sábado, 30 de octubre de 2010

¿Y cómo sigue todo esto?

Murió Néstor Kirchner. Si alguien se imaginaba el miércoles a la mañana que iba a pasar eso, le recomiendo que juegue al Quini 6 porque la tiene más clara que cualquier otro argentino vivo.

Su muerte no me inspira la menor lástima. Sí siento lástima por Cristina, que ahora tiene que sobrellevar la viudez a la vez que se hace cargo del muerto que le dejó el muerto, y por los hijos que ahora son huérfanos de padre. A esa lástima, sin embargo, llego haciendo mucha abstracción de quiénes son ellos y de las cosas que han hecho.

En cuanto a Néstor, lo único que deseo es que con él se haya podido enterrar algo del odio que le inyectó a la sociedad argentina durante los siete años de su reinado, o que por lo menos con él haya muerto la fuente de ese odio.

Pero al fin y al cabo, Kirchner ya está dos metros bajo tierra. Ahora, para los que quedamos vivos en el país que él construyó, nos toca pensar qué es lo que viene ahora.

Partamos de una base: con Kirchner no sólo murió un ex presidente casado con la actual primera mandataria, sino también la cabeza formal del partido gobernante y el centro alrededor del cual giraba todo el aparato de poder, negocios y extorsión que controla el país.

Cabría pensar que Cristina heredaría la conducción de ese aparato de poder, pero esa suposición se torna dudosa cuando tenemos en cuenta que muchos de los miembros de ese aparato lo son solamente a causa de la relación y de los negocios que mantenían con el muerto, y que había entre varios de ellos diferencias irreconciliables que sólo Kirchner podía neutralizar en el marco de su "proyecto".

Resumiendo: el aparato era de Kirchner y sólo Kirchner lo podía hacer funcionar. Hay muchas razones para poner en duda las habilidades y astucia de Cristina para mantener intacto un andamiaje contradictorio en el que conviven los burócratas sindicales de la CGT y los barones territoriales con las figuritas del montonerismo y de la transversalidad. Además Cristina no puede cortarse sola porque "el cristinismo" no existe. Lo que tenga para hacer, sólo lo podrá hacer en la medida en que ponga a su servicio el engendro político creado por el muerto.

No hablemos por ahora de especulaciones sobre luchas de poder en el entorno de la Isabelita 2.0, que son más que factibles ahora que el Gran Disciplinador cantó para el carnero y pensemos en los rumbos que podría tomar ella.

Un rumbo podría ser el de una "sciolización" del gobierno, en el sentido de que Cristina haga suyos aquellos atributos que por alguna razón son asociados con el invertebrado que dice que gobierna la provincia de Buenos Aires: mesura, conciliación, diálogo y el resto de la sarasa. Una "sciolización" del gobierno implicaría minimizar o cerrar algunos de los conflictos inútiles iniciados por el muerto, un acercamiento y una baja de la tensión política y la eyección de gurkhas impresentables como Poronga Moreno.

Difícil que pase; Cristina es demasiado orgullosa como para pegar semejante volantazo y más ahora que cualquier "claudicación" va a ser tomada como una traición a los ideales y al legado de Nefástor. Y cualquier cosa que agigante la imagen de Scioli va a ser para muchos dentro del universo K la prueba final de que el manco motonauta está esperando el momento para clavarle el puñal por la espalda a la viudita.

El segundo camino es el de la "moyanización", es decir, que Cristina se recueste en el último gran sector que parece responderle de manera más o menos monolítica: la burocracia cegetista. Hablaríamos de más desvaríos legislativos de papá Recalde impulsados por la Rosada, más liturgia fachoperonista de los '50, etc. Sería el sueño húmedo de un Moyano que por alguna razón que sólo él conoce se ve a sí mismo como un pichón de Lula argento.

También es difícil que pase; como bien dijo Lanata, Hugo Moyano es "el enemigo en casa" y un tremendo piantavotos en aquellos sectores que Cristina quisiera de su lado por más que de la boca pa'fuera haga como que le provocan asquito. Ni hablar de que un impulso a la bulimia de poder de Moyano encendería las alarmas en los otros socios de la coalición K: los burócratas partidarios, los barones territoriales, los empresarios amigotes del modelo y los pajaritos de la izquierda que se tragan cualquier sapo a la espera de una recompensa progre del Gobierno.

El tercer rumbo, que quizá resulte ser el elegido, sea la "kirchnerización": apelar lo más posible a la memoria e imagen del difunto, rodear a Cristina de un microclima bien patagónico y Nac&Pop que dé instrucciones para "fortalecer el modelo" e intentar seguir como si nada hubiera pasado, con la ilusión de que la inercia política mantenga todas las piezas del inmanejable rompecabezas K en su lugar.

Un párrafo final para las especulaciones de que la muerte de Nefástor va a hacer que la nueva Chabela repunte en las encuestas como le pasó a Ricardito Alfonsín tras la muerte de Raúl. Aunque ese efecto puede darse y muy probablemente sea así, hay que tener en cuenta dos importantísimas diferencias entre Cristina y el hijo de Raúl.

La primera es que Ricardito es un simple diputado mientras que Cristina es la Presidente, por lo que Ricardito puede sentarse e ir acumulando ese prestigio sin que la gestión del día a día se lo vaya desgastando. Y la segunda es que Ricardito es en gran medida una hoja en blanco para la opinión pública, mientras que desgraciadamente conocemos demasiado bien a la viudita.

Tarde o temprano ese prestigio labrado en base a la pena y a la compasión por su viudez va a tener que chocar contra la realidad y en mayor o menor medida va a salir abollado. Y si los análisis que dicen que en el ya extinto matrimonio presidencial era el muerto el que tenía pragmatismo y que no le hacía asco a la ingesta de sapos mientras que Cristina era la fanática de los principios, vamos a ver más temprano que tarde cómo ella va a chocar de frente contra algún aspecto de la realidad.

Sea lo que sea que pase, lo que viene va a ser interesante.

Compren pochoclo y hasta la próxima.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Sic transit gloria mundi


Pero Dios le dijo: ”Insensato, esta misma noche vas a morir, ¿Y para quién será lo que has amontonado?”

Evangelio según San Lucas, capítulo 12, versículo 20.

martes, 26 de octubre de 2010

Interludio musical (26/10/2010)


Algo distinto como para variar de tanta amargura y puteada.

El tema al son del cual bailan las fuentes del video se llama "Baba Yetu" y su letra es una traducción del "Padre Nuestro" al swahili; esta versión fue originalmente compuesta para la banda de sonido del juego de estrategia "Civilization IV".

¿Por qué lo puse acá? Porque me hace sentir bien.

Espero que les haya gustado y hasta la próxima.

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sábado, 23 de octubre de 2010

Presidencia turística

Ella vive en otro planeta. Me convencí por completo de eso cuando leía las declaraciones de Nuestra Presidenta tras la muerte de Mariano Ferreira.

Ella habla desde la tribuna, discursea dos veces al día, twittea por ahí con un desparpajo y una caradurez increíble. Casi pareciera, si uno lee lo que pasan por ser sus declaraciones, que Cristina Kirchner anda de turista y de comentarista de la realidad.

Las cosas les resbalan, son asunto de otros, nunca de ellos. Si mueren cotidianamente personas a causa de la delincuencia, es porque los medios la exageran y porque los chorros son producto de la década menemista.

Si un grupo de patoteros sindicales matan a un partidario de izquierda a tiros en lo que no debería haber sido más que una protesta gremial común y corriente (aclarando que en el caso de la Argentina dichas protestas ya son una farsa), entonces es que "algunos" ya tienen "el muerto que querían".

Que los sindicalistas, empezando por Moyano, anden de dueños del país, que la Policía no pueda intervenir en una sacrosanta protesta social porque se la coman cruda y que ya sea parte del paisaje que la mafia político-sindical del kirchnerismo se sirve de los animales de las barras bravas, son cosas que le resbalan a la Twittera en Jefe.

Total, se arregla todo con una andanada de acusaciones a Magnetto, al campo y a Cobos en dosis de 140 caracteres, una movilización de La Cámpora o de D'Elía "reclamando justicia" como si en la Rosada estuviera el virrey Sobremonte y alguna otra pedorrienta campaña de difamaciones insostenibles repetidas por 6, 7, 8, los medios del Grupo Szpolski y los cibermilitantes rentados de la Pingüinósfera.

Van a ver, en un par de días esto se va al tacho con el resto de las evidencias de lo corrompida, embrutecida y decadente que está la República Ubicada al Sur de Bolivia y Cristina Kirchner va a poder volver a su rutina de inaugurar buzones en Villa Entusiasmada y recitar cifras que "nunca en la historia argentina" se habían visto.

sábado, 16 de octubre de 2010

No me banco el Twitter

Tal vez sea yo que ya estoy sintiendo un viejazo prematuro, pero la verdad que no le puedo encontrar la menor utilidad o sentido al Twitter. Sé que hay gente que le encanta y me alegro por ellos, pero yo no puedo.

Llegué a armarme una cuenta, pero tanto me aburrió que terminé por olvidarme la contraseña. Quizá sea porque no tengo la paciencia o la voluntad para sostener publicaciones regulares (Dios sabe que eso me pasa acá en La Bestia), o tal vez porque no le veo el sentido a andar cada dos por tres subiendo 140 caracteres sobre cualquier cosa.

Sea como sea, si antes pensaba que podía llegar a haber alguna utilidad para el Twitter, ahora que parece haberse convertido en el medio de comunicación favorito de la clase política argenta, me parece una completa pérdida de tiempo.

¿Cuándo fue la última vez que algún político dijo algo importante por Twitter? Hagamos de cuenta que no tenemos una banda de cretinos en el gobierno y pensemos en el hecho de que lo que un funcionario de gobierno dice tiene un peso importante en una sociedad. La palabra de un ministro, de un gobernador, de un presidente, tiene un impacto que no puede ignorarse, y precisamente por eso debe ser cuidada y empleada únicamente cuando es necesario.

Es precisamente por eso que el Twitter es desastroso para la política y para la sociedad: hace que sea barato y fácil para nuestros "dirigentes" abrir la boca sobre lo que se les dé la gana. Antes, por lo menos, tenían que hacerlo en vivo y en directo, dando la cara ante la prensa o ante el público y exponiéndose; ahora lo hacen desde la comodidad de su casa o despacho, o peor aún, pagándole a alguien para que ponga palabras en sus bocas.

Es así que llegamos a las imbecilidades que dice rutinariamente la Presidenta, sea para llamar "piratas for ever" a los británicos en medio de una controversia diplomática o para usar el rescate de los mineros en Chile como excusa para basurear una vez más a todos los que ella odia, o a las animaladas de seres como el canciller Timerman o Caníbal Fernández.

Pero hagamos abstracción de la política; cada vez que la palabra "Twitter" aparece en los medios es porque dos o más personas entraron en una discusión digna de viejas gritonas, puteándose y contestándose las puteadas por 140 caracteres. El Twitter es la digitalización del puterío.

Qué se yo, es mi opinión nomás.

sábado, 9 de octubre de 2010

Por amor al capitalismo

El siguiente texto es una versión traducida al castellano que un lector hizo de un artículo original del sitio "Doctor Zero", que alguna vez he comentado acá. Se los dejo porque vale la pena y porque algunas de sus posturas (que marco en negrita) son provocativas, en particular para los que crecimos con el habitual discurso argento.

El Socialismo siempre parece tener una ventaja de difusión sobre el capitalismo. Esto no es sorprendente, porque el socialismo es una noción profundamente romántica: Un sueño peligrosamente seductor de prosperidad en función de la justicia, en el que los sabios redistribuyen las ganancias de los malvados para así cuidar de los necesitados. Las promesas del socialismo son tan tentadoras que cualquier cuestionamiento sobre su pobre performance es rechazado como grosero. Es una filosofía infantil, y, como cualquier niño equivocado, recibe un caudal ilimitado de perdón y segundas oportunidades.

El capitalismo raramente goza de tan maravillosa publicidad. Para el académico parece vulgar, mientras que el político halaga a sus votantes prometiéndoles que podrán elevarse por encima del burdo materialismo… poniendo las preocupaciones materiales en manos de los políticos. En verdad el capitalismo es el cincel que la gente libre usa para tallar sus sueños de la piedra de la historia. Sin él, somos “libres” solo para suplicar por el botín del Estado, y quejarnos cuando falla en la entrega. La Libertad es solo una teoría cuando carece de un medio práctico de expresión. La libertad de expresión sin propiedad nos deja haciendo garabatos en la arena en vez de tallar nuestra voluntad en piedra.

Deberíamos ser más vigorosos en declarar nuestro amor por el capitalismo. Debería ser un amor maduro, nacido del respeto por su poder y su virtud, no un romance embelesado. Por ejemplo, deberíamos agradecer que el capitalismo es despiadado. Podría parecer extraño el celebrar semejante cualidad, pero es la razón por la cual no hemos estado subsidiando la producción de látigos para carruajes de caballos o ampollas de vacío por décadas. Librado a su propia dinámica, el libre mercado no gasta energía apuntalando la producción de bienes no deseados solo por razones sentimentales… o porque los productores de dichos bienes tienen el suficiente poder político para extraer subsidios del bolsillo del público.

Deberíamos también agradecer que el capitalismo no tenga corazón. El sentimentalismo es costoso, especialmente cuando los impuestos de otros son usados para pagar por él. El gobierno acorde a la ley de una vasta nación requiere fría lógica y obediencia férrea a la disciplina constitucional. Los programas insostenibles desangrándonos en ruina fiscal fueron vendidos a los votantes usando atractivos emocionales. Los arquitectos del estado de derechos adquiridos no usan niños para sus campañas porque quieran que evalúes cuidadosamente sus propuestas.

La emoción es una terrible guía para la asignación de recursos. La herramienta esencial para atacar desastres o pobreza es la riqueza, que es creada por transacciones entre los ciudadanos. El dinero es la herramienta que hace nuestro tiempo valioso a los demás. Una nación rica puede darse el lujo de velar por los desafortunados y desarrollar bienes que hagan mejor la vida de todos. La “desalmada” eficiencia del capitalismo es la mejor manera de coordinar nuestras capacidades y recursos, produciendo la fuente de valor que a todos nos nutre.

El capitalismo merece alabanzas por ser despiadado. Uno de los fundamentales delirios de la Izquierda es creer que la creación de riqueza es fácil. Muchos políticos no han administrado jamás un emprendimiento económico en el sector privado. No aprecian cuanto duro esfuerzo toma construir una empresa rentable, o cuantas decisiones difíciles deben tomarse a lo largo del camino. La habilidad de aislarse a si mismos de la responsabilidad es una de las habilidades primarias de la clase política. La capacidad para desprender dicha aislación es un atributo clave en la administración de empresas exitosa. Las difíciles batallas de empresa dejan algunos competidores rotos en el campo, pero producen incontables victorias para los consumidores.

El capitalismo debería ser venerado por su caos. Los mercados son iluminados por el genio fortuito de competidores libres para apostar a millones de soluciones. La mohosa ideología del estatismo no está a la altura de semejante poder. Una economía politizada no puede ser genial porque encuentra demasiadas alternativas impensables. No puede inspirar progreso, porque trabaja hacia atrás desde las conclusiones de la ideología. Cuando el Estado nacionaliza una industria declara a un producto “por encima” del mezquino negocio… y un bien que no es transable pierde su valor. El socialista destruye el valor declarando que algo es “gratis”. No hay ninguna razón para esperar crecimiento en medio de esa destrucción bestial del valor.

Finalmente, el capitalismo debería ser apreciado por su ambición, que el socialismo falsamente clasifica como “codicia”. Codicia implica tomar riquezas de otros. Eso es lo que los socialistas hacen… y no debería escapar a la vista que los personajes más importantes en un gobierno socialista llevan estilos de vida de gran lujo, aun cuando gobiernan naciones atrapadas en la pobreza más desesperada.

La ambición es hambre de posibilidades, compartido por trabajadores de todo nivel y titanes de la industria por igual. Somos ricos cuando un banquete de posibilidades es servido ante nosotros. El Estado omnipresente representa la disolución de la posibilidad. Está definido por lo que le dice al pueblo que debe hacer, o lo que no puede hacer. Impuestos compulsivos, cobrados para financiar beneficios obligatorios, reducen tus opciones para invertir el resultado de tu trabajo. El Gobierno dilapidador que te impuso el ObamaCare está destruyendo el valor de tu tiempo. Nuestros hijos tendrán magras posibilidades en un futuro de deuda aplastante y derechos adquiridos en decadencia, en el que recibirán órdenes sobre qué es lo que deben consumir… y qué pueden esperar de sus vidas.

El espíritu de la libertad habita el duro, confuso, glorioso cuerpo del capitalismo. Jamás deberíamos permitirnos sentirnos culpables por él, pedir disculpas por él, o compararlo con la seductora ilusión proyectada sobre la lamentable realidad del socialismo. La prosperidad es un destino alcanzado solamente por hombres y mujeres libres, actuando de común acuerdo. A lo único que nos podemos obligar mutuamente es a ser pobres.
Hasta la próxima

sábado, 2 de octubre de 2010

Un país sociópata

Cuando uno analiza en profundidad todo lo que salió mal para que el choque de Villa Guillermina saliera como saliera, no se puede evitar volver a comprobar que la seguridad en la Argentina es una casualidad que se mantiene siempre y cuando la desidia no alcance masa crítica.

Cuando uno analiza en profundidad lo que realmente significa que un gobierno ignore a gusto y piacere las sentencias judiciales, de la Corte Suprema para abajo, no se puede evitar volver a comprobar que en la Argentina la ley es de cumplimiento voluntario, y que la voluntad de cumplir depende de lo que me guste o no lo decidido, no de cualquier sentido innato de la justicia o algo por el estilo.

Y entonces queda claro que la cuestión no pasa por si el Congreso sanciona una buena ley o un mamarracho, sino por algo mucho más básico y elemental: el hecho de que el argentino promedio carece de cualquier interés significativo por sus semejantes que le permita vivir en una sociedad moderna.

No hablo acá de la "solidaridad" que tanto se menea a la hora de conseguir un mangazo. Hablo de algo mucho más elemental, hablo de que es imposible vivir en una sociedad en la que sus integrantes no comprendan que sus acciones pueden afectar a otros o que las normas son necesarias para la convivencia civilizada.

Sacada del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, acá les dejo la definición de "trastorno antisocial de la personalidad", más conocido como "sociopatía":

Un patrón general de desprecio y violación de los derechos de los demás que se presenta desde la edad de 15 años, como lo indican tres (o más) de los siguientes ítems:

  1. fracaso para adaptarse a las normas sociales en lo que respecta al comportamiento legal, como lo indica el perpetrar repetidamente actos que son motivo de detención
  2. deshonestidad, indicada por mentir repetidamente, utilizar un alias, estafar a otros para obtener un beneficio personal o por placer
  3. impulsividad o incapacidad para planificar el futuro
  4. irritabilidad y agresividad, indicados por peleas físicas repetidas o agresiones
  5. despreocupación imprudente por su seguridad o la de los demás
  6. irresponsabilidad persistente, indicada por la incapacidad de mantener un trabajo con constancia o de hacerse cargo de obligaciones económicas
  7. falta de remordimientos, como lo indica la indiferencia o la justificación del haber dañado, maltratado o robado a otros

¿Les suena parecido a algun país que conocen?

Lo que pasa en la Argentina no se soluciona eligiendo a un buen presidente o votando buenos senadores y diputados. No se soluciona con la Constitución más maravillosa que pueda escribir el ser humano. No se soluciona con las leyes más perfectas e inspiradas en los ejemplos más exitosos del mundo.

Nada de eso sirve mientras en la base del inconsciente colectivo argentino exista esa sociopatía de base que nos lleva a ignorar al otro y a las normas de convivencia. La Argentina no necesita legisladores, necesita psiquiatras.

Va a costar mucho revertir eso, si es que todavía se puede.
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