sábado, 25 de diciembre de 2010

El 2010 y la televisión argentina (original de Osvaldo Bazán)

Para variar un poco la temática, hoy vamos a ver otro lado de la degradación argenta: la tele.

Aunque no sea un tipo de mi particular agrado, tengo que reconocer que el periodista Osvaldo Bazán hizo un trabajo excelente en el artículo cuyo texto completo posteo a continuación y que salió originalmente en Perfil.com. Quien quiera leer, que lea, y si molesta, que moleste, pero que se reconozca que es así y que así estamos.

El lugar común dice que si te preguntan por lo peor del año en televisión hay que decir “Showmatch” y casi cualquier cosa que haga Marcelo Tinelli en cualquier formato. Es como de cajón, es todo tanto y tan obvio, es todo tan poco y tan obvio, que la respuesta automática se encamina claramente hacia el prime time del 13. Pero, ¿es así o es la respuesta por default? ¿Nada hubo peor? Ahí están los ínclitos 678 convirtiendo a la televisión estatal en una barricada con un nivel de fanatismo que ya pasó la política para llegar a la religión y ahora con santo propio discutirles es como discutir la fe. Ante la fe ajena sólo el silencio, así que no, ni los descubrimientos políticos de último momento de Carla Chusnosky que dejó el Kamasutra para leer “La razón de mi vida” en un momento ya tardío de la educación ciudadana son peores que el gran mamarracho mediático del año, el que se supone que es lo peor por historia, por voluntad y por masividad. Porque, que quede claro, ¿qué tan nocivo puede ser 876 si araña tres puntos de rating en televisión de aire? Nada, unas cuántas unidades básicas abiertas una hora y media por día para recordarnos que pertenecer tiene sus privilegios, que si sos de los nuestros es genial y si no sos de los nuestros, en el mejor de los casos sos un confundido, un ignorante o un idiota. No, no, 876 no le jode la vida a nadie a pesar de que les encantaría. ¿Lo peor entonces es lo obvio, “Showmatch”? ¿Por qué sería “Showmatch”, que gasta su dinero obsceno en luces, pantallas intimidatorias y vestuarios coloridos y no los cuarenta paneles de señoronas que discuten vida y obra de los que bailan por el sueño de Tinelli? Toda esa gente que desgañita las mañanas/tardes/noches con nombres de exignotas y futuras ignotas que muestran sus pompis relucientes ante las cámaras ginecológicas. Toda esa gente que sabe ¡de verdad! sobre los intríngulis más ínfimos, las flatulencias más escondidas, los deseos más desbordados de tanta empastillada que juega su vanidad al puntaje del plumaje excedido de un jurado..¡un jurado! ¡a lo que llegó la justicia! Eso, digo, ¿por qué los exégetas serían menos malos que el sujeto de la exégesis? Y la respuesta es clara, los turiferarios nunca serán tan importantes –para bien o para mal- como los obispos que dan el rezo. O sea, si naciste para pito, pito morirás.

Y volvemos a lo obvio, ¿lo peor es “Showmatch”? ¿Y por qué “Showmatch” y no directamente el personaje Fort, que excede el marco de un concurso televisivo y se proclama a sí mismo como artista? No hay obscenidad en la que Fort no haya caído. No hay banalidad que no haya cometido. Una subasta de mujeres cual esclavas siglo XV, con inspección dental incluida. La pavada del dinero, el rolex regalado al patrón por el dueño de una empresa con sus obreros en la calle, en fin. Eso que ese tipo es. Sin embargo, todo lo que ese tipo es, su bobalicona presencia, no existiría de no ser por la cámara amplificadora ad infinitum de “Showmatch”. Fort excede a “Showmatch” pero no existiría sin él. Volvemos a lo obvio, ¿lo peor, en términos televisivos argentina 2010 es el show del culo y la teta descontextualizada?

¿Y por qué “Showmatch” y no su mentor? En principio porque el mentor es un señor con dinero y poder. Y nadie habla de los señores con dinero y poder. Menos aún en el ambiente periodístico, porque ese señor con dinero y poder que nunca desmentirá ser el dueño del diario Crónica –recordar que no hay periodista que se anime a preguntárselo de frente- porque “Marce” es un potencial patrón siempre. Y porque “Marce” no tiene ningún problema en levantar el teléfono y pedir tu cabeza. Como si con la de él no le alcanzara. Es Marce el que pasó todos los límites. Es Marce el que enseñó a matar por 0,1 de rating y ahora cualquier gil se cree que “habla de televisión” porque repite la planilla del rating. Es Marce el ejemplo más claro de la frase que hunde la cultura contemporánea en el peor de los marasmos: “es un genio, no le importa nada”. Frase mentirosa, claro. Cuando de alguien dicen eso siempre pienso: “Seguro que lo único que le importa es la guita”. Y ahí sí, dudo. ¿Es Marce o “Showmatch” lo peor del año en televisión? Se hace difícil diferenciar uno del otro. Aclaración necesaria: Showmatch no es malo por la exhibición generosa de cuerpos y actitudes lascivas. El cuerpo es goce, la lascivia salud. No es el desparpajo el problema. Después de las 10 de la noche somos todos grandes y déjense de joder. Lo intolerable es la degradación, el maltrato, el “sidoso de mierda”, el correveydile prostibulario, la entronización de los costados más miserables, las peleas personales elevadas a cuestiones de estado siempre bajo la mirada de caja registradora de Marce.

Y sin embargo, con tanto que se lo tiene merecido Marce y su Show de la vergüenza ajena, no, no es él el peor del año. El peor del año según este poco modesto escriba es una vez más, por no sé cuántos años consecutivos, el público. Nada de esto sería posible sin millones de moscas con ganas de comer caca. Cuestión que no se dice porque no debe haber algo menos simpático de decir. Es cierto que el público es responsable de lo que ve hasta ahí nomás. La sensibilidad se educa y nadie, ni el estado ni los medios de comunicación, consideran esa posibilidad: la de la educación de la sensibilidad. Te dan mierda, comés mierda, te termina gustando la mierda. También es cierto que las condiciones extratelevisivas no ayudan. Volvés a tu casa después de la pelea callejera y lo que querés es ver cómo se destrozan dos pelotudos. Ahí aparece Marce sonriente y los culos y la galera y el cordobés y los gatos viejos y ya está. En eso se convirtió la televisión.

Es demasiado obvio decir que Marce y Showmatch son lo peor de la televisión argentina. Pero decirlo es decir que lo peor es el público. Y decirlo es obligarse a preguntar las razones del éxito. Y eso, supongo, está afuera de la tele. Aunque desde adentro, Marce ayude. Desde hace años.

Saludos a todos y muy Feliz Navidad.

sábado, 18 de diciembre de 2010

Después de Soldati

Los eventos de estos últimos días permiten vislumbrar un patrón bastante curioso aunque a primera leída parezca obvio de toda obviedad: a Cristina le va mucho mejor cuando es Cristina que cuando quiere ser como Néstor.

En la crisis de las tomas lo hemos visto con su actitud inicial, bien "nestorista", de cruzarse de brazos y tirarle el fardo a otro (Macri en este caso) para que cargue él solo con el costo del desastre; esta actitud le costó feo ante la opinión pública, sobre todo con el espectáculo patético de un discurso presidencial que hablaba de la Argentina como un Edén de tolerancia mientras en Soldati se mataban vecinos contra okupas.

Pero es algo que también vimos cuando se debatió el Presupuesto y ella jugó a la intransigencia absoluta en la superficie y a las coimas por debajo, lo que a pesar de las teorías conspiranoicas de que todo estuvo hecho para poder manejar los fondos a piacere, dejó instalada (como si no lo hubiera estado antes) la idea de que para el Congreso el kirchnerismo siempre tiene la Banelco.

Por otro lado, las cosas le salieron mucho mejor a Cristina cuando quiso diferenciarse de Néstor, sea con las negociaciones con el FMI, con la defensa a Estados Unidos frente a los payasos del circo bolivariano, con invitar a dirigentes opositores a sus actos (a pesar de aprovechar el protocolo para forrearlos a gusto sin que pudieran responder) o incluso con el gesto de crear un Ministerio de Seguridad, que podrá ser inútil y contraproducente en manos de Nilda Garré pero que representa una admisión de la existencia del problema de la inseguridad como no se había visto en todo el kirchnerato.

El gran problema es que Cristina parece más interesada en actuar como Néstor ante la primera amenaza que actuar como la propia Cristina, o por lo menos, lo que parece percibirse que es la conducta de "Cristina", que bien podría definirse como "cualquier cosa que haría este Gobierno pero que Néstor nunca lo hubiera hecho o permitido en vida".

Otro detallito: se dice que el Gobierno sólo se avino a negociar (y a recular) con la Ciudad después de que varios mandarines provinciales pejotistas (Gioja en San Juan, Insfrán en Formosa, etc.) alertaran sobre las consecuencias que lo de Villa Soldati estaba teniendo en sus distritos. De alguna manera no me lo imagino a Néstor reculando ante las presiones de los gobernadores si eso implicaba pactar con algún "enemigo" de su psicopatología. Podría llegar a pensarse que el balance de poder Nación-Gobernadores está un poquitín más equilibrado en favor de estos últimos, aunque la Rosada continúe haciendo uso y abuso de la Kaja.

También en los cambios en el Gabinete pueden notarse indicios de que Cristina no está en condiciones de hacer lo que se le cante. Es cierto que poner a Nilda Garré al frente de la Federal, de Gendarmería, de Prefectura y de la Aeroportuaria es un triunfo para el ala zurda y para el "verbitskismo" y una castración política para Caníbal Fernández.

Pero Caníbal sigue estando ahí en la Jefatura de Gabinete, y a Nilda no la reemplazó otro seguidor de Verbitsky en Defensa, sino un pollo de Julio De Vido como Arturo Puricelli (aunque le hayan puesto de viceministro a un garretista nato como Alfredo Forti); el ala "derecha" del Gobierno parece haber salvado la ropa bastante bien en la negociación.

En suma, el Gobierno está en manos de una persona que parece estar en condiciones de dar volantazos tardíos y necesarios pero que en los momentos complejos tiende a imitar (mal) el estilo del muerto, a la vez que le toca hacer equilibrio entre la afinidad ideológica de su ala izquierda, la conveniencia política de su ala derecha, la capacidad de presión de los gobernadores, y los espasmos pseudo-revolucionarios de las "organizaciones sociales", en lugar de forzarlos a todos como lo hacía el Eternéstor.

Los primeros escombros de la explosión post-muerte de Néstor empiezan a caer.

Y se va a poner más y más interesante, sobre todo después de la explosión del lumpenaje villero. Este país tiende a autodestruirse más o menos cada diez años... y ya pasaron nueve años desde la última inmolación nacional.

sábado, 11 de diciembre de 2010

Se terminó el duelo

Después de mucha especulación y sarasa sobre su aparente "cambio" y sobre los giros de estilo y de fondo tras el deceso del taita, ayer Cristina terminó de demostrar que todo sigue siendo exactamente igual, empezando por ella misma.

Ayer volvió la pedantería, volvió la prepotencia, volvió la negación autista de la realidad, volvió la ideologización pelotuda y conveniente a la vez, y volvió el cinismo criminal de desentenderse de todo con la esperanza de que los muertos reales y figurativos le caigan a un rival de turno. Y como si fuera poco, volvió con Hebe de Bonafini sentada a la derecha de la Viudita y con Estela de Carlotto a la izquierda, como edecanas berretas de este país que ama ser de cuarta.

Ayer se prendía fuego un parque de la mismísima Capital y el Gobierno nacional se dedicaba a lo que mejor sabe hacer: twittear pelotudeces y pasar la pelota.

Ya extrañaba a la Cristina de siempre, la verdad que el personaje de la viudita doliente me tenía un poco harto.

Lo más extraño de todo fue la manera casi perfecta en que el acto de ayer sirvió de microcosmos para el país que gobierna la neo-Chabela. Ayer la señora nos hizo escuchar a todos por cadena nacional otro discurso autista en el que afirma todo en la Argentina Nacional y Popular andaría pipí cucú, joya joya nunca taxi, de no ser por una conspiración sobre cuya existencia no arroja más que "pruebas" que insultan la inteligencia (la "coincidencia" de que todo esto pase en el tercer aniversario de la Cristiasunción), con una escenografía fingida y patética (o me van a decir que los nenes espontáneamente se acercaron a darle flores a la Viudita) y las mismas palabras vacías, mientras afuera el descontrol que su gobierno impulsa específicamente para cagarles la vida a los que no le caen bien (y de paso a unos cuantos más que caen en la volada) termina en escenas dignas de Black Hawk Down.

Lo verdaderamente triste son las conclusiones que tenemos que sacar de todo esto. Porque si al bochorno de tener un gobierno que dice que va a mantener el orden sólo cuando le parezca le sumamos lo que pasa en el norte con ese coronel boliviano que se mete a Salta a robar cuando se le da la gana, caemos en la conclusión de que estamos peor que si estuviéramos simplemente desguarnecidos: estamos a merced del capricho de unos cínicos de mierda que dejarían que nos matemos todos entre nosotros si con eso logran currar un día más.

Que la gente de Soldati haya entrado a prenderle fuego al rancherío de los okupas, o que los empresarios salteños anuncien que van a armar a sus empleados para que le den al coronel boliviano las balas que Gendarmería no le está disparando por sus incursiones, no debería sorprendernos ya que no tenemos Estado.

No, no existe el Estado: existe una mafia que hace clientelismo disfrazado de beneficencia y extorsión camuflada de gobierno, y que se cree competente para decidir cómo se tiene que ver el fóbal por televisión y qué porcentaje de "producción nacional" tiene que pasar la tele, pero que se niega a hacer valer el monopolio de la violencia que le concedimos única y exclusivamente para que nos proteja de la ley de la selva.

Eso sí, la solución a todo pasa por crear un nuevo Ministerio de Seguridad a cargo de Nilda Garré. No les envidio a los muchachos de la Policía Federal, de Gendarmería y de Prefectura lo que les espera, pero tampoco me dá lástima; ahí tienen la recompensa por siete años de servilismo y chupada de medias a los K por intermedio de Aníbal Fernández. De todas maneras no creo que Nilda la tenga tan fácil como lo hizo durante su paso por el Ministerio de Defensa, ya que en frente no va a tener a acomodaticios y cobardes como los jefes de Estado Mayor de las FF.AA.

Por cierto, asusta la bajísima prioridad que tiene la defensa nacional para esta gente, si se dan el lujo de descabezar el Ministerio y no anunciar quién va a calentar el sillón de Cabernet.

Lo dejo acá como una preguntita final: si el Estado no nos cuida de agresiones externas y se niega a mantener el orden, no tiene sentido preservarlo. Pierde su razón de ser. Todo lo demás, toda la caridad y la acción social, no es más que la beneficencia del mafioso, la pantalla de una barra brava disfrazada de Cáritas.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Balanceando a Nilda

Hace bastante que no trato acá en La Bestia temas vinculados con la defensa nacional y con las FF.AA., y dado que estoy demasiado saturado del mediocre chiquitaje de la política vernácula, voy a desviarme hoy para volver sobre estos temas.

Vamos por partes. Algunas de las cosas que plantea el Ministerio de Defensa, tomadas en sí mismas y haciendo abstracción de todos los otros problemas sobre los que pienso hablar acá, son válidas. Créanme, hasta a mí me parece increíble escribir esto, y eso que antes los aturdía a todos ustedes con mis puteadas en "El Rinconcito de Nilda" de este blog.

Hace falta el planeamiento conjunto. Hace falta que exista una única instancia de decisión de la política militar. Hace falta revisar la doctrina y el armado jurídico de las FF.AA. para adaptarlos a lo que vivimos hoy en día. Hace falta que cada Fuerza Armada deje de gobernarse a sí misma y de gastar como le parezca (lo que equivale a malgastar) la magra porción del magro presupuesto militar que le toca. Hace falta que la inversión en defensa responda a un ciclo ordenado de planificación y decisión para asegurar que cada peso de lo poco que se asigna termine gastándose de la mejor manera posible.

Hasta ahí, vamos bien, y nobleza obliga, son cosas que no se habían encarado antes.

El tema es que hay una realidad que no se puede ignorar, un "elefante en la sala" que el Ministerio de Defensa ha elegido minimizar, sea por taras ideológicas de sus muy ideologizados referentes, sea por debilidad de Garré a la hora de reclamar tajadas de la torta presupuestaria, que es la situación material de las FF.AA. Poniéndolo en términos simples, casi todos los sistemas de armas existentes tienen entre 25 y 40 años de antigüedad, y por lo tanto o están cayéndose a pedazos y funcionando a base de parches y oraciones, o están tan desactualizados que dudosamente puedan cumplir con su propósito.

A esto el Ministerio reacciona haciendo de cuenta que no pasa nada, o aplicando medidas tan mínimas que parecen placebos: un petit contrato a la reestatizada Fábrica Militar de Aviones para media docena de aparatos por aquí, otro contratito para que INVAP fabrique un puñado de radares por acá, más prototipos de CITEDEF (ex CITEFA) y de la devidizada Fabricaciones Militares que nunca van a llegar a ser producidos en serie, anuncios de contratos y de proyectos que tienen más vueltas que un turista perdido en Parque Chas, compritas minúsculas de armas a Rusia y China que las FF.AA. no saben dónde meterse por cuestiones de logística y repuestos, y algún desvarío como el tema del submarino nuclear (primero quisiera que salgan del ex-Domecq García los submarinos que están: a) en obras desde hace años, b) abandonados a mitad de sus arreglos y c) inconclusos al 70%).

Mientras tanto el poco presupuesto que hay termina inevitablemente "reasignado" por obra y gracia de Aníbal, a la vez que se dan de baja equipos sin que se los reemplace al estilo de "ramal que para, ramal que cierra", al Irízar lo arreglan con la premura de un relojero suizo, a la fragata Libertad se le cagan los motores recién arreglados a mitad de la navegación y se llegan a paparruchadas como ejercicios de combate realizados con marcadoras de paintball. No mencionemos boludeces y picardías como ejercicios internacionales a los que no se puede concurrir porque Defensa se olvidó de mandar el pedido de autorización al Congreso y porque el Congreso se rascaba el pupo (ese sayo le cabe a unos cuantos), o la carne podrida en las bases antárticas.

Y después están las muertes. Demasiados muertos en demasiados accidentes aéreos en demasiados aviones que no tendrían que volar más.

En el período del 2001 al 2005 se podía entender la cuestión de que no había dinero para la defensa, pero en un país que se fuma casi mil millones en contratos de televisación para el fóbal y nosecuántos millones más en material ferroviario que está para el tacho de basura, por no hablar de las fangotadas que desaparecen en Planificación Federal y tantos otros pozos negros, la excusa se cae.

Y es una pena que algunas buenas iniciativas que han sido puestas en marcha en estos años queden desmerecidas por una situación material espantosa a la que se la ha querido paliar con curitas, un verdadero incendio al que combaten con dedales de agua sólo por negación mental o broncas de un pasado de viejos del que nadie tiene por qué estar orgulloso.

Nada lo sintetiza más que un episodio que presencié, en el que un dizque gurú ladrón de gallinas del Ministerio de Defensa (hoy caído en desgracia) cantaba loas a una audiencia cívico-militar acerca de por qué la Argentina estaba haciendo mejor las cosas en materia militar que, por ejemplo, Chile. El argumento del cleptómano avícola era que los chilenos compraban sin ton ni son mientras que acá estábamos desarrollando una doctrina sólida y efectiva y qué se yo que otra cosa.

Finalizada su exposición, al muy cretino se le animó un teniente coronel del Ejército que le dijo "Y si alguien se nos viene al humo así como estamos, ¿qué hacemos, les tiramos con la doctrina?". El chantapufi intentó mentir algo pero le salió muy mal. Igual que a Nilda, cuyos discursos al frente del Mindef son idénticos y dicen las mismas cosas: reformas, reescrituras de leyes y códigos, congresos, cursos, más cursos, e inauguraciones de jardines maternales.

Así nos va. Igual, a esta altura, prefiero que se quede ella. Siete años de kirchnerismo me han enseñado que cuando se saca a un ministro, es para poner a alguien peor.

Por cierto, justo hoy sale en La Nación una entrevista que le hicieron a la presidenta de Costa Rica a partir del problemita que están teniendo con sus vecinos nicaragüenses, que al parecer hicieron una incursión armada en territorio costarricense y todavía andan ahí muy orondos, sin darle bola a las quejas diplomáticas de Costa Rica o a las "gestiones" de la ONU y la OEA. Poco más puede hacer Costa Rica, ya que no tiene Fuerzas Armadas y ha hecho de la desmilitarización un fetiche de su identidad nacional.

Para muchos pajaritos de esta Argentina berreta a la que se le animan hasta coroneles bolivianos con ínfulas de Pancho Villa, lo de Costa Rica debería ser algo para tener en cuenta acerca de los riesgos que implica jugar a ser una aldea de elfos pacifistas en el mundo real.
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