continuidad del conflicto, las dudas sobre el cumplimiento del acuerdo y la persistencia del problema principal son señales a las claras para todos los actores interesados en el conflicto.

Al Gobierno, le dicen que el acta-acuerdo no es ni el final ni el principio del final; quedan muchos otros temas sobre la mesa y la Mesa buscará que sean tratados no ya exclusivamente por el Ejecutivo sino por los otros poderes del Estado federal, en los que el kirchnerismo ya no cuenta con poder absoluto.

A la sociedad, le comunican idéntico mensaje y a la vez le recuerda que la problemática agropecuaria es demasiado grande como para que un acuerdo tentativo le ponga fin.

A las bases ruralistas, que no se privaron de hacer conocer su desagrado y desacuerdo con la marcha de las negociaciones, la Mesa les reitera que sus reclamos no han sido abandonados a cambio de las baratas concesiones del Gobierno sino que continúan estando en la mesa, y que cualquier incumplimiento del Gobierno en llevar a la práctica los términos del acuerdo llevará a la renovación del conflicto.

Y a todos ellos, les hace saber que la continuidad de la Mesa no está en riesgo: la amenaza del Gobierno y la magnitud de los intereses a defender convierte a las divergencias históricas de las cuatro entidades en simples desacuerdos puntuales en el marco de un conflicto global.

Gobierno y campo han llegado cansados y al acuerdo del martes 4 de marzo. Ha sobrevenido una pausa momentánea y bienvenida por parte de una sociedad que se enfrenta a un año complejo y peligroso. Sin embargo, esta pausa tiene demasiado parecido con la proverbial calma que antecede a la tormenta como para que todos nosotros, Gobierno, ruralistas y los que estamos entre ambos, nos demos el lujo de cerrar nuestros paraguas.

Una cosa es segura: los tiempos interesantes no dejan de estar cerca.

lunes, 2 de marzo de 2009

Habló la señora de los mohínes (y de paso clavaron una espinita más)

La señora que es re-inteligente y que puede dar clases de trigo, soja y vaca estuvo hablando desde el Congreso de la Nación y nos articuló la verdad de la milanesa. Y nos mostró su amplia colección de mohínes. Es que a ella "por ser mujer" no sólo todo le cuesta más sino que también lleva sus emociones a flor de piel, ¿viste?

Explayarme sobre la sarta de idioteces que dijo la hostil es un esfuerzo que supera ampliamente a mi paciencia y a mi sistema inmunológico. Baste decir que para Milady la riqueza sólo se puede redistribuir y no crear, y que si a alguien le va bien en este país enfermo es porque "tuvo la suerte". De esforzarse, innovar y romperse las posaderas, nada.

En fin, fue otro discurso más en el que Cristina nos ilustró con las verdades encontradas tras observarse el ombligo. Qué más le podíamos pedir a la señora.

A propósito, tal vez ella no habrá anunciado la resucitación del IAPI, pero entre gallos y medianoche (y sin siquiera filtrarlo por Pravda/12 como primicia del Perro Verbitsky) sacó un lindo decreto aumentando los aranceles por los "servicios" prestados por el SENASA, como pueden ver en este documento que me hizo llegar un amigo.

Son incorregibles, qué se le va'ser.
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