sábado, 24 de abril de 2010

Arrested Republic

En estos últimos días me enganché por I-Sat con una comedia norteamericana llamada Arrested Development.

La premisa de la serie es esta: Michael Bluth, de treinta y tantos años, padre viudo de un hijo adolescente, debe tomar las riendas de una familia al borde del colapso y de una empresa familiar próxima a la bancarrota luego de una desgracia con ribetes legales, y debe dar lo mejor de sí para mantener unida a la familia y a flote al negocio.

Hasta ahora, la premisa daría para un drama, de no ser porque la familia con la que debe lidiar este buen hombre está formada por:
  • un padre, magnate de la construcción, encarcelado tras descubrírsele sus prácticas de "contabilidad creativa" y sus negocios secretos con Saddam Hussein, que pasa su tiempo tratando de escapar de la cárcel y de la Justicia, muchas veces intentando hacer que encarcelen a su hermano gemelo hippie en su lugar,
  • una madre, bebedora social compulsiva, acostumbrada a una vida de lujos decadentes sostenida con fondos malhabidos de la empresa familiar, completamente hipercrítica y manipuladora hacia sus hijos hasta el punto del maltrato,
  • un hermano mayor, vago, vividor, mujeriego, despreciado por sus padres, obsesionado con una fracasada carrera como "mago", e incapaz de tener un trabajo honesto,
  • una hermana gemela consumista, superficial, promiscua, extravagante y culposa que trata de pasar como profunda y comprometida adhiriendo a cuanta causa bienpensante surja, militando con fondos malhabidos de la empresa familiar,
  • un hermano menor inmaduro, socialmente inepto, con un complejo de Edipo del tamaño del Monumental, presa de ataques de pánico, y víctima de las peores manipulaciones de su madre,
  • un cuñado, casado con la hermana antes mencionada, que dejó de trabajar para esforzarse en pos de una carrera actoral condenada desde el principio, que vive tratando públicamente de engañar a su mujer, y que da permanentes muestras de "vivir dentro del armario",
  • una sobrina, hija de la hermana y del cuñado, que prácticamente se crió sola ante el abandono de sus propios padres, y que trata de adaptarse a la educación pública tras salir de una escuela "progre" sin notas ni sanciones, al tiempo que busca causarles la mayor cantidad de dolores de cabeza a sus padres irresponsables,
  • y un hijo adolescente, serio y responsable, al que no puede prestar atención por tener que ocuparse del resto de la familia, y que quisiera debatir con él algunos de los problemas por los que está pasando... como por ejemplo el estar enamorado de su propia prima.
Cincuenta y tres capítulos en tres temporadas que detallan la permanente y fracasada lucha de un hombre por imponer algo de sentido común y responsabilidad a una familia desquiciada que sencillamente no asume que se acabó su fortuna, que no hay más manteca para tirar al techo y que sus negocios ilegales los pueden condenar a la cárcel, pero que a pesar de todo insiste en seguir viviendo como antes, aún si para ello tienen que pisarse unos a otros. Les aseguro que el nivel de desquicio al que llegan los personajes de esta serie en su búsqueda de mantener todo como estaba cuando ya no pueden más es épico. Una verdadera joya.

¿Por qué hablo de esta serie? Porque nunca antes había visto algo en televisión que se asemejara tanto y tan bien al grado de desquicio, irrealidad, delirio colectivo, misantropía y pura desconsideración que vive la República Argentina. Cuando me cayó la ficha, fue glorioso.

Si analizamos a nuestro país y a la familia Bluth, en ambos encontraremos lo mismo: un colectivo inepto y cuasi-criminal que vive de una fortuna que ya no existe, que no asume su realidad de escasez, que no entiende por qué ya no merece confianza ni respeto de nadie, que no entiende qué tiene de malo romper la ley para seguir como si nada hubiera pasado, que persigue ambiciones fracasadas e irreales desde el primer momento, que es incapaz de hacerse cargo de sus actos y consecuencias, que invierte sus esfuerzos intelectuales y de imaginación en encontrar maneras de evadir las responsabilidades y vivir de arriba, que no se priva de nada en momentos en que no puede darse ningún gusto, que intenta disimular su superficialidad pegándose a todo lo bienpensante, y que lleva a la impotencia, desesperación y locura a los pocos que todavía mantienen cordura y esperanza ante la situación.

Sólo que en el caso de Arrested Development lleva a la risa y en el de la Argentina a llorar.

En fin, una verdadera joya de la TV. Guarda que es de esas series que hay que ver desde el primer capítulo.

Hasta la próxima.

sábado, 17 de abril de 2010

Perlas

Altamente recomendables cuando se experimente una sobredosis de Veinte Verdades del Justicialismo.

El gobierno no es razón; no es elocuencia. Es fuerza. Y la fuerza, como el fuego, es un peligroso sirviente y un temible amo.” George Washington.

La necesidad es la justificación de toda violación a la libertad humana. Es el argumento de los tiranos. Es el credo de los esclavos.” William Pitt

"Un gobierno sabio y frugal, que refrenará a los hombres de herirse mutuamente, que los dejará por demás libres para regular sus propias búsquedas de industria y progreso, y que no quitará de la boca del trabajo el pan que se ha ganado. Esta es la suma del buen gobierno…” Thomas Jefferson

¿Ante cada ejercicio no autorizado del poder por parte de la legislatura, debe el pueblo alzarse en rebelión o su silencio ser considerado como una claudicación de dicho poder? Si así fuera, ¿cuántas rebeliones deberíamos haber tenido hasta ahora?” Thomas Jefferson.

El principio de gastar dinero que será pagado por la posteridad, bajo el nombre de financiamiento, no es más que una estafa a gran escala contra el futuro.” Thomas Jefferson.

La multiplicación de los puestos públicos, el incremento del gasto por sobre el ingreso, el crecimiento y la imposición de una deuda pública, son indicaciones que reclaman el uso de una podadora.” Thomas Jefferson

Creo que tenemos más maquinaria de gobierno que la necesaria, demasiados parásitos que viven de la labor de los industriosos.” Thomas Jefferson.

Si se preguntara cuál es el deber más sagrado y la mayor fuente de seguridad en una República, la respuesta deberá ser: un respeto inviolable por la Constitución y las leyes. Un respeto sagrado por la ley constitucional es el principio vital y la energía que sostiene a un gobierno libre.” Alexander Hamilton

La Constitución no es un instrumento del Gobierno para contener al pueblo; es un instrumento del pueblo para contener al Gobierno.” Patrick Henry.

Un pueblo libre reclama sus derechos como derivados de las leyes de la naturaleza, y no como el regalo de su primer magistrado." Thomas Jefferson

Hemos sido reducidos a la alternativa de elegir la sumisión incondicional a la tiranía de ministros irritados o a la resistencia por la fuerza. El honor, la justicia y la humanidad, nos guarden de rendir mansamente aquella libertad que recibimos de nuestros honorables ancestros, y que nuestra inocente posteridad tiene derecho a recibir de nosotros.” John Dickinson

Guarden con celosa atención la libertad pública. Sospechen de todos los que se acercan a esa joya. Desafortunadamente, nada la preservará excepto la fuerza explícita. Cuando ceden la fuerza, están inevitablemente condenados.” Patrick Henry

La cura natural para una mala administración, en una constitución popular o representativa, es un cambio de hombres.” Alexander Hamilton

La libertad debe ser sostenida ante cualquier peligro. Tenemos derecho a ella, que se deriva de nuestro Creador. Pero si no lo tuviéramos, nuestros padres lo han ganado y comprado para nosotros a costa de su tranquilidad, su propiedad, su placer y su sangre.” John Adams.

¿Qué país ha existido por un siglo y medio sin una rebelión? ¿Y qué país pueden preservar sus libertades si a sus gobernantes no se les advierte de tanto en tanto que su pueblo conserva el espíritu de la resistencia? Que se levanten en armas (...) ¿Qué significan unas pocas vidas perdidas en un siglo o dos? El árbol de la libertad debe ser regado de tanto en tanto con la sangre de patriotas y tiranos." Thomas Jefferson

"Si prefieres el bienestar a la libertad, la tranquilidad de la servidumbre al animado desafío de la libertad, aléjate de nosotros en paz. No pedimos ni tu consejo ni tu apoyo. Inclínate y lame la mano que te alimenta. Que tus cadenas te sean leves y que la posteridad olvide que fuiste nuestro compatriota.” Samuel Adams.

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Pensar que acá tratamos barbaridades como "donde hay una necesidad, hay un derecho" como si fueran sabiduría.

Hasta la próxima.

martes, 13 de abril de 2010

Se le cayó el monóculo


Nuestro Prime Minister, ciudadanos y ciudadanas. Una cátedra de civismo, respeto democrático y convivencia en la Argentina del Bicentenario.

Vergüenza es poco.

(foto afanada de BlogBis)

sábado, 10 de abril de 2010

Si pudiera reformar la Constitución...

Muy bien, ya sé que los atormenté a muchos de ustedes con mi eterna e interminable serie de artículos de "Una nueva Constitución" hace un par de años, pero a pesar de eso hoy voy a volver a las andadas por esos pagos. No se preocupen, intentaré de que sea breve y no pasará de este artículo.

Yendo al tema, si me estuviera dado el modificar la Constitución Nacional para adaptarla a la experiencia de estos últimos años, me conformaría con que estos diez puntos pasen a ser incorporados.

1. Prohibir la reelección presidencial. No "prohibir la reelección inmediata" y pedirles que dejen pasar un período completo para volver a presentarla. Hablo de prohibirla en serio. Que la Constitución diga que quien ejerció un mandato como Presidente no lo puede volver a hacer nunca más. Punto. Nadie es tan bueno o perfecto como para pretender perpetuidad; el único tipo que en la historia de la Humanidad podría haber merecido perpetuidad en el cargo terminó clavado a una cruz. Y ya que estoy, quizás le agregaría una "cláusula hondureña" que revoque automáticamente el mandato de cualquier presidente que siquiera HABLE de una reelección. Si funcionó para que Honduras se libere del payaso de Zelaya, tan mala no debe ser.

2. Nada de representación política en el Consejo de la Magistratura. La participación política en la selección y nombramiento de los jueces está bien cubierta con la designación por parte del Presidente y el acuerdo prestado por el Senado. La selección de las ternas debe ser un asunto estrictamente académico y judicial. Elegir quién va a impartir justicia no puede quedar en manos de una mayoría legislativa, que puede depositar ese poder en manos de bestias humanas como Diana Conti y Carlos Kunkel.

3. Prohibir la sucesión familiar. Más que claro. Aspiramos a vivir en una república, no en una monarquía. Quizás la "cláusula hondureña" debería aplicarse para el Presidente que proponga a su esposa, a algún hijo, sobrino, primo, yerno, cuñado, nieto u otro pariente cuya relación no sea lo bastante obscura como para obligar a preguntar "¿cómo se llama?" cuando se percata de su existencia.

4. Elecciones presidenciales cada seis años. Si cuatro años es tan poco tiempo en el gobierno como para justificar la idea de una reelección, mientras que los seis años de un mandato pre-1994 eran demasiados, entonces hay que volver a los seis años de período presidencial. Es suficiente tiempo como para que un presidente implemente políticas y vea los resultados antes de irse. Y es ya demasiado tiempo para que una ciudadanía lo soporte.

5. Mandatos de tres años para los diputados. La Argentina no puede vivir de elección en elección cada dos años. Aunque existen buenas razones para el actual sistema de renovación parcial de las Cámaras (no se puede permitir que toda una cámara quede constituida por un único humor social), pienso que es preferible bajar el mandato de cuatro a tres años y hacer que la Cámara de Diputados se renueve totalmente en cada elección. Ah, y con circunscripciones en vez de listas sábana, y límites de cuatro períodos en las bancas.

6. Senadores elegidos conjuntamente con los comicios provinciales. Tres senadores por provincia: uno elegido en la lista del gobernador y del vice, uno por el partido con más bancas en la Legislatura y otro por el que le sigue en cantidad de bancas. Que la decisión sobre quiénes van a representar los intereses de las provincias en el Senado se tome al mismo tiempo que se decide quiénes deben legislar y gobernar en las propias provincias. Que el Senado sea sólo cámara revisora, excepto en materia de distribuir responsabilidades entre el Gobierno y las provincias. Y que los senadores sean responsables ante las legislaturas de sus propias provincias (con la posibilidad de ser destituidos por ellas) por la defensa que hagan de los intereses provinciales.

7. Mayoría absoluta del total de miembros para aprobar todas las leyes. Si el Senado tiene 72 miembros, que ninguna ley pueda ser aprobada sin el voto afirmativo de 37 senadores. Si Diputados tiene 257 miembros, que ninguna ley pueda ser aprobada sin el voto afirmativo de 129 diputados. ¿Que va a ser difícil que todos estén sentados en sus bancas? Si a cualquier argentino común y corriente le descuentan sueldo, presentismo y almuerzo por faltar al trabajo, a nuestros "representantes del Pueblo" no les cabría más que cumplir las tareas por las que se les pagan fortunas. Y para eso mandaría a la Policía a que se asegure de que cada senador y diputado esté bien sentadito en su banca a la hora de sesionar. Es sólo una idea.

8. Mayoría de dos tercios del total de miembros para aprobar la creación y modificación de impuestos. ¿Que si va a ser difícil aprobar cualquier impuesto? Esa es la idea. Si nos van a sacar dinero, más vale que sea lo bastante urgente y convincente como para que convenzan a la gran mayoría del Congreso. El poder de sacarle plata a sus legítimos dueños (que somos nosotros y definitivamente no son los políticos) no puede quedar en manos de una mayoría transitoria. Quién sabe, a lo mejor así se les va a ocurrir ser mejores administradores.

9. La coparticipación es de abajo para arriba. El Gobierno nacional sólo recauda tasas aduaneras, impuestos al comercio exterior e IVA. Las provincias recaudan Ganancias y otros impuestos directos. Si hay que repartir plata, el convenio entre las provincias es para decidir cómo y cuánto va de lo que recaudan para el Gobierno nacional, no cuántas migas van a llegar desde Buenos Aires.

10. El veto es completo, no parcial. No se le puede permitir a un Presidente pervertir una ley mediante el expediente de sacar las partes que no le gustan y dejar las otras. Que asuma el costo político de rechazar la decisión del Congreso y anule toda la ley si hay algo que no le gusta. Y si no le gusta lo que se aprobó, que se lo banque. A nosotros no nos suele gustar nada de lo que aprueban cotidianamente.

En fin, eran sólo algunas ideas que tenía. Espero que les haya parecido interesante.

Saludos y hasta la próxima.

sábado, 3 de abril de 2010

El corazón de la oscuridad

-A veces deseo que se vayan rápido, ¿sabés? -Ahora tenía un cierto dolor en la mirada. Volvió a rascar el borde la mesa con el canto de su mano-. Así vos y yo podemos volver a hablar de libros y de minas, como antes. ¿Te acordás?

Los odio.

Me siento a escribir esto, tengo el bloc de notas abierto frente a mí, suspiro y lo reconozco: los odio.

Debo hacer el sinceramiento, aunque sea para mí mismo.

Y no sólo los odio a ellos, al matrimonio, a Él y a Ella, a la Parejita Perversa. Y mi odio, que los tiene a ellos como foco, se desparrama a toda la telaraña que los rodea. Odio a su círculo íntimo, odio a sus familiares, odio a sus operadores, odio a sus aliados cómplices, odio a sus asociados, odio a sus voceros, odio a sus apologistas, odio a sus simpatizantes. Del primero al último, los odio.

Va más allá del desacuerdo personal con sus políticas, de la crítica a su corrupción, del rechazo a sus métodos. Eso ya fue, quedó atrás, es algo que se podía sentir, como lo sentía yo, respecto de Menem, de De la Rúa, de Duhalde. Eso es algo que que podía haberse dicho de los Kirchner en el 2006. Lo de hoy, abril de 2010, es odio en toda la regla.

Y no es usar la palabra "odio" como una expresión. Es odio en serio, del que te hace sentir capaz de las peores cosas si tuvieras la oportunidad de aplicárselo en persona. Del que te hace bloquear Canal Siete de tu televisor para no sentir el anhelo irrefrenable de destruir el aparato cada vez que aparece 6, 7, 8 o Visión Siete, o Hebe de Bonafini.

¿Por qué los odio?

Hace siete años que vengo escuchando de ellos que yo, como parte de todos aquellos que no pensamos como ellos, somos golpistas, destituyentes, resentidos, que nuestras ideas no merecen ser tenidas en cuenta, que somos tan idiotas que votamos "contra nuestros propios intereses".

Me dicen permanentemente que por no pensar como ellos no tengo derecho a hablar, que la democracia no me incluye, que tengo que pedir permanentemente perdón por no estar de acuerdo y tener mis propias ideas, que no formo parte de la verdadera Argentina, que soy un cuerpo tolerado en la Patria "nacional y popular", pero que si Cristina quisiera y fuera una genia, me haría desaparecer junto con unos cuantos.

Para ellos, los que no pensamos como ellos sólo tenemos que callarnos, agachar la cabeza, pagar nuestros impuestos y nada más.

Cada discurso que dan es un insulto hacia lo que soy, lo que siento, lo que pienso y lo que creo. Y me levantan el dedito y me dan clases de moral.

Me hablan de los derechos humanos y me levantan el dedito, aquellos que en la puta vida se calentaron por los derechos humanos, que tan mal la pasaron en el gobierno militar que abrieron su estudio de abogados y se llenaron de guita hipotecando a insolventes, que hicieron los negocios que se les cantaron y se sacaron fotos con cuanto general daba vueltas por Santa Cruz.

Me hablan de la década del '90 con lágrimas y me levantan el dedito, aquellos que eran los mejores alumnos de Menem, que le aplaudían todo, que compartieron Dios sabe cuántas boletas electorales con el Cotur, que iban de convencionales en el '94 para meter la reelección y los decretos de necesidad y urgencia en la Constitución.

Me maldicen el capitalismo y la riqueza, esa pareja de millonarios y usureros de patrimonio tan explosivo como ilegal.

Me dicen que estoy loco, que la inflación es una "tensión momentánea de precios" cuando ya los aumentos se empiezan a notar con semanas de diferencia, cuando el billete de diez pesos con el que antes me podía pagar un almuerzo rápido ahora con suerte me sirve para un café choto.

Me dicen que estoy loco, que no existe inseguridad, sólo "consecuencias de la pobreza", mientras chorros dopados hasta los párpados con paco y todas las otras porquerías imaginables matan, acribillan, acuchillan y violan por un par de zapatillas o por veinte pesos en el bolsillo. Y me dicen que soy facho, que soy intolerante, que soy "mano dura" por querer que se les ponga fin de una vez a esas barbaridades.

Me miran a la cara, me sonríen con sorna, me levantan el dedito y me dicen que estoy loco, que estoy equivocado, que lo que siento no es verdadero, que lo que pienso no es aceptable, que lo que me pasa no es verdad, que los medios me llenan la cabeza, que mi opinión no cuenta.

Me venden un país en el que no existo, en el que apenas soy un contribuyente de impuestos, en el que no se me respeta nada si a ellos no les conviene.

Y me levantan el dedito. En todo momento. Me levantan el dedito y lo agitan en frente mío.

Y sé que es mutuo. Ellos me odian a mí, junto a los que no piensan como ellos. Chorrea su odio en sus discursos, en los chistecitos y sarcasmos que tiran desde 6, 7, 8 y las columnas de El Argentino, en el desprecio de sus diputados y filósofos, en las sonrisitas sobradoras de sus amigos y entenados. A Hebe de Bonafini y Luis D'Elía se los puee criticar por muchas cosas, pero no por poner en los términos más claros y crudos posibles el odio que los Kirchner y sus acólitos sienten por los que estamos del otro lado.

¿Cómo no los voy a odiar después de eso?

Lo peor es que no quiero sentir esto. No quiero odiar a nadie de este país, ni a mi gobierno ni a mis compatriotas. Ni siquiera los quiero odiar a ellos. Sería tanto más fácil mi vida sin el odio que me inspiran, que hasta podría decirse que los odio más por llevarme a odiarlos.

Tengo amigos, parientes, gente a la que aprecio y quiero mucho, que están del otro lado de la vereda y con la que he tenido discusiones maravillosas y enriquecedoras, siempre desde nuestros puntos de vista, sabiendo que no nos vamos a convencer de pensar distinto de lo que creemos, pero que al menos vamos a entendernos.

Sé que es posible no odiar, que se puede vivir en la Argentina en paz con los que no coinciden con nosotros, y que es más fácil de lo que parece. Y por eso los odio todavía más a los Kirchner, porque nos han llevado por el camino contrario, el del odio, el resentimiento, la venganza y el desprecio. ¿Y en nombre de qué? ¿Qué les da derecho a los Kirchner a partirnos al medio, a llevarnos al odio entre compatriotas?

¿Es en nombre de los derechos humanos que en la puta vida les importaron hasta que llegaron al gobierno? ¿De la distribución de la riqueza que siempre termina en sus manos? ¿De un "proyecto nacional" que sólo existe para mantenerlos en el poder y por el que un día pueden condenar al FMI mientras al día siguiente le pagan toda la deuda?

Al final de la historia, cuando todo esto termine, cuando finalmente se vayan, mi odio hacia ellos, y el odio de quienes los siguen hacia nosotros, el odio entre hermanos argentinos que como gobernantes debieron haber ayudado a curar en vez de incitar e incentivar, será la mayor condena que pesará sobre los Kirchner.
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